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sabida es la conducta de Mompox, y los misterios y contradicciones de la de Cartagena que algunos aplauden, pero que entre hombres libres, enemigos de la duplicidad, del engaño, de la simulacion y del abatimiento, por aparente que sea, será siempre aborrecida. Nosotros hemos pintado la una y la otra, y aunque ha sido con rapidez y con colores muy débiles, acomodándonos á las circunstancias, sin embargo se trasluce en nuestro cuadro (á cuya vista nadie se ha atrevido á levantar la voz), la diferéncia y la distancia de ambas.

Mas para poner el último sello á la causa de Mompox, finjamos segunda vez que no es una Provincia con aprobacion real; finjamos que no se ha separado de Cartagena, porque esta plaza, ó más bien su Gobierno, para no agraviar á un pueblo que no es todo de esclavos, reconoce el Consejo de Regencia, razones ambas las más poderosas para que su representacion sea admitida en este Congreso Serenísimo. Aun existen otras más graves, bastantes cada una por sí sola para que su independencia sea decretada. Mompox tiene poder y luces para figurar por sí solo en el teatro político, y su felicidad es incompatible con la dependencia de otra Provincia. Se puede decir más? ¿Se puede exigir más? Pues nada hay más fácil que demostrar estas tres verdades capitales.

La Provincia de Mompox, ventajosamente situada á las orillas fertilísimas del Magdalena y del Cauca, que son los canales principales del Reino por donde circulan nuestras riquezas; constituido su Departamento por treinta pueblos industriosos que forman una poblacion de más de cuarenta mil hombres robustos, valientes y fortalecidos en los trabajos de la navegacion, de la pesca y de la agricultura; colocada su capital en un punto que es la escala del comercio, la garganta del Reino y la verdadera llave con que pueden cerrarse las entradas del Riohacha, Santa Marta, ensenada de Sabanillas y Cartagena (Provincia que se alimenta del sudor y de la sangre de las demás del Reino); embellecida con hermosos edificios de particulares, establecimientos piadosos, escuelas para la educacion, templos, conventos, hospitales, Colegio Universidad; abundante de nobleza, ricas casas de comercio, víveres, ¿qué le falta á Mompox para figurar por sí y para sostener la dignidad de una Provincia libre? Mompox sobre estas ventajas jamás ha mendigado los contingentes de otras Provincias, y bastándose á sí misma con el sudor de su frente y su trabajo constante, ahorra todos los años una suma que pasa algunas ocasiones de cien mil pesos fuertes. ¿Se querrá que todavía vayan estos caudales á sostener el lujo y la disipacion de Cartagena ?

Mompox tiene igualmente luces. Allí se han ventilado, aun desde ántes de la revolucion, puntos bien árduos. Allí se ha dado á luz un Manifiesto de los acaecimientos políticos de la Provincia, que mereció los aplausos de Cartagena, que aun no ha publicado el suyo. Allí se ha formado aquel Gobierno una Constitucion para no vivir un solo instante sin una barrera contra la tiranía, y las proclamas, los bandos, los reglamentos, &. merecen, por el fondo de sus pensamientos y la belleza de la diccion, el trabajo de la prensa de que allí carecen. Muy presto verán por este conducto la luz pública tantos papeles escritos en Mompox, y los hombres de gusto, los hombres libres é ingénuos confesarán su ilustracion. Bien sea que como sin el influjo de ésta podria hallarse tan íntimamente penetrado de la santidad de sus derechos, de la justicia de su

causa, y resuelto á perecer ántes que abandonarse á las pasiones y á la tiranía de Cartagena?

Pasemos por fin á demostrar que la felicidad de Mompox es incompatible con su dependencia. Prescindamos de que ésta, como hemos dicho poco há, estableciéndose en Cartagena por la extincion del Virey y de la Audiencia con quienes se entendia ántes directamente, vendria á ser más gravosa y de menor decoro, perdiendo por lo mismo en esta parte, léjos de ganar, con la adquisicion de la libertad.

