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ris.

Asuntos

La abandona Suchet. Conducta de Soult y Suchet con motivo de lo ocurrido en PaConclúyese un armisticio entre Wellington y los mariscales franceses. politicos. Salen el rey y los infantes de Gerona. Llegan á Tarragona y Reus. Va el rey á Zaragoza. Buen recibo en esta ciudad. Entrada en

córtes.

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Junta en Daroca.

El general Elio.-Lo que

Terucl. Junta en Segorbe. Entrada del rey en Valencia. sucedió con cel cardenal de Borbon. Sale Elio á recibir al rey. Lo misma el cardenal, Representacion de los diputados llamados Persas. Conducta de los liberales en las Se trasladan estas a Doña Maria de Aragon. Funcion fúnebre del 2 de mayo. Lo que pasa en Valencia. Se acerca Wittingham á Madrid. — Conducta del em bajador ingles. Sale el rey de Valencia. Lo que ocurre en el camino. Diputacion de las cortes para recibir al rey. — Otras ocurrencias. Prision en Madrid de la regencia, ministros y muchos diputados. — Disolucion de las córtes por órden del rey. nadas en Madrid. Manifiesto ó decreto del 4 de mayo. Autores y cooperarios de él. Reflexiones. Entrada del rey en Madrid. Llegada de Lord Wellington á la capi

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tal.

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Recompensas que este recibe en su patria. Evacuacion de las plazas que aun conservaba el frances en España. Tratado de paz y amistad con Francia.- Ministros Politica errada y reprehensible de estos. · Cuál hubiera convenido adoptar. - Conclusion de esta obra.

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En medio de aclamaciones las mas vivas y sinceras y de solemnes y espléndidos recibimientos, la regencia del reino las ciudades, villas y lugares situados entre la isla de Leon y la capital de la monarquía. Habíase aquella puesto en camino el 19 de diciembre, viajando á cortas jornadas y haciendo algunos descansos para corresponder al agasajador anhelo de los naturales, por lo que no Hegó á Madrid hasta el 5 de enero de 1814; en donde no fue menos bien acogida y celebrada que en los demas pueblos, alojándose en el real palacio. Los diputados á córtes, aunque por la índole de su cargo no iban juntos ni en cuerpo, tuvieron tambien parte en los obsequios y aplausos, ensanchados los corazones de los habitantes con la traslacion á Madrid del gobierno supremo: indicante, al entender de los mas, de la confianza que este tenia en que el enemigo no perturbaria ya con irrupciones nuevas la paz y sosiego de las provincias interiores del reino.

Abren las córtes alli sus sesiones.

Abrieron las córtes sus sesiones el 15 de enero, suspendidas antes en la isla de Leon, y nombraron por su presidente á Don Gerónimo Diez, diputado por Salamanca. El sitio en que se congregaron fue el teatro de los Caños del Peral, arruinado luego despues, y en cuyo terreno y plazuela denominada del Oriente, constrúyese desde años hace otro nuevo con suntuoso salon para bailes y grandes fiestas.

No ofrecieron al principio particular interes los negocios que las córtes ventilaron en público, sí alguno de los que trataron en secreto; pero del cual no será bien hablar antes de volver atras y referir, como necesario proemio, lo que por entonces habia ocurrido en Francia.

TOMO III.

20

Napoleon

en

Paris y sus medidas.

Llegado que hubo Napoleon à Paris el 9 de noviembre de 1815, buscó con diligencia suma mode de aventar lejos el nublado que le amagaba. Alistamientos, conferencias, manejos, nada olvidó, todo lo puso por obra, aunque prefiriendo á los demas medios el de las armas, rehuyendo, en cuanto podia, de una pacificacion última y formal. Hiciéroule para ella los aliados desde Francfort proposiciones moderadas, atendiendo á los tiempos, segun las cuales concedíanse á Francia por límites los Pirineos, los Alpes y el Rin, con tal que su gobierno abandonase y dejase libre la Alemania, la España y la Italia entera; pero Napoleon, esquivando dar una contestacion clara y esplícita, procuraba solo ganar tiempo avivando impaciente la ejecucion de un decreto del senado que disponia se levantasen 300,000 hombres en los ámbitos del imperio.

Declaracion de

Norte.

Puestos los aliados en algun sobresalto con esta los aliados del nueva y hóstil resolucion, y descontentos de la evasiva respuesta que el emperador francés habia dado á las proposiciones hechas, publicaron una declaracion fecha en Francfort el 10 de diciembre, por la que anunciaban al mundo no ser á la Francia á la que hacian guerra, sino á la preponderante superioridad que por desgracia suya y de la Europa habia ejercido Napoleon aun fuera de su mismo imperio, cuyos límites habian consentido los soberanos aliados en ensanchar, clavando las mojoneras mas allá de donde concluia el territorio de la antigua monarquía francesa; deseosos de labrar la felicidad de la nueva, y penetrados de cuan importante seria sa conservacion y grandeza para el afianzamiento de todas las partes del edificio social europeo. A los discursos siguiéronse la obras; y resueltos los aliados de! Norte á internarse en Francia con tres ejércitos y por tres puntos distintos,

