Imagens das páginas
PDF
ePub

justo de los motivos que hubiese habido para anteriores resolu

ciones.

las eleéciones.

Instaba mas en la actualidad y era de la mayor im- Lo que hubo en portancia, si se querian conservar las reformas, el que quedasen en las córtes antiguos diputados, por haber recaido generalmente los nombramientos para las ordinarias en sugetos desafectos á mudanzas y novedades. Coadyuvaron á esto los que se creian ofendidos en sus personas y cercenados en sus intereses por las alteraciones y nuevos arreglos, y que oteaban mayores daños en un porvenir no lejano. Estaban en ese caso algunos individuos de la nobleza, si bien los menos ; bastantes magistrados, muchos cabildos eclesiásticos y casi todo el clero regular: los que juntos ó separados influyeron sobradamente y cada uno á su manera en las elecciones, ayudados de una turbamulta de curiales dependientes de justicia que vivian de abusos: siendo estos y los religiosos mendicantes los mas bulliciosos é inquietos de todos, como herrumbre la mas pegadiza y roedora de las que consumian á España hasta en sus entrañas; habiendo los últimos llegado á formar en parte del pueblo, de cuya plebe comunmente nacian, una especie de singular demagogia pordiosera y afrailada, supersticiosa y muy repugnante.

y

Sirvió a todos de fiel instrumento para sus fines la misma ley electoral, que adoptando un modo indirecto de eleccion que pasaba por nada menos que por cuatro grados ó escalones, favorecia sordos manejos y muy deplorables amaños, mas fáciles de ejercer en esta ocasion por no haberse exigido de los votantes propiedad alguna ni especial arraigo; dando asi, con desacuerdo grave, franca y anchurosa entrada al goce de los derechos políticos á hombres de poco valer y á la vulgar muchedumbre, muy sometida naturalmente al antojo y voluntad de las clases poderosas y privilegiadas. Hechas las elecciones en este sentido, déjase discurrir cuán útil fue para la conservacion del nuevo órden de cosas que llegaseu á las córtes de tropel todos los recien elegidos, y que permaneciesen en su seno muchos diputados de los antiguos. Sucediendo asi, mantaviéronse en equilibrio los partidos y casi en el mismo estado en que se encontraban al cerrarse las estraordinarias, yendo desapareciendo poco a poco el de los americanos; pues muertos sus principales gefes tuvieron que ceder los otros en sus pretensiones y unirse á los europeos liberales, amenazados como ellos en su suerte futura si llegase á triunfar del todo el bando contrario.

De los diputados de las estraordinarias que continuaron tomando asiento en las actuales córtes resplandeció á la cabeza Don Isidro Antillon, ya antes nombrado, cuyas opiniones incomodando á ciertos hombres desalmados que por desgracia contaba entre

Estado de los partidos en las nuevas córtes.

á

Diputados que se distinguen en ellas.

Antillon y sus riesgos.

(

Martinez de la

los suyos el partido antireformador, provocaron de parte de ellos en la isla de Leon una tentativa de asesinato contra la persona de este diputado, tanto mas aleve, cuanto hallábase Antillon imposibilitado de emplear defensa alguna por el estado achacoso y flaco de su salud. A dicha no consiguieron del todo los homicidas su depravado objeto, si bien le maltrataron amparados de la soledad y lobreguez de la noche que los puso en salvo. Precursor indicio del fiu lastimoso y no merecido que habia de caber á este diputado cé. lebre mas adelante, dado que con visos de proceder jurídico. Distinguiéndose tambien desde luego, pero entre los nuevos, Don Francisco Martinez de la Rosa, cuya fama creciendo en Rosa. breve colocóle pronto al lado de los primeros campeones de la libertad española y de las buenas ideas, brillando por su instruccion y acabadas dotes, de las que eran las mas señaladas incontrastable entereza, y bellísimo, florido, fácil y muy elocuente decir. Descubríanse despues, aunque en mayor ó menor lontananza, las personas de Don Tomas Isturiz, Don José Canga Argüelles y Don Antonio Cuartero; arrimándose á este partido que era el liberal afgunos eclesiásticos de los recien llegados, entre los que merece particular noticia Don Manuel Lopez Cepero, informado en letras, de ameno trato y de gusto probado y bueno en el estudio de las bellas artes. Hubo diputados que se dieron á conocer tambien en el partido opuesto ó sea antireformador, pero estos en lo general mas tarde; por lo que solo irémos mentándolos segun vayan dando ocasion los debates y los acontecimientos. Luego que se abrieron las córtes ordinarias prebajos de estas sentó, conforme á lo dispuesto en la constitución, el secretario del despacho de hacienda el estado de esta y los presupuestos de ingresos y gastos, lo cual parecia á primera vista ser redundante, ya discutidos y aprobados los de 1814 alconcluirse las sesiones de las estraordinarias. Pero forzoso era proceder asi mandándolo espresamente la constitucion, y no siéndole lícito al ministro, sin incurrir en responsabilidad, separarse en nada de lo que aquella prevenia en su letra.

