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mida y tan arruinadas ellas que se hubieran del todo descascarado y perdido, en especial la del Pasmo, si Mr. Bonnemaison, artista de aquella capital, no las hubiese trasladado de la tabla al lienzo con destreza y habilidad admirables: invento no muy esparcido entonces y de que quisieron burlarse los que no le conocian.

Los archivos, las secretarías, los depósitos de artillería é ingenieros y el hidrográfico, el gabinete de historia natural, y otros establecimientos, viéronse privados tambien de muchas preciosidades, modelos y documentos entresacados de propósito para llevarlos á Francia. Seria largo y no fácil de relatar todo lo que de acá se extrajo. Estos objetos y los cuadros expresados de Rafael y Ticiano ademas de otros muchos iban en el convoy que escoltaba el general Hugo al salir de Madrid.

(Ap. n. 7.)

En Castilla la Vieja padeció mucho el archivo de* Simancas, de donde tomaron los franceses documentos y papeles de grande interes, en especial los que pertenecian á los antiguos estados de Italia y Flandes: asimismo el testamento de Cárlos II, de que á dicha se conservaba un duplicado en otra parte. Algunos han sido devueltos en 1816 han retenido otros en Francia reclamados hasta ahora en vano. Hubo en aquel archivo gran confusion Y trastorno no solo por el destrozo que la soldadesca causó, sino igualmente porque habiéndose despues metido dentro los paisanos de los alrededores, arrancaron los pergaminos que cubrian los legajos y sobre todo las cintas que los ataban, con lo que sueltos los papeles mezcláronse muchos y se revolvieron. Tambien las bellas artes tuvieron sus pérdidas en aquella provincia, y sin detenernos á hablar de otras, indicaremos el desaparecimiento por algunos años de tres pinturas de Rubens, muy famosas y de primer órden, que adornaban el retablo mayor y los dos colaterales del convento de religiosas franciscas de la villa de* Fuensaldaña.

(* Ap. n. 8.)

No iremos mas allá en nuestro escudriñamiento sobre tanto saqueo y despojos, que ya parecerá á algunos fuera de lugar; si bien en medio del ruido y furor bélico se esparcia el ánimo y descansa hablando de otros asuntos, y sobre todo del ameno y suave de bellas artes, aunque sea para lamentar robos y pérdidas de obras maestras y su alejamiento del suelo patrio.

Cierto que mucha de tanta riqueza yacia como sepultada y desconocida, ignorando los extraños la perfeccion y muchedumbre de los pintores de nuestra escuela. El que se difundiesen ahora sus producciones por el extrangero los sacó de oscuridad y les dió nuevo lustre y mayores timbres á la admiracion del mundo; resultando asi un bien real y fructuoso de la misma ruina y escandaloso pillage. Madre España de esclarecidos ingenios, dominadora en Italia Y Flandes cuando florecian alli los mas célebres artistas de aquellos estados, recogió inmenso tesoro de tales bellezas guar

dándole en sus templos y palacios. Mucho le queda aun á pesar de haber soltado los diques á la salida, ya la guerra, y ya la desidia de unos y los amaños y codicia de otros. Tiempo es que los repare y cierre el amor bien entendido de las artes, y la esperanza de dias mas venturosos.

Desgraciadísimos los de entonces no lo fueron menos para ambas Castillas en la exaccion de pesadas contribuciones impuestas por los franceses durante los años que las dominaron. Difícil es formar un cómputo exacto de su total rendimiento, pero por datos y noticias que han llegado hasta nosotros, asegurar podemos que excedieron, habida la proporcion conveniente, á lo que importaron las de Andalucía por la permanencia mas larga en ellas del enemigo, y el continuado y afanoso pelear.

Luego que evacuó el 27 de junio á Madrid el general Hugo, entraron alli partidas de guerrillas que acechaban la marcha de los franceses, volviendo á poco las autoridades legítimas que antes se habian alejado. Nada á su regreso ocurrió muy de contar.

Prosigue Hugo Hugo superando obstáculos traspasó el Guadarrasu retirada. ma, y tomando desde la fonda de San Rafael caminos de travesía se dirigió á Segovia y en seguida á Cuéllar, en donde pensó tener que defenderse contra las guerrillas guareciéndose en su castillo, antiguo y bueno, fundado en parage elevado, con dos galerías alta y baja construidas por Don Beltran de la Cueva, en que se custodiaba una armería célebre de la casa de los duques de Alburquerque, extraviada ó destruida en parte interin que duró la actual guerra. No tuvo el general francés que acudir á este medio peligroso que le hubiera retardado en su marcha y quizá comprometido, sino que valiéndose de ardides y mudando á veces los dias de ruta que José le habia trazado, y aun las horas, aceleró el paso consiguiendo cruzar el Duero por Tudela de noche, y tan á tiempo, qué mayor demora le hubiera privado de aquel puente, reparado solo con tablones y al que á su llegada iban á prender fuego las últimas tropas de su nacion que se retiraban. Juntose el convoy enemigo al grueso de su ejército grueso de su e- en Valladolid, y salvóse entonces, si bien despues pereció en parte, ganada que fue la batalla de Vitoria. Le mandó Hugo hasta llegar á la ciudad de Búrgos.

