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En Bayona.

Supo tambien luego en Bayona las novedades de esta capital sir Juan Hope, avisado por el coronel Cook desde Burdeos, pero no las comunicó al gobernador de la plaza, general Thouvenot, por no constarle de oficio. Hízolas si correr por los puestos avanzados, mas no dieron crédito á ellas los franceses, y antes bien se irritaron ejecutando el 14 una salida bien meditada y fogosa. Fingieron pues atacar del lado de Anglet, y lo verificaron entre Saint-Étienne y Saint-Bernard, tan de rebate é improvisamente que tomaron varios puestos. Acudió á remediar el mal sir Juan Hope con su estado mayor; pero sorprendiéronle los enemigos y le rodearon, cogiéndole prisionero despues de muerto su caballo y herido él mismo. Al cabo tornaron los franceses á la plaza y recuperaron los aliados los sitios antes perdidos, teniendo los últimos que deplorar la baja de 600 hombres entre muertos y heridos, ademas 231 prisioneros. Fue este el último y lamentable suceso militar que ocurrió en Francia por el mediodia. En España habíase dado á partido el 27 de marzo el gobernador francés de Santoña; pero pasando la capitulacion á que la aprobase Lord Wellington, notando este al leerla la cláusula de que los sitiados tornarian á Francia bajo palabra de no tomar las armas durante la presente guerra, negóse á ratificar aquella, escàrmentado con lo sucedido en Jaca, en donde otorgadas condiciones iguales, quebrantáronlas los franceses luego que pisaron su territorio y se vieron libres.

Santoña.

Cataluña.

En Cataluña, al colocarse en Figueras el mariscal Suchet, guardó consigo y en las cercanías la division de Lamarque, poniendo la reserva de Mesclop en la Junquera y Coll de Pertús, y enviando á Perpiñan algunos infantes y caballos, á donde tambien iba él mismo á veces para tomar sin alejarse de España providencias convenientes á la defensa del territorio nativo. El total de combatientes que le quedaban ascendia á 11,327 hombres comprendidos 1,088 caballos. Quiso Suchet acrecer el número trayéndose á Figueras 3,000 hombres que tenia Robert en Tortosa, y 8,000 Habert en Barcelona, lo que pensó seria factible uniéndose el primero al último por medio de una marcha rápida, y abriéndose paso los dos al frente de sus guarniciones respectivas. Mas frustróse al francés su proyecto, no pudiendo Robert menearse, muy observado por los españoles, y viéndose repelido Habert con pérdida por Don Pedro Sarsfield, tentado que hubo el 16 de abril una salida de Barcelona, ya que insistiese en llevar á cabo el plan del mariscal Suchet, ya que se animase á ello sabedor de que las tropas anglo-sicilianas al mando de sir Guillermo Clinton evacuaban la Cataluña de órden de Lord Wellington y pasaban á otros puntos. En los primeros dias del mismo abril salió por fin La abandona de España el mariscal Suchet como tambien su ejér- Suchet. cito, despues de haber volado las fortificaciones de Rosas, diri

III.

23

Conducta de con motivo de lo

Soult y Suchet

ocurrido en Pa

ris.

giendo sus columnas via de Narbona, Dejó solo guarniciones en Figueras, Hostalrich, Barcelona, Tortosa, Benasque, Murviedro y Peñíscola, cuyas plazas y fuertes bloqueaban los españoles, habiendo perecido en la última el gobernador francés con su estado mayor y muchos otros por la explosion de un almacen de pólvora, Volvamos ahora á Tolosa. Salieron de alli, segun antes empezamos á referir, los coroneles Cook y SaintSimon, y encamináronse á los cuarteles de Soult y Suchet para informarles de las grandes mudanzas y acontecimientos ocurridos, como tambien para entregarles las órdenes del gobierno provisional establecido en Paris. No quiso por de pronto someterse el primero á lo que se le ordenaba, manifestando carecian tales nuevas y comunicaciones de la autenticidad debida; y solo añadió que entraria en un armisticio con los aliados, hasta recibir órdenes ó avisos del emperador, si Lord Wellington convenia en ello. Desechó el inglés la propuesta creyéndola por lo menos intempestiva y fuera de su lugar. Avínose mejor Suchet, pues habiendo reunido los principales gefes de su ejército, decidió de conformidad con ellos reconocer el gobierno provisional de Paris y someterse á sus mandatos y resoluciones. Al saber el mariscal Soult esta determinacion forzoso le fue ceder y obrar al son de los demas.

Concluyese un armisticio entre Wellington y los mariscales franceses.

Abriéronse en seguida y sin dilacion tratos para una suspension de armas, la cual se concluyó en los dias 18 y 19 de abril entre los mariscales Soult y Suchet por una parte, y Lord Wellington por otra, como general en gefe de todas las tropas aliadas. Celebráronse para ello dos convenios, exigiéndolo asi el mariscal Suchet, que no queria reconocer ninguna supremacía en el otro, tenido por orgulloso y por de predominante condicion. En consecuencia cesaron las hostilidades no solo en los ejércitos respectivos, sino tambien delante de las plazas bloqueadas, debiendo entregarse á los españoles en un breve término las que todavía estuvie sen en poder del francés.