El fomento del comercio, y por de contado las reformas de la navegacion del Magdalena, es la base de la felicidad de Mompox. ¿Quién ignora las relaciones mercantiles de este pueblo con lo interior del Reino; sus negociaciones considerables en Santafé, Quito, Popayan, Antioquia, Pamplona, &c; el cambio de algodones, brasil, quinas, añil, cacao, azúcar, lienzos y demás productos de la industria y agricultura de estas Provincias, sin contar con el oro fundido en Mompox, que por un cálculo prudente excede de ochocientas libras cada año ? Cartagena casi no ha mantenido ni podido mantener por el abandono con que ha mirado la navegacion del Dique, y mil otros motivos que no es tiempo de referir, comunicacion bastante con Mompox; y prefiriendo éste y debiendo siempre preferir la vía de Santa Marta para los progresos de su comercio, Cartagena consultando su interes propio, querria darle leyes opuestas á su prosperidad en esta y otras materias. ¿Y qué recurso le quedaria en tales circunstancias? Elevar su voz ante el Congreso para que remediase este exceso de autoridad, reprimiendo el despotismo de Cartagena. ¿Pero quién hacia esta gestion? El Representante de Cartagena empeñado en su ruina, y que debia proceder segun las instrucciones de un Gobierno enemigo de Mompox. Expensaria acaso un apoderado particular que ventilase el punto en cuestion? Pero ¿cómo un simple apoderado sin representacion política podria contrarestar á un miembro lleno de poder y autoridad? ¿Y no seria al mismo tiempo indecoroso é impropio de la dignidad de los pueblos este modo de gestionar? Los que constituyen una misma Provincia podrán tener confianza en quien representa sus derechos, cuando se le sospecha de enemigo, y se han de valer de otras personas que gestionen por ellos á cada paso ?

Sobre todo, la oposicion entre Mompox y Cartagena se ha desplegado, y si aquél llegase á sucumbir, ya fuese por medios pacíficos, lo que parece imposible, ó por la fuerza de armas, aunque infructuosamente para Cartagena, bajo el poder de esta plaza, su abatimiento y su infelicidad serian demasiado seguras.

Negarle, pues, á Mompos la representacion en este augusto lugar, es decretar su pérdida, es querer poner sus intereses, su honor y hasta su propia vida en manos de un enemigo encendido en cólera y que ha jurado su exterminio.

Y cuando este Congreso de paz, en quien el Reino todo tiene fundadas las esperanzas de su prosperidad, puede salvar un pueblo ilustre resuelto á morir por sostener sus derechos, ¿ dejará de hacerlo? ¿ Lo privará de su representacion? ¿Lo abandonará á su suerte ?.........

¡Ilustres miembros que componeis este Congreso Serenísimo! La escena lamentable de la guerra, y de una guerra intestina, está abierta en el punto más importante del Reino. Un tal incendio no será apagado

sino por arroyos de sangre. Quizás en este momento van teñidas con ella las corrientes del Magdalena, y la de hombres libres irá confundida con la de los esclavos. Las lanchas cañoneras que la venian á derramar, volvieron, es verdad, de arribada al puerto: el agua las rechazó con violencia, y hasta los mismos elementos lucharon contra los tiranos. Pero éstos se encarnizan de nuevo como unos tigres sin piedad, y el veneno de las pasiones roe su corazon. Ellos sabrán matar y nosotros morir.

En fin, Mompox elevado treinta y cinco años hace á la clase de Provincia; Mompox rechazando el despotismo y las cadenas que gloriosamente han sacudido para siempre el Socorro, Pamplona, Santafé, Tunja, Mariquita, Los Llanos, el Chocó y la Federacion de Cartago; Mompox con fuerzas y con luces para tener una representacion política; Mompox luchando con un valor increible y decidido á perecer en la defensa de sus derechos, os habla por nuestra boca en este dia. El tiempo urge; el peligro crece; pero ántes de resolveros á decretar su pérdida, negándole un lugar en este Congreso Serenísimo, en donde con vigor pueda representar su justicia, bajad al fondo de vuestras conciencias, tended la vista sobre los males futuros, consultad el juicio de la posteridad, y decidíos.

