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CAPITULO XXXIII.

CARLOS V. EN YUSTE.

De 1557 á 1559.

Refiérense las inexactitudes, invenciones y falsedades que nos ban trasmitido los historiadores acerca de la vida de Cárlos V. en Yuste.-Demuéstrase que no vivió abstraido de la política y de los negocios del mundo.-Que era consultado en todo y lo dirigia todo desde su retiro.-Pruébase que no vivió tan sóbria y pobremente como han dicho los historiadores. Número de sus criados y sirvientes.-Valor de su ajuar y menage.-Otras especies inverosimiles que han corrido acerca de su vida claustral.-Es cierto que se ejercitaba en actos de devocion y de piedad, y que recibia con frecuencia los sacramentos. No lo es la famosa anécdota de los funerales en vida.-Causa verdadera de su última enfermedad, y de su fallecimiento.-Muerte cristiana y ejemplar de Cárlos V.— Circunstancias de su entierro.-Su testamento y codicilo.-Exéquias en Yuste, en Valladolid y en Roma.-Célebres honras que le hizo su hijo en Bruselas

Túvose por tan singular y estraordinaria determinacion y por tan señalado acontecimiento el de la retirada del emperador Cárlos V. al monasterio de Yuste, y es tanto y tan inexacto lo que acerca del género de vida de tan célebre personage en aquel retiro han dicho y estampado escritores nacionales y estrangeros, que parece hasta cierto punto inconcebible, que existiendo tantos documentos, no se haya conocido todavía la vida verdadera del emperador en Yuste, y hayan corrido sin contradiccion las invenciones que los doctos han escrito ó copiado y los ignorantes repiten á coro. Desearíamos ser nosotros los equivocados, especialmente en algunos puntos; pero siendo para nosotros lo mas sagrado la verdad histórica, la espondremos tál como á nuestros ojos aparece á la luz de documentos auténticos y originales, y el lector juzgará desapasionadamente entre nosotros y los escritores que nos han precedido.

Unánimemente han consignado los mas autorizados entre ellos, que Carlos V. desde su entrada en Yuste vivió completamente abstraido de los negocios públicos, sin querer que le habláran de ellos, y sin tomar la mas pequeña parte en la politica del mundo: que se consagró enteramente á Dios, haciendo una vida de oracion, de meditacion y de penitencia como el monge mas austero, y que dió el mayor ejemplo de humildad religiosa que pudiera imaginarse, haciéndose sus propias exéquias en vida.

«Retiróse tanto, dice uno de sus mas acreditados historiadores, de los negocios del reino y cosas del gobierno, como si jamás hubiera tenido parte en ellos (1). » Y le pinta tan entregado esclusivamente á ejercicios espirituales, á actos de devocion y de piedad, de tal manera que no habia monge que le igualára, y él daba ejemplo á todos, confundiendo aún á los mas perfectos del monasterio.

Represéntale el historiador general de la órden de San Gerónimo completamente retirado de todo género de negocios esternos, tratando solo los de su alma. Y en la descripcion de su vida ordinaria le hace invertir todas las horas de cada dia y de cada noche, desde antes de levantarse hasta despues de acostado, en una ocupacion no interrumpida de oraciones, misas, sermones, pláticas doctrinales y religiosas, procesiones, confesiones y penitencias, que no era posible le quedára vagar para ninguna especie ni de distracciones ni de negocios. Macerábase, dice, el cuerpo, y se azotaba hasta el punto de gastar los ramales de las disciplinas que heredó su hijo.

Cuenta este mismo historiador, que con motivo de haber hecho Cárlos celebrar exéquias por sus padres y por la emperatriz su esposa, concluidas que fueron, manifestó á su confesor Fr. Juan Regla, el pensamiento y deseo de celebrar las suyas propias, para que vea yo, le dijo, lo que tan presto ha de pasar por mí.» Y preguntándole si le aprovecharian, le respondió el confesor que sí, y aun mas que si se hicieran despues de muerto. Que en su virtud aquella misma tarde se construyó un gran túmulo en la capilla mayor, que concurrieron todos los criados de S. M. de luto, y el mismo monarca asistió con su vela en la mano á la ceremonia fúnebre, y que en la misa ofreció su vela en manos del sacerdote, como indicando que asi ofrecia en las de Dios su alma, de cuyo acto se mostró al dia siguiente (31 de agosto) al confesor muy satisfecho y consolado (2).

(4) Sandoval, Historia de la vida del em- cap. 36 y 38. perador en Yuste.