Finalizó aqui y de este modo la guerra gloriosa de la independencia peninsular, fecunda en acontecimientos varios, y muy instructiva para el militar y hombre de estado: habiéndose combinado en ella las operaciones regulares de sitios, marchas y peleas con los trances descompuestos, repetidos y azarosos de una lucha nacional y, por decirlo asi, perdurable. Inmarcesibles lauros cogieron en el prolongado curso de tanto lidiar los diferentes ejércitos que tomaron parte; pero como naciones descollaron en el caso actual y levantarán por ello siempre su cabeza erguida Portugal y España, escenario vivo de perseverancia constante.

Asuntos políti

COS.

Mas al propio tiempo que cesaron honrosa y felizmente los estruendos bélicos, crecieron los políticos,

rey

Fer

Salen el rey Y los infantes de Gerona.

cuyo retemblor y zumbido abrieron grietas por donde se atropellaron lástimas Ꭹ desdichas. Pero necesario es para narrar lo acaecido en el asunto volver atras y seguir en su viage al nando VII, á quien dejamos en Gerona con los infantes Don Carlos y Don Antonio. Salieron de esta ciudad S. M. y AA. el 28 de marzo, yendo á Tarragona sin pasar por Barcelona; bien que asi en esta plaza como en las demas en que aun se conservaba guarnicion francesa, recibieron órden los gobernadores de no cometer hostilidad alguna al paso por ellas ó sus cercanías de Fernando VII, y de tributar á S. M. los honores y obsequios que eran debidos á su augusta persona.

Llegan á Tarra

De Tarragona trasladáronse el rey y los infantes á Llegan Reus, en donde permanecieron el 2 de abril, no indi- gona y Reus. cando nada hasta ahora el rumbo cierto que en lo político tomaria S. M. Generales, autoridades y pueblos habíanse conformado con lo dispuesto por las córtes, y la familia real y sus consejeros tampoco se desviaban de ello, á lo menos en público. Verdad es que crecian los manejos y ofrecimientos reservados de descontentos y ambiciosos; pero sin difundirse por fuera, ni dar lugar mas que á leves rumores y sospechas. Agrandáronse estas aqui en Reus. Segun la ruta señalada por la regencia con arreglo al decreto de 2 de febrero, tenia el rey que continuar su viage siguiendo la costa del Mediterráneo á Valencia, para de alli pasar á Madrid. Estábase en via de dar cumplimiento á esta providencia, cuando la diputacion provincial de Aragon, movida por sí ó por sugestion, agena, dirigió á Don José de Palafox, que acompañaba al rey, una exposicion gratulatoria pidiendo se dignase S. M. en su tránsito para la capital del reino honrar con su presencia á los zaragozanos, ansiosos de verle y contemplarle de cerca. Accedió Fernando á la súplica, ora que no quisiese éste desairar á ciudad tan ilustre y tan merecedora de su particular atencion, ora que mirasen sus consejeros aquella coyuntura como muy propicia para comenzar á romper las trabas que los ligaban, molestas en sumo grado y depresivas á su entender de la magestad real.

Va el rey á Za

ragoza.

Salió el rey de Reus el 3 y por Poblet encaminóse á Lérida. Iba ya solo con su hermano Don Carlos, habiéndose quedado en la primera villa el infante Don Antonio á causa de una indisposicion leve, y de estar resuelto á tomar en derechura el camino de Valencia.

esta ciudad.

Llegaron el rey y Don Carlos á Zaragoza el 6 de Buen recibo en abril, tiempo de semana santa. Fueron recibidos alli ambos príncipes con indecible amor y entusiasmo, realzado uno y otro por el aparecimiento de Don José de Palafox, ídolo entonces muy reverenciado y querido de los habitadores. Mostrábase S. M. aqui todavía incierto sobre el partido á que se inclinaria en la parte

política; pudiendo solo colegirse de algunas palabras que vertió, que no desaprobaba del todo lo que se habia hecho durante su ausencia en punto á reformas. Sin embargo aguijon grande era para que procediese á su antojo la adhesion sin límites que manifestaban los pueblos hácia su persona, y las insinuaciones y consejos extraviados que le venian de varias partes; muy diligentes en esta ocasion los enemigos de novedades no menos que los descontentos de cualquiera linage que con ellos se abanderizaban. Partió el rey de Zaragoza el 11, y llegó á Daroca aquel mismo dia.

