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Decreto suyo de

represalias.

(*Ap. n. 3.)

habian corrido en socorro de Aragon, Valencia y Castilla. Respiró por tanto Mina momentáneamente en cuanto á ser perseguido, sim que por eso dejasen de afligirle otros cuidados. En Pamplona habia el frances acrecido sus rigores, y poblado las cárceles У conventos con los padres, parientes y familias de los voluntarios que servian bajo las banderas de la patria, ahorcando a unos y conduciendo á otros á Francia desa piadadamente. Mina con razon airado dió en 14 de diciembre un decreto en que anunciaba represalias terribles. Decia en el preámbulo*: « Ni los « sentimientos de humanidad, ni las leyes de la guerra « admitidas entre los militares civilizados, ni la con«ducta generosa de los voluntarios de Navarra han contenido «< el espíritu sanguinario y desolador de los generales franceses y <«< autoridades intrusas... no se da un paso sin oir tristes alaridos «< causados por la tiranía. Navarra es el pais del llanto y amargura; «se vierten lágrimas continuas por la pérdida de sus mejores ami«gos: padres que ven á sus hijos colgados en una horca por su « heroicidad en defender la patria; estos á sus padres consumidos << en la prision, y por último, espirar en un palo sin mas delito « que ser padres de tan valientes defensores. Continuamente he pasado á los generales franceses de la Navarra los oficios mas « enérgicos, capaces de reprimirlos y hacerlos entrar en el órden: «no he perdonado diligencia alguna para reducir la guerra á su << debida comprension; estoy justificado de mis procedimientos.... « Para colmo... de la iniquidad francesa y perfidia de algunos << malos españoles, he visto 12 paisanos afusilados en Estella, 16 en Pamplona, 4 oficiales y 38 voluntarios pasados por las ar«mas en dos dias...» Despues, en el primer artículo, decla« raba guerra d muerte y sin cuartel á gefes y soldados, incluso « el emperador de los franceses. » Eran los otros artículos del propio tenor. En uno de ellos tambien se consideraba á Pamplona en estado de verdadero sitio, y proclamabanse de consiguiente varias resoluciones. Injusto y aun sañudo pareceria este decreto á no haberle provocado sobradamente las crueldades inauditas del enemigo. La ejecucion correspondió á la amenaza, y mas adelante tuvieron los franceses que entrar en razon.

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Asi corrian por acá las cosas: tristes eran las que Sucesos milita se preparaban en Valencia. Dejamos aqui al principiar res en Valencia noviembre ambos ejércitos español y frances, ironteros uno de de otro, en las opnestas orillas del Guadalaviar ó Turia. Ocupaban los enemigos en la izquierda casi dos leguas de estension, y fortificaron su línea con obras defensivas. En la derecha habian los españoles aumentado las suyas despues de las anteriores tentativas de los franceses contra Valencia, de cuya ciudad dimos breve idea cuando hablamos del primer sitio de 1808. Habian ahora los nuestros cortado los puentes de la Trinidad y Serranos, dos de los

cinco de piedra que cruzan el rio, de cauce este no muy profundo, y sangrado ademas para el riego por muchas acequias. Conservaron los españoles por algunos dias en la izquierda del Guadalaviar unas cuantas casas, el colegio de San Pio V, y el convento de Santa Clara: levantaron en los puentes no destruidos varias obras, y derribaron para facilitar la defensa el suntuoso palacio llamado del Real. En el recinto principal y antiguo se hicieron algunas mejoras; pero se atendió con particularidad á construir un terraplen de 16 pies de alto y otro tanto de espesor, con flancos y foso, que einpezaba al oeste junto al rio en frente del baluarte de Santa Catalina, y continuaba esteriormente por Cuarte, abrazando el arrabal de este nombre y los de San Vicente y Ruzafa hasta Monte Olivete, en donde se levantó un reducto. De aqui al mar se practicaron cortaduras, y se fabricaron escolleras, fortaleciendo tambien el lazareto al embocadero del rio. Por el otro estreno, via de Manises, se establecieron parapetos y otras fortificaciones de campaña no cerradas. Sin embargo de tales obras estaba Valencia lejos de haberse convertido en una plaza respetable. Figuraban mas bien aquellas la imágen de un campo atrincherado, y ese fue el objeto que se llevó al realizarlas. Y con razon advirtieron los inteligentes que para ello se habian desaprovechado muchas de las ventajas que ofrecia el terreno, porque ni se dispuso inundar debidamente los campos con las aguas de riego, ni tampoco se robustecieron varios conventos y edificios por alli esparcidos, cuya solidez se acomodaba muy mucho al establecimiento de una cadena de puntos fortificados.

