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restándole ya al francés en las colinas sino los dos reductos situados al norte. Hacia ellos se dirigieron los aliados victoriosos, caminando lo largo de las cumbres, y ayudándolos por el frente Don Manuel Freire, seguido de sus divisiones rehechas ya y bien dispuestas. Cedieron los enemigos y abandonaron reductos, atrincheramientos, todas sus obras en fin por aquella parte, y las dejaron en poder de las tropas aliadas, recogiendo solo la artillería que salvaron por un camino hondo que iba al canal.

Por su lado el general Picton, al propio tiempo que atacaban los de Beresford la derecha francesa, quiso tambien probar ventura con la tercera division aliada, tratando de apoderarse del puente doble o Jumeau en el embocadero del canal, y amagar al inmediato llamado de los Minimos. Mas opúsosele y le rechazó el general Berlier, y herido este, Fririon; teniendo que ciar el inglés para evitar terrible fuego de fusilería y artillería que le abrasaba por su frente y flanco, no habiendo guiado aqui á su valor venturosa ni alegre estrella.

Distrajo durante la batalla el general Hill con sus fuerzas (en las que se comprendia una brigada de Morillo) al general Reille, que defendia con la division Maransin el arrabal de Saint-Cyprien, y le arrojó de las obras exteriores, obligándole á refugiarse dentro de la antigua muralla.

A las cuatro de la tarde concluyóse la accion, dueños los aliados de las colinas de Montrave ó Calvinet, sojuzgada la ciudad con artillería que plantaron en las cumbres. Dió tambien órden á la misma hora el mariscal Soult al general Clausel de no insistir en nuevos ataques contra el terreno perdido, y ceñirse á rodear solo con varias divisiones el canal de ambos mares, escogido para servir entonces como de segunda línea. Fogueáronse sin embargo y aun se cañonearon hasta el anochecer por lo mas extremo de la derecha francesa algunas tropas de los aliados provocadas á ello por otras de los enemigos.

Sangrienta y empeñada lid esta de Tolosa, en la que tuvieron de pérdida los anglo-hispano-portugueses 4,714 hombres á saber, 2,124 ingleses, 1,983 españoles y 607 portugueses. Presúmese no fue tanta la de los enemigos, abrigados de su posicion : contaron sin embargo estos entre sus heridos á los generales Harispe, Gasquet, Berlier, Lamorandière, Baurot y Dauture.

Los habitantes de Tolosa amedrentados ocultáronse al principio en lo mas escondido de sus casas : mas animosos despues salieron de su retiro y se pusieron á contemplar la batalla desde los tejados y campanarios, adelantándose algunos hasta las líneas; pero suspensos y pendientes todos del progreso y conclusion de una refriega en la que les iba la vida, la hacienda, y quizá la honra. Mal estaban por eso con el mariscal Soult, á quien culpaban de haberlos comprometido y puesto en trance tan riguroso y duro.

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Han pintado los franceses la accion de Tolosa como victoria suya, y aun esculpidola á fuer de tal hasta en sus monumentos públicos. Pero abandonar muchos lugares, perder las principales estancias, retirarse al fin cediéndolo todo á los contrarios, nunca se graduará de triunfo, sino de descalabro, y descalabro muy funesto para los que le padecieron. Enhorabuena ensalzasen los franceses y aun magnificasen la resistencia y brios que alli mostraron, grandes por cierto y sobreexcelentes, mas no estaba bien en ellos robar glorias agenas; en ellos que no las necesitan, teniéndolas propias y muy calificadas.

En la noche del 11 al 12 de abril desamparó el ma- Evacua Soult la riscal Soult á Tolosa, y tomó el camino de Carcasona, ciudad. que le quedaba abierto, y por donde le era dable juntarse con el mariscal Suchet. Dejó en la ciudad heridos, artillería y aprestos militares en grande abundancia. Entraron los aliados

Entran los alia

dos.

el mismo 12 en medio de ruidosísimas aclamaciones de los habitantes, que se agolpaban por ver á sus nuevos huéspedes y darles buena acogida, ya por los muchos partidarios y adictos que tenia alli la familia de Borbon, ya mas bien Son bien recibipor creerse libres los vecinos de los daños que les hubiera acarreado el continuar de la guerra en derredor de sus

muros.

dos.

Acontecimien

tos y mudanzas en Paris.

Por la tarde de aquel dia súpose de oficio en Tolosa la entrada el 31 de marzo en Paris de los aliados del Norte. Susurrábase esto ya antes, y se piensa no lo ignoraban los generales de los respectivos ejércitos; por lo que algunos censuráronlos agriamente de haber empeñado accion tan sangrienta en coyuntura semejante, siendo ya inútil cuando iba á terminarse la guerra. Trajeron ahora la noticia el coronel ingles Cook y el coronel francés Saint-Simon; el primero encargado particularmente de comunicársela á Lord Wellington, el segundo á los mariscales Soult y Suchet.

Caida de Napo

leon.