Santafé, 1.o de Enero de 1811.

Serenísimo señor.

Josef Maria Gutierrez – Josef María Salazar.

Nota certificada--En tres del mismo mes fué acordada la admision del primer Representante de Mompox, que se verificó el siete, previo el juramento acostumbrado.

Crisanto Valenzuela, Secretario del Congreso.

LXXVII.

COMBATES habidos entre las fuerzas de Cartagena de Indias y las de Mompox, en Enero de 1811.

El Representante de Mompox acaba de recibir en este dia (8 de Febrero de 1811), una carta de dos Vocales de aquella Junta con fecha 25 de Enero, uno de cuyos capítulos dice así:

"El 21 del corriente fueron avistadas las lanchas de Cartagena por nuestro destacamento situado en las inmediaciones de San Zenon. El Comisionado de aquella plaza ** requirió al Comandante de dicho destacamento para que las permitiese subir, amenazándolo con que si no le contestaba dentro de quince minutos con una señal de paz, procederia á allanarse todos los obstáculos que encontrara, por medio de la fuerza. Se

* Doctor José María Gutiérrez y Cabiedes. **Doctor Antonio José de Ayos.

le respondió que usase de ésta, y al instante se rompió el fuego por ambas partes. Duró desde las siete de la mañana hasta las diez del dia, en que fueron rechazadas siete lanchas y dos champanes con algunos muertos y heridos. A la tarde repitieron el fuego colocados los enemigos á una distancia á que no alcanzaba nuestra artillería. El dia siguiente lo pasaron todo en amenazas, ó más bien en colocar en tierra sus cañones para dirigir mejor sus tiros. Al amanecer del 23 empezó sin intermision el fuego hasta las once de la noche, y el que se hizo por nuestra parte infructuosamente reventó un cañon y rompió la cureña de otro, de manera que nos quedamos con uno solo muy pequeño para resistir á treinta de diferentes calibres superiores á los nuestros. Advirtiendo el Comandante del destacamento que trataban de cortarle la retirada, la efectuó á las cinco de la tarde; y la Junta acordó, á pesar del entusiasmo popular, que se cediese á la superioridad de las fuerzas. La noche protegió nuestra emigracion y la general del pueblo, quedando el lugar, segun creemos, desierto."

El Representante de Mompox, en vista de este capítulo y de otro en que se le añade que aquella Junta fingió reconocer las Cortes de España, para ver si de este modo podia libertar á Mompox de las armas irresistibles de Cartagena, ha tratado de despedirse en este mismo dia del Congreso, en donde dice no debe mantener la representacion de un pueblo que aunque indefenso, alucinado por algun Gobierno y desamparado de toda proteccion, no ha correspondido á las esperanzas que ofrecia, ni ha sabido derramar su sangre por su libertad. El Congreso lo ha detenido hasta saber oficialmente la verdad de todo lo sucedido.

Santafé, Febrero 9 de 1811.

LXXVIII.

COMUNICACION reservada de la Junta Suprema de Cartagena á la de Santafé, por la cual se defiende al señor Don Antonio Villavicencio de las sospechas formadas contra él por la lectura de una carta que le dirigia Don Miguel Tacon.

