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cruces.

za de sus verdugos. Lozano entonces y florecido de esperanzas el tierno arbusto de la libertad, no se doblaba á los embates de vientos contrarios, porque aun no habia marchitado su verdura la mano de sus propios amigos, estirando sus ramas para hacerlo crecer antes de tiempo, y nutriéndolo con jugos artificiales que han envenenado su fruto en agraz.

El trono se contentaba con decorar con insignias el pecho de los guerreros que le habian salvado, mientras los dejaba perecer de hambre. CreáCreacion de ronse cruces para renumerar hasta las acciones perdidas durante la guerra, cual si quisieran los ministros perpetuar el baldon y la vergüenza de la derrota: los que habian acompañado al rey á Fran. cia y despeñado la nacion en un abismo de sangre y desgracias, aparecieron premiados con la condecoracion de la lealtad de Valencey: instituyéronse cruces para los Persas que habian promovido la abolicion de las nuevas leyes, para los conspiradores del Escorial y para los que habian prendido á Porlier. Las órdenes de Isabel la Católica, la de San Hermenegildo, fundada en memoria del tiempo en que Fernando se propuso al Santo por modelo cuando se rebeló contra su padre, y otras muchas, rebajaron el precio de unos distintivos tan pródigamente otorgados.

La Corte se vestia de gala los dias del naciDias de gala. miento del monarca, el de San Fernando, el de su vuelta á España, el de su entrada, y aun los de cumpleaños de sus padres, que yacían en el destierro y en la indigencia, para coronar la inmoralidad con el sarcasmo. Obligábase al pueblo á iluminar los edificios, cantábase en las catedrales el Te-Deum, y en cada una de estas fiestas llovian las promociones, los bordados y las fajas, ascendiendo rápidamente los aduladores de la camarilla, y dejando sin estímulo ni recompensa al verdadero

mérito y al valor. En el dia de San Fernando de este año el ministro de Gracia y Justicia don 'Tomás Moyano colocó mas de treinta parientes suyos en los destinos del Estado. Asi se formaban en palacio los trescientos generales que contaba despues España, y entre los cuales no habia uno solo que supiese dirigir un combate.

1815:

Sermones de

Ostalaza.

Ostalaza predicaba que el rey nada debia á la patria, sino la patria al rey; pues su nombre mágico habia obrado los prodigios de la guerra de la independencia: dignos son de traerse á la nemoria algunos retazos para muestra de las ideas y de las doctrinas de este hombre hipócrita y cruel. Hablando de la época de las Cortes de Cádiz esplicábase asi."Tomando de los franceses hasta los nombres, habian introducido el de las ideas liberales, para disimular su espíritu de republicanismo: Ilamaban nacional á todo lo que antes se denominaba real: bautizaban á todos por fuerza con el nombre de ciudadanos, aunque no tuviesen arraigo ni oficio conocido: llamaban para los empleos á todos mends á los que los merecian y á los que temian á Dios: y lisonjeando á la muchedumbre incauta llamándola por una monstruosa contradiccion soberana de sí misma. Invocaban su nombre para cohonestar su usurpacion, siendo ellos los únicos soberanos intrusos de un pueblo al que tiranizaban con enormes contribuciones." (*) Y mas (*Ap. lib. 8. adelante calumniaba al congreso de que fue indi- num. 7.) viduo. "¡Cuánto dinero no derramaron! ¡Cuántas promesas para hacerse partido! monos imitadores de nuestros enemigos, todas sus providencias estaban formadas sobre las bases de la regeneracion napoleónica. Rivales ocultos, pero furiosos, del rey mas amado de los pueblos, todo su conato se dirige á entibiar el amor que se le tiene, á olvidar su nombre y sembrar la discordia para abrir la puer

tor.

ta al invasor: enemigos tanto del altar como del trono, todas sus miras se encaminan á acabar con entrambos." De este modo escitaba las pasiones populares el que mientras esto escribimos, perece al ímpetu de una de sus oleadas: la historia iba á apuntar los peligros del que suelta los vientos encarcelados, y el mismo que ha abierto las puertas de su cueva ofrécese por ejemplo: Ostalaza muere arcabuceado en un tumulto. Pero apartemos los ojos de las escenas presentes y sigamos el curso de las que ya pasaron. No contento Ostalaza con aqueIlos rasgos de cruel hipocresía daba á la luz pública novenas con las armas reales: otro clérigo blasfemo comparaba al monarca con el supremo Autor de la naturaleza, é imprimia su panegírico con el título impío de Triunfos recíprocos de Dios y de Fernando VII: y don Jaime Creux y otros diputados recibian mitras en recompensa de haber delatado á sus compañeros y apoyado las doctrinas del absolutismo.

