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asaltos, del espanto de las batallas, de la hambre de los cercos, de la ruina de las minas, con otras cosas deste jaez, que algunos las toman y tienen por añadiduras del peso de la solda5 desca, y son la carga principal della. En resolución, tantas cosas le dijo, y tan bien dichas, que la discreción de nuestro Tomás Rodaja comenzó a titubear, y la voluntad a aficionarse a aquella vida, que tan cerca tiene la muerte.

El capitán, que don Diego de Valdivia se llamaba, contentísimo de la buena presencia, ingenio y desenvoltura de Tomás, le rogó que se fuese con él a Italia, si quería, por curiosidad de verla; que él le ofrecía su mesa, y aun si 5 fuese necesario, su bandera, porque su alférez la había de dejar presto. Poco fué menester para que Tomás tuviese el envite, haciendo

10 Del licenciado Diego de Valdivia, alcalde del Crimen de la Audiencia de Sevilla, y cuyo nombre recordó Cervantes en este lugar, di algunas noticias no conocidas antes en el discurso preliminar de mi edición crítica de Rinconete y Cortadillo, pág. 136.

14 Así la edición príncipe; pero la de 1614 leyó, creo que más acertadamente, si quería por curiosidad verla.

16 Como nota Alonso Cortés, "en la recluta de gente el alférez estaba encargado de la bandera. Con ella recorría las calles del lugar mientras se echaban los pregones, y luego la colocaba a la puerta de la casa que les servía de alojamiento, para que los voluntarios supiesen dónde habían de alistarse".

17 Tener el envite, en ciertos juegos de naipes, es aceptarlo; mas esta frase se usaba con frecuencia figu

'consigo en un instante un breve discurso de que sería bueno ver a Italia y Flandes, y otras diversas tierras y países, pues las luengas peregrinaciones hacen a los hombres discretos, y que en esto, a lo más largo, podía gastar tres s o cuatro años, que añadidos a los pocos que él tenía, no serían tantos, que impidiesen volver a sus estudios. Y como si todo hubiera de suceder a la medida de su gusto, dijo al capitán que era contento de irse con él a Italia; pero 10 había de ser condición que no se había de sentar debajo de bandera, ni ponerse en lista de soldado, por no obligarse a seguir su bandera. Y aunque el capitán le dijo que no importaba ponerse en lista, que ansí gozaría de los socO- 15 rros y pagas que a la compañía se diesen, por

radamente. Así en el lugar del texto y en este otro del Quijote (V, 83, 1-4): “Don Quijote pidió y rogó al Bachiller se quedase a hacer penitencia con él. Tuvo el Bachiller el envite: quedóse, añadióse al ordinario un par de pichones..."

IO De la expresión ser contento de, que no es galicismo, aunque lo parece, traté en diversos lugares del Quijote (I, 224, 18; II, 134, 24, etc.).

II

La edición de 1614, con condición.

1a Que no se había de sentar debajo de bandera, es decir, que no había de sentar plaza bajo bandera alguna. 13 La edición príncipe, por errata, ni poder. Sigo la lección de la de 1614, que en algunos lugares, en no pocos, corrige acertadamente a aquélla. Ambas dicen de soldado, y no se crea yerro, por soldados: quieren decir que Tomás no había de ponerse en lista como soldado. 15 La edición de 1614. que assí.

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que él le daría licencia todas las veces que se la pidiese,

-Eso sería-dijo Tomás-ir contra mi-conciencia y contra la del señor capitán; y así, más 5 quiero ir suelto que obligado.

-Conciencia tan escrupulosa-dijo don Diego-más es de religioso que de soldado; pero como quiera que sea, ya somos camaradas.