[ocr errors]

Primeros tra

córtes.

Los presupuestos ahora presentados eran idénticos á los de antes con alguna rectificacion, aunque muy leve, respecto del total de la fuerza armada. Trazaba en su contesto el encargado á la sazon de aquel ministerio Don Manuel Lopez Araujo un cuadro muy lamentable del pais y sus rucursos; consecuencia precisa de guerra tan larga y devastadora, y de los desórdenes de la administracion aumentados con el sistema de suministros hechos por los pueblos, que acumulaba á veces sobre unas mismas provincias las obligaciones y pedidos que debian repartirse entre otras.

Proponia el ministro, para cubrir el desfalco que resultaba, el medio que se habia adoptado en las córtes estraordinarias, esto es, el de la nueva contribucion directa. Agregaba á este el de un

empréstito en Londres de diez millones de duros que, como otras veces, quedó solo en proyecto, no conocidas aun bien en España semejantes materias. Hubo anticipaciones del gobierno británico en que nos ocuparémos despues, escaseando cada vez mas las remesas de América, de las que, como de las entradas en Cádiz, no harémos ya especial recuerdo, abrazándolas todas ahora el presupuesto general de la nacion.

Los otros asuntos en que anduvieron atareadas las córtes ordinarias durante su permanencia en Cádiz y la isla de Leon, redujéronse por lo comun á mantener intacta la obra de las estraordinarias, y á aclarar dudas y satisfacer escrúpulos. Mandaron sin embargo ademas que aprontasen los pueblos un tercio anticipado de la contribucion directa, y admitieron el ofrecimiento de ocho millones de reales que por equivalente de varias contribuciones hizo la diputacion de Cádiz: aprobando asimismo un reglamento circunstanciado que para su gobierno y direccion habia estendido la junta del crédito público.

Contienda so

bre el mando de Lord Welling

ton.

Espinosa en sí misma y grave fue otra cuestion que por entonces ventilaron tambien las córtes. Trataban en ella nada menos que del mando concedido á Lord Wellington, versando la disputa acerca de las facultades que habia este de tener como generalísimo del ejército. Deseaba Wellington que se le ampliasen para dar mas unidad y vigor á las operaciones militares, y oponíase á ello la regencia del reino, naciendo de aqui una correspondencia larga y enfadosa, en la cual medió para empeorar el asunto enemistad personal del ministro de la guerra Don Juan de Odonojú, irlandes de orígen, mal avenido con los ingleses.

Temiendo la regencia que resultasen de la querella compromisos funestos, resolvió para descargar su responsabilidad someter el negocin á la determinacion de las córtes. Verificólo asi en la isla de Leon, y hubo con este motivo largas discusiones y vivas reyertas; queriendo valerse de la ocasion, unos para privar del mando á Lord Wellington, y otros para acriminar al gobierno, y tal vez obligarle á dejar su puesto.

ve.

Por fortuna estando ya las córtes en vísperas de Nada se resueltrasladarse á Madrid, dilatóse el decidir cuestion tan grave; y al instalarse aquellas en la capital del reino corrieron tan veloces y prósperos los sucesos políticos y militares, que el mismo Lord Wellington y los que promovian su causa en las cortes, satisfechos con ver alejado del ministerio á Don Juan de Odonojú, atizador de la discordia, desistieron de su intento, conociendo cuán importuno seria resucitar semejante contienda; por lo que no hubo que tomar resolucion ninguna sobre un asunto que al principio habia escitado tanto calor y porfía.

2

En esto aflojando la fiebre amarilla y mejorándose por dias el

córtes eľ gobierno de la isla á Madrid.

Trasladanse las estado de la salud pública, levantóse en toda España un deseo general y muy vivo de que se restituyese el gobierno al centro de la monarquía y á su capital antigua. Condescendiendo en ello las córtes decretaron suspender sus sesiones en la isla de Leon el 29 de noviembre de 1813 para volverlas á abrir en Madrid el 15 del próximo enero de 1814. Tavo lo cua efecto, poniéndose sin tardanza en camino la regencia y las cortes con sus oficinas, dependencias y largo acompañamiento. Consentian tambien la traslacion los aconteciEstado de la mientos de la guerra, favorables siempre y mas dicho

guerra. sos cada dia. En el setiembre permanecieron sin embargo quietos los ejércitos en la parte occidental de los Pirineos, queriendo Lord Wellington dar respiro y algun descanso á las tropas aliadas, reparar sus pérdidas, aguardar municiones y prestos militares, y proceder en todo con detenimiento, para asegurar el logro de sus ulteriores planes.