Considerada de este modo la defensa, hallábase la clave de ella á una legua de Valencia en Manises, sitio en que yacen las compuertas de las acequias mayores. Tenia en dicho punto Don Nicolas Mahy su cuartel general, y en él y en San Onofre estaban las divisiones de Villacampa y Obispo, permaneciendo apostada á la izquierda, y algo detras, en Aldaya y Torrente, la caballería. Por la derecha en Cuarte se situaba la otra division del mismo general, á las órdenes de Don Juan Creagh. En el pueblo de Mislata alojábase la de Don José Zayas; y próximo á Valencia la de Lardizábal. Se mantenia en el Monte Olivete la de Miranda; componiendo la totalidad de las tropas unos 22,000 hombres. Proseguian guardando los puntos hasta el mar guerrilleros y paisanos. Recorrian la co sta barcos cañoneros españoles y buques de guerra aliados.

No se descuidó Suchet por su parte en afianzar mas y mas desde el puerto del Grao hasta Paterna su línea, que podia llamarse justamente de contravalacion. Proponíase en ello no solo enfrenar los ataques del ejército de Valencia y de cualesquiera partidas que se descolgasen de lo interior, sino tambien conservar con menos gente su estancia para tener disponible mayor número de tropas, llegado el caso de obrar ofensivamente. Por lo mismo y ausioso de despe

jar toda la orilla izquierda, pensó antes de nada en arrojar á los españoles de las casas y edificios que alli ocupaban. Costóle bastante, habiéndose defendido los nuestros con grande empeño, sobre todo en el convento de Santa Clara, que no evacuaron hasta que el enenemigo habierta brecha con sus hornillos, se preparaba al asalto. En lo demas apenas se hizo durante mes y medio otra demostracion hostil por ambas partes que fuego de artillería gruesa. Blake llamó aun hácia el reino de Valencia mas fuerza del tercer ejército, de cuyas tropas quedaron con eso ya muy pocas en la frontera de Granada. Las que ahora se alejaron componíanse de unos 4000 hombres á las órdenes de Don Manuel Freire, quien se dirigió primero á Requena, punto amagado por Darmagnac de vuelta en Cuenca. Antes habia destacado Blake hacia aquella parte á Don José Zayas con mas de 4000 hombres, por lo mucho que importaba cubrir flanco de tal entidad. Entró el último en la mencionada villa el 28 de noviembre. A su vista se retiraron los enemigos, temerosos tambien de las tropas del tercer ejército que habian ya llegado á Hiniesta. Adelantóse en seguida Freire á Requena, é hizo alli alto. Zayas entonces restituyóse á su antigua posicion de Mislata, y la ocupó otra vez el dos de diciembre.

Fuera de eso no pensó Blake en incomodar al enemigo, ni eu fomentar guerrillas por la espalda y flanco; siendo asi que algunas se habian mostrado en Nules, Častellon de la Plana y Villareal. Desentendíase por lo general de cualquiera otro linage de pelea que no fuese la reglada y puramente militar; de suerte que no hubo en Valencia en favor de la defensa aquel ardor que se notó en las ocasiones pasadas. Entibiábase por el despego del gefe hacia el paisanage y sa sobrada y casi esclusiva confianza en las tropas de línea.

Se desvivia en tanto Suchet por la tardanza de los refuerzos que debian llegarle, sin los cuales juzgaba imprudente arremeter á los españoles en sus atrincheramientos, y dificil encerrarlos dentro de la ciudad. Cuanto mas dias pasaban, mas crecia el desasosiego del mariscal frances, por el tiempo que se daba á Blake para fortalecerse, y huelgo á los naturales para rebullir y empezar por si solos una guerra popular y destructiva.

Pero en medio pe tan justos recelos, imposible se le hacia á Suchet acelerar el momento de la acometida. Dirígiase su plan á embestir nuestra izquierda y envolverla por flanco y espalda, amagando al propio tiempo nuestro centro y derecha. La ejecucion requeria prévio y detenido exámen, mayormente cuando no se trataba de presentar batalla en descampado, modo de combatir tan ventajoso para los franceses, sino de romper por medio de atrincheramientos, acequias y vallados, en donde pudiera su tropa recibir leccion rigurosa y de consecuencias muy fatales.

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Han motejado algunos á Blake por haber permanecido quieto

TOMO III.

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con el ejército en los alrededores de Valencia en lugar de ir á bascar al enemigo ó de retirarse á otros puntos. Parécenos en esta parte la acusacion injusta. Lo que mas inportaba era conservar aquella ciudad de muchos recursos, de nombradía y grande influjo. Aventurar una accion esponia los muros valencianos á inminente riesgo; alejarse, los descubria. Y en tanto que se consideró á nuestro ejército bastante numeroso y fuerte, ya que no para batailar, á lo menos para defender la líneas, debieron sus soldados mantenerse en ellas, como poderoso y casi único medio. de impedir la conquista. Varió el caso, cuando, aumentadas las tropas francesas, pudieron rodear á las nuestras y bloquearlas.

