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tender someter á los americanos; procuraba sincerar su conducta y manifestar que todos los españoles ilustrados deseaban la independencia de las Américas, lo cual decía estar en los intereses de España '. Al fin se hizo á la mar con dos fragatas, una corbeta, dos bergantines, dos goletas y una balandra, y recalando á la boca del río Santander, desembarcó en la villa nombrada Soto la Marina el 22 de Abril cosa de 400 hombres, los más oficiales, y se atrincheró, procediendo á construir fuerte, artillado con cuatro carronadas, dos morteros y dos obuses. Los buques de Aury le dejaron entonces para continuar las acostumbradas correrías, sin que en el fondeadero quedaran más que la corbeta Cleopatra, de 12 cañones, y el bergantin Neptuno, de 14, donde iba el almacén; gran almacén por cierto: 14.000 uniformes, 6.000 fusiles, 5.000 carabinas, 30 cañones, gran número de armas blancas, pertrechos y municiones, complemento de la expedición, que costaba á los armadores más de dos millones de pesos 2. Quedaron también las dos goletas.

Del fuerte se hizo cargo el mayor José Sardá, catalán, al internarse Mina con la tropa, á que se juntaron en el momento más de cien mejicanos con buenos caballos; en cambio se le sustrajeron 52 anglo-americanos con dos jefes, que, arrepentidos, quisieron repasar su frontera por tierra, sin alcanzarla; antes fueron muertos por los destacamentos que el Virrey envió en su persecución.

La campaña del caudillo no nos interesa. Recorrió más de cien leguas de terreno, haciendo considerable daño; que era inteligente, valeroso y digno de empleo en causa que no le deparara el fusilamiento por la espalda. Lo que nos importa es la suerte de sus buques, contra los que salieron de Veracruz, así que se tuvo noticia de la aparición, la fragata Sabina, del mando de D. Francisco de Beránger, y las goletas Belona y Proserpina á sus órdenes. Éstas dieron caza á las insurgentes, que se habían puesto á la vela, sin poderlas alcanzar; la fragata fué derecha al fondeadero de Soto la Ma

1 Arrangóiz, Mejico desde 1808, t. I, pág. 349.

2 Torrente, Historia de la revolución, t. II, pág. 395.

rina, rompiendo el fuego contra los bajeles y el fuerte enemigos. A pocos disparos voló el almacén de pólvora que tenían en tierra, visto lo cual, picó el bergantin Neptuno los cables, yendo á embarrancar en la boca del río. La corbeta Cleopatra trató de hacer lo mismo, mas no la dieron tiempo las embarcaciones de la Sabina, asaltándola. Abandonáronla entonces los defensores, y fué incendiada por los nuestros, lo mismo que el bergantín, con lo que, por mar como por tierra, quedó destruída la ruidosa expedición. Beránger trajo á España la noticia, habiendo embarcado en Veracruz el lastre excelente de 4 millones de pesos 1.

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Ni por ello escarmentaron los simpatizadores europeos; á principios del año siguiente desembarcaron en Galveston los dos hermanos Lallemand, generales que habían servido en los ejércitos de Napoleón, provistos de considerable material de guerra y en compañía de aventureros de la propia laña que los predecesores. Circularon llamamiento á los descontentos del mundo para aquel país denominado por ellos de la libertad, y para cuyo régimen habían formado un código de 140 artículos. El virrey Apodaca los mandó atacar prestamente por mar y tierra, y tuvieron que internarse en los Estados Unidos, abandonando buena parte de sus efectos, sin lo cual hubieran probablemente sufrido la suerte de los otros 2.

Más seriamente, ó con más abundantes recursos, se forjó en Inglaterra tercer proyecto de invasión en Méjico, unidos para el plan los agentes de Buenos Aires, Chile y Colombia, y para la garantía de 150.000 libras esterlinas, que había de aumentarse con la colocación de bonos emitidos por los respectivos Gobiernos. Debía ser jefe de la expedición el mariscal de campo D. Mariano Renovales, emigrado, como los anteriores, por liberal, y que sin duda era del número de los españoles ilustrados de que hablaba el manifiesto de Mina, ó, si se quiere, de los patriotas calificados por el ministro inglés

1 Partes oficiales en la Gaceta de Madrid de 14 de Agosto y 13 de Noviembre de 1817.

2 Torrente.-Arrangóiz.

Castelreagh'. A última hora, meditadas las consecuencias del negocio, lo confió en secreto al embajador de España Duque de San Carlos, sin perjuicio de seguir aparentando el mayor entusiasmo por la empresa y de trasladarse á Nueva Orleans, punto de reunión de los expedicionarios. Iban á concurrir el escocés Mac Gregor con 1.000 hombres, polacos, alemanes, ingleses, franceses, italianos y anglo-americanos; Bolívar con 2.000 de Costa Firme; Brión con su escuadra; . se apoderarían de Veracruz ó de otro lugar de la costa que sirviera de base de operaciones, y lo demás no ofrecería dificultades.

Únicamente se presentaron en el comienzo. Renovales, objeto ya de la desconfianza de sus camaradas, se retiró á la Habana, y en proyecto quedó la invasión, salvo los gastos hechos, empezando Méjico á disfrutar de los beneficios de la tranquilidad.

Menos bien marchaban las operaciones en Costa Firme y mar contiguo, donde la escuadra española, con mucho trabajo y escaso lucimiento, sostenía frecuentes combates de fuerza sutil ó auxiliaba en desembarcos al Ejército, no siempre con éxito, como ocurrió en el intento de someter á la Margarita, hecho por las corbetas Descubierta y Diamante, secundadas por las flecheras'.

