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conspiradores, y vea á su real esposa arrebatada de entre sus brazos y encerrada en una prision, á su hijo obligado á separarse de su compañía, incendiadas las ciudades que le quedaron fieles, y desterrados los ministros de la religion; sábese que la Inglaterra se hará un deber de proteger el gobierno de los asesinos, y que por ella sola la familia real y el pueblo quedarán en la mas horrible opresion. Pues de esta suerte se ha portado con el Portugal (32).

Al ver una nacion de las mas ilustradas del mundo, tan falta de toda moralidad y que ha tenido en su política una variacion tan completa en el discurso de treinta años, claro está que solamente en los oradores sagrados debemos buscar la esplicacion de este fenómeno.

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« Cuando se considera de cerca, dice Bossuet*, la historia » de aquel gran reino, y particularmente en los últimos tiempos, en que se ven no solamente los reyes mayores, » pero tambien los pupilos y aun las reinas tan absolutas y » tan temidas; cuando se mira la facilidad increible con ⚫ que se ha visto la religion destruida ó restaurada por Enrique ó Eduardo, por María ó Isabel, ya no parece » tan rebelde la nacion, ni tan arrogantes y facciosos los parlamentos. Al contrario es preciso acriminar á aquellos pueblos su demasiada sumision, cuando han puesto bajo el yugo hasta su misma fe y su conciencia. ¿Que ha sido » pues lo que los ha arrastrado? ¿Que fuerza, que enagenamiento, que intemperie ha causado tamañas agitaciones > y violencias? No lo dudemos, cristianos, las religiones falsas, » el libertinage del entendimiento, la pasion de disputar » sobre las cosas divinas sin fin, sin regla y sin sumision, arrastró los ánimos.... Aquellas tierras demasiadamente >> movidas se han hecho incapaces de consistencia. Se han * Oracion fúnebre de la reina de Inglaterra viuda de Carlos L.

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» hundido por todas partes y no han dejado ver mas que » horrorosos precipicios....

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Bossuet solo consideraba que la violencia de las disensiones entre los sectarios de Inglaterra, habian sido la causa principal de la muerte de Carlos I. Si despues de toda aquellas disputas hubiese entrado una indiferencia total en punto á religion, se necesitaria mas esplicacion del desprecio de toda moralidad que públicamente se ha manifestado en las discusiones del parlamento sobre la guerra de España?

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El duque de Buckingham ha defendido los principios de M Burke y de M Pitt; ha sido el órgano de la antigua Inglaterra contra las revoluciones filosóficas de estos últimos tiempos; y ha merecido el agradecimiento de la Europa, y particularmente de la España. Pero una frase de su discurso inspira las reflexiones mas tristes: « Declaro, » dice, que á pesar de todas las calumnias á que me es» pone esta espresion, rogaré á Dios para que la Inglaterra » nunca se vea comprometida á tomar las armas para sos> tener los principios que hoy dominan en España...

¡Con que un par de Inglaterra, manifiesta un rasgo de valor con profesar los principios de todos los hombres grandes que ilustraron é hicieron florecer á su nacion! ¡Cuan grande y cuan profunda será la herida que en la opinion de aquel pais habrán ocasionado las doctrinas modernas !

S. A. R. el duque de Sussex, hermano segundo del rey, tomó la palabra despues del duque de Buckingham y dijo, que no podia admitir las opiniones que el noble duque acababa de manifestar, y que él era de un parecer enteramente opuesto.

CAPÍTULO XII.

Que sola la religi n cristiana, puede conservar á la sosiedad europea.

ESTANDO

STANDO Augusto, dice un historiador, en una casa donde Caton habia vivido, Strabon, queriendo obsequiar á este príncipe, trató de afear el carácter inflexible de Caton. Interrumpióle Augusto, y le dijo: Sepas que aquel que se opone á que se varie el gobierno actual del estado, es buen ciudadano y hombre de bien. *

