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No es dado afirmar si esta comision verificó los debidos ensayes de las monedas respectivas, ni tampoco si se vió asistida de los conocimientos necesarios acerca de la ley metálica ó grado de fino y del peso legal, con otras circunstancias que es menester concurran para determinar el verdadero valor intrinseco de las monedas. Pero parece fuera de duda que tomó por base general de la reduccion el valor que correspondia entonces legalmente al peso fuerte de plata reducido á francos, sin tener cuenta con el remedio ó tolerancia que se concedia en su ley y peso, ni con el desgaste que resulta del uso. Asi evaluábase la pieza de 5 francos en 18 reales 25 maravedises, 33, y el escudo de 6 libras tornesas en 22 reales y 8 maravedises.

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En el oro la diferencia fue mas leve, habiéndosele dado al napoleon de 20 francos el valor de 75 reales, y al luis de oro de 24 libras tornesas el de 88 reales y 32 maravedises: consistió esto en no haber tenido presente la comision de ensayadores, entre otras cosas, la razon diversa que guardan ambos metales en las dos naciones; pues en España se estima ser diez y seis veces mayor el valor nominal del oro, cuando en Francia no llega ni á quince y medio.

Siguióse de esta tarifa en adelante para los españoles en las monedas de plata un quebranto de 9 y 11 por 100, y en las de oro de 1 y 2 por 100: de manera que en las provincias ocupadas apenas circulaba mas cuño que el extrangero.

Los daños que de ello se originaron, junto con la aversion que habia á todo lo que emanaba del invasor, motivaron dos órdenes fechas, una en 4 de abril de 1814, y otra en 16 de julio de 1812. Dirigíase la primera á prohibir el curso de las piezas acuñadas en España con busto de José, previniéndose á los tenedores las llevasen á la casa de la moneda, en donde recibirian su justo valor en otras legales y permitidas. Encaminábase la segunda, ó sea la circular de 1812, á igual prohibicion respecto de la moneda francesa, especificándose lo que en las tesorerías se habia de dar en cambio; á cuyo fin se acompañaba una tarifa apreciativa del valor intrínseco de dicha moneda, y por tanto bastante diverso del que calcularon en 1808 los ensayadores nombrados al intento. Este trabajo, aunque imperfecto, se aproximaba á la verdad, en especial respecto de las piezas de 5 francos, si bien no tanto en los escudos de 6 libras, y menos todavía en las monedas de oro.

La prohibicion de las fabricadas con busto del rey intruso no tuvo otro fundamento sino odios políticos ó precipitada irreflexion, pues sabido es que se acuñaban los pesos fuertes de José con el mismo peso y ley que los procedentes de América debiendo tambien notarse que en Francia se estiman los primeros aun mas desde que el arte perfeccionado de la afinacion ha descubierto en ellos mayor porcion de oro que en los antiguos, habiendo sido comun

mente fabricados los modernos del tiempo de la invasion con vajillas y alhajas de iglesia, en que entraba casi siempre plata sobredorada.

Estas dos providencias, tan poco meditadas como lo habia sido la tarifa de 1808, excitaron clamor general, lo mismo en Madrid que en los demas puntos á medida que se evacuaban, por el quebranto insinuado arriba que de súbito resultó, mayormente pesando las pérdidas sobre los particulares, y no sobre el erario, y alterándose repentinamente por sus disposiciones el (* Ap. n. 3.) valor de las cosas. En muchos parages suspendieron sus efectos las autoridades locales, y representaron al gobierno legítimo, el cual á lo último, aunque lentamente, pues no lo verificó hasta el setiembre de 1813, mandó que por entonces se permitiese la circulacion de la moneda del rey intruso acuñada en España, y tambien la del imperio francés, arreglándose casi en un todo á la tarifa de 1808, perjudicialísima esta en sí misma, mas de difícil derogacion en tanto que no fuese el erario, y no los particulares, el que soportase la pérdida ó diferencia que existia entre el valor real ó intrínseco de la circular de 1812, y el supuesto de la tarifa de 1808.

(* Ap. n. 4.)

Habiendo tardado algun tiempo en efectuarse la suspension, aun por las autoridades locales, de las órdenes de 1811 y 1812, el trastorno que ellas causaron fue notable y mucha la desazon, encareciéndose los víveres en lugar de abaratarse, y acreciéndose por de pronto el daño con las especulaciones lucrosas é inevitables de algunos tragineros y comerciantes. Asi que necesidad hubo del odio profundo que se abrigaba en casi todos los corazones contra el extrangero, y tambien de que prosiguiesen cogiendo laureles las armas aliadas, para que no se entibiasen los moradores de los pueblos, ahora libres, en favor de la buena causa.

Toma el Empecinado á Guadalajara.