De buque á buque se hizo notar el encuentro ocurrido en la sonda de la Tortuga el 26 de Diciembre del bergantín Almirante, á cargo del teniente de navío D. Guillermo de Aubarede, con una goleta de Galveston. Desarbolada ésta del palo mayor, muerto el capitán Mr. Chevallier, el segundo y parte de la gente, se rindió con 40 prisioneros. Llamábase Eugenia R.

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Por compensación, tomaron los insurgentes, el 17 de Mayo siguiente, á la goleta correo Ramona con tres buques mer

1 < Patriotism is the last refuge of a scoundrel. ›

2 Partes publicados en la Gaceta de Madrid de 30 de Octubre y 4 de Noviembre de 1817. El general Morillo recomendaba el mérito de los comandantes D. José María Chacón, D. Francisco Topete, D. Antonio Quintano y D. Andrés Tosta. * Parte oficial en la Gaceta de Madrid de 3 de Marzo de 1818,

cantes que escoltaba. La nombrada Mariana se les fué de las manos batiéndose contra otra goleta y un bergantín. La polacra Carmen, mandada por D. José García de Quesada, rechazó el abordaje de tres enemigas, castigándolas con su metralla. El místico San Antonio, con D. José Guerrero, rindió á dos flecheras sobre la punta de Araya 3.

Extraordinarios esfuerzos hicieron el año de 1819 para sobreponerse, con ayuda de expediciones de afuera. La una, organizada en la isla Margarita, se componía de 800 soldados ingleses, 300 alemanes y 400 criollos; embarcó el 12 de Julio á bordo de 18 buques y de cinco flecheras, y haciendo rumbo á la costa, puso pie en tierra en la playa de Pozuelos sin estorbo, por ser muy corta la fuerza de guarnición en la plaza próxima de Barcelona; fué, no obstante, derrotada, teniendo que reembarcar en dirección de Cumaná, cuya plaza atacaron el 3 de Agosto, con igual malogro, soldados y buques, y como éstos huyeran al ver llegar á la escuadrilla española, los primeros, colocados entre las bayonetas de los realistas y las selvas del país, perecieron, como había sucedido á los de Méjico, sin valerles las dotes de su general Inglish, que en la Península había guerreado á las órdenes de lord Wellington *.

El aventurero sir Gregor Mac Gregor condujo otra expedición de 500 veteranos ingleses hacia el Istmo, y se hizo dueño de la plaza de Portobelo, abandonada por su gobernador sin la menor resistencia el 9 de Abril; pero el general D. Alejandro Hore, que después de los trabajos referidos anteriormente había tomado el mando de Panamá, formó dos columnas, con las que emprendió ataque simultáneo el 29 del mismo Abril, tan decidido, que recobró el lugar, haciendo á los invasores 117 muertos, 402 prisioneros, de ellos. 57 oficiales de todos grados. Mac Gregor escapó con todos los buques. Pocos días después del combate, cuando ya el

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general Hore se había retirado con la mayor parte de las tropas y los prisioneros, dejando la plaza á cargo del teniente coronel D. José Santa Cruz, apareció á vista del puerto una goleta con refuerzos para los ingleses, ofreciendo ocasión de nuevo triunfo á nuestros soldados. Treinta de ellos embarcaron en la goleta mercante Portobeleña, y, abordando á la contraria, la apresaron, con muerte de un jefe, dos oficiales y 20 soldados, y rendición de 62 más, sin tener de su parte más que 12 heridos, dos mortalmente '.

Todavía juntó Mac Gregor en Jamaica 600 irlandeses para tentar de nuevo á la suerte, embarcándolos en la escuadra de Brión. Esta vez saltó en tierra por Río Hacha, instalándose en la población con no mayor arraigo. De Santa Marta y del valle de Upar acudieron al momento tropas, y también abandonó las suyas al cuchillo, huyendo con el almirante".

La escandalosa protección que el Gobierno de los Estados Unidos daba á cualquiera de las expediciones preparadas en sus puertos para las colonias rebeladas, consintiendo la recluta pública de aventureros, el armamento de corsarios y la venta de presas, desentendiéndose de las reclamaciones diplomáticas, habían llevado las relaciones á un grado de tirantez que hacía temer el rompimiento. Contúvose con la firma de un tratado, en que no fué aquella nación, poco escrupulosa, la que salió perdiendo. Su Majestad Católica le cedía en toda propiedad y soberanía los territorios de su pertenencia situados al Este del Misisipi, conocidos con los nombres de Florida Occidental y Florida Oriental, con las islas adyacen

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1 Torrente.

* Don Manuel del Busto, Campaña de Costa Firme. Memoria publicada en la Revista Militar. Madrid, 1852; tomo x.-Don Rafael M. Baralt y D. Mariano Torrente difieren en las fechas y pormenores de la expedición. El último, en observación general (t. II, pág. 462), dice: «No bajaron de 9.0oo los extranjeros que pasaron en distintas ocasiones á las provincias de Venezuela y reino de Santa Fe á reforzar los ejércitos rebeldes; la mayor parte eran ingleses; todos ellos han sucumbido al acero español y á las enfermedades consiguientes á aquel clima insalubre, á su intemperancia y á los excesos del calor.»

3 Tratado de amistad, arreglo de diferencias y límites entre S. M. Católica y los Estados Unidos de América, concluído y firmado en Washington el 22 de Febrero de 1819.- Colección Cantillo.

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