(2) Fray José de Sigüenza, Historia de la Orden de San Geronimo, part. III.. lib. I,

El obispo Sandoval refiere esto de las honras muy de otra manera. Cuenta éste, que afcitándole un día su barbero Nicolás,

Uno de los mas notables biógrafos de Cárlos V. y de Felipe II. afirma del modo mas absoluto, que Cárlos desde que se encerró en su soledad no quiso que le habláran ya más «ni de sus tesoros de la India, ni del estrépito de las guerras que bajo sus enseñas y con sus capitanes se hacian en toda Europa por tierra y por mar. Y con tono de seguridad y con aire de magisterio niega que despues de su renuncia pensára ni en la guerra ni en la paz, ni en nada de lo que hiciesen los principes cristianos; y concluye aseverando muy formalmente, «que de tal manera se deshumanó, que no quiso saber ni dónde se hallaba su hijo, ni cuál fuese su comportamiento con los principes, ni su conducta con los pueblos, ni su fortuna en la guerra, ni sus prosperidades en la paz, y que en cuanto á consejos particulares se abstavo comp'etamente de dárselos (1).»

El jesuita historiador de las guerras de Flandes no se ha contentado con esto y dice: «Verdaderamente cosa admirable fué, el que Cárlos abstraido de aquella soledad y olvido de cuidados..... se desnudase tanto de las antiguas «costumbres, y totalmente de la naturaleza; que ni el oro que en gran copia «trajo para él en esta sazon la flota española de las Indias, ni el estruendo de las guerras que con armas y capitanes suyos se hacian por mar y tierra en «Europa, pudiesen hacer la menor mella en aquel ánimo acostumbrado tan«tos años al sonido de las armas, ni interrumpirle un punto su tranquilidad «el oir tan varios sucesos. Gastaba este augusto morador de las selvas la «vida cotidiana de suerte, que daba parte al cuerpo, cada dia mas enfer«mo y cansado, parte á Dios y á su alma..... Muchas veces se ocupaba en hacer relojes..... teniendo por maestro á Juanelo Turriano, Archimedes «de aquel tiempo..... Este fué quien se esmeró más, con nuevas máquinas «cada dia, en deleitar en aquel retiro de San Gerónimo el ánimo del César «deseoso de tales cosas. Porque muchas veces despues de comer sacó á la «mesa imagencillas armadas de hombres y caballos, unas tocando caxas

le dijo el emperador: «¿Sabes, Nicolás, lo que estoy pensando? Que tengo ahorradas dos mil coronas, y querria hacer mis honras con ellas.»> Que el barbero le respondió: «No se cure V. M. de eso, que si se muriese nosotros le haremos las honras.» A lo cual replicó el monarca: «¡Oh, cómo eres necio! Igual es llevar el hombre la candela delante que no detrás:>> Como si profetizase su muerte; que luego cayó malo, etc. Pero el obispo de Pamplona no dice que se hicieran las honras en vida.

(1) Non ei è dubbio alcuno che si fosse

tanto dissumanalo, che non volesse saper dove egli era, quali fossero i suo porlamenti con Prencipi, quali le sue azzioni co Popoli, quali le sue fortune nella guerra, é quali le sue prosperita nella pace, é lutto cio in una manera generale, perche in quanto á consigli particolari non s' ingeri mai á dargliene, dopi i primi nel tempo della rinuncia.»-Gregorio Leti, llamado El Resucitado, Vita di Filippo II., parte prima, lib. X.—Id. Vita dell'invitisimo imp. Carlo V

de guerra, otras resonando clarines, y algunas de ellas chocando feroces "entre sí con las lanzas enristradas. Algunas veces echó desde el aposento unos pajarillos de madera, que iban y volvian volando, pensando el prior adel convento, que acaso se halló presente, a'gun mágico artificio. Tam<bien hizo unos molinos de hierro que se movian por si, de tanta sutileza ❝y pequeñez, que los llevaba un monge ocultos en la manga, siendo asi que "molian la cantidad de trigo.que podia sustentar asaz á ocho hombres cada dia. Pero estos entretenimientos al principio fueron mas frecuentes. Mas después se moderaron con los avisos de la enfermedad..... Porque desde «este tiempo su primer cuidado fué asistir á los divinos oficios de los monges, leer á menudo en los libros de los santos, y tratar en las conver«saciones de asuntos piadosos; confesarse con mas frecuencia y repararse con el manjar del cielo; y esto tal vez habiéndose desayunado con dispensacion que ya antes tenia para esto del romano pontifice por la flaqueza del estómago. Tambien comenzó á castigarse por la vida pasada con unas «disciplinas de cordeles retorcidos..... Estos cordeles que con gran reverencia guardó después el rey Philipo, cercano á su muerte mandó que se los traxesen, y asi como estaban salpicados con la sangre de Cár'os su padre los entregó á su hijo Philipo III. y dicen que se conservan entre los @monumentos de la piedad austriaca,

