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Pasan los aliados

el Nivelle.

bate en la madrugada del 10 de noviembre, embistiendo sir Lowry Cole con la cuarta division británica un reducto construido muy esmeradamente en un terromontero que se divisa por cima de Sare, en donde hicieron los franceses firme rostro por espacio de una hora, hasta que le abandonaron recelándose de un movimiento de los españoles á retaguardia, y columbrando asimismo que se disponia á la escalada la infantería británica sucedió igual caso con otra obra alli cercana. Esto y haber acudido Wellington al primer reducto ganado, entusiasmó á las tropas, adelantándose briosamente la tercera y séptima division británicas bajo el mariscal Beresford, al paso que los nuestros de Giron acometieron el pueblo de Sare por la derecha y que sir Lowry abrazaba su izquierda. Arrolláronlo todo los aliados, entrando con gran gallardía en dicho pueblo de Sare un cuerpo de españoles guiado por Don Juan Downie, quien mandó repicar las campanas para anunciar su triunfo con ruidoso pregon. Enseñoreóse tambien Cole de las cumbres mas bajas que estan detras de Sare, en donde hizo parada. Feliz igualmente en sus acometidas el baron Alten forzó por su lado los atrincheramientos enemigos uno. en pos de otro, hasta apoderarse de la Petite Rhune, yendo despues adelante para concurrir al total desenlace de las operaciones comenzadas.

Eran las diez de la mañana en ocasion que Wellington se disponia á dar un general y simultáneo ataque contra la estancia mas formidable de los enemigos en el centro, la cual se prolongaba largo espacio por detras de Sare. Sucedió bien por todas partes la tentativa, á la que coadyuvaron los españoles de Don Pedro Agustin Giron y los de Longa, abandonando los enemigos sus puestos y fortificaciones construidas y rematadas á costa de trabajo y tiempo, Resistió con empeño un solo reducto el mas fuerte de todos, pero que al fin se entregó con un batallón de 560 hombres que le guardaba, despues de muchos coloquios y de idas y venidas.

No menos que por el centro favorecia la fortuna á los aliados por su derecha, en donde cruzando el Nivelle sir Enrique Clinton con la sexta division británica ayudada de la portuguesa que regia sir Juan Hamilton, desałojó á los franceses de los sitios que ocupaban, y les tomó reductos y bastantes despojos. La segunda division tambien británica del cargo de sir Guillermo Stewart enseñoreóse de una obra á retaguardia, y Don Pablo Morillo, á la cabeza de la primera division española del cuarto ejército, acometió los apostaderos enemigos en las faldas del Mondarin, y los repelió, amparando asi las maniobras de los ingleses dirigidas contra los cerros que yacen por detras de Ainhoue, los cuales tomó sir R. Hill, arrojando al enemigo via de Cambo. Las dos de la tarde eran, y ya los aliados tenian por suyas las posiciones de los contrarios á espaldas de Sare y Ainhoue.

Por la izquierda corrieron igual y dichosa suerte las tropas combinadas. Se posesionó Don Manuel Freire de Ascain por la tarde, y sir Juan Hope desalojó á los franceses del reducto plantado en la eminencia cercana á Socoa, de que hemos hablado, hostigándolos hasta llegar á las inundaciones que cubrian á Ciboure.

Durante una hora habia Lord Wellington hecho alto para dar respiro á sus tropas é informarse de cómo andaba el combate por los demas puntos. Conseguido el primer objeto y cerciorado de cuán venturosa por do quiera corria su estrella, dispúsose á formalizar una arremetida bien ordenada contra las eminencias y cerros que aparecen por detras de Saint-Pé, pueblo á una legua de distancia de los aliados, situado á la márgen derecha del Nivelle, por donde se habia ido retirando el centro enemigo. Verificó el general inglés su intento atravesando pronto aquel rio, de corriente rápida y alli no vadeable, por un puente de piedra frontero á Saint-Pé y por otros dos situados mas abajo. No era tan factible tomar despues las alturas de intrincado acceso, y asi trabóse combate muy reñido, en que al cabo ciando los contrarios vencieron los nuestros y se enseñorearon del campo. Situóse de resultas el mariscal Beresford á retaguardia de la derecha francesa, quedándose lo demas del ejército en los puntos que habia ganado antes, no queriendo arriesgarse á mas por causa de la noche que se acercaba.

