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das á la soberanía popular de los absolutistas, pues Mas escesos de sus mandatos solo se cumplian cuando se conforma- los realistas. ban con la voluntad de los anarquistas. Citaremos entre otros el ejemplo de Zamora. La regencia nombró intendente de aquella provincia á don Francisco Aguilar y y Conde, destino que habian provisto en otra persona los realistas, cuya sanguinaria junta presidia el obispo de aquella diócesis, uno de los mas fanáticos enurgúmenos del reino. Para remover pues al recien nombrado no hallaron medio mas sencillo que asesinarle, no obstante los inminentes servicios que habia prestado á la causa misma del realismo. Para conseguirlo encendieron un tumulto bajo pretesto de que el intendente usaba zapatos blancos bordados de verde: diéronle diez y siete puñaladas, atravesaronle el brazo con la bala de una pistola que le dispararon á quema ropa, y le sepultaron en un calabozo. Consiguió Aguilar que sus lamentos llegasen á la regencia, que no atreviéndose á luchar con la soberanía de los voluntarios realistas no espidió orden alguna en su favor; y debió la libertad al general francés que habia en Valladolid, quien corrió á abrirle las puertas de la carcel. La regencia confirmó el nombramiento del interino puesto por la junta furibunda; y poco tiempo despues fue elevado al arzobispado de Toledo el obispo de Zamora. Volvamos la vista á las operaciones militares.

Pam

Las plazas de San Sebastian, Santoña y plona sufrian un riguroso bloqueo, como tambien las principales de Cataluña, donde acumulando ventajas los invasores lograron cercar á Barcelona, condenando á la impotencia á Mina, encerrado alli y enfermo.

En Galicia, secundados los franceses por el conde de Cartagena, apoderáronse del Ferrol, de Santiago, de Vigo y de la Coruña, que se rindió por

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Nuevas operaciones milita

res.

fin el 13 de Agosto. Los restos de las tropas liberales intentaron tomar el camino de Estremadura, mas antes de pasar el Duero tuvieron que rendir las armas en número de mil y quinientos hombres.

El general Ballesteros, abandonando la provincia de Murcia despues de haber guarnecido las plazas fuertes de la costa, entró en el reino de Granada, á cuya ciudad se dirigió. Alli llegó tambien el general Zayas, que siguiendo las huellas de su antecesor Villacampa, habia desde Arcos representado al gobierno de Cádiz con honrosa franqueza disipando ilusiones, y manifestando tal como se presentaba la opinion pública del pais y del ejército. Conferenciaron largamente Zayas y Ballesteros, y unidos enviaron al ministerio y á las Cortes repetidas y valerosas instancias para que se arrancasen la venda que cegaba sus ojos y no aguardasen á conocer la importancia del mal en su última agonía. Precipitábase entre tanto Molitor sobre Granada, y Ballesteros, reconcentrando sus fuerzas en los montes que dividen aquel reino del de Jaen, batió denodadamente el 1.0 de Agosto en el Campillo de Arenas al grueso de las huestes francesas con una division compuesta de seis batallones, que se portaron con el valor y gallardía que caracterizan á los soldados españoles. Ya anteriormente habia enviado el mismo Ballesteros parlamentarios al cuartel general de Molitor, con quien en 4 de Agosto concluyó en Granada un tratado en que estipulaba que su ejército reconocia la regencia de Madrid; que sin disolverse ocuparia los cantones que le señalasen, y conservaria los grados y suelCapitulacion dos que gozaba. El artículo 5.° decia asi: "Ninde Ballesteros. gun individuo de dicho ejército podrá ser inquietado, pesquisado ni perseguido por sus opiniones anteriores al presente convenio, ni por los hechos relativos á ellas, esceptuados los que competen á

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la justicia ordinaria." Y el contenido del artículo 7.o era este: "Los individuos de la milicia pertenecientes á este segundo ejército que quieran volver á sus hogares podrán hacerlo libremente, y encontrarán en ellos seguridad y proteccion." Las plazas fuertes de los distritos de su mando no admitieron las condiciones. del convenio: tambien Zayas, que se habia retirado á Alhama, donde supo la capitulacion, se trasladó sin admitirla á Málaga.

