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danza fuesen asaltados los reductos de San Cayetano y la Merced. Se apoderaron los aliados del primero por la brecha de la gola, del segundo por escalada. Entonces el comandante del fuerte de San Vicente pidió ya capitular, y Wellington accedió á ello, si bien enseñoreado de una de las obras exteriores. Quedó prisionera la guarnicion, y obtuvo los honores de la guerra. Cogieron los ingleses vestuarios y muchos pertrechos militares, pues los enemigos habian considerado por muy seguros aquellos depósitos, en cuyas obras habian trabajado cerca de tres años, y expendido sumas cuantiosas. Eran acomodados los fuertes para resistir á las guerrillas, comprimir cualquier alboroto popular, y evitar una sorpresa; no para contrarestar el ímpetu de un ejército como el aliado. Despues de la toma se demolieron por inútiles, lo mismo que otras obras que habian levantado los franceses en Alba de Tórmes, de donde escarmentados sacaron á tiempo la guarnicion. El mariscal Marmont, que no parecia sino que habia acudido á Salamanca para presenciar la entrega de los fuertes, se alejó la noche del 27, llevando distribuida su gente en tres columnas, una la vuelta de Toro, las otras dos hácia Tordesillas. Al retirarse, pusieron fuego los franceses á los pueblos de Huerta, Babila-Fuente, Villoria y Villoruela causaron estrago en los demas, y talaron y quemaron la cosecha que ofrecia rico y precioso esquilmo. Prosiguieron los ingleses en su marcha el 28 tras sus contrarios, y poniéndose sobre el Trabáncos, se alojó su vanguardia en la Nava del Rey. Tampoco se pararon aqui los franceses, juzgando prudente, antes de emprender cosa alguna, aguardar refuerzos de su ejército del norte; por lo cual hostigados de los ingleses atravesaron el Duero en Tordesillas el dia 2 de julio por su hermoso puente, de estructura, segun se cree, del tiempo de los reyes católicos. Situáronse en esta nueva estancia, apoyando su derecha en frente de Pollos, el centro en el mismo Tordesillas, y la izquierda en Simancas sobre Pisuerga. No desaprovechó Marmont aqui su tiempo; y tardando en llegar los refuerzos del ejército del norte, viendo tambien que la superioridad inglesa consistia principalmente en su caballería, trató de aumentar la suya propia, despojando de sus caballos á los que no correspondia tenerlos por ordenanza, y lo mismo á los que gozando de este derecho se hallaban con un número excedente de ellos, por cuyo medio aumentó su fuerza con mas de 1,000 ginetes. Tambien se aumentó esta con la division de Bonnet, que se juntó al ejército francés el 7 de julio, viniendo de Asturias por Reinosa.

Va Wellington

tras del ejército

de Marmont.

Movimientos de los franceses y de los ingleses en el Duero.

Animado con esto Marmont, y sabedor ademas de que el sexto ejército español, saliendo de Galicia, daba muestra de venir sobre Castilla, decidió repasar el Duero, y acercarse al inglés para empeñar batalla. Pero receloso de cruzar aquel rio en presencia de ejército tan respetable,

efectuó antes marchas y contramarchas desde el 15 al 16 de julio, encaminándose orilla abajo hácia Toro, en donde empezó á ocuparse en reparar el puente que habia destruido.

Durante este tiempo, Lord Wellington habia colocado en un principio su derecha en la Seca, y su izquierda en Pollos. Aqui existe un vado no muy practicable entonces para la infantería, asi por su naturaleza, como por el lugar en que se alojaba el enemigo. No ofrece el Duero en su curso desde la union del Pisuerga, y aun quizá desde mas arriba hasta la del Esla, muchos parages cómodos y apropiados para cruzarle delante de un enemigo que ocupe la derecha. Corre en gran parte por llanuras bastante anchas, solo ceñidas por ribazos y alturas mas o menos lejanas del rio, resultando de aqui que el sitio mas acomodado para pasarle en todo aquel terreno, teatro á la sazon de los ejércitos beligerantes, era el de Castro Nuño, dos leguas corriente arriba de Toro, en donde se divisa un buen vado y una curva que forma el terreno, propicia á las operaciones de tropas que enseñoreen la márgen izquierda.

Empieza Wel

ington à reti

rarse.

