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porción que llegaban, se vió á los oficiales apresurarse á ponerse de uniforme para cumplimentar á su jefe á bordo de la fragata, y una porción de soldados, mujeres y niños se asomaban desde los transportes llenos de gozo, y se congratulaban recíprocamente por haber terminado una larga y penosa travesía de seis meses. Así que anclaban, un tiro de fusil disparado del navío que montaba el jefe de la escuadra, servía de señal para sustituir la bandera patriota á la española. Al descubrir su error, un grito espantoso y la mayor confusión reemplazaban á su alegría, y tanto más, cuanto todos creían que los patriotas no daban cuartel.

>>Una cuarta parte murió en la travesía, y á lo menos una mitad del resto de la gente se hallaba fuera de servicio por los efectos del escorbuto. Los transportes estaban sumamente sucios, y tan grasientas las cubiertas, que era difícil mantenerse en pie. Lo triste de este espectáculo lo aumentaba aún la vista de muchos desgraciados que, consumidos por el escorbuto, estaban tendidos sobre los portalones con las agonías de la muerte.»

Veamos lo relativo á la fragata de guerra. La narración del texto conforma con las piezas del proceso formado al comandante Capaz; las de los adversarios tienen diferencias que conviene conocer.

Tan luego como en Chile se recibieron los despachos de Buenos Aires incluyendo los papeles entregados por los asesinos del Trinidad, se aceleraron los aprestos de la escuadra y se ordenó que ninguna nave mercante saliese de los puertos durante un mes, á fin de que no comunicaran noticias á los del convoy. El 10 de Octubre, completamente listos, zarparon de Valparaíso el San Martin, Laútaro, Chacabuco y Araucano, al mando de Blanco Encalada, sumando las cuatro naves 142 cañones y 1.109 hombres. El jefe comunicó las instrucciones reservadas á los comandantes, tcniendo que valerse de intérprete, que lo era el mayor Guillermo Miller, autor de las Memorias, porque, dicho está, la lengua de la escuadra era la inglesa, y también la bandera de que simuladamente se servía. El bergantín reconoció el puerto de Talcahuano, cerciorándose de no haber en él más buque que la Maria Isabel; el navío y la fragata fondearon en la isla de Santa María, donde por el ballenero inglés Shakespeare supieron que la española tenía la tripulación enferma, carecía de provisiones y había señalado á aquel puerto como punto de reunión, dejando pliegos en la isla, de los que se apoderaron 1.

Decidido el ataque, cuando los buques chilenos pasaban por el canal de la isla Quiriquina, en el español izaron la bandera con un cañonazo; los primeros hicieron otro tanto, colocando en sus mástiles el pabellón inglés, y siguieron su marcha sin demorarse un solo instante.

1 Barros Arana.

Es el citado historiador chileno Barros Arana el que con las palabras subrayadas confirma una felonía condenada por las leyes internacionales1, y que al parecer indica desconfianza ó temor al atacar con fuerza casi triple á un bajel que sabían no tener tripulación.

La Maria Isabel dirigió algunos cañonazos sobre los que avanzaban; mas éstos no contestaron hasta llegar á tiro de fusil, y sólo entonces izaron la bandera nacional, manifestando así su propósito de dar el abordaje. Descargó la fragata, española todos los cañones de un costado, picó los cables y fué á varar en la playa, haciendo fuego de fusil desde el alcázar. Tan luego como tocó en el fondo arrió la bandera, y la mayor parte de la tripulación se echó al agua.

El navío San Martin y fragata Laútaro dispararon sus andanadas y en viaron botes á tomar posesión, encontrando á bordo 70 hombres del regimiento de Cantabria, mandados por un teniente, y cinco pasajeros. Después de esta operación trabajaron para desencallar el buque, y desembarcaron 150 soldados de Marina y algunos artilleros con encargo de ocupar una posición ventajosa por si viniesen fuerzas de la Concepción, como en efecto vinieron ; los soldados de Marina se sostuvieron, protegidos por los fuegos de á bordo; necesario les fué, sin embargo, retirarse. Hubo momento en que los patriotas desesperaron de sacar la fragata; pero una ventolina del Sur sopló á las once de la mañana del 29, y con su ayuda se arrancó del fondo.

«Para premiar á los marinos que habían hecho aquella campaña, el director supremo dispuso por decreto de 2 de Diciembre que todos los oficiales de guerra de la Armada, así como las tropas de infantería y artillería de Marina que habían servido en el navío San Martin, fragata Laútaro, corbeta Chacabuco y bergantín Araucano llevaran sobre el brazo izquierdo un escudo de paño verde mar, en cuyo centro se viera, en bordado de oro, un tridente orlado de laurel, y en su contorno el lema: Su primer ensayo dió á Chile el dominio del Pacifico.»

