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Gracias conce

ton.

órden del Toison de oro; regalándole el collar Doña didas á Welling- María Teresa de Borbon, princesa de la Paz, conocida en este tiempo bajo el título de condesa de Chinchon, collar que habia pertenecido á su padre el infante Don Luis, y de que hacia don aquella señora á tan ilustre capitan en prueba del aprecio y admiracion que le merecian sus altos hechos. Tambien recibió Lord Wellington del parlamento británico gracias, mercedes y nuevos honores.

Continuan retirándose los

Prosiguieron los franceses su retirada, y se reconcentraron en Tudela y Puente de Duero, á la derecha franceses. de este rio. Fueron tras ellos los ingleses, si bien tenian que parar su consideracion en el rey José, que con la mayor parte de su ejército del centro y otras fuerzas se adelantaba por Castilla la Vieja.

Avanza José de Madrid a

Habia salido de Madrid el 21 de julio trayendo consigo mas de 10,000 infantes y 2,000 caballos. En su Castilla la Vieja. número se contaba la division italiana de Palombini, procedente de Aragon. Habíala llamado José para engrosar sus fuerzas, y en el mismo dia 21 habia entrado en Madrid. Estaban ya el 25 los puestos avanzados de este ejército en Blasco Nuño, y alli les cogieron los aliados unos cuantos de sus ginetes con dos oficiales. Supo José à poco la derrota de Salamanca, y desde la fonda de San Rafael en donde se albergaba, tomó el 27 la ruta de Segovia, en cuyo punto adoptando una estancia oblicua sobre el Eresma, sin abandonar las faldas de las sierras de Guadarrama ni alejarse mucho de Madrid, conseguia proteger la marcha retrógrada de Clausel, amagando el flanco de los ingleses.

No dejó por eso Lord Wellington de acosar á sus contrarios, obligándolos á continuar su retirada via de Búrgos, y á abandonar á Valladolid. Entró en esta ciudad el general en gefe inglés el 30 de julio, y acogiéronle los moradores con júbilo extremado.

Guerrilleros en

Derramados los guerrilleros de Castilla la Vieja en Castilla. torno del ejército británico, ayudaban á molestar al francés en su retirada, y el llamado Marquinez cogió el mismo dia 30 en las cercanías de Valladolid unos 300 prisioneros.

Sexto ejercito

varios puntos.

Igualmente favoreció los movimientos de Lord Welespañol. Bloquea lington el sexto ejército español, compuesto en su totalidad de 15,300 hombres, entre ellos unos 600 de caballería. Se adelantó en parte desde el Vierzo aquende los Toma el de montes, y bloqueó los puntos de Astorga, Toro y Tordesillas. Tordesillas. En este pueblo abrigábanse fortificados en la iglesia 250 hombres, que se entregaron el 5 de agosto al brigadier Don Federico Castañon. Se metió al propio tiempo en España con la milicia portuguesa de Tras-los-Montes el conde de Amarante, y coadyuvó al plan general de los aliados cercando á Zamora.

No hizo en Valladolid larga parada Lord Wellington, queriendo impedir la union que se anunciaba del ejército enemigo de Portugal hacia la parte superior del Duero, con el otro que mandaba José. Por eso, dejando al cuidado de su centro é izquierda el perseguimiento de Clausel, movió el general inglés su derecha á lo largo del Cega, y sentó sus reales en Cuéllar el 1o de agosto; dia en que el rey intruso, desistiendo de todo otro intento, abandonó á Segovia pensando solo en recogerse á Madrid. No dudó sin embargo Wellington en proseguir inquietándole, porque persuadido de que el ejército francés de Portugal maltratado ahora no podria en algun tiempo empeñarse en nuevas empresas, resolvió estrechar á José y forzarle á evacuar la capital del reino, cuya ocupacion por las armas aliadas resonaria en Europa, y tendria venturosas resultas.

Revuelve Wellington

José.

contra

Con este propósito levantó Lord Wellington sus cuarteles de Cuéllar el 6 de agosto; y atravesando por Segovia, llegó á San Ildefonso el 8, en donde hizo alto un dia para aguardar á que cruzase su ejército las sierras de Guadarrama. Habia dejado en el Duero al salir de. Cuéllar la division del general Clinton, y la brigada de caballería del general Anson á fin de observar aquella línea. El grueso de su ejército viniendo la vuelta de Castilla la Nueva pasó sin tropiezo alguno en los dias 9, 10 y 11 los puertos de Guadarrama y Navacerrada. El general d'Urban, que precedia á todos con un cuerpo de caballería portuguesa y alemana y tropas ligeras, tropezó con 2,000 ginetes enemigos, que si bien al principio hicieron ademan de retirarse, tornaron en busca de los aliados, á quienes hallaron en frente de Majalahonda. Ordenó d'Urban el ataque, mas los portugueses aflojaron, dejando en poder del enemigo 3 cañones y al vizconde de Barbacena, que se portó briosamente. Los alemanes, que estaban formados detras del mismo pueblo de Majalahonda, sirvieron de amparo á los fugitivos y contuvieron á los franceses. Perdieron los aliados 200 infantes y 120 caballos en este reencuentro.