Restaban todavía á Ballesteros, cuando firmó el tratado nueve mil hombres, por lo que parecia natural que se regocijase el realismo con su sometimiento, que hasta cierto punto desataba el nudo de la cuestion. Lejos de suceder asi, levantóse un grito de reprobacion contra el general de las Cortes, contribuyendo en estremo á estenderlo y á atizar la Hama de la discordia un periódico que en Madrid se publicaba con el título del Restaurador, y que con sus doctrinas sanguinarias eclipsaba á la Gaceta. Redactaba este papel furibundo el padre Manuel Martinez, que obtuvo en premio de sus imposturas y osadía el obispado de Málaga, pasando de este modo en España el báculo y, la mitra á ser despojo de las pasiones: asi los pastores de la iglesia, en vez de inculcar en las azorosas épocas que hemos atravesado la paz y el amor, han predicado sangre y esterminio.

y.

La regencia, que acaloraba á sus agentes y que se complacia en ver el reino devastado y convertido en teatro de tantos horrores, seguia el camino de proscripciones que se habia trazado. Y cual sino bastase despojar de sus destinos á los empleados del gobierno representativo, lanzábalos de la corte el superintendente de vigilancia pública don Julian Cid, y los regentes por decreto de 6 de Agosto. prohibian dar pasaportes para Francia "á los re

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nacionales.

volucionarios liberales," dejando la calificacion á arbitrio de los realistas mas ardientes empleados en el ramo de vigilancia. Saltando la valla de las antiguas leyes de la monarquía, y arrojando lejos de sí el peso de Temis, ordenó la regencia en 12 de Agosto que los bienes llamados nacionales y los vinculados volviesen los unos á los frailes y los Anula la re- otros á los señores, pues era nula su venta, como gencia la venta todos los actos emanados del gobierno representativo, no obstante que para colmo de desvergüenza uno de los regentes habia enagenado bienes suyos, y era á un tiempo mismo legislador y usurpador. Desgarradas tan inicuamente las leyes de la propiedad, los compradores halláronse saqueados horriblemente, perdiendo las fincas que habian adquirido y el dinero que les habian costado sin reintegro alguno. Y para mofa y escarnio del pueblo español, á los estrangeros que habian comprado posesiones de los conventos devolvióseles en metálico no la suma que habian invertido calculándola por el precio de los vales, pues con ellos habia n pagado, sino la cantidad íntegra que constaba en las escrituras, y que valuado el papel al veinte por ciento á que les costó era el quintuplo del valor efectivo. Del mismo modo anularon los furiosos regentes de Madrid en 15 de Agosto el decreto de señoríos.

á

El duque del Infantado, presidente de la regencia, salió de la corte para Andalucía el 19 de Agosto, acompañado del ministro de Estado don Victor Saez, para fomentar en aquella tierra la semilla de la intolerancia, y no perinitir que el rey su salida de Cádiz oyese consejos de moderacion. Ya el 14 habia entrado en Sevilla en triunfo el duque de Angulema: trasladóse el 16 al puerto de Santa María despues de haber recibido numerosos obsequios, y el 18 recorrió la línea de cir

cunvalacion de Cádiz, activando los trabajos del sitio y acelerando el momento de poner fin á la lucha.

El cabecilla realista Ramon Chambó se habia apoderado de Tortosa, entregada vilmente por un oficial llamado don Manuel Gonzalez á las bandas de la fé. Habia Chambó mantenido secreta inteligencia con Gonzalez por medio de su gefe de estado mayor don Pedro García Navarro, tan aventajado en el arte de la traicion, pues era el mismo que allá en Peñíscola vendió la plaza á los franceses en la guerra anterior. Las demasías de las hord as facciosas subian de punto con el engrandecimiento y las victorias de su partido; y el fanatismo de tal suerte los dominaba, que don Rafael Sempere, hablando en un parte oficial de la salida intentada por los liberales de Alicante á la parte de Guardamar, donde sin embargo no desembarcaron, decia: "que no habian podido pisar el suelo católico." Con estos ardides atizaban y encendian el entusiasmo de la muchedumbre. El 4 de Setiembre, celebrados en Valencia pomposos funerales por orden de la regencia para dar nueva sepultura á los restos de don Francisco Javier Elío, á quien en el año anterior decapitó el verdugo, sintióse al tiempo del entierro un ligero temblor de tierra; y los realistas, atribuyéndolo á prodigio, divulgaron que el cielo habia querido solemnizar y aprobar la ceremonia con el terremoto. Habia muerto el 20 de Agosto el Papa Pio VII, y los individuos de la junta apostólica, recogiendo ansiosos los laureles que en nuestra patria les ofrecia el triunfo de la teocracia, oponiánlos como mérito para influir en la eleccion del sucesor.

Llegadas á Cádiz la capitulacion de Ballesteros y las representaciones de Zayas, salió Riego con algunos oficiales y desembarcó el 17 de Agos

Entrega de Tortosa.

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