Pero en ella temerosos los franceses de que el mariscal Beresford no se interpusiese entre San Juan de Luz y Bayona, evacuaron la primera de ambas tiudades y sus obras y defensas, y llevaron rumbo hacia la segunda por el camino real, rompiendo de antemano los puentes del Nivelle en su parte inferior; destrozo que retardó lograr el perseguimiento que meditaba sir Juan Hope, obligado este general á reparar el puente que une á Ciboure con San Juan de Luz, como indispensable para facilitar el paso de las tropas y los cañones. Tambien en aquel dia, que era el 11, adelantaron el centro y la derecha aliada, mas solo una legua, no permitiendo mayor progreso el cansancio y lo perdido y arruinado de los caminos. Niebla muy densa impidió el 12 moverse desde temprano, y no hubo necesidad ni apuro de verificarlo mas tarde, noticioso Lord Wellington de que en el intervalo el mariscal Soult se habia recogido á un campo atrincherado y fuerte, dispuesto de tiempo atras junto à Bayona para resguardo y sostenimiento de sus tropas en retirada. Logró asi el general inglés lo que apetecia, habiendo ganado la márgen derecha del Nivelle y los puestos y fortificaciones del enemigo, y arrojado tambien á este contra Bayona y sus rios.

Perdieron los aliados en estos combates unos 3,000 hombres en todo; más los franceses, dejando en poder de aquellos 51 cañones, 1,500 prisioneros y 400 heridos que no pudieron llevarse.

Se detuvo Lord Wellington en Saint-Pé dos ó tres dias, y alber

en Saint-Pé.

Cura de este

pueblo.

góse en casa del cura párroco, hombre de agudo in- Lord Wellington genio y de autoridad en la tierra vasca, muy conocedor del mundo y sus tratos. Ocurrencia que recordamos como origen de un suceso no desestimable en su giro y resultas. Fue el caso que complacido Lord Wellington con la buena acogida y grata conversacion del eclesiástico, conferenciaba con él en los ratos ociosos sobre el estado del pais, acabando un dia por preguntarle qué pensaba acerca de la llegada á la < frontera de un príncipe de la casa de Borbon, y si creia que su ⚫ presencia atrajese á su bando muchos parciales. > Respondió el cura: que los veinticinco años trascurridos desde la revolucion < de 1789 y los portentos agolpados en el intermedio daban poca < esperanza de que la generacion nueva conservase memoria de < aquella estirpe. Pero (añadió) que nada se perdia en hacer la ◄ prueba, siendo de ejecucion tan fácil. Wellington, que probablemente revolvia ya en su pensamiento semejante plan, trató de ponerle por obra, alentado sobre todo con la reflexion última del eclesiástico, por lo que al efecto escribió á Inglaterra recomendando y apoyando la idea. No desagradó esta al gabinete de San James, consintiendo á poco en que diese la vela para España el duque de Angulema, primogénito del conde de Artois, á quien llamaban Monsieur, como hermano mayor del que ya entonces era tenido entre sus adictos por rey de Francia bajo el nombre de Luis XVIII. Desembarcó en la costa de Guipúzcoa el de Angulema Venida del duque encubierto con el título de conde de Pradel, y acompañado del duque de Guiche y de los condes Étienne de Damas y D'Escars, yendo á buscarle de parte de Lord Wellington á San Sebastian el coronel Freemantle, de donde se trasladaron todos á San Juan de Luz, lugar á la sazon de los cuarteles ingleses.

de Angulema.

Alli le dejaremos por ahora, guardando para mas adelante el volver á anudar el hilo de la narracion de este hecho, que casi imperceptible en sus principios, agrandóse despues y se convirtió en mas abultado.

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Wellington en San Juan de Luz: su línea.

Habiendo entre tanto las lluvias y lo crudo de la estacion hinchado los rios y los arroyos y puesto intransitables los caminos, en particular los de travesía, aflojó Lord Wellington en sus operaciones, y haciendo mansion en San Juan de Luz, zoso le fue, para evitar sorpresas ó repentinos ataques del ejército francés, mas temible por cuanto estaba mas reconcentrado, establecer una línea defensiva que empezando en la costa á espaldas de Biarritz se prolongaba por el camino real viniendo á parar al Nive enfrente de Arcangues y cerca de una quinta de Mr. Garat, famoso ministro de la justicia en tiempo de la convencion. Proseguia despues dicha línea lo largo de la izquierda de aquel rio por Arrauntz, Ustaritz, Larresore y Cambo, cuyo puente habian los contrarios inutilizado del todo.

Disciplina y estado del ejército anglo-hispano-portugués.

Cada dia se esforzaba mas Wellington en mantener en sus tropas rígida disciplina, siempre receloso de que la continuacion de la guerra en pais enemigo no diese márgen á que se traspasasen los límites de la obediencia y buen órden, mayormente teniendo el ejército aliado que padecer privaciones y acerbas penalidades: no bastando á impedirlas los inmensos recursos de que disponia la Gran Bretaña, inciertas las arribadas por mar con lo invernizo de la estacion y lo bravo de aquellas orillas, y lentos y nada seguros los abastecimientos por tierra, que venian, á costa de muchos dineros y desembolsos, hasta del corazon y provincias lejanas de España, en donde el ganado lanar y vacuno llegó á tomar un valor excesivo, arrebatándole los comisarios ingleses á cualquiera precio de los campos y mercados. Si temores tenia Wellington respecto de sus soldados, mas le asaltaban en cuanto á los nuestros, escasos de todo, acampados al desabrigo ó bajo miserables barracones, comiendo corta ó escatimada racion, sin vestuario apenas algunos cuerpos, destruido el calzado de los mas o roto, muchos los enfermos y desprovistos los hospitales aun de regular ó pasadera asistencia. Consecuencia necesaria, ya de los males que abrumaban á todos y procedian del mismo orígen, y ya de los que eran peculiares á los españoles, agotados sus haberes y caudales con la prolongada guerra y no ayudados por la administracion pública, nunca bien entendida en sus diversos ramos, y no mejorada ahora : dolencia añeja y como endémica del suelo peninsular, á los remedios muy rebelde y de curacion enfadosa y tarda.

