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el estado y situacion creada por aquellos enlaces al terminar el siglo XV (").

(1) Ademas de los hijos logitimos que hemos mencionado, tu vo don Fernando el Católico otros cuatro naturales, á saber: dou Alfonso de Aragon, que nació en 1469 de doña Aldonza Roig, vizcondesa de Evol, el cual fué arzobispo de Zaragoza: doña Juana de Aragon, habida de una señora de la villa de Tárrega, que casó con el gran condestable de Castilla don Bernardino Fernandez de Velasco; y dos llamadas Marías, la una hija de una señora vizcaina, y la otra de una portuguesa, y ambas fueron religiosas y prioras del convento de Agustinas de Santa Clara de Madrigal.-Bofarull, Condes de Barcelona, tom. II. p. 341.

A esta doña Juana de Aragon habia tratado su padre de casarla en Escocia. Tenemos á la vista una larga carta del rey don Fernando, (copiada en el archivo de Simancas, Tratados con Inglaterra, Legajo 1.) á sus embajadores don Diego de Vergara y el Doctor de Puebla, en la cual se halla el siguiente curioso párrafo relativo á

este asunto.

«Y quanto á lo que vos el do»tor fecistos en Escócia en lo que »toca al casamiento, bien creimos » que con buena intencion vos mo» vistes á decir lo que dijistes, pe»ro no fué bien desir que doña >>Juana era fija legítima de casa»miento secreto, porque ya vedes »quanto inconveniente puede traer aquello; por ende procurad lue

»go como su embaxada sepa on»tes que parte para acá, de vos antes que de otro, que no es le»gítima, porque es imposible, veniendo por donde decís que han »de venir, no baya quien ge lo »diga, y aun nosotros ge lo diria»mos, pero podesles desir que es »fija natural que fué avida antes del matrimonio, y esto por ellos sabido, si quisieren venir para asentar esto de doña Juana, y »non para demandar otra de nuesotras fijas, vengan, aunque se ha. »ya de acrescentar en el dote de

doña Juana fasta en otro tanto »quanto de acá llevastes, segund »nos lo escribistes; pero si llegado »esto al cabo vierdes que no ver»ná la embaxada de manera algu »na para esto de doña Juana, solo »porque non se quiebre la pendencia con el rey de Escocia, por el »bien que viene de ello al rey de Inglaterra, porque no se concierten con el rey de Francia, pues »decís que ellos se tienen por tan »ta parte que nos farán dar á Ro»sellon: entretenedlos disiendo: »acábese primero lo de Rosellon, »y entonces le daremos una de »nuestras fijas, y porque creemos que esto de Rosellon non podrán acabar con el rey de Francia, to»do el tiempo que se detovicse en »la negociacion dello se deterná >>de concertar con el rey de Frau»cia, podrá ser que del todo se »descoucierte con él sobre ello.>>

CAPITULO XIII.

CISNEROS.

REFORMA DE LAS ORDENES RELIGIOSAS.

De 1493 à 1498.

Confesores y consejeros de la reina Isabel.—Virtudes y carácter del obispo don Fr. Fernando de Talavera.-Idem del Gran Cardenal dou Pedro Gonzalez de Mendoza: su muerte.-Fr. Francisco Jimenez de Cisneros.-Su nacimiento, estudios y carrera.-Cómo y por qué fué preso por el arzobispo de Toledo: su carácter independiente.-Cisneros en Sigüenza.-Toma el hábito en la órden de San Francisco. Su vida penitente y austera: sus virtudes.-Cisneros en los conventos del Castañar y de Salceda.-Elígenle guardian de su convento.-Cómo fué nombrado confesor de la reina.-Su virtuosa abnegacion.-Medita la reforma de las órdenes religiosas: dificultades que encuentra.-Es nombrado arzobispo de Toledo: tenacidad con que se resiste á aceptar la mitra: obliganle la reina y el papa: notable ejemplo de independencia y de justificacion.-Vida ascética, frugal y penitente de Cisneros.-Prosiguen la reina y el arzobispo la obra de la reforma.-Dulzura de Isabel y severidad de Cisneros.-Medios que emplean sus enemigos para desacreditarie con la reina: sigue Isabel protegiéndole.-Obstáculos para la reforma: oposicion del cabildo de Toledo: resistencia de los franciscanos: breves del papa.-Perseverancia de la reina y del arzobispo.-Superan las dificultados, y reforman las órdenes religiosas.—Reforma del clero secular.