Por el otro lado, Capaz hubo de dar cuenta de su proceder en causa formada en Lima, siendo defensor el capitán de navío retirado D. José Ignacio de Colmenares. El escrito, aunque pecaba de largo (72 hojas de impresión, en folio, del tipo 9), era hábil, intencionado y valiente, exculpando por entero al comandante y sosteniendo con copia de razones que los cau

1 Notemos diferencias. Por Real orden fecha 24 de Julio de 1828 se aprobó la sentencia del consejo de guerra condenando á servir dos años con plaza de marinero al capitán de la fragata corsaria española Atlante por haber hecho fuego sobre otra con bandera supuesta. Gaceta de Madrid de 2 de Agosto de dicho año 1828.

a Lo ha transcrito el Conde de Torata en su obra citada, t. III, doble, páginas 334-405. Está datado en Lima á 29 de Agosto de 1820.

santes de la pérdida de la fragata Maria Isabel, y responsables por ende, eran, en primer lugar, el brigadier Osorio, por haber desmantelado y abandonado el puerto de Talcahuano sabiendo que habían de llegar á él de un día al otro los buques del convoy; en segundo lugar, el virrey del Perú D. Joaquín de la Pezuela, no sólo por haber aprobado la resolución anterior, sino por desatender los avisos recibidos acerca del peligro en que los buques estaban por resultado de la traición de los sargentos del transporte Trinidad y de los preparativos que se hacían en Valparaíso, y en tercer lugar, que viene á ser el principal, los que en España despacharon la expedición mal pertrechada, mal proveída y con escolta insuficiente.

Se vió el proceso en Madrid en Mayo de 1821, habiendo ocurrido en la política cambios muy favorables á Capaz. Compusieron el consejo de guerra de oficiales generales el director general de la Armada D. José Bustamante y Guerra, presidente; el jefe de escuadra D. Alonso de Torres y Guerra; brigadieres D. Antonio Pilón, D. Francisco Osorio y D. Joaquín Varela ; capitanes de navío D. Benito Vivero y D. Felipe Bauzá, actuando de fiscal el capitán de fragata D. Marcelino Dueñas. De conformidad con éste fallaron unánimes, «declarando á D. Dionisio Capaz libre de todo cargo y acreedor á las gracias que S. M. le considere digno por su buen desempeño facultativo militar y juicioso procedimiento, sin que le pueda servir de nota que le perjudique en la carrera, condecoraciones y honores á que se hiciese acreedor, tanto por sus servicios pasados como por los presentes y futuros »; y el Rey, oído el parecer del Tribunal especial de Guerra y Marina, aprobó la sentencia en Real orden de 10 de Julio de 1821 y promovió á Capaz al empleo de capitán de fragata, con antigüedad de 5 de Noviembre de 1819 por el mérito contraído en la defensa del Callao '. La opinión pública suele ser más exigente y severa que los tribunales, y cuando es reposada, cuando no se deja llevar de impresiones momentáneas, evoca á la razón. Escuchándola, sin duda, escribió años adelante un general de la Armada *:

<< Hemos tenido á la vista la causa en cuestión y otros antecedentes oficiales y extraoficiales, y el deber de historiador biográfico nos impone el dejar consignado que en el consejo de guerra de generales que se celebró

1 Resultado de la causa formada al capitán de fragata de la Armada nacional D. Dionisio Capaz, con motivo de la pérdida de la fragata «Maria Isabel» en el puerto de Talcahuano, que en 21 de Mayo de 1818 dió la vela del de Cádiz para la mar del Sur escoltando once transportes. Publicalo el mismo Capaz para acreditar su conducta militar y política en dicho desgraciado acontecimiento y sucesos posteriores. Madrid, imprenta que fué de García, 1821.

En 4.o, 15 páginas.

2 El vicealmirante Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina; Madrid, 1873.— Torrente consignó la opinión de que al descuido y á la torpeza de Capaz se debió indudablemente la pérdida de la fragata. Tomo II, páginas 437-438.

