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1822.

Nota de Rusia.

España es al presente de tal naturaleza, que han venido á turbarse y trastornarse sus relaciones con las potencias estrangeras. Predícanse y se patrocinan las doctrinas subversivas de todo orden social, y llenan impunemente los periódicos insultos contra los primeros soberanos de Europa. Los secretarios del gabinete español envian agentes para que asocien á sus trabajos tenebrosos cuantos conspiradores contra el orden público y contra la autoridad legítima abrigan los paises estraños.

"El efecto inevitable de tantos desórdenes manifiéstase principalmente en la alteracion de las relaciones entre España y Francia. La alteracion que resulta ha tomado tal vuelo, que inspira las mas serias alarmas para la paz de los dos reinos. Esta consideracion bastaria para determinar á los soberanos reunidos á romper el silencio sobre un estado de cosas que de un dia para otro puede comprometer la tranquilidad de Europa."

La nota de Prusia concluía de este modo:

"No corresponde á las Cortes estrangeras juzgar qué instituciones se acomodan mejor con el carácter, las costumbres y las necesidades reales de la nacion española; pero correspóndeles sin duda juzgar los efectos que esperiencias de este género producen por lo que mira á ellas mismas, y arreglar á los mismos efectos sus determinaciones y su posicion futura con la España.”

La nota de Rusia, dirigida al conde Bulgary, tenia la fecha de 26 de Noviembre. "Recordaba que el gabinete de San Petersburgo se apresuró en 1820 á señalar los infortunios que amagaban á España desde que los soldados perjuros fueron traidores á su soberano y le impusieron leyes. Añadia que la prevision de la Rusia habia quedado demasiado justificada; que la anarquía habia marchado en pós de la revolucion; que las colonias habian

acabado de separarse de la madre patria; que las propiedades habian sido robadas; que la sangre habia corrido en el cadalso y en él palacio real; que el monarca y su familia habian sido reducidos á un estado de cautiverio; y que los hermanos del rey, obligados á justificarse, se veían amenazados cada dia con los calabozos y la espada.

„Por otra parte, seguia la nota, despues de las revoluciones de Nápoles y del Piamonte, que los conspiradores españoles no cesan de representar como obra suya, propalan que sus planes de trastorno no tienen límites. En un pais vecino se esfuerzan con una perseverancia que no se debilita en producir turbulencias y rebeliones. En los estados mas apartados trabajan en crearse cómplices: la actividad de su proselitismo se estiende por todas partes, y en todas partes se preparan los mismos de

sastres.

» La Francia se ve obligada á confiar á un ejército la guarda de sus fronteras, y quizás tendrá que fiarle igualmente el cuidado de poner fin á las amenazas de que es objeto. La España misma se subleva en parte contra un régimen que reprueban las costumbres, la lealtad conocida de sus habitantes y sus tradiciones, todas monárquicas.

» De temer es que los peligros, siempre mas reales para el vecino, los que abruman á la familia del monarca y los justos derechos de una potencia limítrofe, no produzcan entre ella y España los mas graves campromisos.

» Tal es el estremo desagradable que S. M. I. quisiera prevenir, si es posible.

» Espresar el deseo de que cese una larga tormenta; de librar del mismo yugo á un monarca desgraciado, y á uno de los primeros pueblos de Europa; de contener la efusion de sangre; de favorecer el restablecimiento de una administracion

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tria.

al propio tiempo sabia y nacional, sin duda no es atentar á la independencia de un pais, ni establecer el derecho de intervencion, contra el cual toda potencia tiene derecho de raclamar."

El Austria con la misma fecha se espresaba en Nota de Aus- estos términos. "La revolucion de España ha sido juzgada por nosotros desde su origen. Segun los eternos decretos de la Providencia, el bien no puede nacer en los estados olvidando los primeros deberes impuestos al hombre en el orden social. No se mejora su suerte con culpables ilusiones que pervierten la opinion y descarrían la conciencia de los pueblos: un tumulto militar no puede jamas formar la base de un gobierno dichoso y durable.

"La revolucion de España, considerada con relacion á la infiuencia que ha ejercido sobre el pais que la ha sufrido, sería un acontecimiento digno de toda la atencion y de todo el interes de los soberanos estrangeros.

