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Divide Napoleon la Cataluña

en departamentos.

Y como si no bastasen los hechos anteriores para sustentar tráfago tan belicoso, vino aun á avivarle un decreto dado por Napoleon en 26 de enero, segun el cual se dividia la Cataluña, como si ya perteneciese á Francia, en cuatro departamentos, á saber: 1° del Ter, capital Gerona; 2o de Monserrat, capital Barcelona; 3° de las Bocas del Ebro, capital Lérida ; y 4o del Segre, capital Puigcerdà. Para llevar á efecto esta determinacion, llegaron en abril á la ciudad de Barcelona varios empleados de Francia, y entre ellos Mr. de Chauvelin, encargado de la intendencia de los llamados departamentos de Monserrat y Bocas del Ebro; y Mr. Treilhard, nombrado prefecto del de Monserrat. Los instaló en sus puestos el 15 del mismo mes el general Decaen. Burlábanse de tales disposiciones aun los mismos franceses, diciendo en cartas interceptadas : « Aquí deberian en<viarse, por diez años á lo menos, ejércitos y bayonetas, no prefec<tos. Los moradores por su parte despechábanse mas y mas viendo en aquella resolucion, no ya la mudanza de dinastía y de gobierno, sino hasta la pérdida de su antiguo nombre y naturaleza : sentimiento arraigado y muy profundo entre los españoles, y sobre todo entre los habitantes de aquella provincia.

Da el mando de Por entonces, aunque continuó al frente de Caella á Suchet. taluña el general Decaen, dieron los franceses la supremacía del mando de toda ella, como ya la tenia de una parte de la misma provincia y de Aragon y Valencia, al mariscal Suchet. Con este motivo y el de prevenir desembarcos que se temian por aquellas costas, avistáronse él y Decaen en Reus el Otras ocurren- 10 de julio. Nacian semejantes recelos de una expedi

cias. cion inglesa que se dirigia á España procedente de Sicilia, de la cual hablaremos despues como conexa con la campaña general é importante que empezó en este verano. Tambien inquietaban á dichos generales movimientos de Lacy hácia la costa, y anuncios de conspiraciones en Barcelona y Lérida. En la primera de las dos ciudades prendieron los franceses y castigaron á varios individuos; y en la última el gobernador Henriod, conocido ya como hombre cruel, halló ocasion de saciar su saña con motivo de haberse volado el 16 de julio un almacen de pólvora, de cuya explosion resultaron muchas victimas y abrirse una brecha en el baluarte del Rey. Atribuyó el general francés este suceso no á casualidad, sino á secretos manejos de los españoles. Sospechas fundadas; si bien nada pudo Henriod descubrir ni poner en claro en el asunto.

to.

Segundo distri- El fatal golpe de la caida de Valencia comprimió por algun tiempo el fervor patriótico de aquel reino; no habiendo ocurrido en él al principio acontecimiento notable. Sin embargo, el gobierno supremo de Cádiz envió por comandante general de la provincia á Don Francisco de Copons y Navia, quien

gozando de buen nombre por la reciente defensa de Tarifa, trató ya en abril de animar con proclamas á los valencianos desde el punto de Alicante. Rehacíanse en Murcia

Segundo y tercer ejército.

Partidas.

el segundo y tercer ejército, todavía al mando de Don José Odonnell; ascendiendo el número de gente en ambos á unos 18,000 hombres. Limitáronse sus operaciones á varias correrías, ya por la parte de Granada, ya por la de la Mancha, ya en fin por la de Valencia todas entonces no muy importantes, pero que : de nuevo inquietaban al enemigo. Don Antonio Porta, comandante del reino de Jaen bajo la dependencia de este ejército, cogió en 5 de abril, entre Bailen y Guarroman, porcion de un numeroso convoy que iba de Madrid á Sevilla. Se señalaba tambien por alli el partidario Don Bernardo Marquez, como igualmente hácia la Carolina Don Juan Baca, segundo de Don Francisco Abad (Chaleco), quien proseguia en la Mancha sus empresas. En esta provincia mandaba aun Don José Martinez de San Martin y recorriendo á veces la tierra con feliz estrella se abrigaba en las montañas ó en Murcia; habiendo repelido el 16 de marzo en la ciudad de Chinchilla una columna francesa que vino en busca suya.

Divisiones de Roche y Whit

tingham.

Mirábase como refuerzo importante para el segundo y tercer ejército una division española que se formaba en Alicante, equipada á costa del gobierno británico, y regida por el general Roche, inglés al servicio de España asimismo otra de la misma clase que adestraba en Mallorca el general Whittingham; debiendo ambas obrar de acuerdo con el segundo y tercer ejército, y con la expedicion anglo-siciliana mencionada arriba.

Guerrillas en

Valencia.