No basta á los príncipes y á los soberanos y gefes de las naciones para regir con acierto un grande estado

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guiarse por sus propias luces y talento. Por grande y privilegiado que sea éste, y por luminosas que se supongan aquellas, necesitan rodearse de varones doctos y de consejeros prudentes, que, ó los ayuden con su consejo, ó les inspiren ideas saludables, ó sepan ejecutar y dar cumplida cima á sus pensamientos. De la eleccion acertada ó inconveniente de las personas depende la buena ó mala direccion de los asuntos públicos y el éxito feliz y desgraciado de los mas graves negocios. Esta fué precisamente una de las dotes en que sobresalió mas la reina Isabel, y en que mas se mostró la discrecion y buen juicio de aquella gran señora. No solamente tuvo un admirable tino, resultado de la penetracion de su ingenio, para conocer y elevar los sugetos de mas valer por sus virtudes y su talento y llevarlos cerca del trono, sino tambien para darles aquel grado de autoridad, y dispensarles aquella honra y consideracion á que su saber y sus prendas los bacian acreedores.

Limitándonos ahora á los que escogió para directores de su conciencia, cargo de la primera importancia en aquel tiempo, y al que era como inherente un influjo grande en los negocios del Estado, aparte de una lamentable escepcion, en la que precisamente tuvo menos participacion su voluntad ("), siempre se pronunciarán con veneracion y respeto los nombres

(1) La de Fr. Tomás de Tor- edad de aquella ilustre princesa. quemada, que lo fué en la primera

de don Fr. Fernando de Talavera y de don Pedro Gonzalez de Mendoza. Nada mas merecido y justificado, y nada mas honroso para la reina Isabel que la elevacion del virtuoso, del prudente, del humanitario Talavera al confesonario régio, al obispado de Avila y al arzobispado de Granada. Nada tampoco mas noble y mas sublime que la conducta de la reina y de su confesor la primera vez que este ejerció tan delicado ministerio. «Este es el confesor que yo buscaba, dijo la reina de Castilla; y estas palabras las pronunció con ocasion de haberle dicho el religioso: «señora, yo he de estar sentado, y V. A. de rodillas, porque este es el tribunal de Dios, y hago aqui sus veces").» Grande se mostró en este acto la reina Isabel, y bien merecia tan digno sacerdote sentarse el primero en la silla arzobispal de la última ciudad que se ganó á los moros (2).

El Gran Cardenal de España y arzobispo de Toledo don Pedro Gonzalez de Mendoza, á quien tantas veces hemos tenido ya que mencionar, alcanzó tanto influjo, tauto poder y autoridad en el gobierno por espacio de mas de veinte años, que uno de los mas ilus

(1) El P. Sigüenza, Hist. de la Orden de San Gerónimo, lib. II. c. 31.

(2) Hállanse escelentes noticias sobre este ilustre prelado, ademas de la obra citada del P. Sigüenza, en la Vida del primer arzobispo de Granada de santa memoria, etc., de don Jorge de

Torres; en la Breve suma de la Santa vida del religiosisimo y bienaventurado fray Hernando de Talavera, etc., del licenciado don Gerónimo de Madrid, abad de Santa Fé; y en el Sumario de la vida del primer arzobispo de Granada don fray Hernando de Talavera y de su gloriosa muerte.

trados escritores de su tiempo le llamaba por donaire el tercer rey de España (). Mas no sin justicia habia elevado Isabel á tan alta dignidad, y no sin razon dispensaba tanto favor é influjo al «gran varon, y muy esperimentado y prudente en negocios,» segun la calificacion de otro de sus sabios contemporáneos (2), al hombre de tan grandes y elevadas miras y que tanto ayudó á sus reyes en todas sus mas generosas empresas, al que gastaba las inmensas rentas de su silla en fomentar la instruccion pública, en proteger á los hombres instruidos y en crear escuelas y establecimientos piadosos, al fundador del colegio mayor de Santa Cruz de Valladolid y del hospital de espósitos del mismo nombre en Toledo, al que si en la edad juvenil pagó como hombre su tributo á la flaqueza humana y á las costumbres de su época (3), supo en la edad madura borrar aquellas faltas con grandes y gloriosas acciones, con sabios y prudentes consejos, y con importantes y eminentes servicios. La reina se los pagó con honras y mercedes. En la última enfermedad del cardenal, Isabel fué en persona á visitarle acompañada del rey su marido, le prodigó todo género de consuelos, y admitió el cargo de albacea suyo. «Vióse á una reina rodeada de poder y de gloria, dice su ilustrado panegirista, objeto de la admiracion de toda

(1) Pedro Mártir de Angleria, cap. VIII. epist. 159.

(2) Gonzalo de Oviedo, Quincuag. bat. 1.

(3) Tuvo Mendoza relaciones

amorosas con dos señoras de ilus-tre cuna, de quo resultaron varios hijos que nombra el mencionado Oviedo.

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