» No obstante, una justa repugnancia á mezclarse en los negocios interiores de un estado independiente hubiera determinado quizás á estos soberanos á no pronunciarse sobre la situacion de España, si el mal obrado por su revolucion se hubiera concentrado, y pudiera concentrarse en su interior ; pero no es ese el caso. Esta revolucion antes de llegar á su madurez ha provocado ya grandes desastres en los otros paises: por el contagio de sus principios y de su ejemplo, y por las intrigas de sus principales autores, ha producido las revoluciones de Nápoles y del Piamonte.

» S. M. I. no puede menos de sostener en las cuestiones relativas à la revolucion de España los mismos principios que altamente ha manifestado siempre. Aun cuando ningun riesgo directo corriesen los pueblos confiados á su cuidado, el emperador no vacilaria jamas en negar y reprobar lo

que cree falso, pernicioso y condenable, por el interes general de las sociedades humanas.

"Dificil me sería creer, señor conde, que el juicio enunciado por S. M. I. sobre los acontecimientos que se suceden en España, fuese mal comprendido ó mal interpretado en ese pais. Ninguna mira de interes particular, ningun choque de pretensiones recíprocas, ningun sentimiento de desconfianza ó de celos inspiran á nuestro gabinete pensamientos. opuestos á la felicidad de España. La casa de Austria no tiene mas que remontarse á su historia para hallar en ella los motivos mas poderosos de adhesion y de afecto á una nacion que puede recordar con justo orgullo aquellos siglos de gloriosa memoria, en que el sol no se ponia en sus estados, á una nacion que fuerte con sus instituciones respetables, con sus virtudes hereditarias, con sus sentimientos religiosos, con su amor á los reyes, se ha hecho ilustre en todos los tiempos por su patriotismo, siempre leal, siempre generoso, y con frecuencia heróico.

"En una época no muy remota, esta nacion ha admirado todavía al mundo por el arrojo, la decision y la perseverancia que ha opuesto á la ambicion usurpadora que pretendia privarla de su monarca y de sus leyes, y el Austria no olvidará jamas cuán útil le ha sido la noble resistencia del pueblo español en un momento de gran peligro para ella misma.

"Reunido en Verona á sus augustos aliados, S. M. I. ha tenido la fortuna de encontrar en sus consejos las mismas disposiciones bien hechoras y desinteresadas que han guiado constantemente las suyas. Las palabras dirigidas á Madrid probarán este hecho, y no dejarán duda alguna sobre el sincero anhelo que tienen las potencias de servir á la causa de España, demostrándole la necesidad de

cambiar de rumbo. Es verdad que los embarazos que la abruman han crecido en una horrorosa progresion. Las medidas mas rigurosas, los espedientes mas atrevidos no pueden hacer marchar su administracion: la guerra civil se ha encendido en muchas de sus provincias: sus relaciones con la mayor parte de Europa se han roto ó suspendido: hasta sus relaciones con la Francia han tomado un carácter tan problemático, que pueden concebirse serias inquietudes sobre las consecuencias que han de resultar. "Todo español ilustrado sobre la verdadera situacion de su patria conoce que para romper las cadenas que pesan al presente sobre el monarca y su pueblo, ha de poner España un término á ese estado de separacion del resto de Europa, á que la han precisado los últimos acontecimientos.

"Para llegar á este fin es necesario ante todo que el rey sea libre, no solo recobrando la libertad personal que todo individuo tiene derecho de reclamar bajo el reinado de las leyes, sino tambien la que debe gozar un soberano para llenar su alta mision. El rey de España será libre en el momento en que tendrá el derecho de sustituir á un régimen reconocido como impracticable por los mismos que por egoismo ó por orgullo le defienden, un orden de cosas en el que los derechos de la corona se combinen felizmente con los intereses y los votos legítimos de todas las clases (*Ap. lib. 11. de la nacion." (*) núm. 2.)

1822.

Nota de Fran

cia.

Réstanos copiar la nota de Francia, firmada en París en 25 de Diciembre.

El presidente del Consejo de ministros, encargado interinamente del despacho de negocios estrangeros, al señor conde de Lagarde, ministro del rey en Madrid.

"Señor conde: pudiendo variar vuestra situacion política á consecuencia de las resoluciones to

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