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Al verse á las puertas de la ciudad detuvo su caballo y dijo al marqués de Pescara: «Ruégoos, marqués, que vos y estos caballeros me hagais pla<cer de no meterme en Pavía, que seria grande afrenta para mi no haber'a podido tomar, y meterme en ella preso.» Pareció á todos muy justo el reparo, y acordaron aposentarle en un monasterio fuera de Pavía. Tratóse á quién habia de encomendarse la guardia de su persona, y el marqués de Pescara espuso que, siendo los españoles á quienes se debia principalmente el premio de la victoria, debia fiársele á don Fernando de Alarcon, gefe de los españoles, con lo cual el emperador se daria por servido, su nacion por honrada, y todos por satisfechos y seguros. Convinose en ello, y Alarcon quedó encargado de la persona del rey. Alojado el ejército en las tiendas francesas, llegó un soldado español, llamado Cristóbal Cortesía, llevando prisionero al príncipe de Navarra (1). Presentóse tambien un villano pidien→ do albricias por haber muerto al príncipe de Escocia, en testimonio de lo cual enseñaba la rica cadena de oro que el príncipe llevaba al cuello. En efecto, el príncipe escocés habia tomado por guia aquel labriego para fugarse, ofreciéndole una buena paga, y aun hacer su fortuna si queria acompañarle á Escocia, y dándole desde luego aquella preciosa cadena. El villano lo prometió así; mas al llegar á un barranco, le dijo al principe que lo atravesára; hundióse desde luego su caballo hasta las cinchas, y entonces el traidor le dió una cuchillada en la cabeza dejándole muerto. Enterado el marqués de Pescara de la felonía del villano, le mandó ahorcar inmediatamente, y envió con mucha solemnidad por el cuerpo del príncipe y le hizo honrosas exe◄ quias (2).

Tales fueron los principales incidentes de la famosa batalla de Pavia (24 de febrero, 1525). De ocho á diez mil franceses sucumbieron en el campo al filo de las lanzas imperiales, sin contar otra muchedumbre de ellos que se ahogó en las aguas del Tesino en su ciega y precipitada fuga. Allí pereció la flor de la nobleza de Francia, y en aquella jornada debieron acabar los sueños de gloria del rey-caballero y sus arrogantes pretensiones al dominio de Italia. Al divulgarse la noticia del desastre, la pequeña guarnicion de Milan se retiró sin dar tiempo á ser perseguida, y á los quince dias no habia en Italia mas franceses que los prisioneros. El defensor de Pavía, Antonio de

«<pesa.>> Dicen que el rey la tomó, y dijo al soldado que le agradecia el buen deseo. «Esto, añade el testigo ocular, fué muy reido.>> (4) Este fué puesto en el castillo de Pavia, y habiendo logrado sobornar á un criado del marqués del Vasto que le guardaba,

se fugaron los dos juntos y se fueron á Francia.

(2) «Era, dice el autor de la Relacion, de diez y ocho años, y la mas hermosa criatura que jamás vi.»

Leiva, se presentó tambien al rey Francisco, y le besó la mano, oyendo de su boca los justos elogios que tan brillante defensa merecia. Los despojos de la batalla, en vituallas, acémilas, caballos, armas, vestidos, joyas y bajillas fué inmenso, y los vencedores se indemnizaron bien de tantas escaseces y privaciones como habian sufrido.

Al día siguiente, fué trasladado Francisco I. al castillo de Pizzighitone en Lombardia, á orillas del Adda, siempre bajo la salvaguardia del caballero don Fernando de Alarcon. En los primeros momentos escribió Francisco á su madre la duquesa de Angulema, á quien él había dejado por gobernadora del reino, una carta, de la cual solo han adquirido celebridad (como si más no le hubiera dicho) aquellas famosas palabras:" «Todo se ha perdido menos el honor, pero no las siguientes, que decian: «y la vida, que se ha salvado: et la vie, qui est sauve (1).»

