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usurpando esta prerogativa á los ordinarios. Léase la representacion de Quiñones, dean de Granada, á Cárlos IV, que contiene el atropellamiento en este asunto del Santo Oficio de aquella ciudad. Véase la consulta que el señor Tavira, á la sazon obispo de Osma, hizo al mismo rey contra los atentados del tribunal. Este decto y piadoso prelado se queja en ella amargamente de los enormes abusos de la Inquisicion con humillacion y envilecimiento de su dignidad. El, y no yo, hablando de las causas de fe, es quien dice al rey: que á todo el cuerpo de los obispos de su reyno ya no ha quedado mas que una vana sombra de autoridad. En otro tiempo se habia quejado al rey el venerable Palafox de las tropelías del Santo Oficio.

¿Y quien puede dudarlo? La Inquisicion, no solo arrebata con violencia los feligreses de un obispado, ora sean seglares, ora eclesiásticos, ora curas, sin contar con los obispos para nada, sino que arrebata á los mismos obispos á manera de un lobo hambriento y voraz, que despues de robar y devorar las ovejas, acomete y se lleva el pastor. Ya queda indicado lo que hizo con el ilustrísimo Carranza. Lo mismo estuvo para hacer con D. Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada, y con los obispos de Calahorra y de Segovia, á quienes pretendió formar causa como si fueran súbditos suyos. Así lo dice el inquisidor Luis del Páramo, uno de sus mas clásicos escritores, que no puede ser sospechoso. Su idea era intimidar á los obispos con estos golpes de arbitrariedad, confundirlos, aterrarlos, para que le dexaran el campo libre, y al mismo tiempo hacer ostentacion de su prepotencia para con los pueblos. Nada es mas pomposo y admirable que el encabezamiento de sus edictos. Aquí está.,, Nos los inquisidores apostólicos contra la herética pravedad y apostasía.... á todas las personas de qualquiera calidad y condicion que sean.... salud en nuestro Señor Jesucristo, que es verdadera salud, y á los nuestros mandamientos, que mas verdaderamente son dichos apostólicos, firmemente obedecer y cumplir." Señor, ¿se conciliará este lenguage petulante y orgulloso con el lenguage del evangelio, que es el de la dulzura, de la sencillez y de la humildad? ¡Que diferente es el lenguage que ha usado siempre la santa Sede! No se confunden de oir por exemplo: Pio VII, obispo, siervo de los siervos de Dios? ¡Qué contraste! Este, este es el idioma propio y peculiar de la iglesia que le enseñó su fundador. Aprended de mí, decia Jesucristo á todos los hombres, que soy manso y humilde de corazon. Y no hablaria tambien con los inquisidores?

,, Pero donde se conoce mas quan diferente es el espíritu de la Inquisicion del espíritu evangélico, es en el modo de formar las causas, de sentenciarlas y ponerlas en execucion. Este asunto gravísimo era mas digno de una pluma inquisitorial que de la mia. Yo tiemblo, Señor, al verme obligado á hablar de la conducta de un tribunal eclesiástico para con los hombres, ya sean reos, ya sean inocentes: lo que ofrece un mar inmenso de tristes reflexiones, aunque no haré mas que tocar rápidamente el asunto. El ha admitido abiertamente en su seno la maledicencia y la calumnia, la delacion y la venganza.,, Hace verdades, decia el venerable Palafox, las que son atreces calumnias.... y lo que es mas, defiende lo hecho con la misma jurisdiccion de su tribunal, de suerte que como hombres afrentan, y como inquisidores se vengan." El mismo Palafox, que habla así, no solo sufrió la prohibicion de su pastoral, sino que el tribunal dexó correr quantas calumnias

