Imagens das páginas
PDF
ePub

ral y virtuoso ejercicio y que les suplicaba, si no tenian mucho que hacer, y no estaban impedidos en negocios mas importantes, quisiesen ser sus compañeros, que él compraria ovejas y ganado suficiente, que les diese nombre de pastores y que les hacia saber que lo mas principal de aquel negocio estaba hecho, porque les tenia puestos los nombres que les vendrian como de molde. Díjole el cura que los dijese. Respondió D. Quijote que él se habia de llamar el pastor Quijotiz, y el bachiller el pastor Carrascon, y el cura el pastor Curiambro, y Sancho Panza el pastor Pancino. Pasmáronse todos de ver la nueva locura de D. Quijote; pero porque no se les fuese otra vez del pueblo á sus caballerías, esperando que en aquel año podria ser curado, concedieron con su buena intencion, y aprobaron por discreta su locura, ofreciéndosele por compañeros en su ejercicio y mas, dijo Sanson Carrasco, que como ya todo el mundo sabe, yo soy celebérrimo poeta, y á cada paso compondré versos pastoriles ó cortesanos, ó como mas me viniere á cuento, para que nos entretengamos por esos andurriales donde habemos de andar: y lo que mas es menester, señores mios, es que cada uno escoja el nombre de la pastora que piensa celebrar en sus versos, y que no dejemos árbol por duro que sea donde no la retule y grabe su nombre, como es uso y costumbre de los enamorados pastores. Eso está de molde, respondió Don

:

Quijote, puesto que yo estoy libre de buscar nombre de pastora fingida, pues está ahí la sin par Dulcinea del Toboso, gloria de estas riberas, adorno de estos prados, sustento de la hermosura, nata de los donaires, y finalmente sugeto sobre quien puede asentar bien toda alabanza, por hipérbole que sea. Asi es verdad, dijo el cura; pero nosotros buscarémos por ahí pastoras mañeruelas, que si no nos cuadraren, nos esquinen. A lo que añadió Sanson Carrasco: y cuando faltaren, darémosles los nombres de las estampadas é impresas de quien está lleno el mundo, Fílidas, Amarílis, Dianas, Fléridas, Galateas y Belisardas, que pues las venden en las plazas, bien las podemos comprar nosotros, y tenerlas por nuestras. Si mi dama, ó por mejor decir mi pastora, por ventura se llamare Ana, la celebraré debajo del nombre de Anarda, y si Francisca, la llamaré yo Francenia, y si Lucía, Lucinda, que todo se sale allá ; y Sancho Panza, si es que ha de entrar en esta cofradía, podrá celebrar á su muger Teresa Panza con nombre de Teresaina. Rióse D. Quijote de la aplicacion del nombre, y el cura le alabó infinito su honesta y honrada resolucion, y se ofreció de nuevo á hacerle compañía todo el tiempo que le vacase de atender á sus forzosas obligaciones. Con esto se despidieron dél, y le rogaron y aconsejaron tuviese cuenta con su salud, con regalarse lo que fuese bueno. Quiso la suerte que su sobrina y el ama oyeron la plá

tica de los tres; y asi como se fueron se entraron entrambas con D. Quijote, y la sobrina le dijo: ¿qué es esto, señor tio? ahora que pensábamos nosotras que vuesa merced volvia á reducirse en su casa, y pasar en ella una vida quieta y honrada, se quiere meter en nuevos laberintos haciéndose pastorcillo tú que vienes, pastorcico tú que vas (266): pues en verdad que está ya duro el alcacer para zampoñas. Á lo que añadió el ama: ¿y podrá vuesa merced pasar en el campo las siestas del verano, los serenos del invierno y el aullido de los lobos? No por cierto, que este es ejercicio y oficio de hombres robustos, curtidos y criados para tal ministerio casi desde las fajas y mantillas: aun mal por mal, mejor es ser caballero andante que pastor. Mire, señor, tome mi consejo, que no se le doy sobre estar harta de pan y vino,sino en ayunas, y sobre cincuenta años que tengo de edad: estése en su casa, atienda á su hacienda, confiese á menudo, favorezca á los pobres, y sobre mi ánima si mal le fuere. Callad, hijas, les respondió D. Quijote, que yo sé bien lo que me cumple: llevadme al lecho, que me parece que no estoy muy bueno; y tened por cierto que ahora sea caballero andante, ó pastor por andar, no dejaré siempre de acudir á lo que hubiéredes menester, como lo veréis por la obra: y las buenas hijas (que lo eran sin duda) ama y sobrina, le llevaron á la cama, donde le dieron de comer y regalaron lo posible.

CAPITULO LXXIV.

De como D. Quijote cayó malo, y del testamento que hizo, y su muerte.

COMO las cosas humanas no sean eternas, yendo siempre en declinacion de sus principios hasta llegar á su último fin, especialmente las vidas de los hombres, y como la de D. Quijote no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento cuando él menos lo pensaba, porque ó ya fuese de la melancolía que le causaba el verse vencido, ó ya por la disposicion del cielo, que asi lo ordenaba, se le arraigó una calentura, que le tuvo seis dias en la cama, en los cuales fue visitado muchas veces del cura, del bachiller y del barbero sus amigos, sin quitársele de la cabecera Sancho Panza su buen escudero. Estos, creyendo que la pesadumbre de verse vencido, y de no ver cumplido su deseo en la libertad y desencanto de Dulcinea le tenia de aquella suerte, por todas las vias posibles procuraban alegrarle, diciéndole el bachiller, que se animase y levantase para comenzar su pastoral ejercicio, para el cual tenia ya compuesta una écloga, que mal año para cuantas Sanazaro (267) habia compuesto; y que ya tenia comprados de su propio dinero dos famosos perros para guardar el ganado, el uno llamado Barcino, y el otro Butron, que se

por

los habia vendido un ganadero del Quintanar. Pero no por esto dejaba D. Quijote sus tristezas. Llamaron sus amigos al médico, tomóle el pulso, y no le contentó mucho, y dijo que por sí ó nó atendiese á la salud de su alma, porque la del cuerpo corria peligro. Oyólo D. Quijote con ánimo sosegado; pero no lo oyeron asi su ama, su sobrina y su escudero, los cuales comenzaron á llorar tiernamente, como si ya le tuvieran muerto delante. Fue el parecer del médico, que melancolías y desabrimientos le acababan. Rogó D. Quijote que le dejasen solo, porque queria dormir un poco. Hiciéronlo asi, y durmió de un tiron, como dicen, mas de seis horas, tanto que pensaron el ama y la sobrina que se habia de quedar en el sueño. Despertó al cabo del tiempo dicho, y dando una gran voz, dijo: bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien me ha hecho. En fin sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres. Estuvo atenta la sobrina á las razones del tio, y pareciéronle mas concertadas que él solia decirlas, á lo menos en aquella enfermedad, y preguntóle: ¿qué es lo que vuesa merced dice, señor? ¿tenemos algo de nuevo? ¿qué misericordias son estas, ó qué pecados de los hombres? Las misericordias, respondió Don Quijote, sobrina, son las que en este instante ha usado Dios conmigo, á quien, como dije, no las impiden mis pecados. Yo tengo juicio ya libre y claro sin las sombras caliginosas de la igno

« AnteriorContinuar »