anécdota de los funerales en Ultimamente con ocasion de

Pasando luego á referir lo de la ruidosa vida, lo hace con los siguientes pormenores: «un aniversario que hizo á su madre, deseó celebrarse á sí las obséquias, si era lícito: y comunicado el caso con Fr. Juan Regla su confesor, como éste le hubiese respondido que seria cosa desusada é inaudita, pero piado«sa y saludable, mandó que cuanto antes le previniesen los funerales. Veis aqui que en el templo se levanta la mole del túmulo, encienden en él haachas, cércanle con luto los criados, celébrase la misa de difuntos con el atriste canto de los monges: él, vivo en su entierro, miraba en aquellos ofiacios imaginarios las verdaderas lágrimas de los suyos; oia el lamentable ecanto de los que imploraban para él plácido descanso en las felices mo«radas, y pedia él mismo para sí sufragios mezclados con los cantores. ellasta que llegándose al que sacrificaba, y entregándole la hacha encenedida que él tenia, levantados los ojos al cielo: Yo, dice, oh árbitro de la evida y de la muerte, te ruego y suplico, que como el sacerdote toma esta «ccra que ofrezco, asi tú recojas benignamente en tu seno y brazos esta calma encomendada en tus manos siempre que quieras.» Entonces, cubierto como estaba con un largo luto, se tendió en el suelo, y renovándose las lágrimas de todos los presentes, le lloraron como á enterrado, con

ael último lamento. Mas con este ensayo hacía Cárlos los preludios å la cer«cana muerte. Porque al otro dia despues de estas exéquias le vino una fiebre, de la cual poco á poco consumido etc. (1)»

De la misma manera se esplica el mas acreditado de los historiadores estrangeros de Cárlos V. Retrátale igualmente ageno á todos los acontecimientos politicos de Europa, sin que, ni siquiera por curiosidad, permitiera que le informáran de ellos; cultivando á veces con sus propias manos su jardin, entreteniendo mucho tiempo en la fabricacion de relojes y otras obras curiosas de mecánica con que admiraba á los ignorantes monges (2), empleando el resto de las horas de cada dia en oraciones, oficios y ejercicios piadosos, con una asiduidad y una austeridad enteramente monásticas, y repite lo de las maceraciones y las disciplinas teñidas en su propia sangre. Y como si no fuesen bastantes, añade, estos actos de mortifica«cion..... perturbando cada dia más su espíritu la inquietud, la desconfianza y el temor que acompañan siempre á la supersticion..... concibió una de las ideas mas originales y estrañas que haya podido inspirar jamás el «fanatismo á una imaginacion desordenada y débil. Resolvió celebrar sus funerales en vida. Al efecto hizo erigir un catafalco en la iglesia del conevento, donde acudieron sus criados en procesion funeraria con cirios negros, siguiendo'os él envuelto en una mortaja. Tendido con mucha so«lemnidad en un féretro, se cantó el oficio de difuntos: Carlos unia su «voz á los que oraban por el reposo de su alma. Púsose fin á la ceremonia «rociando, segun costumbre, el féretro con agua bendita, y retirándose todos, se cerraron las puertas de la iglesia. Entonces salió Carlos del cataud, y regresó á su aposento lleno de las lúgubres ideas que necesariaamente debió inspirarle tan solemne acto. Sea que le fatigase la larga du<racion de la ceremonia, sea que aquel espectáculo de muerte causase profunda impresion en su alma, acometióle al dia siguiente una fiebre, á cu«yo ataque no pudo resistir su estenuado cuerpo, etc. (3).»

Tales son las noticias que acerca de la vida de Cárlos V. en Yuste nos han trasmitido los historiadores de mas cuenta (4), con tal uniformidad en

(1) Fr. Famiano Estrada, Guerras de Flandes, Decada I., lib. I.

(2) De aqui nació la anécdota de que habiendo trabajado en vano por hacer marchar al menos dos relojes con entera igualdad y exactitud, reflexionó que habia sido una locura pretender uniformar á los hombres en opiniones y creencias.

(4) A estos nos hemos limitado; asi es, que no hemos citado á Juan Antonio de Vera y Figueroa, conde de la Roca, y otros, que conocidamente ban tomado sus noticias de Sandoval, Sigüenza y demas que hemos nomb: ado.

Réstanos advertir, que el monge Fr. Martin de Angulo, prior que fué en Yuste (3) Robertson, Hist. del emperador Cár- los últimos meses de 4558, escribió una relalos V., lib. XII. cion de la vida del emperador en aquel mo

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