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de la fidelidad con que los habitantes guardaron el secreto de nuestra inarcha.

Hill, que mandaba en gefe á los hispano-anglo-portugueses, determinó entonces acometer, y á las dos de la madrugada del 28 puso en movimiento todas las tropas. Diluviaba soplando recio viento, mas el temporal, por dar á los nuestros de espalda, fue inas bieu favorable que contrario. Avanzando así en buen órden y caHladamente, formáronse las columnas siendo todavia de noche en una hondorada no léjos de Arroyomolinos.

Pertenece esta villa, distante de Cáceres seis leguas, al partido de Mérida, y se apellida de Montanches por hallarse situada à la falda de la sierra de aquel nombre. Está como aislada y sin otras comunicaciones que pocas y penosas subidas con malas veredas. Puestos los aliados en órden de ataque en el sitio indicado, moviéronse á las 7 de la mañana para sorprender al enemigo. Una columna anglo-portuguesa con artillería mandada por el teniente coronel Stuart marchó en derechura al pueblo: otra compuesta de la infantería española bajo Morillo se encaminó á flanquear las casas por la izquierda, y una tercera tambien de peones anglo-portuguesa del cargo de Howard tomó por la derecha y se adelantó á cortar los caminos de Mérida y Medellin, para de alli revolver sobre el frances y atacarle. Por el diestro costado de esta última columna iban los ginetes españoles, y por el opuesto los británicos, algo retrasados los postreros á causa de un estravío que padecieron en

la noche.

Ignoraba del todo Girard el movimiento y proximidad de los aliados manteniéndose hasta lo último los habitadores inmundables en su fidelidad. Asi fue que llegaron aquellos sin ser sentidos, y en sazon que Girard emprendia su ruta á Mérida. Una brigada al mando de Ramond le habia precedido saliendo de Arroyomolinos antes de quebrar del alba, mas la retaguardia con alguna caballería y los bagages aun se conservaban dentro del pueblo. Cubria espesa niebla la cima de la sierra, y marchaba Girard descuidadamente, cuando le avisaron se acercaban tropas. No pensaban fuesen regladas, y menos inglesas. Figurósele que eran partidarios, por to que mandó apresurar el paso, y no detenerse á repeler

las acometidas.

Pero desengañado, grande fue su sorpresa y la de sus soldados. Resintiéronse de ella al tiempo do pelear, pues columbrarlos los nuestros, atacarlos y romperlos, casi fue todo uno. Parte de la columna anglo-portuguesa, que se habia dirigido al pueblo, entró en su casco; el resto persiguió á Girard ya en marcha, quien en vano formó dos cuadros, encerrados estos entre los fuegos de los que venian de Arroyomolinos, y los de la columna de Howard que se habia antes adelantado á cortar los caminos. La caballería española dió tambien sobre el general frances, y la llegada de la inglesa á

las órdenes de Sir W. Erskine acabó de trastornarle. Entonces aquel se salvó con pocos, trepando por peñas y riscos, y se acogió á la sierra. Continuó el alcalde Morillo por el puerto de las Quebradas hasta la altura que da vista á Santa Ana. El cansancio de la gente no consintió ir mas alla. Tenia ya la pelea ventajosísimo y horoso resultado. Perdieron los enemigos 400 muertos y heridos, entre ellos al general Dombrouski; quedaron prisioneros el general Brun, el duque de Aremberg, el gefe de estado mayor Idri, gran número de oficiales y 1400 soldados, cabos y sargentos. Se cogieron dos cañones y un obus, el tren, dos banderas, una porlos españoles, otra por los auglo-portugueses; muchos fusiles, sables, mochilas, caballos: el bagage entero. Desapareció en fin aquella division, excepto contados hombres que acompañaron á Girard, y la brigada de Ramond que, como habia salido cou anticipacion de Arroyomolinos, ni tomó parte en el combate, ni tuvo de él noticia hasta llegar á Mérida. Acrecióse la satisfaccion de los aliados en vista de la poca gente que perdieron: 71 hombres los anglo-portugueses, unos 30 los españoles. Obraron todos los gefes muy unidos y con destreza y tino: cierto que los nuestros, Giron, Morillo y Penne señalábanse, el primero en el dirigir, los otros en el ejecutar. Gran terror se apoderó de los franceses. Badajoz permaneció cerrado dos dias y dos noches, muy vigilados los vados del Guadiana, y recogidos los destacamentos sueltos en los parajes mas fuertes. Penue Villemur llegó á Mérida, tras de él Hill, en donde ambos se mantuvieron hasta que volviendo en sí Drouet y avanzando se retiraron los españoles á Cáceres, y los anglo-portugueses á sus antiguos acantonamientos.

á

Otra vez el 6

ejército.

