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KF 15529.2

HARVARD UNIVERSITY LIBRARY

ADVERTENCIA.

Cuando el bibliotecario D. Juan Antonio Pellicer enriqueció la literatura con su edicion del Quijote, hizo en ella ostentacion y gala de los muchos materiales que tenia a mano, y de su vasta y selecta erudicion. Con ella dejó catonces poco que desear á los apasionados de esta obra ingeniosa, original é inimitable, y sus notas le aseguraron entre los literatos la reputacion que justamente merecia. En los dos siglos que han transcurrido desde la primera edicion del Quijote, y en los años que han mediado desde que escribió su anotador, las costumbres han variado, el lenguage ha sufrido alguna alteracion, y los hechos históricos de aquella época á que hace Cervantes oportunas alusiones no son naturalmente conocidos como entonces. Por lo mismo, leer el testo desnudo y sin esa preciosa luz que descubre y realza sus beIlezas, es lo mismo que quitarle gran parte de su gracia original é inimitable, dejar oscuro su espíritu, y esponerle á equivocadas interpretaciones. Esta consideracion fue la que nos puso la pluma en la mano algunos años atras para ilustrar en lo que pudiéramos una obra, encanto y admiracion de nacionales y estrangeros. No se gradue nuestra empresa de oficiosidad; el mismo Cervantes y el mismo Pellicer que escribieran ahora las hallarian á faltar, y llenaran sin duda esta laguna. Porque á la verdad ¿cuán pocos son los que conocen, y que no deseen saber, por ejemplo, las ceremonias que se practicaban al armar caballeros á aquellos hombres valerosos ó temerarios, cuyas acaloradas cabezas estaban atestadas de una estraña mezcla de ideas heroicas y comunes, tiernas y sanguinarias? El magestuoso é imponente aparato de un torneo, la lujosa descripcion de un carrosel ó de unas justas, en las cuales las damas y caballeros hacian alarde de su gentileza, de sus galas y de su pasion amorosa, y el bosquejo de tantas otras cosas maravillosas y raras de aquellos tiempos, y de las cuales ó no tenemos idea ó es bastante equivocada, no nos son indiferentes en el dia; ya porque este gusto vuelve á renacer, y ya tambien porque como nos hallamos mas distantes de la época en que se fueron anticuando, tenemos mas necesidad de renovarlas. Por otra parte no fueron estas mismas ideas estravagantes las que dierou origen á la mas bella produccion del ingenio humano? ¿Acaso el Quijote no es una crítica juiciosa y con un no interrumpido chiste de estas mismas usanzas caballerescas?

Por esta razon en las anotaciones que publicamos á mas de cuanto interesante escribieron Bowles, Pellicer, Mayans, Rios, Navarrete y algunos otros anotadores de esta obra, damos un sucinto análisis de muchos de los libros de caballerías citados por Cervantes, y de las ediciones que de ellos se hicieron en España y fuera de ella. Nos detenemos en esplicar las ceremonias con las cuales se conferia la órden de caballería; las obligaciones, usos y costumbres de los paladines; los varios grados por los que solian pasar antes de ser armados caballeros etc. etc. Describimos igualmente el imponente aparato de las batallas á todo trance, torneos, justas, carroseles, y demas pasatiempos de los caballeros. Damos noticia del estraño código de jurisprudencia que se redactó en aquellos tiempos, y estuvo en vigor para régimen de las « Cortes de Amor » y citamos algunos autos, sentencias ó arrestos proferidos por aquellas, con arreglo al mismo. Describimos la mayor parte de las piezas de la armadura antigua y el uso que tenian. Insinuamos el orígen de donde tomo Cervantes la idea para arreglar muchas de las aventuras de su D. Quijote; y últimamente exornamos con notas históricas y eruditas observaciones, todos aquellos otros pasages ó modismos, que á nuestro modo de ver lo exigian. En este improbo y poco lucido trabajo hemos tenido presente las reglas de una crítica juiciosa é imparcial, y procurado no fatigar al lector con largas disertaciones, pocas veces gratas, y siempre pesadas cuando forman una parte secundaria de la obra. Novedad, claridad y precision, he aqui lo que nos propusimos. Si lo hemos conseguido, el público es quien debe juzgarlo; y bastante recompensados quedarémos de nuestro trabajo si podemos haber contribuido á ilustrar la obra clásica del inmortal Cervantes.

NOTA.

la

Aunque nuestra primera intencion fue que estas anotaciones formaran parte de la esmerada edicion del Quijote, que iba á imprimir Gorchs en Barcelona, culculamos despues que seria mas útil publicarlas sueltas, á fin de que los que tuviesen ya obra, pudieran adquirir las notas sin necesidad de comprar otra edicion. Escribiéronse es verdad, con arreglo á la de Gorchs, pero la division establecida de partes y capítulos, y el índice general de materias que va al fin, facilita que pueda hacerse uso de estas noticias en cualquier otra edicion del Quijote.

ANOTACIONES

A LOS

PRELIMINARES DE LA OBRA.

Al título de ella.

(1) Ingenioso. Generalmente se cree que este adjetivo re= cae sobre el héroe de la historia por lo que se lee en los epigrafes de los cap. II y XVI de la primera parte, y por lo que se dice en la conclusion de la segunda hablando del fin que tuvo el ingenioso hidalgo de la Mancha. Sin embargo, el bibliotecario D. Juan Antonio Pellicer opina que no es á D. Quijote, sino al autor de ella, al que se refiere. Porque al paso que nada tenia de ingenioso nuestro caballero andante, el autor de sus aventuras manifestó ser de ingenio despierto y agudo, de cuya gracia se vanagloriaba. Por esta razon el epiteto ingenioso debe referirse al autor, y en cierta manera tambien á la misma obra, como para indicar el gusto, crítica é ingenio con que está escrita. Tenemos ejemplos de esta aplicacion en títulos de otras obras, como en el Asinus Aureus de Lucio Apuleyo, en cuya fábula, que parece tuvo presente Cervantes en la composicion de su romance, el aureus no recae sobre el asinus título de la obra, sino sobre el célebre filósofo y satírico Apuleyo, autor de ella, para indicar la perfeccion y estilo elegante, pulido, ó de oro, digámoslo asi, con que la escribió. Podríamos decir lo mismo del Carmina aurea ó «versos dorados» con poca razon atribuidos á Pitágoras por contener una parte de su doctrina y muchas de sus máximas morales, y de otros libros tenidos en particular aprecio por los antiguos, á los cuales daban por esta razon, aunque tal vez no siempre con oportunidad, títulos pomposos y significativos. Por

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