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1822

tranquilidad del pais y el decoro del cetro, cuan-
do se supo que el brigadier don Salvador Sebas-
tian, nombrado por el gobierno, habia tomado el
mando de Sevilla el 9 de Enero; y que Jáure-
gui lo habia entregado en Cádiz el dia 10 á
Romarate, ínterin llegaba el coronel don Joaquin
Escario. No tardó en verificar su entrada el mar-
ques de Campoverde al frente de las nuevas
guarniciones, siendo recibido por la milicia y por
un concurso numeroso que victoreaba al rey cons-
titucional al son de las músicas; y desterrados
los gefes militares y las cabezas del motin, se res- dalucía.

tableció la calma.

En Murcia, á pesar de los esfuerzos del gefe político Saavedra, remedáronse las demasías de Cádiz, y pronunciaron igualmente los agitadores el ridículo juramento de independencia bajo la lápida de la Constitucion. El puñal hirió á dos dependientes del resguardo que gritaron viva el ministerio, y el gefe político se salvó huyendo de los amotinados, á quienes capitaneaba el brigadier don Gregorio Piquero. Corta duracion tuvo el desorden, porque el gobierno envió de gefe político al general don Francisco Javier Abadía, que secundado por el batallon de la princesa, que era amigo de las leyes, abatió el orgullo de los independientes y los entregó á los tribunales.

Mandaba las arinas en Valencia el conde de Almodovar, que de los calabozos de la inquisicion subió al poder supremo de la provincia, como dijimos, y en lo político empuñaba las riendas Don Francisco Plasencia, que desde el principio de su nando iba al hilo de la corriente. Parécenos que á semejanza de otros hombres honrados cayó en el error de creer que para cimentar una revolucion combatida por el solio necesitábase el empuje popular; y asi unido á los mas fogosos, no se opuso á la

Restablécese la calma en An

Valencia,

farsa de independencia representada á imitacion de Andalucía en 21 de Diciembre. Contrabandistas Disturbios de llenos de crímenes dirigian las asonadas de aquella ciudad, juntamente con otras personas oscuras y sin talentos: asi que al ver alterada la tranquilidad por unas cuantas cabezas acaloradas, al ver la ridiculez de sus empresas, su sed de empleos y su miedo, indignábanse los verdaderos amantes de la libertad. Convocados para esta proclamacion cuantos contrabandistas habia derramados por la provincia entera, llenáronse las calles de puñales y de trabucos, y Plasencia conoció su imprudente ligereza y se avergonzó de haber tolerado tan inicuas tramas. Al dia siguiente 22 los sublevados quisieron llevar adelante su plan: poco les importaba la victoria obtenida si no servia de hincapie para apoderarse de los cargos públicos, y para sumir en la carcel á los ricos y repartirse sus bienes, que era la version que daban á la igualdad. Pero Plasencia les opuso una muralla de bronce, y principió aquella resistencia noble y valerosa que tanto honra desde este dia su carácter. Redactó una representacion al rey contra la anarquía y á favor de las prerogativas reales, que el dia 30 firmaron la mayor parte de las autoridades, gefes militares y numerosos ciudadanos que por su propiedad, comercio, industria y luces representaban la opinion de la ciudad. Habíanse declarado defensores de las leyes el regimiento de artillería que estaba de guarnicion, y el de Zamora, á los que insultaban hombres imprudentes gritándoles: "viva Riego." Los coraceros de caballería por el contrario sostenian á los partidarios de la anarquía; y no solo en Valencia, sino en todos los pueblos de España, andaba dividida la guarnicion dirigiendo representaciones al gobierno, no obstante prohibirlo la ordenanza, unos á

favor del orden y otros de la licencia. Hija de esta discordia deberá ser la guerra civil encendida ya en tantos puntos, y acrecentada cada dia con las persecuciones injustas, con el trágala y los in

sultos.