Acabaron aquellas de engrosarse, despues de promediar diciembre. Napoleon, que deseaba dar un golpe y ganar terreno en España para imponer respeto en el norte de Europa ya conmovido, determinó que no solo la division de Severoli, sino tambien la de Reille acudiesen á Valencia y se pusiesen bajo el mando de Suchet, la última momentáneamente; debiendo en el intermedio ser reemplazada en Navarra y frontera de Aragon con tropas de la division de Caffarelli, si bien este harto afanado en Vizcaya. Severoli Reille trajeron consigo cerca de 14.000 hombres. Llegaron á Segorve el 24 de diciembre, y en la noche del 25 empezaron á incorporarse al ejército de Suchet, quien juntò entonces unos 34,000 combatientes, 2644 de caballería, escelentes tropas, muy aguerridas.

y

No se limitó Napoleon al envío de las citadas divisiones; insistió tambien en que Darmagnac, del ejército del centro, continuase en amagar por Cuenca, y inandó ademas que Marmont destacase del de Portugal una fuerte columna, que, atravesando la Mancha, cayese á Murcia.

Pasa Suchet el

Tan reforzado ya el mariscal Suchet y sostenido, Guadalaviar el decidió poner en práctica su primer plan de atacar la 27 de diciembre. posicion española por la izquierda. Verificólo en efecto el 26 de diciembre, pasando por Ribaroja el Guadalaviar. Habia preferido este punto con la mira de cruzar el rio agua arriba de Manises, de no enmarañarse por el laberinto de las acequias, y de evitar cualquiera inundacion apoderándose de las compuertas.

Durante la noche los enemigos echaron tres puentes, protegieron á los trabajadores 200 húsares, que llevando en las ancas á unos cuantos soldados de tropas ligeras vadearon el rio y ahuyentaron los puestos españoles. Por la mañana el primero que atacó eu lo mas estremo de nuestra izquierda fue el general Harispe. Precedíale caballería que tropezó con la de Don Martin de la Carrera hácia Aldaya, entre la acequia de Manises y el barranco de Torrente, en medio de garroferos y olivos. Nuestros ginetes rechazaron á los contrarios, y el soldado del regimiento de Fernando VII Antonio Frondoso, hombre esforzado, hirió y dejó en el campo

por muerto al general Boussard, en cuyo derredor perecieron defendiendole un ayudante suyo y varios húsares. Mas rehechos los enemigos arremetieron de nuevo con superiores fuerzas, y recobraron á Boussard. Vióse entonces obligado Don Martin de la Carrera á retirarse, tomando la direccion de Alcira. Casi al mismo tiempo embistió el general Musnier á Manises y San Onofre, de donde se alejó Don Nicolas Mahy, despues de corta defensa, en busca tambien del Júcar por Chirivella.

Advertido Blake del ataque salió de Valencia, y á las diez de la mañana estando á medio camino de Mislata recibió noticia de Mahy, pintándole su apuro y pidiendo instrucciones. La línea en aquella Sazou estaba ya por todas partes acometida ó amenazada. Zayas en Mislata andaba á las manos con la division de Palombini. Acudió por orden de Mahy á socorrerle desde Cuarte Creagh con alguna gente: mas Zayas no necesitando de aquel auxilio, mayormente por esperar de Valencia dos batallones, le despidió, y guardó solo dos obuses, defendiendo con brio su posicion. Nuestro fuego aqui fue tan vivo y acertado que desordenó la brigada enemiga de Saint-Paul, y la arrojó contra el Guadalaviar. En vano Palombini quiso rehacerla, amenazando igual suerte á la otra suya de Balathier. Asegurada pues parecia de este lado la victoria, si no la inutilizaran el descuido y flojedad de que se adoleció en las otras partes.

Porque adelantando Harispe sobre Catarroja, y posesionado Musnier de Manises y San Onofre, vinieron algunos cuerpos enemigos sobre Cuarte, y venciendo los primeros atrincheramientos obligaron á las tropas que guarnecian el pueblo á evacuarle. Volvia Creagh entonces de su escursion á Mislata, y á pesar de sus esfuerzos y de los de Don José Perez al frente del batallon de la Corona, no se pudo contener el progreso de los franceses, teniendo al cabo los nuestros que retirarse. Se distinguieron aqui el cuerpo que acabamos de citar, el de tiradores de Cádiz, de Burgos, Princesa y Alcázar de San Juan con sus respectivos gefes. Los enemigos cada vez mas impetuosamente cargaban, pues llegando á la sazon el general Reille marchó en la direccion de Chirivella, y favoreció las operaciones de Harispe y de Musnier. Inútilmente quisieron los españoles hecer rostro en dicho pueblo, y defender la posicion cubierta con unas flechas. Los enemigos los arrollaron y con eso salió de ahogo Palom bini, viéndose Zayas obligado á desamparar su estancia,

Anhelaba Suchet envolver todo el ejército español, y acorralarle en Valencia, por lo que puso todo su conato en que la division de Harispe llegara pronto á Catarroja. Entonces yendo ya los nuestros de retirada, corrió el mariscal frances á Chirivella con riesgo de ser cogido prisionero. Habíase alli apeado y subido al campanario. Solo le acompañaban sus ayudantes con pequeña es

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