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se publicaron contra el venerable prelado, porque así convenia á su política. ¿Y qué maravilla es que hayan perecido millares de víctimas, ya en destierros, ya en sus obscuros calabozos, ora en las prisiones y tormentos, ora en las hogueras homicidas? El secreto profundo é inviolable, baxo pena de excomunion, es como el alma del Santo Oficio, porque así encubre mejor sus abusos, y en esto se diferencia principalmente de todos los tribunales del mundo. Inspira, ó mejor diré ordena una obediencia ciega á sus mandatos, como si fuera la misma infalibilidad, y no es responsable á nadie de lo que executa. Manda la pesquisa, encubre la denuncia, protege el espionage, y contra todas las leyes de la naturaleza intíma con imperio la acusacion recíproca de las personas que mas amamos. No importa que con pretexto de conservar la fe el padre acuse al hijo, y el hijo al padre, el marido á su muger, y la muger á su marido, hermanos, parientes, amigos....; todos segun el espíritu del Tribunal estan obligados á observarse, denunciarse acusarse mutuamente, aunque sea con notable perjuicio del estado. Un comisario del Santo Oficio, acompañado de su alguacil y sus ministros, está autorizado para allanar impunemente las casas, aunque sea á media noche, con un silencio misterioso, y arrancar á un padre del seno de su familia, inspirandola un terror pánico, pues ni aun se le permite decir el último á Dios á su consorte y á sus hijos, condenados á una eterna infamia, que es el único patrimonio que este desgraciado padre puede transmitir á su posteridad. Generaciones enteras, aun antes de existir, estan sentenciadas, no solo á la pobreza y mendiguez, sino á la ignominia y al oprobio. Así es como el Santo Oficio priva de un golpe á la sociedad de útiles y laboriosos ciudadanos, que sepulta en sus infectos calabozos. Aun inventó mas. En el edicto que llaman de fe, promulgado todos los años en los pueblos donde reside este exôtico tribunal, convida generalmente á que se delaten á sí mismos todos los que teman ser delatados por otros: á los que cumplan dentro de un cierto término promete perdon; pero con los que se resistan no habrá misericordia: serán arrestados, confiscados sus bienes, y sufrirán las demas penas de la ley.

,,Yo no haré aquí las reflexiones oportunas que se ofrecen á qualquiera; empero obligar á que cada uno se delate para que su nombre y el de su familia queden para siempre infamados en los registros de la Inquisicion, es hasta donde pudo llegar la mas refinada tiranía. Desafio á todos los sábios á que me señalen igual exemplo en la mas despótica y bárbara legislacion. Gastaria el tiempo si intentara probar quan contrarias son estas máximas al espíritu del evangelio. El mismo Trajano, que tanto se declaró contra el cristianismo á pesar de ser un gentil, prohibió severamente la pesquisa, come nos lo asegura Tertuliano en su Apologético. ¿Qué diria de la delacion voluntaria aquel magnánimo emperador? Hizo tal impresion en el ánimo de los españoles esta invencion infernal, sostenida por el rigor y el despotismo, que en menos de quarenta años solo en las Andalucías se delataron voluntariamente casi treinta mil personas, y muchas de ellas de delitos' que ni sabian ni podian cometer, como son bruxerías, hechicerías, tactos con el demonio, y otras fábulas y sandeces ridículas con que se ha querido embaucar al sencillo vulgo. ¿Dónde estamos, Señor? ¿Hasta quando hemos de ser el escarnio y ludibrio de las naciones? ¡Desgraciada naturaleza que siempre ha de estar expuesta á los caprichos de la arbitrariedad y del error!

Cotéjense ahora estos injustos procedimientos con los artículos de la constitucion que dexo apuntados atras: hágase el paralelo entre ambas legislacio nes, mientras yo paso á describir, si me es posible, los géneros de tormentos que ha empleado el tribunal en la declaracion de los reos, ya sean verdaderos , ya sean supuestos, y exâminar despues si pueden combinarse con las máximas del evangelio de Jesucristo.