EXCELENTÍSIMO SEÑOR:

Al leerse en esta Suprema Junta el oficio reservado de V. E. de 9 del presente, que ataca la conducta y modo de pensar de Don Antonio Villavicencio, la admiracion y la sorpresa se excitaron en cada uno de sus miembros, pues habiendo dado dicho Villavicencio tantas y tan relevantes pruebas en esta ciudad de su patriotismo, en circunstancias las más críticas y comprometiendo su fortuna y su existencia; y habiendo con la más generosa resolucion arrostrado estos mismos peligros, emprendiendo su viaje para esa ciudad con los mismos deseos, poniéndose desde que salió de ésta á la discrecion del bárbaro Amar, del sanguinario Alba,

* Copiado de un folleto impreso en Bogotá, que contiene otras piezas y se halla en la Biblioteca nacional.

del tigre Frias, que aun infectan el aire que nos anima, y de la numerosa caterva de sus satélites, consultando solo á sus nobles sentimientos, todos deseaban con ansia ver el testimonio que desmentia unos hechos tan incontestables. Pero se calmaron aquéllos desde luego ó mudaron de objeto, y no se ha disminuido un punto el aprecio y confianza que le han granjeado justamente sus acciones á este distinguido patriota, luego que se leyó el documento que se acompañaba como prueba de acusacion tan grave, el cual está reducido á una carta privada del Gobernador de Popayan, Don Miguel Tacon, dirigida al expresado Villavicencio.

Sin tratar de inquirir los medios con que ha obtenido dicha carta el que se llama Congreso del Reino, aunque con la concurrencia en casi todas las deliberaciones de solo tres ó cuatro Representantes legítimos de las Provincias, que la ha pasado á V. E.: suponiendo que el acto de su adquisicion no sea parecido á los de la admision del Diputado de Mómpox, del de Nóvita y Sogamoso; repulsa del de Tunja y otros semejantes, y que la haya habido por términos justos y legítimos, sin violar el secreto, la fé pública y la confianza de la correspondencia: y suponiendo tambien que ella no sea una trama de Tacon, ¿quién no conoce el carácter artificioso, bajo é insolente de este sátrapa? ¿Quién, al ver que lo descubre en sus comunicaciones oficiales, puede esperar lo que oculte en las privadas? ¿Y quién atribuye á otro el modo de pensar, ó las acciones de un tercero, porque tenga algunas relaciones con él? Si esto no puede hacerse sin injusticia entre hermanos, ó entre padres é hijos, en quienes son tan íntimas las relaciones, ¿cómo podrá tener lugar entre personas tan diferentes, como Tacon y Villavicencio ?

Pero acaso el contexto de la carta del primero dará á conocer los sentimientos del segundo, y aunque éste es un modo de juzgar el más aventurado, si aquél se examina con imparcialidad y buena crítica, nada se hallará en él, que ni aun por conjetura perjudique á dicho Villavicencio. Comienza la carta por acusar el recibo de otra de éste de 6 de Diciembre último, y el de unos impresos con que la acompañó, que dice Tacon no habia aún leido, aunque por el juicio de otros sabia contenian iguales falsedades y groserías que los anteriores; y añade: que en la presente época todo debe revisarse, como lo hará de aquéllos, y concluye dándole gracias por su remesa y los demás que le ofrece. Si todo hombre tiene derecho para pensar, hablar y escribir libremente, y aun para imprimir sus pensamientos; y donde no haya esta libertad no puede haber opinion pública, ni Gobierno justo y liberal, ni hombres beneméritos á su cabeza, y hay de hecho un verdadero despotismo y tiranía: - si esta libertad debe ser extensiva no solo á criticar las providencias del Gobierno, sino tambien á los mismos gobernantes, considerados como hombres públicos, sin que haya exentos de ella, sino la Religion, las costumbres y la calumnia, segun las leyes inglesas y americanas de los Estados Unidos, y las que recientemente se han adoptado en España por las Cortes, y de cuya práctica pueden servir de modelo las célebres cartas de Junius publicadas en Londres: si nada está más sujeto á la censura del público que lo que se imprime para él; y si en los impresos de Santafé hay muchos faltos de verdad, de decoro y dignos de aquélla, como entre otros el Manifiesto ó representacion de los Pseudos Diputados de Mompox, que se ha publicado allí últimamente; - por más que se esprima la citada contestacion de

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