Tampoco perjudicaban à la tropa reglada algunas guerrillas que empezaban á rebullir hasta en las mismas puertas de la ciudad de Valencia; principalmente la del Fraile, denominada asi por capitanearla el franciscano descalzo Fr. Asensio Nebot, que importunaba bastantemente al enemigo con acometimientos y sorpresas.

Empresas del Empecinado, de Villacampa y de Duran.

Pero las partidas que se mostraban incansables en sus trabajos eran las ya antes famosas del Empecinado, Villacampa y Duran, pertenecientes á este segundo distrito. El conde del Montijo, á quien Blake habia nombrado gefe de todas tres, retiróse verificada la rendicion de Valencia, y se incorporó á las reliquias de aquel ejército, campeando de nuevo por sí los mencionados caudillos segun deseaban, y cual quizá convenia á su modo de guerrear.

Tuvo Don Juan Martin el Empecinado que deplorar en 7 de febrero la pérdida de 1,200 hombres, acaecida en Rebollar de Sigüenza en un reencuentro con el general

El Manco.

Guí, estando para ser cogido el mismo Empecinado en persona,

quien solo se salvó echándose á rodar por un despeñadero abajo. Achacaron algunos tal descalabro á una alevosía de su segundo Don Saturnino Albuir, llamado el Manco; y parece que con razon, si se atiende á que hecho prisionero este tomó partido con los enemigos, empañando el brillo de su anterior conducta. Ni aun aqui paró el Manco en su desbocada carrera; preparóse á querer seducir á Don Juan Martin y á otros compañeros, aunque en balde, y á levantar partidas que apellidaron de contra-Empecinados: las cuales no se portaron á sabor del enemigo, pasándose los soldados á nuestro bando, luego que se les abria ocasion.

Al regresar Don Pedro Villacampa de Murcia á Aragon escarmentó, durante el marzo, á los generales Palombini y Pannetier en Campillo, Ateca y Pozohondon. Unióse en seguida con el Empecinado; y obrando juntos ambos gefes amenazaron á Guadalajara. Separáronse luego, y Villacampa tornó á su Aragon, al paso que Don Juan Martin acometió á los franceses en Cuenca, entrando en la ciudad el 9 de mayo, y encerrando á los enemigos en la casa de la inquisicion y en el hospital de Santiago. No siéndole posible al Empecinado forzar de pronto estos edificios, se retiró y pasó á Cifuentes; y hallándose el 21 en la vega de Masegoso, dudaba si aguardaria o no á los enemigos que se acercaban, cuando sabedores los soldados de que venia el Manco, quisieron pelear á todo trance. Lograron los nuestros lá ventaja, y el Manco huyó apresuradamente; que no cabe por lo comun valor muy firme en los traidores.

Gayan.

fortificado por

Tambien Don Ramon Gayan estuvo para apoderarse el 29 de abril del castillo de Calatayud, muy los franceses. No lo consiguió; pero á lo menos tuvo la dicha de coger á su comandante, de nombre Favalelli, y á 60 soldados que se hallaban á la sazon en la ciudad.

Toma Duran á Soria y á Tude

la.

Por su parte, llevó igualmente entonces á cabo Don José Duran dos empresas señaladas, que fueron la toma de Soria y el asalto de Tudela. Ejecutó la primera el 18 de marzo, auxiliado de un plano y de noticias que le dió el arquitecto Don Dionisio Badiola. Inútilmente quisieron los enemigos defender la ciudad: penetraron dentro los nuestros, rompiendo las puertas, y obligando á los franceses á recogerse al castillo con pérdida de gente y de algunos prisioneros. Alcanzaron la libertad muchos buenos españoles alli encarcelados. Guarnecian á Tudela de 800 á 1,000 infantes enemigos, y la embistieron los nuestros el 28 de mayo. Habíanla los franceses fortalecido bastantemente; mas todo cedió al impetu de los soldados de Duran, que asaltaron la ciudad por el Cármen Descalzo y por la Misericordia, guiando las columnas Don Juan Antonio Tabuenca y Don Domingo Murcia. Los enemigos se metieron tambien esta vez en el castillo, dejando en nuestro poder 100 prisioneros y muchos pertrechos.

Cuarto distrito.

Ballesteros.

En el cuarto distrito manteníase la mayor parte de su ejército en la isla de Leon con buena disciplina y órden, yendo en aumento su fuerza mas bien que en mengua. Las salidas en este tiempo no fueron muchas ni de entidad. Continuaba maniobrando por el flanco derecho en Ronda el general Ballesteros, habiendo atacado el 16 de febrero en Cártama al general Marransin. Desbaratóle con pérdida considerable, siendo ademas herido gravemente de dos balazos el general francés. En seguida tornó Ballesteros al Campo de Gibraltar, por venir tras de él con bastante gente el general Rey : tomó el español la ofensiva no mucho tiempo despues con objeto, segun verémos, de atraer á los enemigos de Extremadura.

Quinto distrito.

Partidas.