Medidas des

de

Mas si por la derecha de Lord Wellington habia cabido tal fortuna y gloria, no acaeció lo mismo por la izquierda en Galicia y Asturias, yendo las cosas alli muy de caida. Don Francisco Javier Abadía, prudente en un principio y cuerdo, cambió despues de conducta. Trató de dar nueva organizacion á su ejército sin motivo fundado, y alte- acordadas raudo la actual mudó gefes, oficiales, sarjentos, ca- Abadia. bos, soldados; trasladolos de unos cuerpos á otros, confandiólo todo; y punto que resultó, hasta en los uniformes, mezcla rara de colores y variedades, y eso en presencia del enemigo. Liviano porte, ageno de la reputacion militar de que gozaba aquel gefe, haciéndose asi mas dolorosa la remocion súbita y poco meditada de Santocildes. Representó contra la organizacion nueva el gefe de estado mayor Moscoso, mas inútilmente. Sostuvo el capricho y la tepacidad lo qre al parecer habia dictado la reflexion. Notóse tambien que Abadía, en vez de presenciar el plantamiento de su obra, ausentóse a tomar baños, pasando despues à la Coruña. En su lugar envió al marques de Portago, hombre de sana intencion pero de limitada capacidad, originándose de tau indiscretas, mal

dispuestas reformas y providencias que no saliese del Vierzo el ejército, ni asomase á sus antiguas estancias para inquietar al enemigo y distraerle de otras escursiones.

Invaden de

ces á Asturias.

Viendo los franceses la mucha inaccion, y persuanuevo los fran- didos de que á lo menos durante el invierno no se moverian de Portugal los ingleses, pensaron sin invadir de nuevo á Asturias, ya para tener mas medios con que sustentar su ejército, ya porque agradaba al general Bonnet tornar adonde éi campeaba con mayor independencia que bajo Drouet en Castilla.. Aleutaba tambien á ello el haber Abadía sacado de Asturias tropas aguerridas y enviado otras menos disciplinadas.

Que iba Bounet á entrar en aquel principado, sonrugiase por todas partes, y el gefe de estado mayor Moscoso enderezóse á Oviedo á marchas forzadas, sino para evitar el golpe, al menos para disponer con órden la retirada de nuestras tropas y disminuir el desastre.

En Asturias mandaba como antes Don Francisco Javier Losada: tenia á su cargo la 1a division del 6° ejército, recompuesta ó tras tocada segun el nuevo arreglo de Abadía. No habia por eso el Don Francisco dejado de tomar durante su gobierno medidas militares bastante oportuna. En la puente de los Fierros habia levantado algunas obras de campaña, y colocado allí en los puntos mas fuertes de la avenida de Pajares una de sus secciones al mando de Don Manuel Trevijano.

El general Bonnet no solo pensó eu acometer al principado por dicho puerto, sino tambien por el de Ventana, mas al occidente. Contaba para su espedicion con 12,000 hombres, que dividió en dos trozos. El principal mandábalo Bonnet mismo, y se encaminó á Pajares; el otro lo regía el coronel Gauthier.

Informado Losada del plan del enemigo, trató de burlarle, poniendo en movimiento de antemano sus tropas sobre el Narcea, pues de este modo impedia le cortasen los franceses la retirada hácia Galicia. En consecuencia el 5 de noviembre, dia en que se presentó Bonnet delante de la puente de los Fierros, no se hizo en ella otra resistencia sino la suficiente para ocultar lo proyectado; cuyo éxito fue tan feliz que el 7 reuniéndose todas las tropas en Grado, marcharon sin detenerse á tomar puesto en las alturas del Fresno, y cubrir el paso del Narcea. La celeridad y buen órden con que se ejecutó la maniobra destruyó los intentos del enemigo, no siéndole dado á Gauthier ponerse á nuestra espalda: al bajar del puerto de Ventana, tuvo que contentarse con perseguir á los españoles, y al canzó en Doriga la retaguardia; de donde repelido cejó en breve, pensado ya solo eu darse la mano con Bonnet que habia entrado en Oviedo. Acompañaban á Losada Don Pedro de la Bárcena, restablecido de anteriores y honoríficas heridas, y Don Juan Moscoso: la presencia de ambos en la retirada favoreció la diligente actividad

del primero. Artilería, municiones efectos pertenecientes al ejército y real hacienda, todo se salvó, embarcándolo en Gijon ó trasportándolo por tierra. Los vecinos de la capital del principado, como los moradores de todos los pueblos, abandonaron por lo general sus casas daban el ejemplo los pudientes, siendo aquella provincia una de las mas constantes en su adhesion á la causa de la patria, , y de las que mas prodigaron la sangre de sus hijos y sus caudales.

Dolióle amargamente á Bonnet entrar en Oviedo y ver la ciudad tan solitaria, porque si bien los asturianos le babian acostumbrado á ello, esparaba que los trabajos y el tiempo comenzarian ya á domeñar ánimos tan inflexibles. Pesóle no menos encontrar vacías las fábricas de armas y los almacenes; lo cual le embarazaba para suplir los menesteres de su tropa, y emprender otras operaciones.