Pensaba Lord Wellington en verificar el paso, cuando advirtiendo el movimiento de Marmont bácia Toro, y aun noticioso de que algunas fuerzas francesas atravesaban el Duero el dia 16 por el puente de aquella ciudad, se corrió sobre su izquierda, y trató de reconcentrarse á las márgenes del Guareña. Con efecto hizo maniobrar en este sentido á todo su ejército, excepto á las divisiones primera y ligera con una brigada de caballería á las órdenes de sir Stapleton Cotton, fuerza apostada en Castrejon. Pero el mariscal francés, contramarchando entonces rápidamente, se dirigió en la noche del 16 al 17 sobre Tordesillas; cruzó el rio, y juntó todo su ejército en la mañana del mismo dia en la Nava del Rey, habiendo andado sin parar no menos de diez leguas. Con tan inesperado movimiento, no solo consiguió repasar el Duero y burlar la vigilancia de los ingleses, sino que puso casi á merced suya á Cotton, muy separado del cuerpo principal del ejército británico. Asi fue que al amanecer del 18 le atacaron los franceses, y aun rodearon la izquierda de su posicion por Alaejos. Dichosamente pudo Cotton, ȧ pesar de fuerzas tan superiores, mantenerse firme, y dar tiempo á que acudiesen refuerzos de Wellington, que le ayudaron á replegarse ordenadamente, si bien hostigado por retaguardia y flanco, á Torrecilla de la Orden, y de alli á incorporarse al grueso del ejército aliado.

Colocáronse en seguida los franceses en unas lomas á la derecha del Guareña, y Wellington, despues de situar en otras opuestas tres de sus divisiones, decidió que lo restante de su ejército atravesase aquel rio por Vallesa, para impedir que el enemigo envolviese su derecha como intentaba.

Atravesó este tambien dicho rio Guareña por Castrillo, tratando

Varias manio

bras de ambos ejércitos.

el general Clausel, que mandaba una de las columnas principales, de apoderarse de cierta situacion ventajosa, y caer sobre la izquierda inglesa, operacion que se le frustró con pérdida de bastantes prisioneros, entre ellos el general Carrier.

El 19 ya en la tarde sacó el enemigo muchos cuerpos de su derecha, y los trasladó á la izquierda, lo que obligó á Wellington á ejecutar maniobras análogas con el objeto de inutilizar cualquiera tentativa de sus contrarios. Se preparó tambien el general inglés á admitir batalla, si se la presentaban los franceses en las llanuras de Vallesa.

No era todavía tal la intencion del mariscal enemigo, quien mas bien queria maniobras, que aventurar accion alguna. Asi fue que en el dia 20 se puso todo el ejército francés en plena marcha sobre su izquierda, y obligó á Wellington á emprender otra igual por su propia derecha, de que resultó el singular caso de que dos ejércitos enemigos no detenidos por ningun obstáculo, y moviéndose por líneas paralelas á distancia cada uno de medio tiro de cañon, no empeñasen entre si batalla ni reencuentro notable. Marchaban ambos aceleradamente y en masas unidas. Uno y otro se observaban aguardando el momento de que su adversario cayese en falta.

Amaneció el 21, y reconcentrando Lord Wellington

Sitúase Wel

Salamanca.

su ejército hacia el Tórmes, se situó de nuevo en San lington cerca de Cristóval, á una legua de Salamanca, posicion que ocupó durante el asedio de los fuertes. Los franceses pasaron aquel rio por Alba, en donde dejaron una guarnicion, alojȧndose entre esta villa y Salamanca. Atravesaron los aliados en seguida el Tórmes por el puente de la misma ciudad y por los vados inmediatos, y solo apostaron á la márgen derecha la tercera division con alguna caballería.

Entonces se afianzó Wellington en otra posicion nueva: apoyó su derecha en un cerro de dos que hay cerca del pueblo, llamado de los Arapiles, y la izquierda en el Tórmes, mas abajo de los vados de Santa Marta. Los franceses situados al frente estaban cubiertos por un espeso bosque, dueños desde la víspera de Calvarrasa de arriba, y de la altura contigua apellidada de Nuestra Señora de la Peña. A las ocho de la mañana desembocó rápidamente del meucionado bosque el general Bonnet, y se apoderó del otro Arapil apartado mas que el primero de la posicion inglesa, pero muy importante por su mayor elevacion y anchura. Descuido imperdonable en los aliados no haberle ocupado antes; y adquisicion ventajosísima para los franceses, como excelente punto de apoyo caso que se trabase batalla. Conoció su yerro Lord Wellington, y por lo mismo trató de enmendarle retirándose, no siéndole fácil desalojar de allí al enemigo, y temiendo tambien que le llegasen pronto á

Marmont refuerzos del ejército francés del norte, y otros del llamado del centro con el rey José en persona. Pero presuntuoso el mariscal francés, probó en breve estar lejos de querer aguardar aquellos socorros.

Batalla de Salamanca.

En efecto empezó á maniobrar y girar en torno del Arapil grande en la mañana del 22, ocupando ambos ejércitos estancias paralelas. Constaba el de los franceses, despues que se le habia unido Bonnet, de unos 47,000 hombres : lo mismo poco mas o menos el de los anglo-portugueses. Apoyaba este su derecha en el pueblo de los Arapiles, delante del cual se levantan los dos cerros del propio nombre ya indicados; y su izquierda en Santa Marta. Afianzaba aquel sus mismos y respectivos costados sobre el Tormes y Santa María de la Peña; Wellington trajo cerca de sí las fuerzas que habia dejado al otro lado del rio, y las colocó detras de Aldea Tejada, al paso que los franceses, favorecidos con la posesion del Arapil grande, iban tomando una posicion oblicua, que á asegurarla fuera muy molesta para los aliados en su retirada.