Por el mismo portador de esta carta, que era el comendador Peñalosa, dirigió otra el rey prisionero al emperador, en la cual le decia: «Sed cierto que no tengo consuelo en mi infortunio, sino es la esperanza de vuestra bondad, que si os pluguiere usarla conmigo, vos obraríais como principe generoso, y yo os quedaria para siempre obligado... Asi pues (añadia), si os placiere tener piedad de mí, dándoos la seguridad que merece la prision de aun REY DE FRANCIA, á quien se quiere hacer amigo y no desesperar, podeis hacer una adquisicion, pues en lugar de un prisionero inútil, hariais un rey siempre esclavo vuestro (2).» Al mismo tiempo, y por el mismo conducto escribió Mad. Luisa, madre del rey, al emperador, diciéndole: «Se

(1) Vamos á dar una copia exacta de esta célebre carta, que nuestros historiadores no conocieron, y que en las mismas historias modernas de Francia se ha copiado generalmente con poca exactitud. Decia asi:

«Madame, pour vous faire sçavoir com»me se porte le reste de mon infortune, de atoutes choses ne m'est demeuré que l'hon«neur, et la vie qui est sauve. Et pour ce «que, en vostre adversité, ceste nouvelle «vous fera ung peu de reconfort, j'ay prié «qu' on me laissat vous escripre ceste letre: «ce que l'on m'a aissement accordé, vous supliant ne vouloir prendre l'extremité vous «mesmes, en usant de vostre accoustemée «prudence; car j'ay esperance à la fin que «Dieu ne me abandonnera point, vous re«commendant vos petits enfans et les miens, «et vous suppliant faire donner le passage à

ace porteur pour aller et retourner en Espai«gne, car il va devers l'empereur, pou sçaavoir comme il voudra que je sois traicté.

«El sur ce va très humblement se recom«mander á vostre honne grace.

«Vostre tres humble et tres obeissant «filz,

FRANÇOIS.»

(2) Pourquoy, s'il vous plaist avoir cette «honneste pitié de moyenner la seureté que «merite la prison d'un roy de France, le«quel ont veut rendre amy et non desesperé,

pouvez estre seur de faire un acquett au «lieu d'un prisonnier inutile, de rendre un «roy á jamais vostre esclave.

«Doncques, pour ne vous ennuyer plus alonguement de ma fascheuse lettre, fera «fin, avec humbles recommandaciones á

ñor, mi buen hijo: 'desde que he sabido el infortunio acaecido al rey mi thijo y señor, estoy dando gracias á Dios de que haya caido en manos del *príncipe que más amo en el mundo; esperando que vuestra magnificencia <convertirá en su favor los lazos de sangre, de parentesco y de alianza que "hay entre vos y él: y en el caso que asi sea, tengo por cierto que será un gran bien para el porvenir de la cristiandad vuestra amistad y union. Por tanto, os ruego humildemente, señor é hijo mio, que penseis en ello, y <mandeis que sea entretanto tratado como á vuestra honra y la suya cumple, y permitais que sea servido de modo que pueda yo saber con frecuen«cia de su salud. Haciéndolo asi, os quedará reconocida una madre, á quien «vos dísteis siempre este nombre, y que otra vez os ruega que ahora en caficion os mostreis padre.-Vuestra muy humilde madre, —Luisa.»>

Recibió el emperador la noticia del suceso de Pavia con una moderacion admirable, y sin ostentar orgullo ni escesiva alegría. Dirigióse á la capilla á dar gracias a Dios, volvió á la sala de la audiencia, donde recibió las felicitaciones de la nobleza española y de los embajadores estrangeros, mostrando condolerse de la adversidad del ilustre prisionero, prohibió que se hiciesen regocijos públicos, que dijo reservaba para el primer triunfo que alcanzára contra los infieles, y contestó á la madre de Francisco I. la carta siguiente: Madama: He recibido la carta que me habeis escrito con el comendador «Peñalosa, y de él tambien supe lo que vos ovo dicho acerca de la prision adel rey vuestro hijo. Yo doy muchas gracias á Nuestro Señor por todo lo <que á él le ha placido permitir, porque espero en su divina providencia «que esto será camino para que en toda la cristiandad pongamos paz, y contra los infieles volvamos la guerra. Sed cierta, madama, que tal jornada <como esta, no solo no seré en estorbarla, mas aun tomaré el trabajo de en«caminarla, y alli emplearé mi hacienda y aventuraré mi persona. Sed tambien cierta, madama, que si paz universal vuestro hijo y yo hacemos, y <tomamos las armas contra los enemigos, todas las cosas pasadas pondré en Colvido, como si nunca enemistad entre nosotr os hubiese pasado. Yo envio «á monsieur Adrian á visitar á vuestro hijo sobre el infortunio que le ha

vostre bonne grace, celuy qui n'a aise que d'atendre qu'il vous plaise le nommer, eu aliu du prisonnier,

Vostre bon frere et amy,
FRANÇOIS.D

Documentos relativos la cautividad de

Francisco I. publicados de órden del rey
Luis Felipe de Francia en 1847, pág. 130.