Se junta al

jército.

Movimientos del tercer ejército y del de reserva de Andalucía.

La evacuacion de Madrid permitió disponer del tercer ejército que habia avanzado á la Mancha, y tambien del de reserva organizado en Andalucía por el conde del Abisbal. El primero partió la vuelta de Valencia, uniéndose el 6 de junio en Alcoy y Concentaina al segundo ejército, con el cual por resolucion de Wellington debia maniobrar ahora para impedir destacase Suchet fuerzas contra las tropas combinadas que lidiaban en el Ebro, sin perjuicio de que se juntase mas adelante con estas mismas, segun lo verificó. El segundo saliendo

de Andalucia marchó por Extremadura, camino mas resguardado, y se enderezó á Castilla la Vieja. Llegó alli cuando los aliados estaban ya muy adentro y en completa retirada los franceses, penetrando en Burgos por los dias 24 y 25 de junio. Encargóle Lord Wellington estrechar el castillo de Pancorbo hasta tomarle; en donde los enemigos habian dejado de guarnicion, conforme apuntamos, unos 1,000 hombres.

Reconcentradas de este modo las fuerzas de la Península amigas y enemigas, y agrupadas todas, por decirlo asi, en dos principales puntos, que eran, uno, las inmediaciones del Ebro y provincias Vascongadas, y otro, la parte oriental de España, iráse simplificando nuestra narracion, y convirtiéndose cada vez mas en guerra regular lucha tan empeñada.

Dejamos á los ejércitos combatientes próximos uno

Ejércitos en las cercanías de Vitoria.

á otro y dispuestos á trabar batalla en las cercanías de Vitoria, ciudad de 11 á 12,000 habitantes situada en terreno elevado y en medio de una llanura de dos leguas, terminada de un lado por ramales del Pirineo, y del otro por una sierra de montes que divide la provincia de Alava de la de Vizcaya. Tenian los aliados reunidos, sin contar la division de Don Pablo Morillo y las tropas españolas que gobernaba el general Giron, 60,440 hombres, 35,090 ingleses, 25,350 portugueses, y de elios 9,290 de caballería. La sexta division inglesa en número de 6,300 hombres se habia quedado en Medina de Pomar.

Mandaba á los franceses José en persona, siendo su mayor general el mariscal Jourdan. Su izquierda, compuesta del ejército del mediodia bajo las órdenes del general Gazan, se apoyaba en las alturas que fenecen en la Puebla de Arganzon, dilatándose por el Zadorra hasta el puente de Villodas. A la siniestra márgen del mismo rio, siguiendo unas colinas, alojábase su centro, formado del ejército que llevaba el mismo título y dirigia Drouet, conde d'Erlon; estribando principalmente en un cerro muy artillado de figura circular que domina el valle á que Zadorra da nombre. Extendíase su derecha al pueblo de Avechuco mas allá de Vitoria, y constaba del ejército de Portugal gobernado por el conde de Reille. Todos tres cuerpos tenian sus reservas. Abrazaba la posicion cerca de tres leguas, y cubria los caminos reales de Bilbao, Bayona, Logroño y Madrid. Su fuerza era algo inferior á la de los aliados, ausente en la costa Foy y los italianos, ocupado Clausel en perseguir á Mina, y Maucune en escoltar un convoy que se enderezaba á Francia.

Proponíase José guardar la defensiva, hasta que todas ó la mayor parte de las tropas suyas que estaban alli separadas se le agregasen, para lo que contaba con su ventajosa estancia, y con el pausado proceder de Wellington que equivocadamente graduaban algunos de prudencia excesiva. Sustentábale en su pensamiento

el mariscal Jourdan, hombre irresoluto y espacioso, hasta en su daño, y mas ahora que recordaba pérdidas que padeció en Ansberg y Wurtzburgo por haber entonces destacado fuerzas del cuerpo principal de batalla.

ria.

