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asamblea la renuncia del mando, paso que sobrecojió a amigos i a enemigos, induciendo a los primeros i a los aduladores, que nunca faltan, a suplicarle que desistiese de una determinacion que calificaron de funesta para los destinos de la república. Belzu aparentó resignarse en la voluntad de sus amigos i de los representantes del país; pero a poco tornó a manifestar la decidida voluntad de aoandonar su puesto llamando al país para elejirle un sucesor.

En aquel hombre que habia despotizado a su arbitrio durante siete años la república; que habia ensoberbecido a la plebe, desmoralizado al ejército, humillado la dignidad del ciudadano, sostituido su capricho a la lei i convertido la justicia en favor, era de agradecer que quisiese trasmitir su autoridad bajo la forma de una eleccion popular, siendo natural que aun sus propios enemigos, a trueque de verle desaparecer del poder, le perdonasen la designacion autoritaria de su sucesor.

Belzu trabajó efectivamente con decision i con todos los recursos que su autoridad le facilitaba, para que el jeneral Jorje Córdova, su hijo político, obtuviese el triunfo en la eleccion popular. Figuraron entónces como candidatos a la presidencia los doctores Linares i Frias i los jenerales Santa Cruz, Tellez, Ávila, Perez i Ascarrunz, cuñado de Belzu. Pero los votos se dividieron solamente entre Córdova, Linares i Ávila, favoreciendo a Córdova la mayoría. Apesar de esto, los amigos del doctor José María Linares aseguraron mas tarde que este ciudadano habia alcanzado la mayoría de los sufrajios, i que solamente las intrigas de las autoridades i la condescendencia del congreso de 1855, dieron las apariencias de legalidad a la eleccion de Córdova.

Sea de esto lo que quiera, Belzu trasmitió el poder a su yerno, segun la forma i trámites de la constitucion, inaugurando un órden de cosas que los partidarios del nuevo presidente llamaron el réjimen de la trasmision legal. Belzu partió para Europa con el cargo de plenipotenciario de Bolivia ante diversas cortes. (8)

(8) Un decreto de enero de 1855 espedido por Belzu, declaró jubilado a Santa Cruz con la terce ra parte del sueldo que habia gozado como plenipotenciario de Bolivia. En febrero del mismo año. arribó Santa Cruz a la República Arjentina para ofrecer su candidatura a los bolivianos. En octuqre siguiente el jenerai Córdova declaró a Santa Cruz el goce de la mitad del sueldo correspondiente a su clase militar, a virtud de haber solicitado permiso para volver a Europa. Apesar de todo, Santa Cruz continuó residiendo en Salta (República Arjentina) i exitando las desconfianzas de Córdova o de sus ministros, hasta que por febrero de 1856, avisado el gabinete de Bolivia de que el ex-protector tenia armatnento destinado para una revolucion, solicitó del gobierno de la República Arjentina la espulsion de Santa Cruz, el cual al fin se vió precisado a regresar a Europa.

XIII.

Antecedentes i carácter del jeneral Jorje Córdova.-El gobierno i la oposicion; diversas insurrecciones.-Administracion.-El congreso de 1857 i el ministerio.-El gobierno es acusado.-Revolucion de setiembre de 1857.— Campaña de Córdova i su caida.

El sucesor de Belzu era un jóven de bella figura, de índole entre desmañada i apacible, que espuesto por los años de 1822, en los primeros dias de la vida, a las puertas de una familia caritativa, habia recibido de ella el pan de la subsistencia i una escasa educacion. La necesidad i la inclinacion le indujeron a tomar servicio en el ejército, bajo la administracion del jeneral Santa Cruz. Peleó en Yanacocha i obtuvo la medalla de soldado; luego en Socabaya i en multitud de combates hasta Ingavi. Desde 1847, en que ya era capitan, corriendo con valor i buena fortuna las aventuras de las armas, ascendió con rapidez, i habiendo llegado a ser uno de los sostenedores mas decididos i amigos de mas confianza del presidente Belzu, alcanzó la mano de una hija de este mandatario, al que continuó prestando notables servicios con la espada, no sin templar en ocasiones los arrebatos i venganzas de su suegro, mediante el ascendiente que le ascguraban su parentezco i sus mismos servicios. En la interminable cadena de conspiraciones i revueltas suscitadas por los enemigos de Belzu i sobre todo por el infatigable doctor Linares, habia cabido a Córdova el papel de adalid del órden establecido. En Mojo habia desbaratado una espedicion preparada por Linares. En Sutimarca habia vencido a Achá sublevado con dos rejimientos de caballería, embelleciendo su triunfo con el acto de oponerse a que la plebe Belcista continuase saqueando la ciudad de Cochabamba. En enero i julio de 1855 habia sofocado, como jefe superior del norte, las