Dióse prisa por tanto Wellington á emprender esta, y la comenzó á las diez de la mañana, antes de que los contrarios pudiesen estorbar semejante intento. En él andaba, cuando observando las maniobras del enemigo, advirtió que queriendo Marmont incomodarle y estrecharle mas y mas, prolongaba su izquierda demasiadamente. Entonces con aquel ojo admirable de la campaña, tan solo dado á los grandes capitanes, ni un minuto trascurrió entre moverse el enemigo, notar la falta el inglés, y ordenar este su ataque para no desaprovechar la ocasion que se le presentaba.

Fue la embestida en la forma siguiente: reforzó Wellington su derecha, y dispuso que la tercera division bajo del general Packenham y la caballería del general Urban con dos escuadrones mas, se adelantasen en cuatro columnas, y procurasen envolver en las alturas la izquierda del enemigo, mientras que la brigada de Bradford, las divisiones quinta y cuarta del cargo de los generales Leith y Cole, y la caballería de Cotton le acometian por el frente, sostenidas en reserva por la sexta division del mando de Clinton, la séptima de Hope, y la española regida por Don Carlos de España. Las divisiones primera y lijera se alojaban en el ala izquierda, y sonaban como de respeto. Ademas debia apoyar el general Pack la izquierda de la cuarta division, y arremeter contra el cerro del Arapil que enseñoreaba el enemigo.

Correspondió el éxito á las buenas disposiciones del general aliado. Flanqueó Packenham al francés, y arrolló cuanto se le puso por delante. Las divisiones inglesas que atacaron al centro enemigo, desalojaron las tropas de este de una en otra altura, avanzando á punto de amenazar sus costados. No fue permitido con todo al general Pack apoderarse del Arapil grande, aunque le

asaltó con el mayor denuedo: solo distrajo la atencion de los que le ocupaban.

Gánanla-los aliados.

En aquella hora que era la de las cuatro y media de la tarde, al ver el mariscal Marmont arrollada una de sus alas y mal parado el centro, se dirigió en persona á restablecer la batalla, mas su mala estrella se lo impidió, sintiéndose en el mismo instante herido gravemente en el brazo y costado derecho: la misma suerte cupo á su segundo el general Bonnet, teniendo al cabo que recaer el mando en el general Clausel. Contratiempos tales influyeron siniestramente en el ánimo de las tropas francesas; sin embargo, reforzada su izquierda, y señoras todavía las mismas del Arapil grande, hicieron cejar, muy maltratada, á la cuarta division inglesa. Relevóla inmediatamente Wellington con la sexta, é introdujo de nuevo allí buena ordenanza, á punto que ahuyentó á los franceses de la izquierda, obligándolos a abandonar el cerro del Arapil. Manteníase no obstante firme la derecha enemiga, y no abandonó su puesto sino á eso del anochecer. Entonces comenzó á retirarse ordenadamente todo el ejército francés por los encinares del Tórmes. Persiguióle Wellington algun tanto, si bien no como quisiera, abrigado aquel de la oscuridad de la noche. Repasaron los enemigos el rio sin tropiezo, y continuaron los aliados el alcance. Cargaron estos la retaguardia francesa el 23, la cual, abandonada de su caballería, perdió tres batallones. Los ingleses se pararon despues en Peñaranda, reforzado el enemigo con 1,200 caballos procedentes de su ejército del norte.

Apellidaron los aliados esta batalla la de Salamanca por haberse dado en las cercanías de aquella ciudad; los franceses de los Arapiles por los dos cerros que antes hemos mencionado; cerros famosos en las canciones populares de aquel pais, que recuerdan las glorias de Bernardo del Carpio *.

(* Ap. n. 1.)

Sangrienta batalla por ambas partes ; pues en ella y en sus inmediatas consecuencias, contaron los franceses entre los heridos á los arriba indicados Marmont y Bonnet, y entre los muertos á los de la misma clase Ferey, Thomières y Desgraviers. Ascendió á mucho su pérdida de oficiales y soldados, con 2 águilas, 6 banderas y unos 11 cañones : cerca de 7,000 fueron los prisioneros. Costó tambien no poco á los aliados la victoria, y no menos que á 5,520 subieron los muertos y heridos: hubo de estos muchos gefes, y entre los primeros se contó al general Le Marchant. Don Carlos de España y Don Julian Sanchez tuvieron algunos hombres fuera de combate; y aunque no tomaron parte activa en la batalla, por mantenerse de reserva con otras divisiones del ejército aliado, no por eso dejaron de ejecutar con serenidad y acierto las maniobras que les prescribió el general en gefe.

En recompensa de jornada tan importante, y á propuesta de la regencia del reino, concedieron las córtes á Lord Wellington la

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