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Llega el momento de manifestar cuán pronto comprendieron los chilenos que siendo dilatada y abierta la costa de su país, no consolidarían la independencia mientras no pudieran cerrar el acceso de aquélla á las expediciones de España; es decir, mientras no contaran con fuerzas marítimas superiores á las de la nación enemiga en el Pacífico, ó, lo que es lo mismo, hasta adquirir el dominio del mar en el concepto modernamente explanado por el capitán de navío norteamericano Maham; concepto elemental que, sin embargo, no penetró jamás en la mente de los políticos españoles, separados en la continuidad de las edades los rarísimos casos de Antonio Pérez, el Gran duque de Osuna, Patiño, Ensenada y Floridablanca 1.

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A los patriotas chilenos no ofuscó la satisfacción de los triunfos conseguidos en batallas terrestres, ni el conocimiento de su pobreza y falta de recursos les detuvo. Su escuadra era una necesidad, para cuya satisfacción cualquier sacrificio había de considerarse pequeño, puesta la mira en las aspiraciones primordiales del ser, de la estabilidad de la revolución, del afianzamiento de su gobierno. Con arranque rápido, con vigor, que son de apreciar aunque procedieran de adversario, enviaron comisionados agentes á Washington y á Londres con patentes de corso en blanco é instrucción de adquirir y contratar, á cualquier costo, buques, jefes y oficiales de competencia, teniendo por primera condición la de la prontitud.

Sin esperar al resultado, viéndose dueños de Valparaíso después de la batalla de Chacabuco y abandono que hicieron los soldados españoles, armaron en el puerto garlito ó ratonera, conservando arbolada en los fuertes la bandera española, como señuelo atractivo á los buques de comercio, mientras no se extendía y divulgaba la noticia. Entraron con efecto en breves espacios los bergantines Aguila y Carmelo, procedentes de otros puertos del Pacífico, y la fragata

1 De esta opinión participa el Sr. Julián S. Corbett. En su obra nueva Drake and the Tudor navy, London 1898, ha escrito: «<In Spain it was far from being appreciated.>>

Perla, de Cádiz, con la que se apoderaron de dos oficiales, 76 marineros y un cargamento de ferretería, ropas y medicinas que les venía muy bien. Los buques armaron desde luego en guerra ó en corso, sirviéndose de ellos para perseguir á otros mercantiles.

En el mes de Marzo vieron entrar á la fragata Windham, de la Compañía inglesa de la India Oriental, armada con 52 cañones 1; era la primera despachada por el agente de Londres. El comercio se asoció con el Gobierno para el pago; cambiaronle el nombre por el de Laútaro, en memoria de la logia masónica que había servido de lazo con los revolucionarios del Plata, y la pusieron á cargo de Jorge O'Brien, oficial que había sido de la Marina real inglesa.

Mientras la habilitaban por completo con dotación de 100 marineros extranjeros y de 250 chilenos, habiendo avanzado al interior Osorio desde Talcahuano, salieron la fragata Esmeralda y el bergantin Pezuela á bloquear el puerto de Valparaíso, en el cual fondeados se veían 17 buques desde la mar. El comandante Coig mantuvo el crucero sin novedad hasta el 27 de Abril, día en que avistó una gran fragata de construcción inglesa que con bandera de esta nación se aproximaba. Creyó fuese la nombrada Amphion, de S. M. B., que mandaba el comodoro Bowles, con el cual otras veces había comunicado sobre asuntos relativos al bloqueo; se puso en facha y tomó la bocina para hablar; pero la tal fragata, que era la Laútaro, y que en conserva del bergantín Aguila había zarpado á caso hecho, llegando á tiro de pistola de la Esmeralda, disparó la andanada y embistió por la aleta, enredando el bauprés en la jarcia de mesana. En el instante saltó al abordaje la gente, protegida por el fuego de fusilería desde las cofas y castillo, y entró en la cubierta sin oposición.