Estrechando el tiempo, afanábanse los que venian Junta en Daroca. con el rey porque se tomase una determinacion respecto de la conducta política que convenia se adoptase, celebrando al efecto una junta en la noche del 11, en la que se apareció el conde del Montijo. Fueron de dictámen todos los que alli concurrieron que no jurase el rey la constitucion, excepto solo Don José de Palafox, quien no pudiendo rebatir los argumentos de los demas y apurado ya, llamó en su ayuda á los duques de Frias y de Osuna, que habian acudido á Zaragoza á cumplimentar al rey y le seguían en el viage. Juzgaba Palafox que su dictámen en la materia se arrimaria al suyo, y le daria gran peso por la elevada clase y riqueza de ambos duques y por su porte desde 1808; habiendo el de Frias, segun ya hemos dicho, no desamparado nunca los estandartes de la patria, y expuéstose mucho el de Osuna por haberse fugado de Bayona en aquel año; no queriendo autorizar con su firma los escándalos que á la sazon ocurrian á la misma ciudad. Reunidos pues uno y otro á las personas que se hallaban ya en junta, sentó el de San Carlos la cuestion de si convendria ó no que jurase el rey la constitucion. Opinó él mismo que no, mostrándose en especiali dad muy contrario el conde del Montijo, abultando los riesgos y las dificultades que resultarian de la jura. Apartóse de este parecer Don José de Palafox y le apoyó el duque de Frias, bien que respetando este los derechos que compitiesen al rey para introducir ó efectuar en la constitucion las alteraciones convenientes ó necesarias. Anduvo indeciso el de Osuna, separándose todos de la junta sin convenirse en nada; pero acordes en que antes de resolver cosa alguna acerca de semejante cuestion, se congregarian de nuevo. A pesar de eso determinó el rey pocos instantes despues, siguiendo el consejo de San Carlos sugerido por el del Montijo, que sin tardanza y en derechura saldria este para Madrid, á fin de calar lo que tratasen alli los liberales, y de disponer los ánimos del pueblo á favor de las resoluciones del rey, cualesquiera que ellas fuesen, ó mas bien de pervertirlos; en lo que era gran maestro aquel conde, muy ligado siempre con gente pendenciera y bulliciosa.

Entrada en Te- Continuando S. M. el viage á Valencia entró en Te

ruel. ruel el 13, en cuya ciudad, muy afecta á la constitucion, esmeráronse los habitantes en poner entre los ornatos escogi

dos para el recibimiento del rey, muchos alegóricos al caso, que miró S. M. atentamente y aun aplaudió, amaestrado desde la niñez en la escuela del disimulo. Hasta aqui habia acompañado al rey en el viage el capitan general de Cataluña Don Francisco de Copons y Navia, cuya presencia contuvo bastante á los que intentaban guiar al rey por sendero errado y torcido. Volvió el Don Francisco á su puesto, y con su ausencia no quedó apenas nadie al lado de S. M. de influjo y peso que balancease los consejos desacertados de los que aprisionaban su voluntad ó le daban deplorable sesgo.

Junta en Se

gorbe.

El 15 llegaron Fernando y su hermano el infante á Segorbe y multiplicáronse alli las marañas y enredos., arreciando el temporal declarado contra las córtes. Juntóse en aquella ciudad con su sobrino el infante Don Antonio, viniendo de Valencia, en donde habia entrado el 17 acompañado de Don Pedro Macanaz. Acudieron tambien á Segorbe el duque del Infantado y Don Pedro Gomez Labrador, procedentes de Madrid; quienes en union con Don José de Palafox y los duques de Frias, Osuna y San Carlos celebraron la noche del mismo 15 nuevo consejo, siempre sobre el consabido asunto de si juraria ó no el rey la constitucion. No asistió Don Juan Escoiquiz, que se habia adelantado á Valencia para avistarse con sus amigos, y sondear por su parte el terreno y los ánimos. Prolongóse la reunion aquella noche hasta tarde, y ventilábase ya la cuestion, cuando se presentó como de sorpresa el infante Don Carlos. Frias y Palafox reprodujeron en la junta los dictámenes que dieron en Daroca. Tambien Osuna, pero mas flojamente, influido, segun se creia, por una dama de quien estaba muy apasionado, la cual, muy hosca entonces contrą los liberales, amansó, despues y cayó en opinion opuesta y muy exagerada. Dijo el duque del Infantado: « Aquino hay mas que tres << caminos: jurar, no jurar ó jurar con restricciones. En cuanto áno « jurar participo mucho de los temores del duque de Frias.... › dando á entender en lo demas que expresó, aunque no á las claras, que se ladeaba á la última de las tres indicaciones hechas. Se limitó Macanaz á insinuar que tenia ya manifestado su parecer al rey, lo mismo que al infante, sin determinar cuál fuese. Otro tanto repitió San Carlos, perdiendo los estribos al especificar la suya Don Pedro Gomez Labrador, quien en tono alborotado y feroz votó ⚫ porque de ningun modo jurase el rey la constitucion, siendo ne<cesario meter en un puño á los liberales.... » con otras palabras harto descompuestas, y como de hombre poco cuerdo y muy apasionado. Disolvióse no obstante la junta actual como la anterior de Daroca, esto es, sin decidirse nada en ella, pero sí descubriéndose ya cuál seria la resolucion final.

a

Al dia inmediato 16 de abril pasó el rey á la ciudad de Valencia, adonde le habian precedido personas de

Entrada del rey

en Valencia.

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