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Si los Romanos hubiesen arreglado su conducta por esta máxima, no hubieran dejado de obedecer al senado á los cónsules, y á los magistrados del pueblo ; nunca hubieran visto las sediciones de los Gracos, las proscripciones de Mario, Sila, Antonio, Octavio Por desgracia de aquel gran pueblo, estas bellas espresiones no eran en boca de Augusto, mas que una especulacion filosófica, conforme por otra parte a sus intereses en aquel momento, ó una regla de moral humana que aun no habia recibido su sancion de una autoridad superior á los hombres. Pero hacia el mismo tiempo en que el heredero del vencedor de Pompeio y de Caton hablaba de este modo como órgano de la antigua filosofia, aparecia en el mundo una luz nueva que en nombre del cielo venia a prescribir esta obediencia al gobierno establecido, que los sabios de la antigüedad y los oráculos en que se apoyaron bian pedido en vano hasta entonces á todos los pueblos antiguos. Bajo el imperio del nieto de Augusto,

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* Quisquis præsentim statum civitatis immutari non volet, et civis et vir onus est. Macrob. Saturn. lib. a. c. 4.

tol san Pablo anunció á los Romanos este precepto divino, que todos los hombres se sometan á las potencias superiores porque no hay potencia que no venga de Dios..... Y por esto es necesario someterse á ellas no solamente por el temor (de la potencia temporal), si que por un de

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Los cristianos obedecieron exactamente esta ley divina. Bajo los emperadores paganos, se les ha visto du

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> rante tres siglos (para usar las espresiones de Bossuet) igualmente tranquilos en cualquiera situacion en que se ha

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» ya hallado el imperio. No solamente no formaron jamas en él partido alguno, pero ni siquiera se les ha visto »> nunca en aquellos que se formaban cada dia. No solo dice Tertuliano *** no ha habido entre nosotros algun

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Niger, Albino, ó Casio, pero ni tampoco Nigrianos » Albinianos ó Casianos. (33) Los usurpadores del impe» rio nunca hallaron parciales entre los cristianos, y estos » servian siempre fieles á aquellos que Roma y el senado » habian reconocido. «

Importa mucho notar que en cuanto fue el paganismo la religion dominante de los Romanos, no reconocieron por emperadores sino á unos hombres capaces por su edad de gobernar por la fuerza y de estar al frente del ejército. El emperador Tiberio habia instituido herederos suyos al joven Tiberio, su nieto, y á su sobrino Calígula. El senado decidió unánimemente que el emperador no habia podido designar para otro de sus sucesores á un ni

★ Omnis anima potestatibus sublimioribus subdita sit: non est enim potestas nisi à Deo..... Ideo necessitate subditi este, non solum propter iram sed enim propter conscientiam. Ep. S. Paul ad Rom. 13. 1. 5.

** 5.0 Aviso á los protestantes.

*** Apologética. c. 35.

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ño cuya edad no le permitia la entrada en el senado: proclamó á Caligula, y este hizo. morir al joven Tiberio. El anciano emperador habia previsto el trágico paradero de su nieto, sin poder esperar que ni la religion ni las leyes de Roma, tantas veces violadas, le presentasen medio alguno para impedirlo. « Tu le matarás, había dicho » á Caligula, y otro te matará Tal fué la suerte de todas las familias de los emperadores paganos. En el discurso de tres siglos que pasaron desde Augusto hasta Constantino, no hubo ni un solo ejemplar de que un príncipe niño ó menor de edad no fuese asesinado despues de su padre; y en el espacio de ciento y quince años (desde la muerte de Marco-Aurelio hasta la entronizacion de Diocleciano), sucediéronse treinta y ocho emperadores (34), entre los cuales dos solos fueron los que no acabaron con muerte violenta; y aun murió uno de los dos, SéptimoSevero del disgusto que le ocasionó el haber advertido que su hijo Caracala habia tratado de asesinarle.

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Mas cuando fue cristiano el imperio, cuando los obispos predicaron en todas partes los preceptos de la ley di vina, que los pueblos conocieron que entre el príncip y los súbditos existian otros vínculos sin los que imponia la fuerza, y que la obediencia á un emperador elegido legítimamente, era un deber de conciencia, entonces el senado y el ejército pensaron que podian honrar la memoria de los príncipes que habian reinado gloriosamente, reconociendo á sus hijos por sucesores suyos, por mas que su edad aun no les permitiera entrar en el ejército ni en el senado. Los hijos de Valentiniano I, Graciano y Valentiniano II, fueron proclamados emperadores. desde su niñez; y cuando Valentiniano II vió amenazado

Occides hunc tu et te alius. (Tacit. Hist. 1. 6. c. 46. )

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