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constituyendo su principal mercado el producto de sus minas antes y despues del descubrimiento de la América, debiera haberse facilitado la esportacion á otros paises, donde su aumento de valor hubiera dejado al esportador una segura ganancia (1). Por otra parte, estas leyes eran inútiles, segun observa con mucho fundamento el señor Clemencin, porque si la balanza del comercio con el estrangero era, como se dice, favorable, y salian mas géneros que entraban, la moneda en vez de salir vendria espontáneamente de otros paises á Castilla; y si nuestro comercio en último resultado era pasivo, se hacia forzoso saldar las cuentas con plata, y su salida era inevitable, no obstante la oposicion de las leyes (2).

Tambien perjudicaron á la industria y al co mercio las leyes suntuarias de Fernando é Isabel, promovidas por las declamaciones del clero, y casi generales en Europa por aquellos tiempos. Los reyes católicos sin embargo eran mas disculpables que otros monarcas, por cuanto el ejemplo de los moros habia inficionado á todas las clases de la sociedad, inspirándoles la aficion á un lujo osten

(1) Mr. Prescott History &c. tom. 3.o, pág. 455. (2) Memorias de la Academia, tom. 6, pág. 275.

toso, y á dispendios exorbitantes. Por de contado siempre redundará en honor de Isabel y Fernando el ejemplo que dieron á sus súbditos de parsimonia, moderacion y sobriedad (1).

y

El golpe mas fatal de todos para la industria

el comercio fue la espulsion de los judíos, sobre la cual hace las siguientes reflexiones el autor de la escelente Historia de los reyes católicos que tan repetidas veces he citado. «El perjuicio que sufrió el estado consistió no tanto en el gran número de los espulsos, como en la pérdida de la destreza artística, de los conocimientos y recursos de una multitud bien ordenada é industriosa.... Y aun la falta de tanta poblacion que gradualmente pudiera suplirse en un pais donde al hombre fuese permitido el libre y saludable uso de sus facultades; era un daño irreparable en España por la inquisicion y otras causas que se acumularon en el siglo siguiente.

«La espulsion de una clase tan numerosa de súbditos por un acto privativo del soberano, pudiera parecer un enorme abuso de la prerogativa real, incompatible con toda idea de buen gobierno. Però juzgando este punto desa pasionadamente, debemos considerar la posicion de los judíos

(2) Mr. Prescott History &c., tom. 3.o, pág. 456..

en aquel tiempo. Lejos de formar una parte integrante de la república, eran mirados como estrangeros en ella, como una mera escrescencia, que en vez de contribuir á la accion saludable del cuerpo político, le comunicaba sus viciados humores, y por consiguiente exigiéndolo la salud del estado, pudiera separarse de él aquella parte estraña. Lejos de dar las leyes proteccion á los judíos, su principal designio con respecto á ellos era determinar con mas precision su incapacidad civil, y marcar mas anchamente la division entre ellos y los cristianos. Aun esta humillacion nunca satisfizo el encono nacional, como se deja ver por los muchos tumultos y degüellos de que fueron víctima aquellos desventurados. En tales circunstancias no parecia un grande abuso de autoridad el destierro de unas gentes proscritas hacia tanto tiempo por la opinion pública como enemigos del estado.....

Preocupacion comun ha sido entre los historiadores modernos el atribuir la espulsion de los judíos á la avaricia del gobierno como principal motivo. Pero trasladándonos á aquellos tiempos, veremos cuán conforme con sus ideas estaba aquella medida, á lo menos en España. Por otra parte se hace increible que Fernando é Isabel con su sagacidad política quisiesen satisfacer un deseo temporal, á espensas de intereses mas importanTomo II.

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tes y duraderos, convirtiendo en un desierto sus mas pingües distritos, y despoblándolos, de una clase de ciudadanos que contribuian mas que todos los otros no solo á los intereses generales del estado, sino tambien á los recursos peculiares de la corona determinacion tan manifiestamente absurda, que hizo esclamar á un monarca bárbaro de aquel tiempo (1): ¡y llaman príncipe político á ese Fernando que de este modo empobrece su propio reino para enriquecer los nuestros! (2).

La gran revolucion acaecida en el comercio á consecuencia del descubrimiento del nuevo mundo, por la copiosa afluencia de plata, y el rompimiento de equilibrio entre los géneros de todas clases y los precios ordinarios hasta entonces, pertenece mas bien al reinado de Cárlos V, durante el cual se hicieron las conquistas de Méjico y del Perú, y se inundó de plata la Europa. En el tomo siguiente, pues, trataré de este punto; porque si bien los reyes católicos, y en especial Isa-. bel, tuvieron la gloria de promover tan prodigioso descubrimiento, en los doce años que mediaron

(1) Bayaceto.

(2) Mr. Prescott History &c., tom. 2.o, págs. 149 y siguientes.

entre él y la muerte de la reina, no pudo el gobierno pensar en otra cosa que en formar los establecimientos de las islas primeramente descubiertas, en introducir los principios de civilizacion en las colonias, y ensayar los cultivos que debian hacerlas florecientes (1).

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(1) Memorias de la Academia, tom. 6.o, pág. 273.

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