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abandonó sin hacer resistencia su gobernador Don Estevan Echenique. Tuvo de ello culpa en parte Don Nicolas Mahy que primero envió 200 hombres de socorro y luego los retiró. Sin embargo ya que se hubiese evacuado la ciudad, convenido hubiera sacar, como no se hizo, varios efectos é inutilizar la artillería.

Situacion del segundo y tercer

ejército.

Despues de tamañas desgracias las tropas que restaban del 2o ejército, y se habian retirado con las del 50 mandadas por Don Nicolás Mahy, y las que de este misino se habian antes adelantado con Don Manuel Freire hácia Requena, ó quedádose en la frontera de Granada, continuaron alojadas ya en Alicante y sus alrededores, y ya en Cartagena y pueblos del reino de Murcia. El número de ellas, incluyendo las guarniciones de las citadas últimas dos plazas, al pié de 18,000 hombres. Tomó luego el mando interino de todas Don José Odonnell gefe del estado mayor del tercer ejército. Las del general Villacampa, que entraban en cuenta, se alejaron al fenecer enero y no tardaron mucho en regolfar á Aragon, principal sitio de sus proezas.

No solo se vieron acosadas todas estas fuerzas por las de Suchet y por las del general Montbrun, sino tambien por parte de las del ejército francés del mediodia que acudieron al cebo de los despojos. El general Soult Llegaron las postreras á la vista de la ciudad de Murcia

Le ataca Don Martin de la Carrera.

en Murcia. el 25 de enero, y el 26 entró en ella con 600 caballos el general Soult, hermano del mariscal. La víspera le habia precedido un destacamento, y unos y otros impusieron al vecindario muy pesadas contribuciones, imposibles de realizar. A estos gravámenes quiso el general francés añadir otro nuevo con sus festines, y mandó se le preparase para aquel dia en el palacio episcopal, donde se albergaba, un espléndido y regalado banquete. Gustaba ya deliciosos manjares, cuando vino á interrumpirle en su ocupacion sensual una voz que decia: «Las tropas < españolas han entrado, los enemigos son perdidos. En efecto Don Martin de la Carrera, que se apostaba no lejos con gran parte de la caballería del segundo y tercer ejército, despues de reunir un trozo de ella en Espinardo á media legua de la ciudad, acababa de penetrar por la puerta de Castilla á la cabeza de 100 ginetes. Tenian otros la órden de acometer al mismo tiempo por los demas puntos. Era el intento de Carrera sorprender á los enemigos que á la verdad no le aguardaban, cogerlos ó aventarlos, y libertar á la ciudad de huéspedes en tal manera molestos.

Sobresaltado el general Soult levantóse de la mesa, y con la precipitacion tropezó y bajó la escalera casi rodando. Aunque mal parado, montó sin embargo á caballo : le siguieron todos los suyos. No asi por desgracia á Carrera los de su bando, quienes, excepto los que él mismo capitaneaba, ó no entraron en la ciudad ó retrocedieron luego por equivocacion ó desmayo. Tuvo de consiguiente

de este.

el Don Martin que hacer cara solo con sus cien hombres á las fuerzas del enemigo tan superiores. No por eso se abatió, y antes de ser estrechado paseó calles y plazas acuchillando y matando á cuantos contrarios topaba. Duró tiempo la lid. Costó el Muerte gloriosa terminarla sangre al francés ; mas á lo último cogidos, muertos ó destruidos los soldados de Carrera, quedó este solo y rodeado por seis de los enemigos en la plaza nueva. Defendióse gran trecho, mató á dos, y si bien herido de un pistoletazo y de varios sablazos, sostúvose aun, no quiso rendirse, y peleó hasta que exánime y desangrado cayó tendido en la calle de San Nicolas donde espiró. Ejemplo de hombres valerosos era Carrera, mozo y membrudo, de estatura elevada, noble en el rostro, de arrogante y gentil apostura.

Antes de finalizarse el combate ya habian los enemigos entregado al saco la ciudad de Murcia. Robáronlo todo, y cometieron los mayores excesos, particularmente en el barrio del Cármen. Despojaban en la calle á las mismas mugeres de sus propias vestiduras, y no perdonaron ni aun el ochavo que en el mugriento bolso escondia el mendigo. Cargados de botin y temerosos de que tornasen los nuestros, se retiraron por la noche, y en Alcantarilla y en casi todo el camino hasta Lorca repitieron iguales ó mayores demasías.

le tributan.

Como quiera que lacerados de dolor, tributaron los Honores que se murcianos al dia siguiente honores fúnebres al cadáver del inmortal Don Martin de la Carrera, y le sepultaron con la pompa que les permitia su triste azar. Un mes despues celebró tambien en memoria del difunto solemnes exequias el general en gefe Don José Odonnell, y dióse el nombre de la Carrera á la calle de San Nicolas, en la cual terminó aquel caudillo sus dias, peleando como bueno. La junta provincial determinó igualmente erigirle un cenotafio en el sitio mismo de su fallecimento.