Entran pisaron aquella tierra por primera vez, cruzando sus en Francia. tropas el Rin, al concluir el año de 1813 y comenzar el de 1814: las cuales correspondieron asi á las operaciones de los anglo-hispano-portugueses, que por el mediodia habian llevado ya la guerra anticipadamente hasta las orillas del Adour y el Nive. Diestro Napoleon en las artes del engaño y de enreEatabla Napodadora política, figuróse ser tambien oportuno para nes con Fernan- enflaquecer á sus enemigos y sembrar entre ellos cizaña y fatal disension tener á hurtadillas y por medio de emisario seguro algun abocamiento con Fernando VII, á quien como antes guardaba cautivo en el palacio de Valencey.

leon negociacio

do VII.

No bien lo hubo pensado, cuando al efecto envió allá bajo el fingido nombre de Mr. Dubois al conde de Laforest, consejero de estado, sugeto práctico y de sus confianzas, quien desde luego y ya el 17 de noviembre de 1813 se presentó á Fernando y á los infantes Don Carlos y Don Antonio, siendo su primer paso entregar al rey de parte de Napoleon una carta del tenor siguiente:

1

Su carta á este

rey.

Primo mio: Las circunstancias actuales en que se << se halla mi imperio y mi política me hacen desear «< acabar de una vez con los negocios de España. La Inglaterra << fomenta en ella la anarquía y el jacobinismo, y procura aniquilar la monarquía y destruir la nobleza para establecer una república. No puedo menos de sentir en sumo grado la destruc«cion de una nacion tan vecina á mis estados, y con la que tengo << tantos intereses marítimos y comunes.

<< Deseo pues quitar á la influencia inglesa cualquier pretesto " y restablecer los vínculos de amistad y de buenos vecinos que << tanto tiempo han existido entre las dos naciones.

« Envio á V. A. R. (todavía no le trataba como á rey) al << conde de Laforest, con un nombre fingido, y puede V. A. dar « asenso á todo lo que le diga. Deseo que V. A. esté persuadido « de los sentimientos de amor y estimacion que le profeso.

«

(*Ap. n. 1.)

Conferencias

de los príncipes en Valencey con

el conde de Laforest.

« No teniendo mas fin esta carta ruego á Dios guarde á V. A., primo mio, muchos años. Sant-Cloud, 12 de no<< viembre de 1813. – Vuestro primo. - NAPOLEON*. Siguióse á la lectura de esta carta, de la cual tomaron conocimiento el rey y los infantes con reserva y aparte, un largo discurso que de palabra pronunció el conde de Laforest, inculcando lo espresado en su mision con nuevas esplicaciones, y tratando al rey Fernando, á imitacion de su amo, solo de príncipe y de alteza real. «El emperador, decia, que ha querido que me presente bajo <«< de un nombre supuesto para que esta negociacion sea secreta, « me ha enviado para decir á V. A. R. que queriendo componer las << desavenencias que habia entre padres é hijos, hizo cuanto pudo << en Bayona para efectuarlo; pero que los ingleses lo han destruido « todo, introduciendo la anarquía y el jacobinismo en España, « cuyo suelo está talado y asolado, la religion destruida, el clero « perdido, la nobleza abatida, la marina sin otra existencia que el << nombre, las colonias de América desmembradas y en insurrec«< cion, y en fin todo en ella arruinado. Aquellos isleños no quie<«<ren otra cosa que erigir la monarquía en república, y sin em«bargo, para engañar al pueblo, en todos los actos públicos « ponen á V. A. R. á la cabeza. Yo bien sé, señor, que V. A. R. «no ha tenido la menor parte en todo lo que ha pasado en este << tiempo; pero no obstante se valen para todo del nombre de « V. A. R., pues no se oye de su boca mas que Fernando VII. «Esto no impide que reine alli una verdadera anarquía, pues al « mismo tiempo que tienen las córtes en Cádiz y aparentan querer « un rey, sus deseos no son otros que el de establecer una república. . Este desórden ha conmovido al emperador, que me ha encargado haga presente á V. A. R. este funesto estado, á fin de que se

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« sirva decirme los medios que le parezcan oportunos, ya para

« conciliar el interes respectivo de ambas naciones, ya para que « vuelta la tranquilidad à un reino acreedor á que le posea una « persona del carácter y dignidad de V. A. R. Considerando pues « S. M. I. mi larga esperiencia en los negocios (pues hace mas de « cuarenta años que sigo la carrera diplomática, y he estado en « todas las córtes), me ha honrado con esta comision, que espero desempeñar á satisfaccion del emperador y de V. A. R., de«seando que se trate con el mayor secreto; porque si los ingleses llegasen por casualidad á saberla, no pararian hasta encontrar « medios de impedirla

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Concluida la arenga respondió el rey: «

Que un asunto tan serio « como aquel y que le habia cogido tan de sorpresa, pedia mucha