Ejército aliado Conservaban los ejércitos casi las mismas estancias en el Bidasoa. de antes, prolongándose desde la desembocodura del Bidasoa hasta los Alduides, en donde formaba ahora la estremidad de la línea la octava division del cargo de Don Francisco Espoz y Mina, de la cual un trozo bloqueaba el castillo de Jaca, y otro amagaba á San Juan de Pie de Puerto y valle de Boigorry. Por el lado opuesto colocóse el general Graham, luego que se desembarazó del sitio de San Sebastian, hácia el estribo mas fuerte del Aya, cubriendo el valle que forma con el Jaizquivel, entre cuyos dos montes construyéronse obras á manera de segunda línea, reforzada la primera que se estendia por las orillas del Bidasoa, camino arriba de aquellas asperezas. Mantenia L ord Wellington sus cuarteles en Lesaca.

Ejército del

Los suyos el mariscal Soult en San Juan de Luz, mariscal Soult. á cuyo ejército se iban incorporando 50,000 conscriptos sacados al intento del mediodia de Francia, poniendo aquel caudillo especial conato en mejorar la organizacion y en castigar cualquier descarrío y falta de sus soldados con inflexible severidad. Habia tambien él mismo enrobustecido las obras de campañía de su primera línea y levantado otros resguardos, segun irémos viendo en el curso de nuestra narracion.

del Bidasoa.

Se dispone Wel- Resuelto Wellington á acometer, recomendó de lington al paso nuevo el buen órden y la disciplina, dando vigor á sus anteriores disposiciones, cuya observancia hacíase ahora mas necesaria yendo los ejércitos combinados à pisar el territorio enemigo. Repartió el 5 Lord Wellington á los principales gefes una instruccion para el ataque, empezando los preparativos en la noche del 6, que fue muy borrascosa con relámpagos, lluvia y truenos; pero favorable á los aliados que encubrian mejor asi su marcha y maniobras, no ofreciéndoles bajo otro respeto el tempo

[ocr errors]

ral impedimento alguno. Imposible con todo era emprender la arremetida hasta dadas las siete de la inmediata mañana á causa de la marea, debiendo servir de señal para los ingleses un cohete disparado desde un campanario de Fuenterrabía, y para los españoles una bandera blanca plantada en San Marcial, ò en su defecto tres grandes ahumadas.

Estaba convenido verificar á un tiempo el avance por toda la Jínea y cruzar el Bidasoa, término de España, cuyo reino acaba alli á la derecha del rio, segun se ve establecido desde muy antiguo y esplicitamente reconoció * Luis XI de Francia en las vistas que tuvo con Enrique IV de Castilla los por años de 1463, conferenciando ambos monarcas en aquella misma ribera.

.

("Ap. n. 1.)

Verifícalo.

:

Dada la señal moviéronse por la izquierda del ejército coligado las divisiones primera y quinta británicas y la brigada portuguesa del cargo de Wilson distribuidas en cuatro columnas, y atravesaron el rio por tres vados fronteros á Fuenterrabía, y por otro que se divisaba cerca del antiguo puente de Beovia, en donde debia echarse prontamente uno de barcas. Verificaron los aliados el paso con distinguido valor, y tocando tierra de Francia acometieron desde Andaya la altura de Luis XIV, que ganaron esforzadamente, tomando siete cañones en los reductos y baterías. Al propio tiempo empezó tambien la embestida Don Manuel Freire, que continuaba rigiendo el cuarto ejér- Se distingue el cito, con su tercera y cuarta division y con la primera cuarto ejército brigada de la quinta, bajo la direccion inmediata de español.. Don Pedro de la Bárcena y de Don Juan Diaz Porlier. Habíalo Freire dispuesto todo atentamente para atravesar el rio por vados mas arriba de los que cruzaban los anglo-portugueses junto á los cuales y por el de Saraburo se adelantó la segunda brigada de la tercera division á las órdenos de Don José Ezpeleta, cuyo gefe viendo vacilar por un instante á sus tropas de resultas de la muerte del bizarro coronel de Benavente Don Antonio Losada, empuñó una bandera y arrojándose al rio con intrepidez esclarecida, mantuvo el ánimo en los suyos que á porfia le siguieron entonces, apoderándose sin dilacion de los puestos fortificados y casas de la parte baja de Biriatou. Cruzó la cuarta division al mando interino de Don Rafael de Goicoechea el Bidasoa por los vados superiores al de Saraburo que llevan el nombre de Alunda y las Cañas, y queriendo trepar hasta la parte alta del mismo Eiriatou, consiguiólo y rodeó adenas los atrincheramientos que tenian los enemigos en el descenso de la montaña de Mandale, cogiéndoles tres cañones. Distinguióse aqui el regimiento de voluntarios de la Corona capitaneado por Don Francisco Balanzat. En seguida acometieron los nuestros la Montaña Verde y desalojaron á los franceses, persiguiéndolos camino de Urogue obstinadamente. Apoyaba las

TOMO III.

19

« AnteriorContinuar »