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ciones que Fernando hizo á los reyes de Navarra, y que constan de sus cartas y documentos, no parece indicar que obrára de mala fé. Y si tal vez fué su intencion apoderarse de todos modos de aquel reino, lo que tampoco nos maravillaría en el carácter del monarca aragonés, menester es convenir en que supo conducir el negocio con bastante arte y maestría para dar á la ocupacion toda la apariencia de legalidad, y para justificar al menos esteriormente la legitimidad de su título de rey de Navarra. Entre los muchos documentos que hemos visto relativos á este negocio, el que nos ha parecido que arroja mas luz sobre las causas, precedentes y trámites de esta conquista le hallarán nuestros lectores por apéndice al final de este volúmen.

Томо х.

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Conducta de Fernando con el Gran Capitan.-Sentimiento que produce en el ejército.-Quejas de Gonzalo.-Dureza con que habló al rey.-Devuélvele los poderes.-Nuevos recelos del monarca: des

aires.

Muerte de Gonzalo de Córdoba.-Luto en la córte.-Virtudes del Gran Capitan.-Enfermedad del rey y su causa.-Proroga Fernando la tregua con Luis XIII.-Disgusto y resolucion del rey de Inglaterra.-Pensamiento de Francisco I. de Francia.-Promueve el Rey Católico otra liga contra él.-Toma el archiduque Cárlos el gobierno de Flandes.-El rey Fernando en las córtes de Calatayud. -Renuévase la guerra de Italia.-Deslealtad del conde Pedro Navarro.-Sangrienta y tenaz batalla entre suizos y franceses.-Francisco I. de Francia se apodera de Milan.-El papa abandona al Rey Católico y se une al francés.-Alianza entre Fernando el Católico y Enrique VIII. de Inglaterra.-Agrávase la enfermedad del rey.-Su testamento.-Disposiciones para la sucesion y gobierno de los reinos.-Su muerte.

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Cosa era que causaba general admiracion y escándalo que ni para la empresa de Oran, ni para la de Italia, ni para la de Navarra quisiese el rey emplear al mas entendido, valeroso y afortunado general es

pañol, y que mientras pasaban estos grandes acontecimientos la victoriosa espada del Gran Capitan se estuviera enmoheciendo en un agujero de las Alpujarras, como llamaba él á su retiro de Loja, todo por el infundado recelo que abrigaba todavía el suspicaz monarca del antiguo conquistador y virey de Nápoles. «Muy encallada está la nave, decia aludiendo á su forzada inaccion el conde de Ureña.-«Sabed, conde, replicaba Gonzalo, que esta nave, cada vez mas firme y mas entera, solo aguarda á que la mar suba para navegar á toda vela.>>

Esta ocasion se creyó llegada, cuando á consecuencia del triunfo de los franceses sobre los príncipes de la Santa Liga en la batalla de Rávena, determinó el rey, á peticion del papa y de los aliados, enviar á Italia al Gran Capitan, como el único capaz de sacar triunfante la causa de las potencias coligadas. Tan pronto como se supo esta determinacion, nobles, caballeros, soldados, hasta la guardia misma del rey, todo el mundo se apresuraba á alistarse en las banderas de Gonzalo, muchos se ofrecian á servir sin sueldo, solo por participar de sus glorias, y por ir á Italia con el Gran Capitan no se encontraba quien quisiera ir á la guerra de Navarra. Mas todo este entusiasmo se vió muy brevemente convertido en sentimiento público. Mientras se disponia la espedicion, mudaron de rumbo las cosas de Italia; los franceses, derrotados en Novara por los suizos, eran espulsados de Lombardía,

y el objeto de la Santa Liga parecia cumplido. Entonces, y en ocasion que Gonzalo se hallaba en Antequera acelerando la marcha de la espedicion, recibió órden del rey para que suspendiese la partida, puesto que habiendo perdido los franceses lo que tenian en Italia, no habia ya necesidad alli ni de capitan ni de tropas españolas, que los caballeros y continos de su casa que estaban con él fuesen á servir en la guerra de Navarra á cuyas fronteras acudian todas las fuerzas francesas, y que licenciase y despidiese las tropas, continuando solo las pagas á los que quisiesen alistarse para el ejército de Navarra (1512).

La noticia de una gran derrota ó de un gran infortunio hubiera causado menos honda sensacion de disgusto y de pena que la que produjo en el ejército español esta conducta del rey con el Gran Capitan. Porque si al ordenar la suspension de su ida á Italia, donde podrian no ser ya necesarios sus servicios, le hubiera dado el mando en gefe del ejército de Navarra, no se hubiera atribuido á desaire, ni se hubiera calificado de insigne ingratitud, como lo era condenarle otra vez á la inaccion y al retiro, cuando ardia viva una guerra, estrangera en el Norte de España. Así fué que cast ningun capitan de los alistados con Gonzalo quiso servir en la campaña del Norte. Gonzalo convocó sus tropos, las animó á celebrar la prosperidad de los negocios esteriores del reino, y no queriendo dejar de hacerles alguna demostracion de

agradecimiento por el celo y la buena voluntad con que se habian prestado á seguirle, espléndido y liberal siempre, hizo reunir hasta la cantidad de cien mil ducados en dinero y alhajas, y los distribuyó generosamente entre los oficiales y soldados, y con esto se despidió de su ejército.

Altamente ofendido se mostró de su monarca el Gran Capitan, y en esta ocasion dió bien á entender que se le habia apurado el sufrimiento, y aun el disimulo que hasta entonces habia podido guardar. Lleno de dolor y de enojo, en la respuesta que envió al rey contestando á su mandamiento, le manifestó cuánto le maravillaba que hubiera tomado con él semejante determinacion, debiendo saber que «era mas codicioso de buena fama que de mucha hacienda, y que todo lo que el mundo valia lo estimaba en poco en comparacion de su lealtad á un amigo cualquiera, cuanto mas á su rey y señor: que S. A. debia conocer mejor que nadie á los hombres malévolos y de tan poco ánimo como sobrada ambicion, que sin duda le envidiaban y calumniaban, y que recordára bien si alguna vez por causa suya habia recibido detrimento el reino, ó sufrido mengua las banderas españolas.>> Y como el rey procurára justificarse con Gonzalo, esponiendo, con las mas suaves palabras que podia emplear, las causas porque habia mandado sobreseer - en su ida á Italia, el Gran Capitan cada vez mas irritado, escribió al rey dándole nuevas y mas amargas

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