Ni se limitaban las novedades ocurridas á la mera ocupacion de la capital de Francia. El senado habia establecido alli el 1o de abril un gobierno provisional, á cuyo frente estaba el príncipe de Talleyrand, y desposeido al dia siguiente del cetro imperial á Napoleon Bonaparte, quien, abandonado de casi todos sus amigos y secuaces, habíase visto forzado á abdicar la corona en su hijo, y luego á despojarse de ella absolutamente y sin restriccion alguna, á nombre suyo y de toda su estirpe; recibiendo como por merced para que le sirviese de refugio la isla de Elba en el Mediterráneo; concesion que llevaba apariencias de estudiada mofa, mas que hubo de costar bien cara meses adelante. Decidió tambien el senado, en 6 del propio abril, llamar de nuevo al solio de Francia á la familia de los Borbones, y proclamar por rey á Luis XVIII, ausente todavía en Inglaterra; tomando el mando,

interin llegaba este, su hermano el conde de Artois, bajo el título de lugarteniente del reino. Conformáronse con tales mudanzas las potencias invasoras, y aun las aplaudieron y quizá apuntaron.

Anunciáronse por la noche en el teatro de Tolosa las noticias traidas de Paris por los coroneles Cook y Saint-Simon, y se celebraron extraordinariamente por los espectadores, muchos en número y muy entusiasmados con la ópera de Ricardo Corazon de Leon, que de intento se escogió aquel dia por las arias y pasos que encierra aquella pieza, alusivos á las circunstancias de entonces. Prodigáronse igualmente vitores y palmoteos á Lord Wellington, que asistia á la representacion : que tales por lo comun son los pueblos en punto de novedades, aunque sean muy en su daño y mengua; si bien aqui los aplausos y loores iban dirigidos mas que al general inglés, vencedor en tantas lides, al que se consideraba como á restaurador de la paz tan ansiada en Tolosa, y prenda estable y firme del sosiego que en la ciudad reinaba.

Otros sucesos

No tardaron los coroneles Cook v Saint-Simon en militares. ir al encuentro de los mariscales Soult y Suchet para acabar de desempeñar su comision y poner término pronto y cumplido á la guerra. Pero primero que continuemos refiriendo lo que en esto ocurrió, nos parece oportuno cerrar antes la narracion de los sucesos militares de esta tan prolongada lucha, siendo ya pocos los que nos quedan y no de grande importancia.

En Burdeos.

En Burdeos, luego que entraron alli los aliados, preparáronse los parciales de la casa de Borbon á repeler cualquier ataque que intentasen sus contrarios los bonapartistas, recelándose en particular de las fuerzas del general Lhuillier, recogido al otro lado de los rios, y de las del general Decaen, que habia formado una division de órden del emperador, destinada á marchar por Périgueux sobre aquella ciudad. Pero no trataron ambos generales de formalizar cosa alguna, ni se lo permitió Wellington, puesto que al reunir su gente para perseguir á Soult via de Tarbes y Tolosa, sacó mucha de la que tenia en Burdeos, dejando solo al general Dalhousie con 5,000 hombres. Bien es verdad que afirmábase por otro lado y al mismo tiempo la posesion de aquella ciudad, acudiendo el 27 de marzo á la boca del Gironda el almirante Penrose con tres fragatas y varios buques menores, quien penetró rio arriba sin pérdida particular ni resistencia empeñada. Coincidió con la expedicion marítima una excursion que el general Dalhousie verificó por tierra sobre el Dordoña para espantar al general Lhuillier. Esto y las maniobras y ataques de los marineros británicos causaron al enemigo mucho daño, desmantelando fuertes, clavando cañones y ahuyentando ó cogiendo barcos, de modo que en 9 de abril estaban despejadas las riberas hasta el castillo de Blaye, cuyo gobernador, el general Merle, no quiso entrar en pactos hasta el 16 de aquel mes, en que se cercioró de lo ocurrido en Paris.

En Bayona.

Supo tambien luego en Bayona las novedades de esta capital sir Juan Hope, avisado por el coronel Cook desde Burdeos, pero no las comunicó al gobernador de la plaza, general Thouvenot, por no constarle de oficio. Hizolas si correr por los puestos avanzados, mas no dieron crédito á ellas los franceses, y antes bien se irritaron ejecutando el 14 una salida bien meditada y fogosa. Fingieron pues atacar del lado de Anglet, y lo verificaron entre Saint-Étienne y Saint-Bernard, tan de rebate é improvisamente que tomaron varios puestos. Acudió á remediar el mal sir Juan Hope con su estado mayor; pero sorprendiéronle los enemigos y le rodearon, cogiéndole prisionero despues de muerto su caballo y herido él mismo. Al cabo tornaron los franceses á la plaza y recuperaron los aliados los sitios antes perdidos, teniendo los últimos que deplorar la baja de 600 hombres entre muertos y heridos, ademas 231 prisioneros. Fue este el último y lamentable suceso militar que ocurrió en Francia por el mediodia. En España habíase dado á partido el 27 de marzo el gobernador francés de Santoña; pero pasando la capitulacion á que la aprobase Lord Wellington, notando este al leerla la cláusula de que los sitiados tornarian á Francia bajo palabra de no tomar las armas durante la presente guerra, negóse á ratificar aquella, escàrmentado con lo sucedido en Jaca, en donde otorgadas condiciones iguales, quebrantáronlas los franceses luego que pisaron su territorio y se vieron libres.