A los muchos desastres que de tropel sucedieron en esta parte de España agregóse otro mancillado de afrenta. Dueño de Valencia el mariscal Suchet, y enviadas á la derecha del Júcar las fuerzas que hemos arriba expresado, púsose asimismo en relacion, ocupando á Buñol, con el ejército francés del centro, destacó á Cataluña la division de Musnier necesaria allí por lo que ocurria; y destinó al general Severoli con los italianos á formalizar el sitio de Peñíscola.

Sitio de Peñis

cola.

Se eleva esta poblacion sobre una empinada roca, mar adentro á 120 toesas de la orilla con la cual no comunica sino por medio de una lengua de tierra bastante angosta, Escarpados y buenas obras rodean la plaza por todas partes, domínala interiormente un castillo, y se asemeja en compendio por su natural fortaleza á Gibraltar. Fue largo tiempo mansion de aquel papa Luna de condicion tan obstinada, cuyo nombre lleva todavía

le

una torre en donde parece moraba. Cubren al istmo en los temporales las oleadas, y estaba ahora reforzado el frente con baterías de varios pisos. Mas allá y paralelo á unas montañas vecinas se extiende un marjal perenne, cuya inundacion se habia aumentado artificialmente, é interrumpido con cortaduras la calzada. que atraviesa y conduce á la citada lengua de tierra, único punto accesible para los franceses, no señores de la mar. Tenia la plaza mil hombres de guarnicion y estaba abundantemente provista. Cruzaban por aquellas aguas barcos cañoneros y buques de guerra nuestros y aliados. Era gobernador Don Pedro García Navarro.

Acercóse el general Severoli el 20 de enero á Peñíscola, y envió un parlamentario con proposiciones que fueron desechadas. De resultas empezaron los enemigos á preparar el sitio y se colocaron en las colinas y playas inmediatas. El 28 arrojaron bombas desde una batería de morteros distante 600 toesas. En la noche del 31 al 1° de febrero formaron la línea paralela de faginas y gabiones que se prolongaba por detras de la inundacion, y torcia á su extremo meridional para continuar lo largo de la costa. En el opuesto construyeron baterías en las alturas. Las dificultades que tenian los sitiadores que vencer antes de aproximarse al cuerpo de la plaza parecian insuperables. No obstante prosiguieron los trabajos.

En el intermedio aconteció que viniese a parar á manos de los La toman los franceses un pliego que el gobernador García Navarro franceses. escribia al general español de Alicante: quejábase en su contenido del porte de los ingleses, y hablaba como si intentasen estos apoderarse de Peñíscola; añadiendo que preferiria en tal caso someterse á los enemigos. Barruntos tenia Suchet de la propension de ánimo del García Navarro, si ya no ocultas relaciones; y en vista ahora del expresado pliego se apresuró á establecer con él negociacion directa, para lo cual despachó al oficial de estado mayor Mr. Prunel. García Navarro inmediatamente se rindió á partido, y se rindió bajo la sola condicion de que se permitiera á los suyos retirarse libremente adonde quisieren. En consecuencia se posesionaron los franceses de Peñíscola el 4 de febrero. Escandalosa entrega; pero aun mas escandalosos y sin ejemplo los términos siguientes con que encabezó la capitulacion *. El gobernador y la junta militar... convencidos de que los verdaderos españoles son los que unidos al rey Don José Napoleon procuran hacer menos desgraciada su patria. › Basta. ¡Qué gobernador! ¡Qué junta militar! No paró aquí la desbocada conducta del primero. Entró despues á servir al intruso, y recibió en premio honores y condecoraciones, escribiendo antes al mariscal Suchet entre otras cosas: « V. E. debe estar bien seguro << de mí : la entrega de una plaza fuerte que tiene viveres y todo lo necesario para una larga defensa... es un garante de mis

(*Ap. n. 5.)

Conducta in

fame del gober

nador Garcia Navarro.

(*Ap. n. 6.)

* promesas... » Memorial con relacion de méritos sacados de la propia infamia.

Tal baldon, tales infortunios compensáronlos en parte dos acontecimientos felices y honrosos que ocurrieron casi por el mismo tiempo.

Serranía de Ron

da y Tarifa.

- Movimientos de Ballesteros.