Aqui y en todo el quinto distrito se hallaba reducido el ejército por escasez de medios, si bien apoyado en el cuerpo que gobernaba el general Hill. Consistia su principal fuerza en las dos divisiones que mandaban el conde de Penne Villemur y Don Pablo Morillo. Coadyuvaron ambas á las operaciones que favorecieron el sitio y reconquista Penne y Morillo. de Badajoz, de que hablarémos mas adelante. Penne solia acudir al condado de Niebla y libertar de tiempo en tiempo aquellos pueblos que enviaban de continuo provisiones á Cádiz, y formaban como el flanco izquierdo de tan inexpugnable plaza. Morillo con su acostumbrada rapidez y destreza hizo en enero una excursion en la Mancha, y llegó hasta Almagro. Entró el 14 en Ciudad-Real, en donde le recibieron los vecinos con gran júbilo, y volvió á Extremadura despues de molestar á los franceses, de causarles pérdidas, cogerles algunos prisioneros, y alcanzar otras ventajas. Las partidas de este distrito, sobre todo las de Toledo, seguian molestando al enemigo; y Palarea, uno de los principales guerrilleros de la comarca, recibió del príncipe regente de Inglaterra, por mano de Lord Wellington, un sable, en prueba de admiracion por su valor y constancia. >> El ejército del sexto distrito contribuyó con sus movimientos á acelerar la evacuacion de Asturias verificada nuevamente á últimos de enero, en virtud de órdenes de Marmont, apurado con el sitio y toma de Ciudad Rodrigo. No pudieron los franceses ejecutar la salida del principado sino á duras penas por las muchas nieves, y molestados por los paisanos y tropas asturianas, como asimismo por Dou Juan Diaz Porlier que los hostilizó con la caballería, cogiendo bagages y muchos rezagados. Tambien perecieron no pocos hombres, dinero y efectos á bordo de cinco trincaduras que tripularon los enemigos en Gijon, de las cuales se fueron cuatro á pique acometidas de un temporal harto recio.

Sexto distrito.

Evacuacion de
Asturias.

Por lo demas, las operaciones del sexto ejército en el invierno se limitaron á algunos amagos, á causa de lo riguroso de la esta

cion, y en espera de los movimientos generales que preparaban los aliados. Mandábale como antes Don Francisco Javier Abadía, conservando la potestad suprema militar el general Castaños, que, segun indicamos, gozaba tambien de la del quinto y séptimo ejército.

Proclama del general Castaños.

(Ap. n. 1.)

Nueva entrada

en Asturias.

Trasladóse este último gefe á Galicia, yendo de Ciudad Rodrigo por Portugal, y pisó á principios de abril aquel territorio. Para alentar con su presencia á los habitantes, juzgó del caso no solo tomar providencias militares y administrativas, sino tambien halagar los ánimos con la deleitable perspectiva de un mejor órden de cosas. Decíales por tanto en una proclama datada en Pontevedra á 14 de abril... * « Mi buena suerte me proporciona ser quien ponga en ejecucion en el reino de Galicia la nueva constitucion del impe<rio español, ese gran monumento del saber y energía de nuestros ‹ representantes en el congreso nacional, que asegura nuestra ⚫ libertad, y ha de ser el cimiento de nuestra gloria venidera. › Volvieron los franceses á mediados de mayo á ocude los franceses par á Asturias; ya por lo que agradaba al general Bonnet residir en aquella provincia donde obraba con independencia casi absoluta, ya por disposicion del mariscal Marmont, en busca de carnes de que escaseaba su ejército en Castilla. La permanencia entonces no fue larga ni tampoco tranquila, siendo de notar, entre otros hechos, la defensa que el coronel de Laredo, Don Francisco Rato, hizo en el convento de San Francisco de Villaviciosa contra el general Gautier, que no pudo desalojarle de alli á la fuerza. Tuvo Bonnet que evacuar el principado en junio, aguijados los suyos hácia Salamanca por los movimientos de los anglo-portugueses. Verificaron los franceses la salida del lado de la costa, via de Santander, temerosos de encontrar tropiezos si tomaban el camino de las montañas que parten términos con Leon. El mando del sexto ejército español, despues de una corta interinidad del marques de Portago, recayó de nuevo en Don José María de Santocildes con universal aplauso.

Su salida.

Séptimo dis

Muchos continuaban siendo los reencuentros y chotrito. ques de los diversos cuerpos y guerrillas que formaban el séptimo ejército bajo Don Gabriel de Mendizabal, quien, poniéndose al frente, cuando de unas fuerzas cuando de otras, juntábalas ó las separaba, segun creia conveniente, estrechando eu una ocasion á los franceses de Burgos mismo.

Porlier.

De los gefes que le estaban subordinados, maniobraba Porlier, conforme hemos visto, al este de Asturias, siempre que el principado se hallaba en poder de enemigos, acudiendo en el caso contrario á los llanos de Castilla, ó á Santander, ó bien embarcándose á bordo de buques ingleses y españoles en amago de algunos puntos de la costa.

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