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Alboroto que

causa en las cor

tas.

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pise la raya.... Si grande fue el tumulto que produjeron las primeras palabras de este diputado, inextes y sus resul- plicable fue el que excitaron las últimas, exclamando muchos que no se le permitiese continuar hablando, que se escribiesen sus expresiones, y que expulsándole del salon pasasen estas, que eran contrarias á la ley fundamental del « estado, al exámen de una comision especial. › Decidióse asi al cabo de largo debate y no poco acaloramiento, habiendo pasado el asunto al exámen de una comision y en seguida al tribunal de cortes donde no tuvo resulta, escondido y ausente poco despues el señor Reina, á quien en premio y á peticion suya concediósele á la vuelta del rey á España nobleza personal. Era antes este diputado hombre de escaso valer y de profesion escribano, instrumento ciego en aquella ocasion del bando anticonstitucional á que pertenecia. Traspie el suyo de escándalo solo y pernicioso ejemplo, sobresaltó mas que por lo que sonaba, por lo que suponia de soterrado y oculto.

Tratan algunos de mudar la re

gencia.

Realizáronse estas sospechas al traslucirse que se fraguaba el cambiar de súbito la regencia actual del reino. Varones de probidad los individuos que la componian, y á sus juramentos muy fieles, no daban entrada á maquinaciones ni á miras torcidas; y menester era separarlos del mando para socavar mas desembarazadamente el edificio constitucional recien levantado, y preparar su entero hundimiento al tiempo que el rey volviese. Tantearon al efecto los promovedores á muchos diputados, y entre ellos á algunos de la opinion liberal, alegando en favor de la propuesta razones plausibles y de conveniencia pública. Pero no satisfechos los mismos de las resultas de los pasos dados, arrojáronse á ganar en silencio y por sorpresa lo que dudaban conseguir á las claras y francamente, intentando poner en práctica su pensamiento en una sesion secreta de las de febrero. Salióles vana la tentativa, porque maniobrando el partido reformador con destreza y maña, previno el golpe, y aun lo paró del todo, aprobándose por gran mayoría de votos una proposicion muy oportuna que hizo el 17 del propio mes el señor Cepero, segun la cual se declaró que solo podria tratarse de mudanza de gobierno en sesion pública y con las formalidades que prevenia el reglamento. Proposicion á que tambien movió un informe del ministro de gracia y justicia y una representacion en aquel dia del general Don Pedro Villacampa que mandaba en Madrid, dando cuenta de las causas que habian impelido al arresto de un tal Don Juan Garrido y de cierto presbitero de nombre Don José Gonzalez, como tambien al de algunos soldados; dispuestos los primeros á excitar trastornos, y gratificados los segundos por mano oculta con una peseta diaria, aguardiente y pan. Descompusieron semejantes providencias la

No lo consiguen; con otros incidentes.

(*Ap. n. 16.)

Cierran las cór

tes ordinarias sus sesiones.

Las vuelven à abrir.

Reconocimiento

del Austria y tratado con Prusia.

maraña tejida entonces de* intrincada urdimbre, y hubieron sus tramadores de aguardar á que llegase tiempo mas propicio para la ejecucion de sus planes; el cual en verdad no anduvo en su curso ni perezoso ni lento. Terminaron las córtes ordinarias las sesiones del primer año de su diputacion el 19 de febrero, invertido el tiempo y órden constitucional á causa de las circunstancias particulares en que se habian juntado; y por lo que para volver á él, en cuanto fuese dable, y sujetarse á las minuciosas formalidades de la constitucion, extremas por cierto y nada conducentes al breve y acertado despacho de los negocios, empezaron el 20 del mismo mes las juntas preparatorias, abriéndose el 1° de marzo las sesiones del segundo año, ó sea segunda legislatura de estas córtes. A la propia sazon ensancháronse tambien las relaciones de buena amistad y alianza con otros estados, recibiendo la regencia del reino á Mr. Genotte como encargado de negocios de Austria, y concluyendo con la Prusia un tratado, hecho en Basilea el 20 de enero de este año de 1814, á semejanza de los celebrados en el anterior con Rusia y Suecia, y en cuyo artículo 2o decíase : « S. M. prusiana reconoce á S. M. Fer• nando VII como solo legítimo rey de la monarquía española en « los dos hemisferios, asi como á la regencia del reino que du<rante su ausencia y cautividad le representa, legítimamente elegida por las córtes generales y extraordinarias, segun la consti<tucion sancionada por estas y jurada por la nacion. » Artículo que aunque no tan directo ni explícito en algunas de sus cláusulas, como el correspondiente en los otros dos convenios, citados ya, de Rusia y Suecia, éralo bastante para probar que la Prusia no se desviaba en esta parte de la política de las demas potencias aliadas, ni desconocia la legitimidad de las córtes, ni por consiguiente la de sus actos.

Sucesos

militares.

Cataluña.