Cierto que los nuestros sobrellevaban sus padecimientos con admirable resignacion, sin queja ni desman notables. Mas previendo Wellington cuán imposible se hacia durasen las cosas largo espacio en el mismo ser, resolvió tornasen los españoles al pais nativo por huir de futuros y temibles daños, y tambien por no necesitar entonces de su apoyo y auxilios, decidido á no llevar muy adelante la invasion comenzada, en tanto que no abonanzase el tiempo y que no penetrasen en Francia los aliados del norte. Asi fue que Don Manuel Freire estableció su cuartel general en Irun, regresando á España las divisiones tercera, cuarta y sexta y la primera brigada de la quinta, todas del cuarto ejército, quedándose solo con los in

Vuelven á Es

paña casi todo el cuarto ejército y el de reserva de Andalucia.

gleses la de Don Pablo Morillo que era la primera. La segunda, séptima y octava, y la segunda brigada de la quinta continuaron donde estaban; á saber, guarneciendo á Pamplona y San Sebastian, y en los bloqueos de Santoña y Jaca; si bien la segunda division no tardó en acercarse al Nivelle. Poca caballería habia pasado antes á Francia, yéndose lo mas de ella en busca de subsistencias á Castilla, á donde igualmente fue destinada la sexta division del cargo de Don Francisco Longa. Permanecieron las demas en

las provincias fronterizas para acudir al primer llamamiento de Wellington y cubrir sus espaldas en caso de necesidad. Acantonóse en el valle de Bastan el ejército de reserva de Andalucía, alejándose despues hasta Puente la Reina y pueblos inmediatos.

Movimientos y combates en el Nive.

Aunque no tuviese Lord Wellington el proyecto de extender ahora sus incursiones, queria sin embargo, antes de hacer su última y mayor parada, cruzar el Nive y enseñorearse de parte de sus orillas. Empresa no fácil, apoyado el mariscal Soult en el fortalecido y atrincherado campo de Bayona, cuyos aproches cubrian los fuegos de aquella plaza, situada en donde el Adour y Nive se juntan en una madre: por lo cual hizo solo resolucion el general inglés de adelantar su derecha, conservando en la izquierda la misma línea, y limitando sus acometidas á apoderarse de los puntos que defendian los enemigos en el Nive superior, cuya posesion ofrecíale mas desahogo para su gente y afianzaba sus estancias.

Para alcanzar su objeto empezó Wellington á moverse el 8 de diciembre, disponiendo que el 9 atravesase el Nive por Cambo sir R. Hill, sostenido en la maniobra por el mariscal Beresford, á cuya sexta division del mando del general Clinton tocó pasar aquel rio por Ustaritz. Ambas operaciones sucedieron bien, recogiéndose los enemigos á unos montes que corren paralelos al Adour, apoyada su derecha en Villefranche, de donde los arrojaron en breve los anglo-portugueses, obligándolos á retirarse mas lejos. Ayudó al buen éxito Don Pablo Morillo con la primera division española del cuarto ejército, quien pasó el mismo dia el Nive por los vados de la Isleta y Cavarre, y se enseñoreó del cerro de Urcuray y otros inmediatos en los que quisieron los franceses hacerse firmes.

Por su lado favorecieron los movimientos de la derecha aliada sir Juan Hope y el general baron Alten, arrollando el primero á los enemigos en Biarritz y Anglet, y distrayéndolos el segundo y causándoles daños por Bassussarry, á punto de tener que refugiarse en su campo la vuelta de Marrac, palacio ahora arruinado y teatro años antes de los escándalos referidos en su lugar.

Al siguiente dia 10 yendo sir R. Hill á proseguir sus operaciones, suspendiólas en vista de que sus contrarios se habian tambien recogido y metidose por aquel lado en su atrincherado y bien fortalecido campo; y ocupó la estancia que de antemano le habia señalado Lord Wellington, descansando la derecha de dicho cuerpo de Hill hacia el Adour, su izquierda en Villefranche, y parándose el centro en la calzada inmediata á Saint-Pierre. La division del general Morillo se apostó en Urcuray y una brigada de dragones ligeros británicos en Hasparren, destinadas ambas á observar y mantener en respeto al general Paris, quien al cruzar los aliados el Nive habíase corrido via de Saint-Palais.

Mas en la mañana del mismo dia 10 habia trocado ya de papel

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