A dicha continuaron sucediéndose faustos acontecimientos al rededor y aun lejos de la capital. En Guadalajara 700 à 800 hombres que guarnecian la ciudad á las órdenes del general Preux, antiguo oficial suizo al servicio de España, se rindieron el 16 de este agosto á Don Juan Martin el Empecinado. Desconfiado Preux á causa de su anterior conducta, queria capitular solo con Lord Wellington, mas este le advirtió que si no se entregaba á las tropas españolas que le cercaban, le haria pasar á cuchillo con toda la guarnicion.

Abandonan el

Tajo los franceses del centro, y se dirigen à Valencia.

Fueron evacuando los franceses la orilla derecha del Tajo, y uniéndose sus destacamentos al cuerpo principal de su ejército del centro, que proseguia retirándose via de Valencia. Salieron de Toledo el dia 14, en donde entró muy luego la partida del Abuelo, recibida con repique general de campanas, iluminaciones y otros regocijos. Por todas partes destruia el enemigo la artillería

Trabajos que

y las municiones que no podia llevar consigo, y daba indicio de abandonar para siempre, ó á lo menos por largo tiempo, las provincias de Castilla la Nueva. En su trán- tuvieron en el sito á Valencia, encontraron José y los suyos tropiezos

camino.

y muchas incomodidades, escaseándoles los víveres y sobre todo el agua, por haber los naturales cegado los pozos y destruido las fuentes en casi todos los pueblos, que tal era su enemistad y encono contra la dominacion extraña. Padecieron mas que todos los comprometidos con el intruso y sus desgraciadas familias, pues hubo ocasion en que no tuvieron ni siquiera una sed de agua que llevar á la boca, segun aconteció al terrible ministro de policia Don Pablo Arribas.

Algunos sucesos en Castilla la Vieja.

En Castilla la Vieja viendo los enemigos la suerte que habia cabido á su guarnicion de Tordesillas, y temerosos de que acaeciera otro tanto á las ya bloqueadas de Zamora, Toro y Astorga, destacaron del ejército suyo, llamado de Portugal, 6,000 infantes y 1,200 caballos á las órdenes del general Foy, para que, aprovechándose del respiro que les daba el ejército aliado en su excursion sobre Madrid, libertasen las tropas encerradas en aquellos puntos. Consiguieronlo con las de Toro, alejándose los españoles que bloqueaban la ciudad. No fueron tan dichosos en Astorga, adonde se dirigió Foy engrosado en el camino con otro cuerpo de igual fuerza al que llevaba. 300 de sus ginetes se adelantaron á las cercanías, mas la guarnicion, compuesta de 1,200 hombres, y mandada por el general Remond, se habia rendido el 18 de agosto en consecuencia de las repetidas y mañosas intimaciones del coronel Don Pascual Enrile, ayudante general del estado mayor del sexto ejército.

La guarnicion de Astorga se entrega á los es

pañoles.

Recibió Foy tan sensible nueva en la Bañeza, y no pasando adelante se enderezó hácia Carvajales con intento de sorprender al conde de Amarante, que, habiendo levantado el bloqueo de Zamora, tornaba á su provincia de Tras-los-Montes. Se le frustró el golpe proyectado al general francés, quien tuvo que contentarse con recoger el 29 la guarnicion de aquella plaza, no habiendo llenado sino á medias el objeto de su expedicion.

español.

Ni dejaron tampoco de inquietar al enemigo por el Séptimo ejército propio tiempo los diferentes cuerpos de que se componia el séptimo ejército, y que ascendian á unos 12,000 infantes y 1,600 caballos, ayudados en las costas de Cantabria por las fuerzas marítimas inglesas. Colocóse Don Juan Diaz Porlier entre Torrelavega y Santander, y ejecutando diversas maniobras disponíase á atacar esta ciudad, cuando los enemigos la evacuaron, como tambien toda aquella costa, excepto el punto de Santoña. Porlier entró en Santander el 2 de agosto, y alli proclamó con pompa la constitucion, haciendo

Evacuan los franceses á Santander.

el saludo correspondiente por tan fausto motivo los buques británicos fondeados en el puerto.

Sucesos en Vizcaya.

Avanzó Porlier en seguida á Vizcaya, cuya capital Bilbao habian desamparado los enemigos en los primeros dias de agosto. Reunido alli con Don Gabriel de Mendizábal, general en gefe del séptimo ejército, y con Don Mariano Renovales, que mandaba la fuerza levantada por el señorío, se apostaron juntos en el punto llamado de Bolueta, para hacer rostro al francés, que engrosado revolvia sobre la villa de Bilbao. Le rechazaron los nuestros completamente el 13 y 14 del mismo agosto. El 21 insistieron los enemigos regidos por el general Rouget en igual propósito, mas no con mayor ventura; teniendo al fin que acudir en persona el general Caffarelli para penetrar en aquella villa, como lo verificó el dia 28. Pero siendo el principal objeto de los franceses socorrer y avituallar á Santoña, luego que lo consiguieron, abandonaron otra vez á Bilbao el 9 de setiembre. Entonces celebráronse alli grandes festejos, se presentó la junta diputacion, y convocándose la general, se instaló esta el 16 de octubre presidida por Don Gabriel de Mendizábal, se publicó la constitucion, y conforme á ella, despues de haber examinado dicha junta el estado de armamento y defensa de la provincia, hicieron sus individuos dejacion de sus cargos, para que los habitantes usasen á su arbitrio de los nuevos derechos que les competian.