Reencuentro de

Majalahonda.

Madrid.

Antes y desde que se susurró entre los parciales Retirase José de del gobierno intruso el progreso de los ingleses y su descenso por las sierras de Guadarrama, trataron todos de poner en salvo sus personas y sus intereses. Cualesquiera precauciones no eran sobradas: los partidarios que en todos tiempos batian sin cesar los caminos y sitios cercanos á la capital habian acrecido ahora su audacia, y apenas consentian que impunemente ningun francés suelto ni aficionado suyo asomase por fuera de sus cercas.

En momento tan crítico renovóse hasta cierto punto el caso del dia de Santa Ana en el año de 1809. Azorados los comprometidos con el gobierno intruso acongojábanse, y previendo un porvenir desventurado, enfardelaban y se disponian á ausentarse. Los que

les eran opuestos corrian alborozados las calles, y se agolpaban á las puertas por donde presumian entrasen los que miraban como libertadores. Llegó el 11 de agosto, y José salió de Madrid con parte de su ejército encaminándose al Tajo: hicieron lo mismo en la mañana del dia siguiente aun temprano las fuerzas que quedaban dentro y demas allegados, dejando tan solo en el Retiro una guarnicion de 2,000 hombres con el especial objeto de custodiar á los enfermos y heridos.

Entran los aliados en la capital.

Dadas las diez y echadas las campanas á vuelo,

empezaron poco despues à pisar el suelo de la capital los aliados y varios gefes de guerrilla, señaladamente entre ellos Don Juan Martin el Empecinado y Don Juan Palarea. No tardó en presentarse por la puerta de San Vicente Lord Wellington, á quien salió á recibir el ayuntamiento formado de nuevo, y le llevó á la casa de la villa, en donde asomándose al balcon acompañado del Empecinado, fué saludado por la muchedumbre con grandes aclamaciones. Se le hospedó en palacio en alojamiento correspondiente y suntuoso. Las tropas todas entraron en la capital en medio de muchos vivas, habiéndose colgado y adornado las casas como por encanto. Obsequiaron los moradores á los nuestros y á los aliados con esmero y hasta el punto que lo consentian las estrecheces y la miseria á que se veian reducidos. Las aclamaciones no cesaron en muchos dias, y abrazábanse los vecinos unos á otros, gozándose casi todos no menos en el contentamiento ageno que en el propio.

Publicase y júrase la constitucion.

Recayó el nombramiento de gobernador de Madrid en Don Carlos de España; y el 13 por órden de Lord Wellington, conforme á lo dispuesto por la regencia del reino, se proclamó la constitucion formada por las cortes generales y extraordinarias. Presidieron el acto Don Carlos de España y Don Miguel de Alava. El concurso numerosísimo, los aplausos universales. Se prestó el juramento el 14 por parroquias, segun lo prevenido en decreto de 18 de marzo del año en que vamos. Los vecinos acudieron con celo vivísimo á cumplir con este deber, pronunciando dicho juramento en voz alta, y apresurándose espontáneamente muchos á responder aun antes que les llegase su turno considerando en este acto no solo la constitucion en sí misma, sino tambien y mas particularmente creyendo dar en él una prueba de adhesion á la causa de la patria y de su independencia. Don Carlos de España y Don Miguel de Alava prestaron el juramento en la parroquia de Santa María de la Almudena. Llamó el primero la atencion de los asistentes por los extremos que hizo, y palabras que pronunció en apoyo de la nueva ley fundamental, que, segun manifestó, queria defender aun á costa de la última gota de su sangre.

A pesar de tales muestras de confianza y júbilo no se aquietaba

Wellington hasta posesionarse del Retiro; y por tanto

Wellington

le cercó y le empezó á embestir á las seis de la ataca el Retiro. tarde del 13. Habian establecido alli los franceses tres recintos. El primero ó exterior le componian el palacio, el museo y las tapias del mismo jardin con algunas flechas avanzadas para flanquear los aproches. Formaba el segundo una línea de nueve frentes construidos á manera de obras de campaña, con un rebellin ademas y una media luna. Reducíase el tercero á una estrella de ocho puntas ó ángulos que ceñia la casa llamada de la China, por ser antes fábrica de este artefacto.

Le toma.