Llegaron aquella noche a Antequera, y en to pocos días y grandes jornadas se pusieron donde estaba la compañía, ya acabada de hacer, y que comenzaba a marchar la vuelta de Cartagena, alojándose ella y otras cuatro por los lugares que le venían a mano. Allí notó To15 más la autoridad de los comisarios, la incomodidad de algunos capitanes, la solicitud de los aposentadores, la industria y cuenta de los pagadores, las quejas de los pueblos, el rescatar de las boletas, las insolencias de los biso20 ños, las pendencias de los huéspedes, el pedir bagajes más de los necesarios, y, finalmente,

13 Ir, o marchar, la vuelta de, o dar la vuelta a, equivale a caminar hacia, o dirigirse a. Sería fácil citar ejemplos de ello.

13 Es preciso leer como la edición de 1614, porque la príncipe, por patente yerro, dice ellas.

14 Le, por les, como dativo de plural. No es errata, según advertí en el tomo I de la presente edición de las Novelas (319, 17).

la necesidad casi precisa de hacer todo aquello
que notaba y mal le parecía.
Habíase vestido Tomás de

papagayo, renun

2 Acerca del reclutamiento de soldados y de los abusos que éstos solían cometer, dentro y fuera de sus alojamientos, el curioso puede ver las interesantes notas de mi querido amigo don Agustín G. de Amezúa en su hermosa edición crítica de El Casamiento engañoso y el Coloquio de los perros, págs. 567-574.

3 Como en aquel buen tiempo de Tomás Rodaja los soldados, lejos de estar sujetos a patrón fijo en el vestir, se vestían a su capricho y expensas, andaban matizados de colores vistosos y coronados de plumas, tras de las cuales, como cosa de viento, solían írseles los ojos a las mujeres. Véase un magistral retrato de soldado de aquellas calendas. Góngora pinxit (Romancero general, fol. 433 vto.):

Pensó rendir la mozuela
el Alferez de mentira,
soldado por cien mil partes
y quebrado por las mismas.
Pensó que la sugetara
el gauïon de la Liga
y de la terciada pluma
la crespa volateria;

y la capa verde obscura,
golpeada la capilla

on más inciertos reueses
que vna mula, y sea la mia;

y la saltaembarca azul,

con más corchetes de alquimia
que la noche de san Juan
saca toda la justicia;

y la espada en tiros cortos,

mas pendiente de la cinta,

por las obras temerosa,

por las palabras temida.

Pensó con lo dicho el hombre

sugetar la mugerzilla,

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ciando los hábitos de estudiante, y púsose a lo de Dios es Cristo, como se suele decir. Los muchos libros que tenía los redujo a unas Horas de Nuestra Señora y un Garcilaso sin co5 mento, que en las dos faldriqueras llevaba.

torziendo rubios vigotes
ayudados de alquitira,
hablandole con los ojos,
pisando de gallardia,
suspirando por la calle
y apuntandose a su esquina.
Camafeo de la moça

ser el necio pretendia,
y, a la verdad, era feo,
aunque cama no tenía.
Pero tenía vn rasgvño
del vigote para arriba,
que le hizo de merced

el padre de las pupilas...

2 "A lo de Dios es Cristo", según Correas (Vocabulario de refranes..., pág. 504 a), vale "a lo rufo y fanfarrón".

4 "No haría falta decir, por muy sabido-nota Alonso Cortés, que libro de horas es un devocionario, en el cual están, principalmente, las Horas de Nuestra Señora."

5 Sin comento, o porque Tomás gustase poco de las notas que al poeta toledano pusieron el Brocense y Fernando de Herrera, o, lo que más creo, porque habiendo de llevar este libro en una de sus dos faldriqueras, convenía y aun era preciso que abultase poco. En el escoger de los libros que habían de acompañarle no parece sino que nuestro estudiante tuvo en cuenta el consejo del obispo Guevara (Libro de los inuentores del arte de marear, y de muchos trabajos que se passan en las galeras, cap. x): "Es saludable consejo para el passagero que presume de ser cuerdo y honrrado compre algunos libros sabrosos y vmas horas deuotas..."

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