revoluciones promovidas en la Paz por el jeneral Lanza, de acuerdo con Linares, i rescatado del patíbulo a dicho jeneral i a muchos de sus cómplices condenados al último suplicio. Por este tiempo era jeneral de division i senador de la república.

Aquel jóven, sin embargo, no estaba preparado ni por la naturaleza, ni por la educacion para rejir los destinos de un pueblo tan trabajado por los partidos civiles i tan liciado de vicios sociales i políticos. Sin intelijencia en los negocios públicos, mas amigo de los placeres que ambicioso de honores o de gloria, abandonó a sus ministros la direccion de la república, para entregarse mas regaladamente a los pasatiempos i liviandades de la mocedad.

El mismo Córdova, en el folleto que hizo escribir despues de su caida con el título de Manifiesto i programa del presidente constitucional de Bolivia a la nacion, hizo esta notable confesion: «Si Bolivia me inculpa de neglijencia o de juveniles errores, confieso que en medio de la depravacion de costumbres, dificil era que la conducta del mandatario fuese irreprensible, pues en el centro de un torrente de corrupcion, a todos arrebata su impetu.»

Si no mienten ciertas tradiciones de aquel tiempo, mujeres hubo que acudieron al espósito afortunado para disputarse el honor de haberle dado a luz; mas el espósito no las consintió tocar el velo misterioso de su cuna. (1)

Con la benignidad i la indolencia del nuevo gobernante, cesó en un momento la compresion moral con que la politica de Belzu contuvo por largos años los alientos de la libertad. La prensa alzó su voz, i la conducta del gobierno fué el tema favorito de sus discusiones.

Córdova hizo alarde de respetar la vida humana i se propuso desde el principio no hacer ejecutar ninguna sentencia de muerte.

Por lei de 24 de setiembre de 1855, fué derogado el decreto de abril del mismo año, por el cual impuso Belzu la responsabilidad civil por delitos políticos, i quedó igualmente derogada la lei de 19 de mayo de 1843, a que dicho decreto se referia. (2)

Pero muchas causas de gran trascendencia estaban ya conjuradas para perturbar desde la primera hora la administracion del jeneral Córdova. Su repentina elevacion al poder desazonó a muchos militares de alta graduacion, que creian ser mas meritorios i

(1) En un opúsculo politico de 1855, titulado «Belzu i su candilato, por V. San Roman,» se Ímputó a Córdova «el crimen de negar al autor de sus dias, a su padre lejítimo, que segun el testimonio universal de sus mismos compatriotas, es un tal Cocila....,»

(2) Anuario de 1855,

tener mejores títulos a la presidencia de la república. Linares i el antiguo partido de Ballivian, (3) que no habian cesado de suscitar trastornos durante el gobierno de Belzu, no vieron en su sucesor mas que al legatario de la usurpacion i del desórden i desmoralizacion creados por ella. Preciso era que las pasiones exacerbadas por el despotismo de siete años estallaran en la primera hora de tolerancia; que los ciudadanos que anhelaban cimentar la paz pública, el progreso i la prosperidad del país en la sabiduría i respeto de las instituciones i en la moralidad i circunspeccion de las autoridades, mirasen con desden a un gobierno que no representaba en verdad ningun principio, ningun sistema claro i preciso; gobierno que a trueque de subsistir, parecia dispuesto a transijir con todos los vicios i elementos de disolucion, i a contemporizar en vez de reformar, i que por todo mérito a los ojos de la nacion ofrecia cambiados los rigores de la suspicacia i las brusquedades de la tiranía en las contemporizaciones de la neglijencia i la mansedumbre de la debilidad.