Desarmados como estaban todos en la española, sorprendidos, sin remota idea de que los insurgentes poseyeran buque de aquella especie, se tiraron por las escotillas, incluso's comandante y oficiales, dejándoles señores de la cubierta y

1 Uno de los buques nombrados en general por los ingleses Indiaman, voz que transformaron nuestros marineros en Inchiman.

ocupados en picar la jarcia y hacer destrozo, habiendo arriado, por supuesto, la bandera; mas apenas tomaron los nuestros las armas, rompieron vivo fuego de fusilería por las escotillas, y, alentados por el comandante, fueron subiendo y peleando con los invasores, aislados en la popa, porque las jarcias dichas de mesana les habían obstruído el paso por el bauprés en el primer momento, y un golpe el mar apartó á los buques á poco. La Laútaro echó los botes al agua para enviar refuerzo á los suyos; mas, ya repuestos en la Esmeralda, los rechazaron, después de haber muerto ó arrojado al agua á todos los enemigos, contado el comandante O'Brien, que recibió un balazo mortal.

Dió caza después la insurgente al bergantin Pezuela, que se refugió en Talcahuano, adonde se retiró también la Esmeralda á reparar las averías, haciéndolo á su puerto los ene. migos, con la suerte de apresar en el camino al bergantin mercante San Miguel, que, fletado por propietarios ricos de la Concepción, marchaba hacia el Callao '

Allí se fué Osorio, sin tardar mucho, abandonando la em· presa que se le había confiado, el reino de Chile y los intereses de la nación, sin que al juicio público satisfacieran las razones de su alegato, quizá por la grave trascendencia que su resolución tuvo.

Reunidos los dispersos de la batalla de Maipú, que con los de la plaza llegaban á 2.200 hombres, convocó á los jefes del Ejército y la Armada á junta de guerra, poniendo á votación la retirada al Callao, por el temor de verse cercado del enemigo y sin subsistencias ni numerario para sufrir un largo sitio. No pesó en su ánimo ni en el de la mayoría de los jefes, por lo visto, la disposición y fortaleza del lugar y el ejemplo anterior de la defensa hecha por el coronel Ordóñez, como tampoco la consideración de estar en la mar y próxima á llegar á aquel puerto la expedición militar que había salido de España, y menos, por consiguiente, el arribo en aquellos días de la fragata Presidenta, convertida en corbeta de guerra, llevándole 1.200 fusiles con otros efectos. La junta, con dis1 Véase el Apéndice núm. 1 á este capítulo.

crepancia de pocos votos, dejó al arbitrio del General determinar el momento oportuno de la evacuación, que Osorio decidió desde luego, procediendo á desmantelar la plaza, á destruir las baterías, á embarcar cañones y pertrechos, haciéndolo él mismo con el Estado mayor y 700 hombres de tropa el 7 de Septiembre y llegando al Callao el 23 con la fragata Esmeralda, corbeta Presidenta, bergantín Pezuela y cuatro transportes. En la Concepción dejó al coronel don Juan Francisco Sánchez, con 1.500 hombres de todas armas sacados de los cuerpos del país, para que con partidas sueltas y unidas con los indios araucanos fieles á España molestase á los enemigos y resguardase en lo posible los puntos interesantes de Valdivia y Chiloe. Para todo ello estaba facultado por las instrucciones de campaña del Virrey, así que éste dió completa aprobación á lo ejecutado 1.

En este tiempo continuó el Gobierno chileno su gestión activa, encaminada á la formación de escuadra, adquiriendo de los Estados Unidos una corbeta, que nombró Chacabuco, y un bergantín apellidado Araucano, y de la Compañía inglesa de la India Oriental, la más importante de las compras, el navío Cumberland, de 64 cañones, confirmado con el nombré de San Martín. Agregado aún otro bergantín inglés, con denominación de Galvarino, y cambiada en Pueyrredón la del bergantin español Águila, primera de las presas hechas por el sistema de ratonera, según expresión de O'Higgins, estaba el milagro realizadɔ, teniendo Chile fuerzas navales superiores á las de España en el Pacífico 2.