Aquí se presenta una nueva escena de horror, á que se resisten los oidos cristianos. Yo no quiero hablar de tantos inocentes que han sido víctimas del encono y la envidia, de la maledicencia y la calumnia, pues que á todas abriga este Santo Tribunal. Quiero suponer el herege mas obstinado, el mas descarado apóstata, el mas rebelde judayzante. O es confeso ó convicto. En el primer caso se le sentencia despues de mil preguntas misteriosas; mas en el segundo, ademas de la prision en los obscuros calabozos, destituido de todo humano consuelo, se emplean con él horribles tormentos, que estremecen la humanidad, para que confiese. Una garrucha colgada en el techo por donde pasa una gruesa soga es el primer espectáculó que se ofrece á los ojos del infeliz. Los ministros lo cargan de grillos, le atan á las gargantas de los pies cien libras de hierro, le vuelven los brazos á la espalda asegurados con un cordel, y le sujetan con una soga las muñecas, lo levantan, y dexan.caer de golpe hasta doce veces, lo que basta para descoyuntar el cuerpo mas robusto. Pero si no confiesa lo que quieren los inquisido-> res, ya le espera la tortura del potro, atándole antes los pies y las manos. Ocho garrotes sufria esta triste víctima, y si se mantenia inconfeso le ha-cian tragar gran porcion de agua para que remedase á los ahogados. Mas no era esto bastante. Completaba últimamente esta escena sangrienta el tormento del brasero, con cuyo fuego lento le freian cruelmente los pies desnudos, untados con grasa y asegurados en un cepo.... Es menester callar por no escandalizar mas á los que me oyen... la pluma se resiste á estas horri bles pinturas, comparables á las fiestas de los antropófagos ó caribes del Canadá. ¿Qué es esto, Señor? ¿Son estos los ministros del impío, del exécra-? ble Mahoma, cuya religion se sostiene con sangre y fuego, ó los de un Dios piadoso, clemente y rico en misericordia? Hablando expresamente con los fariseos les dice en su evangelio: quiero la misericordia, y no el sacrificio: Misericordiam volo, et non sacrificium. Pero la Inquisicion quiere el sasacrificio, y el sacrificio mas cruento. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y que viva, como nos lo anuncia por su profeta; pero: la Inquisicion quiere que muera, sin dar lugar á que quizá llegue el dia de su conversion. Los sanos, dice el Señor, no necesitan de médico, sino los enfermos. En efecto los hereges necesitan de medicinas para que vuelvan al seno de la iglesia de quien se separaron, como hijos ingrates á una madre tan piadosa. Pero que medicins les aplica la Inquisicion? ¿Son por ventu→→ ra la predicacion, la persuasion, la paciencia, la caridad, que son las me dicinas del evangelio, ó les aplica azotes, cadenas, grillos, garruchas, tortura y fuego? Adónde está aquel hombre que nos describe San Luca's ent la divina, parabola, que habiendo encontrado la oveja perdida, de las ciento que guardaba, se la puso á los hambros lleno de vegocija, y la agregásásu rebaño: Este pastor se encontraria fácilmente en los obispos y curas, que{ son los pastores de Israel, pero no en los inquisidores. Ellos presencian en calidad de jueces estos horrendos espectáculos, ya sean los delinqüientes!

hombres, ya sean mugeres: ellos tienen valor para oir á sangre fria los tristes lamentos y horribles alaridos de los atormentados: sentencian á muerte, invocando primero el santo nombre del Señor, y con ayre de ferocidad condenan los relaxados á las llamas. Figúrese V. M. á un inquisidor entregando con una mano los reos al juez civil para conducirlos á lá hoguera, y con la otra elevando un crucifixo, que nos representa vivamente la muerte de un Dios que pidió á su Padre perdonase á sus enemigos. ¿No es este el mas extraño contraste que puede ofrecerse á la imaginacion de un cristiano?