Santoña.

Cataluña.

En Cataluña, al colocarse en Figueras el mariscal Suchet, guardó consigo y en las cercanías la division de Lamarque, poniendo la reserva de Mesclop en la Junquera y Coll de Pertús, y enviando á Perpiñan algunos infantes y caballos, á donde tambien iba él mismo á veces para tomar sin alejarse de España providencias convenientes á la defensa del territorio nativo. El total de combatientes que le quedaban ascendia á 11,327 hombres comprendidos 1,088 caballos. Quiso Suchet acrecer el número trayéndose á Figueras 3,000 hombres que tenia Robert en Tortosa, y 8,000 Habert en Barcelona, lo que pensó seria factible uniéndose el primero al último por medio de una marcha rápida, y abriéndose paso los dos al frente de sus guarniciones respectivas. Mas frustróse al francés su proyecto, no pudiendo Robert menearse, muy observado por los españoles, y viéndose repelido Habert con pérdida por Don Pedro Sarsfield, tentado que hubo el 16 de abril una salida de Barcelona, ya que insistiese en llevar á cabo el plan del mariscal Suchet, ya que se animase á ello sabedor de que las tropas anglo-sicilianas al mando de sir Guillermo Clinton evacuaban la Cataluña de órden de Lord Wellington y pasaban á otros puntos. En los primeros dias del mismo abril salió por fin La abandona de España el mariscal Suchet como tambien su ejército, despues de haber volado las fortificaciones de Rosas, diri

III.

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Suchet.

Conducta de Soult y Suchet

ocurrido en Pa

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giendo sus columnas via de Narbona. Dejó solo guarniciones en Figueras, Hostalrich, Barcelona, Tortosa, Benasque, Murviedro y Peñíscola, cuyas plazas y fuertes bloqueaban los españoles, habiendo perecido en la última el gobernador francés con su estado mayor y muchos otros por la explosion de un almacen de pólvora. Volvamos ahora á Tolosa. Salieron de alli, segun antes empezamos á referir, los coroneles Cook y Saintcon motivo de lo Simon, y encamináronse á los cuarteles de Soult y Suchet para informarles de las grandes mudanzas y acontecimientos ocurridos, como tambien para entregarles las órdenes del gobierno provisional establecido en Paris. No quiso por de pronto someterse el primero á lo que se le ordenaba, manifestando carecian tales nuevas y comunicaciones de la autenticidad debida; y solo añadió que entraria en un armisticio con los aliados, hasta recibir órdenes ó avisos del emperador, si Lord Wellington convenia en ello. Desechó el inglés la propuesta creyéndola por lo menos intempestiva y fuera de su lugar. Avínose mejor Suchet, pues habiendo reunido los principales gefes de su ejército, decidió de conformidad con ellos reconocer el gobierno provisional de Paris y someterse á sus mandatos y resoluciones. Al saber el mariscal Soult esta determinacion forzoso le fue ceder y obrar al son de los demas.

Conclúyese un armisticio entre

mariscales franceses.

Abriéronse en seguida y sin dilacion tratos para una suspension de armas, la cual se concluyó en los Wellington y los dias 18 y 19 de abril entre los mariscales Soult y Suchet por una parte, y Lord Wellington por otra, como general en gefe de todas las tropas aliadas. Celebráronse para ello dos convenios, exigiéndolo asi el mariscal Suchet, que no queria reconocer ninguna supremacía en el otro, tenido por orgulloso y por de predominante condicion. En consecuencia cesaron las hostilidades no solo en los ejércitos respectivos, sino tambien delante de las plazas bloqueadas, debiendo entregarse á los españoles en un breve término las que todavía estuviesen en poder del francés.

Finalizó aqui y de este modo la guerra gloriosa de la independencia peninsular, fecunda en acontecimientos varios, y muy instructiva para el militar y hombre de estado: habiéndose combinado en ella las operaciones regulares de sitios, marchas y peleas. con los trances descompuestos, repetidos y azarosos de una lucha nacional y, por decirlo asi, perdurable. Inmarcesibles lauros cogieron en el prolongado curso de tanto lidiar los diferentes ejércitos que tomaron parte; pero como naciones descollaron en el caso actual y levantarán por ello siempre su cabeza erguida Portugal y España, escenario vivo de perseverancia constante.

Asuntos políti

COS.

Mas al propio tiempo que cesaron honrosa y felizmente los estruendos bélicos, crecieron los políticos,

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