Tornemos ahora la vista á las cosas de la guerra. En Cataluña manteníase todavía en Barcelona el mariscal Suchet, bien que preparado á la retirada, conservando ademas la línea del Llobregat que se extendia desde Molins de Rey hasta San Boy y el desaguadero del rio. El 16 de enero resolviéronse á embestir estos puntos las fuerzas anglo-sicilianas á las órdenes de sir Guillermo Clinton, en union con las del primer ejército que mandaba el general Copons, y la tercera division del segundo regida por Don Pedro Sarsfield. Tuvo origen este plan en un arreglo concluido entre el general Clinton y Don José Manso, tocando al inglés acometer de frente con 8,000 hombres por la calzada de Barcelona, y al español situarse á espaldas de Molins de Rey en un ventajoso puesto que dominaba el camino por donde los enemigos tenian forzadamente que retirarse. Mas al ir á ejecutar

III.

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lo proyectado, aunque ya con la venia Manso de Don Francisco Copons, general en gefe, prefirió este tomar sobre sí la empresa y cooperar en persona á la acometida de sir Guillermo Clinton. No correspondió á su deseo el éxito, porque habiendo el Don Francisco calculado mal el tiempo sin atender à la oscuridad de la noche, ni á lo perdido de los caminos, llegó tarde y presentóse no á la retaguardia de los franceses, segun lo convenido, sino por el flanco; con lo que pudieron los enemigos, á las órdenes del general Mesclop, replegarse á la izquierda del Llobregat por el puente fortificado de Molins de Rey, y recibir ayuda de Pannetier que mandaba toda la division. Don Pedro Sarsfield con la suya y caballería inglesa los apretó de cerca señalándose el primer batallon de voluntarios de Aragon, cuyo teniente coronel Don Juan Teran quedó gravemente herido. Acorrieron en seguida tropas de Barcelona al son de guerra, y procuró Suchet atraer á los aliados hacia San Feliú del Llobregat para cogerlos como en una red; pero viviendo los nuestros muy sobre aviso, retrocedieron y contentáronse con el reconocimiento hecho, y haber aventado á los franceses de la derecha del rio.

La suerte de estos en Cataluña se empeoraba cada dia, disminuyéndose su fuerza considerablemente dos terceras partes de ginetes, 8 á 10,000 peones, y casi toda la artillería recibieron ór den de dirigirse sobre Leon de Francia; apremiado el emperador por los reveses y descalabros en tal grado que mandó se verificase este movimiento, tuviese ó no buen paradero la comision del dụque de San Carlos. Asi sucedió emprendiendo su marcha aquellas tropas en el enero, y saliendo de Barcelona el 1° del inmediato mes el mismo general Suchet, quien se reconcentró en Gerona y sus cercanías con dos divisiones y una reserva de caballería á que estaba ahora reducido todo su ejército. Quedó Robert en Tortosa con escasa fuerza, y Habert en la Cataluña baja con unos 9,000 hombres, obligado bien pronto á encerrarse dentro de Barcelona, porque adelantándose los aliados, bloquearon la plaza, y estrecháronla del todo ya en 8 del propio febrero.

Se retira Suchet á Gerona.

Van-Halen.

Golpes tras golpes que, si bien herian mucho al francés, no le hicieron quizá tanta mella como otro singular y muy recio que le sobrevino improvisamente de parte de quien no podia esperarlo, de un oficial español destinado cerca de su persona y de nombre Don Juan Van-Halen. Habia sido este alférez de navío de la real armada, y abrazado en los primeros meses de 1808 la causa santa de la independencia hasta que hecho prisionero en el Ferrol, variando de rumbo tomó partido con los contrarios, y reconoció por rey á José Bonaparte, á quien sirvió durante algunos años dentro y fuera del reino. Estaba el Don Juan con una comision en Paris en 1815, cuando empezaba á desplomarse

(*Ap. n. 15.)

el imperio napoleónico, y despues de muchos pasos y empeños, obtuvo se le emplease en el estado mayor del mariscal Suchet, á cuyo cuartel general llegó el 20 de noviembre de aquel mismo año. Cuenta Van-Halen, en un opúsculo que publicó en 1814, haber solicitado semejante destino con el anhelo de prestar alguna asistencia meritoria y digna á la patria que habia abandonado, y con la que queria reconciliarse. Púsose de consiguiente, tan luego como volvió á España, en correspondencia con el baron de Eroles, la que continuó por espacio de dos meses, en cuyo tiempo agenciando dicho Van-Halen la clave de la cifra del ejército francés, la pasó á manos del baron, indicando ser este servicio preludio de otros que meditaba.

Se pasa á los españoles : sus

proyectos y ardides.

Dió principio á ellos saliendo de Barcelona el 17 de enero por la noche, y haciendo que le siguiesen, en virtud de órdenes falsas, dos escuadrones de coraceros apostados en las cercanías de la ciudad, con intento de que cayesen en una celada que debia armarles el baron de Eroles. Pero retrasado casualmente un aviso remitido al efecto, frustróse la sorpresa, teniendo Van-Halen que pensar solo en salvarse, uniéndose al de Eroles en San Feliu de Codinas.