A poco depositaron la confianza en Don Gabriel de Mendizabal, á fin de que indicase los individuos que juzgase mas dignos de componer la nueva diputacion, recayendo el nombramiento en las mismas personas que designó aquel general. Unidos todos, continuaron haciéndose notables esfuerzos en los meses que restaban de 1812, con deseo de inquietar al enemigo, y poner en mas órden la tropa alistada y la exaccion de arbitrios. Longa, dependiente de este distrito, coadyuvó á estos fines, molestando á los franceses, señaladamente en un encuentro que tuvo en el valle de Sedano al acabar noviembre, en donde sorprendió al general Fromant, matándole á él y á mucha gente suya, y cogiéndole bastantes prisioneros. Despues atacó á los que ocupaban las salinas de Añana, y les tomó el punto y 250 hombres, habiendo tambien destruido los fuertes de Nanclares y Armiñon, que abandonó el enemigo. No bastaron sin embargo tales conatos para impedir que al cerrar del año, el mismo 31 de diciembre, ocupasen nuevamente los franceses la villa de Bilbao. Contratiempo que era de temer sobreviniera por la situacion topográfica de aquellas provincias aledañas de Francia, y de conservacion indispensable para el enemigo, en tanto que permanecieron sus tropas en Castilla; pero que compensó grandemente la suerte en el año inmediato de 1813, en que amanecieron dias prósperos para el afianzamiento de la independencia peninsular.

Sale Welling

ton de Madrid y

pasa à Castilla la Vieja.

Salió Lord Wellington de Madrid el 1° de setiembre, habiendo alcanzado con la toma de la capital dar aliento á los defensores de la patria, libertar varias provincias, y mas que todo producir en la Europa entera una impresion propicia en favor de la buena causa. Para añadir otras ventajas á las ya conseguidas, pensó en continuar la guerra sin dar descanso al enemigo, y mandó que en Arévalo se juntasen en su mayor parte las fuerzas aliadas.

Sucesos

en Andalucia.

Alli le dejaremos ahora para volver los ojos á las Andalucías. La victoria de Salamanca, la entrada de los aliados en Madrid, el impulso que por todas partes recibió la opinion, y la necesidad de reconcentrar el enemigo sus diversos cuerpos, eran sucesos que naturalmente habian de ocasionar prontas y favorables resultas en aquellas provincias mayormente desamparadas las de Castilla la Nueva y recogido á Valencia José y su ejército del centro; movimiento que embarazaba la correspondencia con los franceses del mediodia, ó permitia solo comunicaciones tardías é inciertas.

Nada digno de referirse habia ocurrido en las Andalucías desde la accion de Bórnos, ni por la parte de la sierra de Ronda, ni tampoco por la de Extremadura. La expedicion que el general Cruz Mourgeon habia llevado en auxilio de Don Francisco Ballesteros, despues de volver á la isla de Leon, y de hacer un nuevo desembarco y amago en Tarifa, tornó á Cádiz por última vez en los primeros dias de agosto; y rehecha y aumentada se envió á las órdenes del mismo general Cruz al condado de Niebla, tomando tierra en Huelva en los dias 11 y 13 del propio mes.

Por su lado Lord Hill, despues de su excursion al Tajo, en que habia tomado los fuertes de Napoleon y Ragusa, permanecia en la parte meridional de Extremadura con las fuerzas anglo-portuguesas de su mando, y asistido del quinto ejército español, no muy numeroso. Observaban alli unos y otros los movimientos del cuerpo que regia el general Drouet. Mas ahora tratóse de maniobrar de modo que hostilizasen al mariscal Soult y á los cuerpos dependientes de su mando las tropas aliadas que andaban en su torno, y les obligasen á acelerar la evacuacion de las Andalucías, cuya posesion no podia el enemigo mantener largo tiempo, despues de lo ocurrido en las Castillas durante los meses de julio y agosto. Dieron los franceses muestras claras de tales intentos, cuando sin aguardar á que los acometiesen comenzaron á levantar el sitio de la isla gaditana el 24 de agosto de este año de 1812; quedando enteramente libre y despejada la línea en el dia 25, despues de haberla ocupado los enemigos por espacio de mas de dos años y medio. Las noches anteriores y en particular la víspera arrojaron los franceses bastantes bombas á la plaza; y aumentando sobremanera la carga de los cañones, y

Levantan los franceses el sitio de Cádiz.

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