1 Barros Arana, t. Iv, pág. 469, publicó los nombres de los vocales de la Junta de guerra, que fueron 16. De la Armada, D. Luis Coig, comandante de la fragata Esmeralda y de las fuerzas navales; D. Joaquín Bocalán, comandante de la corbeta Presidenta; D. Pascual del Cañizo, teniente de navío, segundo comandante de la Esmeralda, y D. Ramón Bañuelos, teniente de fragata, comandante del bergantin Pezuela. Otro documento de interés, el parte razonado de la evacuación de Talcahuano, enviado por el virrey Pezuela al Ministro de la Guerra desde Lima á 13 de Noviembre de 1818, ha dado á luz el conde de Torata, t. 11, pág. 367, número 40, entre los muchos con que ilustra la obra dedicada á la memoria de su señor padre el mariscal de campo D. Jerónimo Valdés. Madrid, 1894-1896. Cuatro tomos en 4.o mayor, con retrato y planos.

2 Con absoluta conformidad citan los escritores técnicos, y aun los que no lo son, esta guerra del Pacífico como demostración de efectos de la preponderancia

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En verdad, la escuadra no tenía de chilena más que los colores de la bandera; las tripulaciones eran en mayoría de ingleses y norteamericanos; los oficiales, aventureros de todas partes del mundo 1; la maniobra se mandaba en inglés: los sueldos y raciones se habían acomodado á los reglamentos de la Marina británica. Por el buen parecer nombró el Gobierno jefe superior ó comandante general á D. Manuel Blanco Encalada, oficial que había sido de la Armada española en grado subalterno, lo cual produjo hondo disgusto y protestas entre los extranjeros, que se consideraban con mejores títulos, haciendo necesario el relevo y despido de algunos. Al fin, dominado el complot, quedó la escuadra constituída y organizada en esta forma:

en el mar. Don Damián Isern, en el interesante libro titulado De la defensa nacional (Madrid, imprenta de la Sucesora de M. Minuesa de los Rios, 1901, 8.o), escribe: «Cosa es averiguada que estuvieron más tiempo en nuestro poder aquellas colonias en que la defensa terrestre de nuestra soberanía estuvo apoyada en fuerzas navales, que las otras en que no lo estuvo. Así sucedió en Chile, donde España recobró por su poder naval el dominio perdido, y lo perdió á su vez definitivamente cuando aquel naciente Estado dispuso de un poder naval superior al que España tenía en aquellas costas; así sucedió también en el Perú, cuya dominación conservó España mientras tuvo de su parte la superioridad del poder naval en aquellas costas, y cuya dominación perdió en cuanto perdió aquella superioridad. Por esto, y por otras muchas razones que no son de este lugar, ha podido decir el Mayor C. E. Calwell (Importancia del dominio maritimo en las campañas terrestres, traducción de los guardias marinas D. Valentín Fuentes López y D. Jesús Cornejo Carvajal; El Ferrol, 1901): «El único hecho prominente que subsiste en la guerra »de independencia de la América española para dejar obscurecidos á todos los de›más, es el inmenso influjo que desde el principio hasta el fin ejerció en el curso »é historia de aquella guerra el poder naval.»

1 Barros Arana, t. IV, pág. 109, publicó la lista de los primeros 30 oficiales contratados en los Estados Unidos por Carrera; habíalos norteamericanos, ingleses, franceses, hclandeses..... y un español.

2 Hijo de un Oidor español de Buenos Aires, se educó en España; ingresó en la Marina, sirvió en el sitio de Cádiz con empleo de alférez de fragata y destino en las fuerzas, sutiles, y marchó al Río de la Plata por la vía de Londres entre los acompañantes de Alvear y San Martin. Torrente y Camba le nombran Blanco Cicerón; los escritores americanos, Blanco Encalada y Blanco Escalada.

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