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se hallaba entonces en guerra (), Parece que los mas prefirieron abjurar sus antiguas creencias y recibir el agua bautismal, acordándose sin duda de los trabajos y miserias que pasaron los judíos cuando en un caso semejante prefirieron abandonar el suelo que los vió nacer á renegar de la fé de sus padres.

· Desde entonces, por primera vez al cabo de ocho siglos, no quedó un solo habitante en España que esteriormente diera culto á Mahoma, ni uno solo que, al menos en apariencia, no profesára el cristianismo, y la unidad de religion quedó completamente establecida. La historia nos dirá despues si fueron sinceras y durables las conversiones por aquellos medios obtenidas, ó si por tales las reputaron en lo sucesivo los cristianos.

(1) Pragmáticas del reino, fol. 6 y 7.

CAPITULO XV.

ULTIMOS VIAGES DE COLON.

De 1494 & 1504.

esordenes y guerras en la isla Española.-Conducta de Colon: castigos, medidas de gobierno.-Quejas y acusaciones contra el almirante.-Viene Colon á España á dar sus descargos.-Justifícase con los reyes. Nuevas honras y mercedes que recibe.-Prepárase su tercera espedicion.-Causas que la entorpecen.-Tercer viage de Colon.-Descubrimientos.-Nuevos desórdenes en la Española: medidas de paz.-Mas quejas contra el virey.-Comisionado especial de España para averiguar y castigar los desórdenes.-Colon es enviado á España preso y cargado de grillos.-Cambio favorable en el espíritu público.-Tierno recibimiento que le hacen los reyes.Nombramiento de nuevo gobernador de Indias: Ovando.-Instrucciones benéficas de la reina Isabel.-Cuarto y último viage de Colon.-Desaire que recibe en la Española.-Gran naufragio de una flota que venia a España.-Trabajos de Colon en su cuarto viage.Su penoso regreso á España.-Otras espediciones de españoles en aquel tiempo.-Ojeda, los Pinzones, Lope, Bastidas.-Espediciones y descubrimientos de navegantes estrangeros.-Sebastian Cabot, Vasco de Gama, Alvarez Cabral.-Américo Vespucio.--Quién era; su primer viage.-Por qué se dió al Nuevo Mundo el nombre de América.

Ni las atenciones de la guerra de Italia, ni la alternativa de regocijos y duelos, de fiestas y lutos por los sucesos prósperos y adversos de la real familia, ni el grave negocio de la reforma eclesiástica, ni las

sublevaciones de los moros del reino granadino, ni tantos otros asuntos como traian de contínuo ocupa- dos á los Reyes Católicos, bastaban á distraerlos ni á apartar su vista de los descubrimientos y del descu`bridor del nuevo imperio agregado á su corona del otro lado de los mares.

Dejamos á Cristóbal Colon en el capítulo IX en la Española (1494), despues de haber enviado á Castilla algunas naves con habitantes y con producciones de aquellas islas para mantener vivo el entusiasmo, ó por lo menos las esperanzas de los españoles, y la proteccion de sus reyes. Pero pronto se fué entibiando este entusiasmo, y reemplazándole la desconfianza, ya porque las remesas no correspondian á las ponderadas riquezas que se esperaban de regiones que se suponia tan abundosas, ya por las desagradables nuevas que se fueron recibiendo del lastimoso estado en que se hallaba la colonia. Gente aventurera, codiciosa, díscola, viciosa y turbulenta la mayor parte de que habia acompañado á Colon en el segundo viage, sin consideracion á su gefe, y sin respeto á la ley de la humanidad, ni á Dios mismo, su comportamiento con los infelices isleños, sus tiranías y sus ultrages habian provocado una insurreccion general; insurreccion que á su vez produjo una guerra de venganza, en que los españoles, abusando de las venta jas y de la superioridad que les daba la civilizacion, se ensangrentaron con aquellos rudos y sencillos in

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dios que la primera vez los habian recibido como á hombres bajados del cielo. El almirante castigó severamente á los causadores de aquella revolucion, hizo fusilar á algunos y envió otros á España: sujetó en seguida á los insulares, y pareció quedar restable-cida la tranquilidad (). Quiso que todos los colonos trabajaran, inclusos los hidalgos, y puso coto á las escesivas raciones que percibian. Medidas fueron estas que le atrajeron grande enemiga de parte de unos hombres que se habian propuesto vivir sin freno y enriquecerse rápidamente y sin trabajar. Unos y otros, asi los que allá quedaban, especialmente su falso auxiliar el Padre Boil, como los que aqui habian venido castigados, se esforzaban por desacreditarle con Fernando é Isabel. Pintábanle como un hombre cruel y despótico, codicioso ademas, y que solo miraba á su provecho, no al de España, á la cual serian siempre mas costosos que útiles sus descubrimientos.

(1) En esta ocasion, revestido el almirante del carácter de conquistador, impuso gravisimos tributos á las provincias sometidas. En la region de las minas cada individuo mayor de catorce años habia de pagar cada trimestre la medida de un cascabel flamenco lleno de polvos de oro, y en los dis-, tritos distantes de las minas, cada habitante debia pagar una arroba de algodon por trimestre. La contribucion de los caciques era mucho mayor: el hermano de Caonabo quedó obligado á pagar cada tres meses una calabaza de oro,

que ascendia á 150 pesos. Al entregar el tributo se les daba por via de recibo una medalla de cobre, que debian llevar colgada del cuello, quedando sujetos á prision y cautivos los que no iban provistos de este documento. Estas exacciones exasperaban á los naturales, y para tenerlos sujetos levantó Colon muchas fortalezas en la isla. El objeto del almirante era sacar muchas riquezas para enviarlas á España y satisfacer las esperanzas públicas.-Irving. Vida de Colon, lib. VIII. c. 7.

Tales y tan repetidas eran las acusaciones, que aunque los reyes, y en especial la reina Isabel, estaban lejos de darles crédito, juzgaron prudente no manifestarse sordós á aquellos rumores, y enviaron á Juan de Aguado con carácter de comisario régio para que se informara del estado de la colonia y de las verdaderas causas de aquellos disgustos y turbaciones (1495).

. A la llegada de aquel magistrado, y vista su arrogancia y su imprudente conducta, Colon, no queriendo someterse alli á un proceso que le espusiera á perder su gloria por testimonios de gente enemiga, la sola que oia el insolente y mal intencionado comisario, juzgó mas oportuno venir sin tardanza á dar personalmente sus descargos á la reina, y partió apresuradamente de Haití (1.° de marzo, 1496). Por tomar un derrotero diferente al que habia traido la vez primera, tuvo que hacer una navegacion lenta y penosa, y un error de cálculo le acarreó mil peligros, trabajos y privaciones; él y la tripulacion sufrieron un hambre horrorosa y desesperada; pero al fin, despues de muchas penalidades y riesgos logró echar el ancla en la bahía de Cádiz (11 de junio). La palidez de los rostros del almirante y sus compañeros, la escasez de objetos y producciones que traian, respecto á las riquezas que siempre se esperaban, y las acusaciones y rumores que por acá habian corrido, causaron una impresion triste y desagradable en los españoles, y Colon debió cono

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