Apénas instalado el nuevo gobierno, la insurreccion conmueve las provincias de Larecaja i de Omasuyos, i luego el pueblo de Tarija (setiembre de 1855) a incitaciones de los jenerales Celedonio Avila i Gonzalo Lanza, que invocan a Linares, como al representante de la legalidad i al verdadero elejido de los pueblos. Viértese la sangre en los combates de Pucarani i de la Paz; la revolucion es vencida i el presidente indulta a los reos de muerte condenados por los tribunales. No por tanto retroceden los revolucionarios, que ántes bien desplegan nueva audacia i fraguan nuevas conspiraciones. En marzo de 1856 son condenados a muerte como reos de conspiracion, Villegas, Dávalos i varios otros; el presidente los deja conducir al suplicio; pero les manda el indulto cuando estaban a medio camino del patíbulo. Poco despues son indultados tambien Rendon, Tames i otros nuevos reos de conspiracion. Sin embargo, a fines de 1856 la revolucion asoma en Oruro, i sus autores i cómplices vencidos alcanzan todavia la clemencia del jefe del Estado.

Para mantener, empero, el órden público, Córdova suscribió medidas de una mal aconsejada política; i asi reaparecieron los consejos de guerra verbales para juzgar a los revolucionarios; fueron obligados los empleados públicos de cualquiera categoría a presentarse

(3) El jeneral Ballivian murió en el Janeiro el 16 de octubre de 1852. Un decreto de 26 de agosto de 1855 mandó trasladar a la Paz los restos del jeneral Ballivian, i erijirle un mausoleo con esta eyenda: «Salvó la independencia de su patria el 18 de noviembre de 1841.» (Anuario de 1855.)

armados en el caso de conmocion, para reprimirla; i se prodigaron los ascensos, las medallas, los honores, los montepios i premios pecuniarios a favor de los sostenedores del órden, hasta un punto insoportable para el erario público i ridículo para el buen sentido. Ni fueron tampoco raros en el presidente los ejemplos de airadas venganzas i atropellos arbitrarios contra ciertos ciudadanos, cuando encendieron su cólera con la destemplada crítica u otros manejos de la malevolencia.

Mientras tanto el congreso, cerrando sus sesiones a los primeros sintomas de revolucion en 1855, habia investido al gobierno de facultades estraordinarias i entregádole a su propia fortuna, sin pensar en medida alguna salvadora i acaso con el propósito de no estorbar un desenlace, que preveia inevitable i fatal.

Sin embargo, el ministerio prestó atencion a los diversos ramos de la administracion pública.

Por decreto de octubre de 1855 se mandó reunir en Sucre una comision permanente para el exámen, revision i perfeccion de los códigos civil, penal, de enjuiciamientos i el orgánico de los juzgados i tribunales de la república.

La lei de elecciones fué un tanto mejorada, i se aumentó la policía de seguridad en diversos pueblos. Por un decreto del ministerio de hacienda fué restablecida la contribucion de un cinco por ciento sobre todas las herencias vacantes, i se impuso el dos por ciento sobre la compra-venta de predios del valor de doscientos pesos arriba, i sobre las transacciones que recayesen en minerales i derechos reales. En cambio quedaron abolidas o disminuidas otras contribuciones. Estableciéronse en las provincias colectores de rentas para el cobro de la contribucion indijenal, eliminando este cargo de las funciones de los gobernadores, a quienes estaba confiado, i se dictaron otras medidas para esclarecer i sistemar la recaudacion i manejo de los caudales públicos. Con todo, se prohibió al tribunal jeneral de valores investigar la procedencia i justificacion de todo gasto, siempre que se apoyase en un mandato ministerial.

En marzo de 1856 fueron abolidos los derechos de importacion sobre los productos de la industria peruana, en consecuencia de igual liberacion acordada por el Perú a los productos de la industria boliviana, siendo de advertir que esta franquicia estaba estipulada por ámbos países desde el tratado de Arequipa de 1847.

Por otro decreto se mandó adjudicar entre los naturales i domiciliados del Beni las propiedades i plantaciones existentes en este de

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