La fuerza armada, apoyando á la autoridad, estorbaba á las sociedades secretas la marcha progresiva de sus conspiraciones, y alejarla equivalia á allanar el camino del triunfo. El 7 de Enero pues promovieron los anarquistas de Valencia un motin, y encaminándose al edificio del ayuntamiento, donde se hallaba el gefe político, subieron atropellándolo todo, denostaron á Plasencia y pidieron la pronta salida de los artilleros para otro punto del reino. La fuerza armada dispersó á los insultadores, tan ágiles de pies como largos de lengua; y como las leyes vigentes no autorizaban el arresto sino en muy marcados casos, y por consiguiente los delitos quedaban impunes, al dia siguiente mofáronse de los soldados de los diferentes cuerpos que celebraban su union paseando por las calles asidos del brazo. Amaneció el dia 9, y queriendo obligar á la autoridad á la proyectada salida, los milicianos mas fogosos del segundo batallon, que se componia de gente turbulenta, se posesionó del mercado y dijo que no soltaria las armas hasta ver realizados sus deseos. Almodovar y Plasencia, al frente del regimiento de Zamora y de cuatro piezas de artillería, se dirigieron á la plaza, y los sublevados tirando las armas se rindieron y fueron conducidos á la carcel. De este modo era vencida la licencia en los ángulos mas remotos de la monarquía; y el gobierno representativo se hubiera arraigado con la reforma de la Constitucion, si las pasiones dominantes del rey por una parte y su debilidad por otra no hubiesen cerrado la puerta á la esperanza.

1822.

El horizonte se presentaba tempestuoso, y preveíase el peligro de la patria cuando el poder legislativo pasase de las manos de los diputados actuales á las de los hombres elegidos en medio del volcan de Andalucía y de las demas provincias, ó bajo la influencia militar del desterado de Lérida, de Mina y demás caudillos del bando de la democracia. Riego habia sido nombrado representante del pueblo, y caminando á Madrid acaloraba las poblaciones del tránsito con frenéticos discursos que le dictaban sus amigos, hollando hasta el decoro que á sí mismo se debia. El 31 de Enero llegó á Valencia; y habíale hasta tal punto embriagado el incienso de los aduladores, que Viaje de Rie- ya no era el mismo hombre: ruborizaba el oir sus arengas atestadas de desatinos y de vulgaridades, y el ver á un oficial comun, sin elocuencia, sin talento, levantado á gefe de partido. Alistóse miliciano del segundo batallon que habia dado el escándalo del mercado: con tan felices disposiciones se dirigia á la corte á sentarse en el escaño de los legisladores.

go.

1822.

la Constitucion.

Adivinando los enemigos de la licencia el futuro naufragio, conocieron la necesidad de reunirse y oponer sus esfuerzos á los embates de los Sociedad de que turbaban la paz pública. Con este motivo, los amigos de Martinez de la Rosa, el conde de Toreno, el duque de Frias y Calatrava fundaron en Madrid una reunion pública con el título de Sociedad de los amigos de la Constitucion, nombrando presidente al príncipe de Anglona; en la que con su natural elocuencia defendian los socios las verdaderas bases de los gobiernos representativos, despertando la vigilancia del gobierno y pintando los peligros de la licencia, tras la cual se levanta siempre la tiranía. Discutíanse tambien los intereses del pueblo, y suavemente y sin sentir se

preparaba la opinion de los hombres ilustrados para la reforma necesaria de un código, cuya práctica mas claramente manifestaba la imposibilidad de gobernar con él en la mano. De aqui tomaron pie sus contrarios para darle el nombre de sociedad de los Anilleros, á causa de un anillo con que al principio pensaron distinguirse sus individuos; y representándola como contraria á la libertad y fraguadora de cadenas, fascinaron al vulgo y escitaron el odio contra los oradores. Fatigados estos de luchar con la prensa y de ser el blanco de tantas calumnias, aunque resistieron por algun tiempo los tiros emponzoñados de la enemistad, cedieron despues al torrente asolador, persuadidos de que arrebatadas por su impetuoso curso perecerian las leyes.

Al reflejo de los tumultos populares veíanse nacer y desarrollarse las facciones en Navarra y en Cataluña, donde Juan Costa, llamado Misas, tenia consternado el pais, y se atrevia á penetrar en Gerona al frente de trescientos hombres. Los cesantes, jubilados, reformados, perseguidos y Descontento tantos otros descontentos corrian á unirse á las ban- y sus causas. das de la rebelion realista, que se proclamaba defensora del trono y del altar, y fanatizaba á los lugareños y montañeses auxiliada por el clero. Tocábanse todos los resortes de la hipocresía para encender las pasiones de la plebe: los frailes con crucifijos exhortábanla á defender la religion, perseguida segun ellos por los liberales. A últimos del año que acababa de espirar fue ajusticiado en Burgos por conspirador el padre Fray Mauro Iglesias, monge benedictino de San Juan de la misma ciudad que gozaba sumo prestigio, y cuya muerte concitó el aborrecimiento del vulgo, siempre fanático é injusto.

La salud pública y las casas de beneficencia

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