Tambien Wellington titubeaba sobre si emprenderia ó no una accion campal, y proseguia en su incertidumbre, cuando hallándose en las alturas de Nanclares de la Oca, recibió aviso del alcalde de San Vicente de como Clausel habia llegado alli el 20, y pensaba descansar todo aquel dia. Al instante determinó acometer el general inglés calculando los perjuicios que resultarian de dar espera á que los enemigos tuviesen tiempo de ser reforzados. Batalla de Vito- Rompió el ataque desde el rio Bayas, moviéndose primero al despuntar de la aurora del dia 21 de junio la derecha aliada que regia el general Hill. Consistia su fuerza en la segunda division británica, en la portuguesa del cargo del conde de Amarante, y en la española que capitaneaba Don Pablo Morillo, á quien tocó empezar el combate contra la izquierda enemiga atacando las alturas ejecutólo Don Pablo con gallardía, quedando herido, pero sin abandonar el campo. Reforzados los contrarios por aquella parte, sostuvo Hill tambien á los españoles, los cuales consiguieron al fin ́ayudados de los ingleses arrojar al francés de las cimas. Entonces Hill cruzó el Zadorra en la Puebla, y embocándose por el desfiladero que forman las alturas y el rio, embistió y ganó á Subijana de Alava que cubria la izquierda de las líneas del enemigo, quien conociendo la importancia de esta posicion trató en vano de recobrarla, estrellándose sus impetus y repetidas tentativas en la firmeza inmutable de las filas aliadas.

Movióse tambien el centro británico compuesto de las divisiones tercera, cuarta, séptima y ligera. Dos de ellas atravesaron el Zadorra tan luego como Hill se enseñoreaba de Subijana, la cuarta por el puente de Nanclares, la ligera por Tres Puentes, llegando casi al mismo tiempo á Mendoza la tercera y séptima que guiaba Lord Dalhousie, cruzando ambas el Zadorra por mas arriba : siendo de notar que no hubiesen los franceses roto ninguno de los puentes que franquean por alli el paso de aquel rio : tal era su zozobra y apresuramiento.

Puesto el centro británico en la siniestra orilla del Zadorra, debia proseguir en sus acometimientos contra el enemigo y su principal arrimo, que era el cerro artillado. Providenciólo asi Wellington, como igualmente que el general Hill no cesase de acosar la izquierda francesa, estrechándola contra su centro, y descantillando á este, si ser podia. Mantuviéronse firmes los contrarios, y forzados se vieron los ingleses á acercar dos brigadas de artillería que batiesen el cerro fortalecido. Al fin cedieron aquellos, si bien despues de largo lidiar, y su centro é izquierda replegáronse via de la ciudad, dejando en poder de la tercera division inglesa 18 cañones. Prosi

guieron los aliados avanzando á Vitoria, formada su gente por escalones en dos y tres líneas, y los franceses, no desconcertados aun del todo, recejaban tambien en buen órden, sacando ventaja de cualquier descuido, segun aconteció con la brigada del general Colville, que mas adelantada desvióse, y le costó su negligencia la pérdida de 550 hombres.

Mientras que esto ocurria en la derecha y centro de los aliados, no permanecia ociosa su izquierda, junta toda ó en inmediato contacto porque la gente de Don Pedro Agustin Giron, que era la apostada mas lejos, saliendo de Valmaseda llegó el 20 á Orduña yendo por Amurrio, y al dia siguiente continuó la marcha avistándose su gefe el dia 21 con el general Graham en Murguía. Alli conferenciaron ambos breves momentos, aguijado el inglés por las órdenes de Wellington para tomar parte en la batalla ya empezada; quedando la incumbencia á Don Pedro de sustentar las maniobras del aliado, y entrar en lid siempre que necesario fuese.

No antes de las diez de la mañana pudo Graham llegar al sitio que le estaba destinado. En él tenian los enemigos alguna infantería y caballería avanzada sobre el camino de Bilbao, descansando toda su derecha en montes de no fácil acceso, y ocupando con fuerza los pueblos de Gamarra mayor y Abechuco, considerados como de mucha entidad para defender los puentes del Zadorra en aquellos parages. Atacaron las alturas por frente y flanco la brigada portuguesa del general Pack, y la division española de Don Francisco Longa, sostenidas por la brigada de dragones ligeros á las órdenes de Anson, y la quinta division inglesa de infantería, mandada toda esta fuerza por el mayor general Oswald. Portáronse valientemente españoles y portugueses. Longa se apoderó del pueblo de Gamarra menor, enseñoreándose del de Gamarra mayor con presa de tres cañones la brigada de Robinson, que pertenecia á la quinta division. Procedió Graham en aquel momento contra Abechuco asistido de la primera division británica, y logró ganarle cogiendo en el puente mismo tres cañones y un obus. Temiendo el enemigo que dueños los nuestros de aquel pueblo quedase cortada su comunicacion con Bayona, destacó por su derecha un cuerpo numeroso para recuperarle. En balde empleó sus esfuerzos : dos veces se vió rechazado, habiendo Graham previsamente y con prontitud atronerado las casas vecinas al puente, plantado cañones por los costados, y puesto como en celada algunos batallones que hicieron fuego vivo detras de unas paredes y vallados. Logró con eso el inglés repeler un nuevo y tercer ataque.

Pero no le pareció aun cuerdo empeñar refriega con dos divisiones de infantería que mantenian de reserva los franceses en la izquierda del Zadorra, aguardando para verificarlo á que el centro é izquierda de los enemigos fuesen arrojadas contra Vitoria por el centro y derecha de los aliados. Sucedió esto sobre las seis de la

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