No arredrado ni por eso aquel, metióse en otro empeño aun mas atrevido é importante que el anterior; tratándose de nada menos que de fraguar un convenio, que se diria firmado en Tarrasa entre los generales de los respectivos ejércitos, á fin de recuperar por medio de esta estratageina, fundamento de otras de ejecucion, las plazas de Tortosa, Peñíscola, Murviedro, Lérida, Mequinenza y Monzon, en poder todavía de los enemigos. Propuso Van-Halen la idea al baron de Eroles, quien la aprobó, como asimismo el general en gefe Don Francisco Copons, si bien este despues de ciertas vacilaciones y juiciosos reparos, desconfiando algun tanto del buen éxito de la empresa, por parecerle muy complicada y harto dificultosa.

Tortosa.

Finalmente acordes todos, determinaron empezar á Tentativa contra probar ventura por Tortosa, cuya ciudad bloqueaban las divisiones segunda y quinta del segundo ejército bajo la comandancia de Don José Antonio de Sanz, asentados sus reales en Jerta. Alli llegaron el 25 de enero el baron de Eroles y en su compañía el capitan Don Juan Antonio Daura, sugeto práctico y hábil en el arte de la delineacion y dibujo, Don José Cid, vocal de la diputacion de Cataluña, y el teniente Don Eduardo Bart, muy ejercitado y suelto en la lengua francesa.

Conferenciaron con Sanz los recienvenidos, resolviendo sin dilacion circuir la plaza mas estrechamente de lo que lo estaba ; siendo necesario preliminar, el que ni dentro ni fuera de ella se vislumbrase cosa alguna de lo que iba tratado. En seguida entendiéronse tambien los mismos acerca de los pasos que convenia dar y el

modo; arreglando primero los papeles y documentos indispensables al caso, cuya imitacion y falsía hízose á favor de la idónea y diestra mano del capitan Daura, y de la cifra, firmas y sello que habia Van-Halen sustraido del estado mayor francés. Dispuesto todo pasóse á poner por obra el ardid, que consistia en enviar por un lado secretamente pliegos contrahechos al gobernador de Tortosa Robert, como si procediesen del mariscal Suchet, anunciándole la negociacion que se suponia entablada en Tarrasa, para que estuviese preparado á evacuar la plaza al recibir el aviso de verificarlo, y en participar por otro el general del bloqueo al de Tortosa públicamente y con posterioridad haberse concluido ya el tratado pendiente, y haber llegado al campo español un ayudante del mariscal Suchet, con quien podria el gobernador abocarse y platicar á su sabor cuanto gustare: excusando casi añadir nosotros aqui ser Van-Halen quien habia de representar el papel del ayudante fingido. Fuese efectuando la estratagema con dicha, no obstante un contratiempo ocurrido al portador de los pliegos secre tos, yendo el ajuste tan adelante que estuvo próximo á cerrarse y llegar á venturoso fenecimiento. Mas impidiólo, segun Frustrase esta. unos, cierto aviso recibido por el gobernador francés al irse á terminar los tratos; segun otros, la resistencia que opuso Van-Halen á meterse en la plaza, receloso de que se le tendia un lazo, lo cual despertó las sospechas de los contrarios. Nosotros inclinarémonos á creer lo primero, y tambien á que hubo indiscreciones y demasía en el hablar.

Sale bien en Lérida, Mequinenza y Monzon.

Malograda la tentativa en Tortosa, pareció acertado no repetirla en Peñíscola ni Murviedro, y sí en Lérida, Mequinenza y Monzon. Para ello pusiéronse en camino el 7 de febrero el inventor y los ejecutores de la traza, albergandose el 8 en Flix, desde donde envió á Mequinenza el baron de Eroles á Don Antonio Maceda, ayudante suyo, y al ya citado Don José Cid, con órden ambos de levantar alli los somatenes, bloquear la plaza, y dirigir despues á su gobernador por un paisano pliegos y documentos que apareciesen despachados por Suchet, al modo mismo de lo que se fingió en Tortosa. Por su parte tiraron hacia Lérida Eroles, Daura, Van-Halen y Bart, pernoctando juntos á una jornada de la ciudad, pero con la precaucion de separarse en la mañana inmediata, no queriendo despertar recelos, y yéndose por de pronto á Torres del Segre los dos últimos, y el de Eroles al campo de Lérida. Alli hizo ostentosa reseña de las tropas, aparentando designio de formalizar el sitio, para introducir despues y de oculto en la plaza por confidente seguro pliegos concebidos en términos iguales á los enviados antes á Tortosa y Mequinenza, que servian siempre de preparativo á las negociaciones públicas y formales, que se entablaban despues para alcanzar la evacuacion y próxima entrega del punto en que se habia puesto la mira.

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