la

Fue el uno la defensa de Tarifa. Dióse cuenta en su lugar de los refuerzos anglo-españoles que habian en octubre entrado en aquella plaza, como tambien de los movimientos concomitantes que hasta 1o de noviembre ejecutó en la serranía de Ronda Don Francisco Ballesteros. El glorioso avance que hizo dicho general sobre Bornos en 5 de aquel mes, y otro que en su apoyo verificaron á la propia sazon, vuelta de Veger, el general Copons y el coronel ingles Skerret, pararon ahincadamente la consideracion del mariscal Soult. Pero no hallándose este con suficientes fuerzas á causa de las que le ocupaban las inmediatas atenciones, y de tropas que habia enviado á Extremadura por lo de Arroyomolinos, creyó necesario echar mano en parte de las de Granada para contener á Ballesteros y embestir á Tarifa. Asi ordenó que Leval se acercase á la serranía de Ronda con 6800 combatientes infantes y caballos, y que se le juntase en ella el general Barrois con 4200, debiendo tambien dirigirse un trozo de 3000 hombres de los que sitiaban á Cadiz sobre Facinas y otros puntos inmediatos. Tal avenida de fuerzas obligó á Ballesteros á refugiarse otra vez bajo el cañon de Gibraltar, dejando no obstante en las montañas una vanguardia á las órdenes de Don Antonio Solá, quien, asistido ademas de los serranos, tenia encargo de cortar al enemigo la comunicacion é interceptarle las subsistencias. Cumplió debidamente este gefe con lo que le habian encomendado, y estrechando de cerca el 6 de diciembre á los franceses de Estepona, los obligó á huir y les cogió mochilas y equipages. Tambien Copons y Skerret evolucionaron para distraer al enemigo por la parte de Algeciras; mas sabedores de que Tarifa era amenazada, tornaron de priesa á cubrir sus muros.

ceses à Tarifa.

El deseo de enseñorearse de ellos, y la escasez de Sitian los franvituallas que las correrías de Solá y del paisanage causaban en el campo francés, decidieron á Leval á abandonar á San Roque y aproximarse cuanto antes á la citada plaza de Tarifa. Se halla esta colocada en la punta mas meridional de España y en lo mas angosto del estrecho: tiene de poblacion dos mil y cien vecinos, y le dió renombre la defensa que contra moros hizo Don Alonso Perez, de Guzman, llamado el Bueno, por hazaña tan ilustre, sin par en sus circunstancias. No guarnecian a Tarifa sino un antiguo y frágil castillo, y débil muralla de poco espesor, con torreones cuadrados y foso: los reparos nuevos, no muchos, y poco robustos. A corta distancia y al sudoeste plántase una isla circular y peñascosa, de media hora de bojeo, que se denomina como la ciu

dad. Antes separaba á dicha isla del continente un canal de corriente rápida, á manera de pequeño Euripo, que se acabó de cerrar en 1808 por el zelo y personales sacrificios del intendente Don Antonio Gonzalez Salmon, quien formó alli un fondeadero acomodado. Habíanla actualmente fortalecido y artillado con 12 cañones: punto de retirada conveniente y que infundia aliento. Fueron habilitadas en su recinto una cisterna y una antigua torre, y se sirvieron los sitiados para almacen de pólvora de una especie de subterráneo apellidado Cueva de moros, guarida en otro tiempo de corsarios berberiscos. Prevencion necesaria la última, estando la isla dominada por las alturas vecinas. De ellas la mas cercana al oeste, la de Santa Catalina, fortificóla Copons, ejecutando tambien al este, frontero de la Galeta, algunas obras. Cortáronse ademas en la ciudad las calles, y se atajaron con rejas arrancadas de las ventanas : atroneráronse muchas casas. Constaba la guarnicion entre ingleses y españoles de 2500 hombres. Los tarifeños se señalaron de valientes y proporcionaron 300 marineros. Era gobernador el coronel Don Manuel Davan, y jefes de ingenieros y de artillería Don Eugenio Iraurgui y Don Pablo Sanchez. Mandaba las fuerzas sutiles españolas Don Lorenzo Parra. Habia tambien buques de guerra ingleses. La defensa sin embargo dirigióla con especialidad Don Francisco Copons y Navia ayudado de los consejos del coronel ingles Skerret.

Gloriosa defen

sa.

Presentáronse los franceses á la vista de la plaza el 19 de diciembre, despues de dejar fuerza en observaeion de Ballesteros, y tambien del lado de Algeciras. Obligaron á Copons el 20 á meterse dentro, y empezaron en seguida los trabajos de sitio ; adelantáronlos el 28 hasta 50 toesas de los muros, y el 29 abrieron el fuego con 6 cañones de á 18 y 3 obuses de á 9 pulgadas. En la tarde del mismo dia hallábase ya practicable una brecha de 300 toesas por la parte contigua á la puerta del Retiro, y destruido casi del todo el torreon de Jesus. Intimaron luego los enemigos la rendicion, y desechada la propuesta por Copons, preparáronse al asalto.

Se verificó este el 31 á las nueve y media de la mañana, acudiendo de una vez á embestir la brecha 23 compañías al cargo del general Chassereaux, á las que apoyaban las demas fuerzas. Los acometedores se arrojaron con impetu, pero parólos en su ataque una escarpadura interior hecha en la muralla y varios parapetos de colchones levantados detras, junto con el fuego incesante que salia de los lugares vecinos y las casas. Descorazonados los enemigos no insistieron en romper adelante, y retrocedieron con gran mengua, dejando alli mas de 500 heridos y muertos. Para recoger los primeros pidieron los franceses un armisticio que se les concedió, ayudándolos generosamente en la faena nuestros soldados y paisanos: ejemplo de humanidad raro y no menos digno de imitar que

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