1

en Madrid obró sobre los jueces la presión de partido y no se consultaron los fueros de la justicia y de la razón; por lo demás, en el lance de que tratamos y en la navegación desde Canarias á Lima el comandante Capaz cometió faltas de suma gravedad que no debieron quedar sin el correspondiente correctivo.>>

Así lo estimaba el general D. Joaquín de la Pezuela, Virrey que fué del Perú. En memorial dirigido al Rey en 8 de Junio de 1825 solicitando desagravio 1, decía: «Al regresar el exponente á esta Corte en el año de 1822..... tuvo la honra de ponerse á los reales pies de V. M. y repetirle su queja...........; mas como entonces, y por consecuencia de dichos sucesos (políticos), se introdujo un nuevo Ministerio, compuesto de hombres de las mismas ideas que aquéllos, entre los cuales fué uno D. Dionisio Capaz, á quien el exponente había mandado en Lima poner preso y la formación de una causa con arreglo á las Ordenanzas de Marina por haber perdido vergonzosámente la fragata de guerra de V. M. «Maria Isabel», se sepultó la queja, no se dió cuenta á V. M. de ella, y perdió toda esperanza de su justo desagravio.>>

NÚMERO 3.

Ataques al Callao por lord Cochrane.

La Gaceta de Lima de 24 de Abril y la de Madrid de 23 de Septiembre de 1819 comunicaron el parte oficial escrito por el brigadier D. Antonio Vacaro, comandante general de Marina del apostadero. Túvolo á la vista el general Camba al redactar sus Memorias, confrontándolas con las de los escritores enemigos Miller y W. B. Stevenson secretario de lord Cochrane y autor de una Relación histórica y descriptiva. Torrente debió servirse de la fuente primitiva, pues su narración no difiere en nadà esencial. Bulnes acudió á las Memorias de Cochrane, que son un tanto exageradas y ampulosas.

Después de todos ellos, el Conde de Torata, ilustrando los muchos documentos reunidos en su obra importante con apreciaciones propias, influídas sin duda por el laudable objeto que se propuso, y no exentas, por tanto, de prejuicio, ensancha el conocimiento de los sucesos proponiéndose examinar qué se hizo para contrarrestar los planes atrevidos del Directorio chileno, y cómo se acudió á desbaratarlos una vez puestos en ejecución.

1 Publicado por el Conde de Torata, t. III, doble, pág. 201.

En su entender, fundado en las exposiciones de su señor padre 1, el virrey Pezuela, causante de la funesta campaña confiada á su yerno el brigadier Osorio; de la evacuación de Talcahuano; de la pérdida de la expedición de España; lo fué sucesivamente de los males que sobrevinieron por no prevenirlos como se pudiera. Á Pezuela se ofreció en 50.000 pesos el navío de la Compañía inglesa de las Indias, que posteriormente se llamó San Martín, y á igual comodidad de precios los demás buques que estaban de venta, y que formaron la escuadra de Chile. Aun después de malograda la ocasión se le propuso la construcción en países extranjeros de buques de guerra de superior fuerza á los que tenían los enemigos, mas se empeñó en reiterar negativas por economía de algunos miles .

¡Economía! Maravillosa palabra. Cuántas veces ha ocasionado el derroche de los caudales públicos.

Todo lo que ocurrió al Virrey, teniendo ya por cierta la idea de los enemigos contra la seguridad y conservación del reino, consistió en ordenar al comandante general de Marina la salida de las fragatas y corbeta de guerra Venganza, Esmeralda y Sebastiana, la mercante armada Cleopatra y el bergantín Pezuela, para observar el puerto de Valparaíso y retirarse en caso de ser atacadas por fuerzas superiores 3.

El Sr. Conde se pregunta: ¿Cómo el Virrey del Perú no pudo hacer lo que los disidentes, teniendo la poderosa base de dos ó tres fragatas y otros buques menores? ¿Qué significaba para las cajas del reino la suma de 700.000 pesos que Chile invirtió en crear su escuadra, siendo tan pobre?

El hecho evidente es que, perdida por abandono la preponderancia marítima en el Pacífico, se siguió la consecuencia natural del bloqueo de las costas del Perú, que había de paralizar el comercio, ensayada por lord Cochrane, no sin dudar del éxito, la dificultad que pudiera ofrecer este propósito.

Dificultad pequeña, porque abatida la moral desde el apresamiento de la fragata Maria Isabel, la Marina española, desacertadamente dirigida, no volvió á hacer cara al enemigo, con no ser despreciables los recursos de que todavía disponía, unidos á los buques de guerra seis mercantes armados con 30 á 18 cañones, Cleopatra, Resolución, Focha, Huarmey, Fernando, San Antonio y buen número de lanchas cañoneras.

Del brigadier de la Armada D. Antonio Vacaro, comandante de las

1 Exposición que dirige al rey D. Fernando VII el mariscal de campo D. Jerónimo Valdés, sobre las causas que motivaron la pérdida del Perú, t. I.

2 Idem íd., t. I, pág. 370.

8 Instrucciones del Comandante general de Marina, Lima, 10 de Octubre de 1818, t. II, páginas 27 y 28.

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