Para fomentar la industria y las artes nombraba Fernando protectores de los establecimientos literarios y academias á los infantes dos Carlos y don Antonio; y la universidad de Alcalá de Henares, de la patria del inmortal Cervantes, tan célebre en otro tiempo, concedia á don Antonio el tíDon Antonio tulo de doctor complutense, recompensa reservada nombrado doc- al talento, y vendida ahora á la rudeza de un hombre nulo y sin entrañas cuyos méritos consistian solo en ser hijo de un monarca. Su propio sobrino, que asi le llenaba de dignidades conociendo su ineptitud, le llamaba por zumba el doctor, y á los ojos de los palaciegos era un objeto de risa cuando comentaban las palabras del buen infante y su petulancia al verse adornado con todas las borlas que en su pobre concepto equivalian á la infusion de las

ciencias.

Desembarazada la camarilla de los ingenios y

de los varones de mas probidad, prófugos ó encadenados, faltábale reconquistar á America, sin cuyos tesoros desquiciábase el sistema establecido. La llama de la insurreccion habia prendido en Venezuela, Chile, Perú y Buenos Aires; y aunque todavía no se divisaba el fuego en Mégico, comenzábase á sentir el calor que lo anunciaba escondido y á punto de estallar. Facil hubiera sido al monarca transigir con la insurreccion; pero ceder era voz de traidores en el alcázar de Madrid, donde se reputaba la violencia el descubrimiento mas feliz y seguro para acabar con los que llamaban tumultos. Fieles á sus principios los gobernantes querian reducir á la obediencia á los americanos por medio del terror; y en 27 de Noviembre la inquisicion de Mégico celebró un auto de fé con un cura prisionero llamado don José María Morelos. A cada versículo, cantado por los inquisidores, tocaban las espaldas del cura los familiares del santo oficio con manojos de varas, en ademan de azotarle para ignominia del gobierno español; y pocos dias despues de ejecucion tan vergonzosa el infeliz Morelos fue arcabuceado. Sin duda no era este el medio mas eficaz de convencer á los que empuñaban las armas y de atraerlos á partido: sus cabezas se exaltaban con la fiereza de sus enemigos, y el despecho y el honor afirmaban la espada en su mano. En vano habia partido al frente de numerosas huestes el teniente general don Pablo Morillo, seguido despues por don Alejandro Hore, y en vano se habia cubierto de laurel tomando á Cartagena de Indias: la impolítica, la imprevision y la terquedad del gobierno acrecian la avenida en vez de ponerle diques, y amenazaban el edificio entero de nuestras colonias. Morillo, trepando unas veces á la cima de empinadísimos montes y teniendo otras que atravesar inmensas soledades, consumíase por

Estado de América.

1815.

Morillo.

llesteros.

su mismo movimiento: alli debia perecer si no recibia numerosos socorros. Resolvió pues Fernando reunir en Cádiz teinta mil infantes, mil y quinientos caballos y su correspondiente artillería, encargando la organizacion de estas fuerzas á don Francisco Javier Abadía. No tardaremos en ir conociendo las dificultades de la empresa, por mas asequible y halagüeña que pareciese á los consejeros de Fernando, tan pobres estadistas como mezquinos políticos.

La camarilla pensó que Ballesteros no habia obrado con bastante energía para desenmarañar todas las tramas de la Coruña en la conspiracion de Porlier, y que en los cien dias de Napoleon habia dejado traslucir la ambicion del mando. Preocuparon el ánimo del rey con sus viejas mañas, y Fernando en el mismo dia en que firmó la exoneraCaida de Ba- cion y destierro de Ballesteros le colmó de elogios, por lo que el ministro se creyó en la cumbre del favor. Pero apenas llegó á su casa encontró el decreto que le destituía de la secretaría de la Guerra, donde entró el marques de Campo Sagrado, varon de recomendables prendas que mandaba las armas en Cataluña: tambien salió de la secretaría de Hacienda don Felipe Gonzalez Vallejo, que desde la vuelta de su comision la habia ocupado, y se eclipsó aunque momentáneamente el astro del favor de Ceballos. Ante el formidable poder de los criados de antesala deslucíanse los servicios mas brillantes y zozobraban las reputaciones mas bien sentadas: lanzado por ellos el rayo de la desgracia desaparecian de la escena los amigos del Escorial, los de Valencey y los de Madrid. De Ostalaza. Hasta el mismo Ostalaza, individuo de la camarilla, sucumbió de resultas de cierta intriga en que manifestó demasiada osadía; y tuvo que partir á Murcia, nombrado director de la casa de niñas

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