Consta tambien que el rey Francisco tuvo necesidad de recibir un socorro de dinero del alcaide de la fortaleza, y que el virey de Nápoles le prestó una suma, hasta que la reina su madre pudiera librarle algunos fon dos.

sucedido, del cual si nos place por el bien universal que de su prision esperamos, por otra parte nos ha pesado por el antiguo deudo que con él tenemos. Tambien lleva Mr. Adrian una instruccion asaz bien moderada, y no menos justificada, para que os la muestre á vos y al rey vuestro hijo. Y sí deseais quitaros de trabajo, y sacar á él de cautiverio, ese es el verdadero <camino. Debeis, pues, con brevedad platicar sobre esta nuestra instruc«cion, y tomar luego resolucion de lo que entendeis hacer, y respondernos, porque conforme à vuestra respuesta alargaremos su prision ó abreviare<mos su libertad. Entretanto que esto se platica, he dado cargo al duque de Borbon, mi cuñado, y á mi virey de Nápoles, para que al rey vuestro hijo ese le haga buen tratamiento, y que continuamente os hagan saber de su saalud y persona, como vos lo deseais y por vuestra carta lo pedís. Mucha esperanza tengo de que vos, madama, trabajareis de llegar todas estas cosas á buen fin, lo cual si asi hiciéredes, me echareis en mucho cargo, y á <vuestro hijo hareis gran provecho.»>

Mas de los términos de aquella instruccion y de las largas consecuencias de la derrota y prision de Francisco I. en Pavía iremos dando cuenta en otros capítulos

CAPITULO XI.

PRISION DE FRANCISCO I. EN MADRID.

De 1525 á 1520.

Conducta de Cárlos V. despues de la batalla de Pavía.-Estado del ejército imperial en Italia.-Recelos del papa y de los venecianos.-Firmeza de la reina regente de Francia: medidas para salvar el reino.-Sus tratos con Inglaterra, Venecia y la Santa Sede.-Condiciones que Cárlos V. exigia á Francisco I. como precio de su libertad.-Contestacion de éste mensages.-Es traido á Madrid.-Desatenciones del emperador con el régio cautivo.-Peligrosa enfermedad de Francisco en la prision.-Visitale Cárlos.-Nuevo desvío.-Proyecto de fuga.-Abdicacion de Francisco.-Temores del emperador.-Célebre Concordia de Madrid entre Cárlos V. y Francisco I. para la libertad de éste.-Capítulos del tratado.-Protesta secreta de Francisco.-Pláticas amistosas entre los dos soberanos.-Sale el rey Francisco para Francia.-Casamiento del emperador.-Ceremonial que se observó en el rescate de Francisco I.-Dramática escena en el Bidasoa.Entra en su reino, y vienen sus hijos en rehenes á España.-No cumple el rey de Francia lo pactado.-Anuncios de graves complicaciones.

Si siempre es dificil obrar del modo mas discreto, mas conveniente y atinado despues de una gran victoria ó de un gran golpe de fortuna, lo era mucho más para el emperador Cárlos V. despues del glorioso y memorable triunfo de sus armas en Pavía. Un príncipe jóven, de imaginacion ardiente, ávido de gloria y no desnudo de ambicion, que se veía el soberano mas poderoso del mundo, halagado por la suerte, con una perspectiva risueña y brillante ante sus ojos, con sus banderas victoriosas en Italia, aprisionado el monarca que se habia presentado como su rival mas temible, y teniendo por aliados, mas o menos sinceros, á casi todos los principes y estados de Europa, bien necesitaba de prudencia para no faltar á la moderacion y templanza

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