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« reflexion y tiempo para contestarle; y que cuando llegase este caso se lo haria avisar*. »

(*Ap, a. 2.) ༥ No aguardó á tanto el desvivido emisario, sino que al dia siguiente pidió nueva audiencia. Reprodujéronse en ella por ambas partes las mismas razones y pláticas, hasta que Laforest terminó por decir al rey: «Que si aceptaba la corona de España que el emperador queria volverle, era menester que se concertase con « él sobre los medios de arrojar á los ingleses de ella. «Contestó Fernando y apoyáronle su hermano y tio: «Que de nada podia « tratar hallándose en las circunstancias en que estaba en Valencey, y que ademas no podia dar ningun paso sin el consentimiento de la nacion representada por la regencia. »> Hubo sucesivamente de una y otra parte nuevas vistas, observaciones y réplicas, variando de tema en uno de los casos Mr. de Laforet, para quien ya no era república lo que querian introducir los ingleses en España, sino otra estirpe real en union con los portugueses, cual era la de Braganza. Tan mudable y poco seguro mostrábase el frances en sus alegaciones y propósitos. En fin un dia exigió del rey que le dijera, si al volver á España seria amigo ó enemigo del emperador Contestó S. M.: « Estimo mucho al emperador; pero « nunca haré cosa que sea en contra de mi nacion y de su felicidad; a y por último declaro á V. que sobre este punto nadie en este « mundo me hará mudar de dictámen. Si el emperador quiere que « yo vuelva á España, trate con la regencia, y despues de haber << tratado , y habérmelo hecho constar, lo firmaré; pero para esto «< es preciso que vengan aqui diputados de ella, y me enteren de « todo. Digaselo V. asi al emperador, y añádale que esto es lo que « me dicta mi conciencia. » Firme y noble respuesta si asi fue dada, propia de quien ceñia la diadema de antiguos, gloriosos y dilatados reinos.

Viniendo á cabo la negociacion puso S. M. en manos de Mr. de Laforest una carta en contestacion á la del emperador concebida en estos términos:

Señor: El conde de Laforest me ha entregado la carta que « V. M. I. me ha hecho la honra de escribirme fecha 12 del cor«riente; é igualmente estoy muy reconocido á la honra que « V. M. I. me hace de querer tratar conmigo para obtener el fin « que desea de poner un término á los negocios de España.

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I.

y

« V. M. I. dice en su carta que la Inglaterra fomenta en ella la anarquia, el jacobinismo, y procura aniquilar la monarquia espa«ñola. No puedo menos de sentir en sumo grado la destruccion de una « nacion tan vecina á mis estados y con la que tengo tantos intere« ses maritimos comunes. Deseo pues quitar (prosigue V. M.) d la • influencia inglesa cualquiera pretesto, y restablecer los vinculos « de amistad y de buenos vecinos que tanto tiempo han existido entre « las dos naciones. A estas proposiciones, señor, respondo lo mismo que á las que me ha hecho de palabra de parte de V. M. R. el señor conde de Laforest; que yo estoy siempre bajo la proteccion de V. M. 1., y que siempre le profeso el mismo « amor y respeto de lo que tiene tantas pruebas V. M. I.; pero no puedo hacer ni tratar nada sin el consentimiento de la nacion española, y por consiguiente de la junta. V. M. I. me ha traido á << Valencey, y si quiere colocarme de nuevo en el trono de España, « puede V. M. hacerlo, pues tiene medios para tratar con la junta « que yo no tengo; ó si V. M. I. quiere absolutamente tratar conmigo, y no teniendo yo aqui en Francia ninguno de mi can<«< fianza, necesito que vengan aqui con anuencia de V. M. dipu«tados de la junta para enterarme de los negocios de España, (S. M. tenia idea muy confusa de ellos, segun se ve por el modo como habla, no estando informado sino por el vicioso conducto de los diarios censurados del imperio) « ver los medios (prosigue la carta) de hacerla verdaderamente feliz, y para que sea válido en España todo lo que yo trate con V. M. I. y R.

α

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«Si la política de V. M. y las circunstancias actuales de su imperio no le permiten conformarse con estas condiciones, enton« ces quedaré quieto y muy gustoso en Valencey, donde he pa«sado ya cinco años y medio, y donde permaneceré toda mi vida « si Dios lo dispone asi.

<< Siento mucho, señor, hablar de este modo á V. M. ; pero mi << conciencia me obliga á ello. Tanto interes tengo por los ingleses << como por los franceses; pero sin embargo debo preferir á todo «<los intereses y felicidad de mi nacion. Espero que V. M. I. y R. • no verá en esto mismo mas que una nueva prueba de mi ingenua << sinceridad y del amor y cariño que tengo á V. M. Si prometiese « yo algo á V. M. y que despues estuviese obligado á hacer todo «<lo contrario, ¿qué pensaria V. M. de mí? Diria que era un in<< constante y se burlaria de mí, y ademas me deshonraria para <«< con toda la Europa.

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Estoy muy satisfecho, señor, del conde de Laforest, que ha

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