Sin embargo trató de probar fortuna, y obligó á Gauthier á revolver inmediatamente sobre los españoles. Losada juzgó entonces prudente retirarse aun mas allá del Narcea, y el frances llegó á Tinéo el 12 de noviembre. Mantúvose alli muy poco, porque combinando nuestros gefes un movimiento, atacóle Bárcena con una seccion y le forzó á retroceder. Tambien Abadía quiso amagar por Astorga y el Orbigo para divertir la atencion de los franceses de Asturias; pero la idea no tuvo resulta dejándose para mas adelante. A pesar de eso Bonnet apenas poseyó esta vez en el principado otro terreno sino la línea de Pajares á Oviedo, pues por el ocaso fuéronlo estrechando sucesivamente Losada y Bárcena, y por el Oriente Don Juan Diaz Porlier.

Séptimo ejerci

to.

Este caudillo y todos los que mandaban las divisiones y cuerpos francos de que constaba el 7o ejército, hicieron por el mismo tiempo guerra continua al enemigo desde Asturias hasta la Navarra inclusive. La composicion de las tropas de aquel distrito no era uniforme, ni para obrar á la vez en línea: no lo permitian las circunstancias del pais en que se lidiaba, como tampoco lo vario del origen de la gente y la independencia tan necesaria entonces de sus distintos comandantes. Don Gabriel de Mendizabal, general en gefe elegido meses Le manda Menatras, apareció alli en el verano. No se puso al frente dizabal. de ninguna division ni cuerpo especial. Recorriólos todos principiando por el de Porlier alojado comunmente en Potes, montañas de Santander, y acabando por el de Merino en Burgos, y el de Mina en Navarra. La presencia del Don Gabriel alentaba á los blos, en particular á los de Vizcaya, de donde era natural. Algunas operaciones se ejecutaban con su anunencia; otra sin ella, y solo por direccion de los mismos gefes. Húbolas.señaladas.

Porlier.

pue

Desde junio habia organizado mejor y aumentado Porlier su fuerza que pasaba de cuatro mil hombres Habia tambien acopiado en la Liebana ocho mil fanegas de trigo y

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inuchos otros bastimentos, para lo cual teniendo que recorrer la tierra é internarse en Castilla, hubo de marchar dia y noche, burlar con ardides al enemigo, y combatir bizarramente en peligrosos reencuentros. Hechas estas correrías preliminares y necesaEntra en San- rias, revolvió en agosto sobre Santander, y atacó el 14 tander. la ciudad y los fuertes de Solia, Camargo, Puente de Arce y Torre la Vega; porque aqui á semejanza de las demas partes, habian los franceses fortalecido casi en cada pueblo algun grande edificio, ó mejorado fuertes antiguos. Mandaba en SanRouget; y rompiendo Porlier el fuego por el sitio de los Molinos de Viento, colócose el general frances á la cabeza de la guarnicion compuesta de 500 hombres, la cual, acorralada en las calles y las Casas, quiso en vano sostenerse; y destrozada, con trabajo se salvaron de ella 100 hombres y el gefe. Al mismo tiempo ó sucesivamente atacaron los de Porlier los demas puntos arriba indicados, y se apoderaron de Solia, Puente de Arce y Camargo, cuyos fuertes arrasaron. Mantuvieron los contrarios el de Torre la Vega. La pérdida de estos en las diferentes acometidas pasó de 400 hombres, sin incluir muchos prisioneros, algunos de ellos oficiales de graduacion. Recogieron asimismo los nuestros abundante botin, y estuvieron por cierto tiempo enseñoreados de casi toda la provincia de Santander. Tavo Rouget que aguardar refuerzos antes de poder tornar á la ciudad que evacuaron luego los españoles sin detenerse, inferiores en número, á hacer resistencia.

Don Juan Lopez Ademas dispuso Porlier que Don Juan Lopez CamCampillo. pillo, , que maniobraba desde la carretera del Escudo hasta las provincias Vascongadas, fuese engrosado con cuadros instruidos por Renovales, , y que ascendian á 800 hombres. Asi se distrajo al enemigo, y Campillo consiguió el 26 de setiembre ventajas cerca de Valmaseda. Lo mismo Don Francisco de Longa en diversos ataques, especialmente el 2 del mismo mes en la Peña nueva de Orduña, dando uno y otro, junto con el Pastor y mas gefes, mucho en que entender al general Caffarelli que alli

Louga, el Pastor

man

daba. Longa fue quien por lo comun acompañò á Meny Merino. dizabal en sus viages, y en diciembre se avistaron ambos con Merino en tierra de Burgos. Unidos los tres, redoblóse el celo de los pueblos, y se llamó grandemente hácia Castilla la atencion de los franceses: diversion que seria, al ingles en Portugal, y á los caudillos españoles que gobernabau en los puntos inmediatos.

No necesitaba Mina de tales ejemplos para proseMina. guir por el camino espinoso y de gloria que habia emprendido. Vímoste maniobrando en Aragon para ayudar á Valencia, y vímosle alcanzar victorias y embarcar sus prisioneros en cl Golfo de Vizcaya: ahora al cerrar del año hizo mansion en Navarra, mas desembarazada de tropas enemigas á causa de las que

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