El Retiro, morada antes de placer de algunos reyes austriacos, especialmente de Felipe IV, que se solazaba alli componiendo de repente obras dramáticas con Calderon y otros ingenios de su tiempo, y tambien de Fernando VI y de su esposa Doña Bárbara, muy dada á oir en su espléndido y ostentoso teatro los dulces acentos de cantores italianos: este sitio, recuerdo de tan amenas y pacíficas ocupaciones, habiendo cambiado ahora de semblante, y Îlenádose de aparato bélico, no experimentó semejante trasformacion sin gran detrimento y menoscabo de las reliquias de bellas artes que aun sobrevivian, y la experimentó bien inútilmente, si hubo el propósito de que alli se hiciese defensa algo duradera. Porque en la misma tarde del 13 que fue acometida la fortaleza, arrojó el general Packenham los puestos enemigos del Prado y de todo el recinto exterior, penetrando en el Retiro por las tapias que caen al jardin botánico, y por las que dan en frente de la plaza de toros junto à la puerta de Alcalá. Y en la mañana del 14, al ir á atacar el mismo general el segundo recinto, se rindió á partido el gobernador, que lo era el coronel Lefond. Tan corta fue la resistencia, bien que no permitia otra cosa la naturaleza de las obras, suficientes para libertar aquel parage de un rebate de guerrillas, pero no para sostener un asedio formal. Concediéronse á los prisioneros los honores de la guerra, y quedaron en poder de los aliados, contando tambien empleados. y enfermos, 2,506 hombres. Ademas 189 piezas de artillería, 2,000 fusiles, y almacenes considerables de municiones de boca y guerra.

Proclama del general Alava,

Para calmar los ánimos de los comprometidos con José residentes todavía en Madrid, y atraer á nuestras banderas á los alistados en su servicio, ó sean jurados, como los apellidaban, dió el general Alava una proclama concebida en términos conciliadores. Su publicacion produjo buen efecto, y tal, que en pocas horas se presentaron á las autoridades legitimas mas de 800 soldados y oficiales. Sin embargo las pasiones que reinaban, y sobre todo la enemistad y el encono contra la parcialidad de José de los que antes se consideraban oprimidos bajo su yugo, fueron causa de que se motejase de lene y aun de impolítica la conducta

del general Alava. Achaque comun en semejantes crisis, en donde tienen poca cabida las decisiones de la fria razon, y sí mucho séquito las que sugieren propias ofensas, ó irritantes y recientes memorias. Subieron las quejas hasta las córtes mismas, y costó bastante á los que solo apetecian indulgencia y concordia, evitar que se desaprobase el acertado y tolerante proceder de aquel general.

Reprehensible porte de Don

paña.

Otro rumbo siguió Don Carlos de España. Inclinado á escudriñar vidas pasadas, y á molestar al Carlos de Es- caido, de condicion en todos tiempos perseguidora, tomó determinaciones inadecuadas y aun violentas, publicando un edicto en el que, teniéndose poca cuenta con la desgracia, se ordenaban malos tratamientos con palabras irónicas, y se traslucian venganzas. Desacuerdo muy vituperable en una autoridad suprema, la cual, sobreponiéndose al furor ciego y momentáneo de los partidos, conviene que solo escuche al interes bien entendido y permanente del estado, y que exprese sus pensamientos en lenguaje desapasionado y digno. En Don Carlos de España graduóse tal porte hasta de culpable, por notarse en sus actos propension codiciosa, de que dió en breve pruebas palpables, apropiándose haberes agenos atropellada y descaradamente.

Ahogaron pues en gran manera el gozo de los madrileños semeOtras medidas jantes procedimientos. Tambien el no sentir inmedesacertadas. diato alivio en la miseria y males que los abrumaban, habiendo confiado sucederia asi luego que se alejase el enemigo y se restableciese la autoridad legítima. Esperanzas que consolando en la desdicha, casi nunca se realizan; porque en los tránsitos y cambios de las naciones, ni es dable tornar á lo pasado, ni subsanar cumplidamente los daños padecidos, como tampoco premiar los servicios que cada cual alega, á veces ciertos, á veces fingidos ó exagerados.

Destemplaron asimismo la alegría varias medidas La de monedas. de la regencia y de las córtes. Tales fueron las decretadas sobre empleados y sus purificaciones, de que hablaremos en otro lugar. Tales igualmente las que se publicaron acerca de las monedas de Francia introducidas en el reino, y de las acuñadas dentro de él con el busto del rey intruso. Tuvieron origen las resoluciones sobre esta materia en el año de 1808, á la propia sazon que invadieron nuestro territorio las tropas francesas; pues sus gefes, solicitando entonces que sus monedas circulasen con igual ventaja que las españolas, consiguieron se nombrase una comision mixta de ensayadores naturales y extrangeros, cuyos individuos, parciales ó temerosos, formaron una tarifa en gran menoscabo de

nuestros intereses*, la cual mereció la aprobacion del (* Ap. n. 2.) consejo de Castilla, amedrentado ó con poco conocimiento de la materia.

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