,,Roma, aquella famosa Roma, acostumbrada en los tiempos de su mayor relaxacion á los mas crueles espectáculos en las sanguinarias fiestas de los gladiadores, se atemorizaba con el suplicio de la hoguera como el mas horrible de todos; pero el Santo Oficio de nada se horroriza quando se trata de hereges. ¿Y si son judayzantes? Estos iban seguros á la hoguera. Dámelo judío, dártelo he quemado. Este bárbaro estribillo tenia siempre en la boca el inhumano Lucero, inquisidor de Córdoba. No puedo comprehender, Señor, la razon por qué nos inspiran desde la niñez una aversion mortal á los hebreos. Yo no ignoro que qualquiera nacion por principios de conveniencia ó de política puede excluir de su sociedad esta ó aquella secta; pero querer extinguir la nacion hebrea, no solo es una de las mayores necedades, sino contrario enteramente á los decretos divinos. Los hijos de Israel, dice un profeta, permanecerán muchos años sin rey, sin templo, sin altar, sin sacerdocio, sin sacrificio. Ellos son un testimonio auténtico y eterno de la verdad de las sagradas escrituras. Se glorían aun justamente de traer su origen de la sangre de Abraham, y el mismo Jesucristo se anuncia en el evangelio hijo de Abraham segun la carne. Y lo mas admirable es, que quando se cumpla la plenitud de los tiempos, quando Dios se digne congregar algun dia las dispersiones de Israel, entonces este pueblo desgraciado, por el monstruoso crímen de un deicidio, tendrá parte en las misericordias del Señor, y todo Israel entrará felizmente en la iglesia católica, come se explica San Pablo. ¿Y no valdria mas instruir nuestra juventud en estas verdades eternas, que no en la hedionda cantinela dámelo judío, dártelo he quemado? ¿Y no es todavía mas extraño que los ministros del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob condenen á las llamas las tristes reliquias deun pueblo de quien dixo el Señor:,, Israel es mi hijo, y mi hijo primogé nito?" Pero me dirán : este pueblo es delinqüente, rebelde, deicida..... Lo es sin duda; mas por lo mismo es mas digno de nuestra compasion que de nuestro furor. Y quien ha dado facultad á los inquisidores para exterminar con el hierro y el fuego las dispersiones de un pueblo que quiere el Señor conservar hasta la consumacion de los siglos? Si algun hebreo oculto se descubre entre nosotros y delinquiere, castíguesele segun las leyes del estado; pero no se le cuelgue de las garruchas, no se le aplique al potro, no se le arroje á las hogueras solo por ser hebreo.

,,No debo disimular el piadoso escrúpulo que manifiestan los inquisidores al entregar los relaxados al brazo secular para que los ahorque ó los arroje vivos á las llamas, pues como tribunal eclesiástico, á quien solo conviene la mansedumbre y caridad, no puede segun los cánones mezclarse en castigos de que resulté la muerte ó derramamiento de sangre. El Tribunal encarga, exhorta y suplica al juez que trate á los reos con toda dulzura y piedad. En esta súplica no tenemos duda; ; pero será sincera? ; pero será conforme al

espíritu del evangelio, que es el espíritu de verdad y misericordia? No debo meterme en escudriñar los corazones; mas podemos calcular por los efectos. Ya hemos visto que los jueces del tribunal asisten personalmente á los tormentos. Conviene ahora que sepan todos, que á pesar de la súplica que se hace al juez secular, no puede menos este que executar la sentencia, so pena de incurrir en excomunion, y de quedar sujeto en un todo al tribunal. Ademas un secretario asiste siempre al acto de azotar, de ahorcar y de quemar vivos los hombres, para dar fe de estos monstruosos espestáculos: del Vaticano se han expedido bulas para dispensar la irregularidad de los inquisidores. Pues qué significa entonces aquella súplica, sino un nuevo insulto á la afligida humanidad, sino una apariencia de virtud, sino un rasgo de la mas refinada hipocresía, sino una conducta farisayca? ¿Así se eluden los preceptos divinos del Dios de la verdad? ¿Es posible que hasta en esto ha de ser el proceder de la Inquisicion contrario al espíritu del evangelio?

,,No debo omitir, Señor, que su autoridad se extiende tambien hasta la region de los muertos. ¡Quantas veces no ha mandado excavar los sepulcros para exhumar las osamentas de los que ha creido que han muerto en la heregía para arrojarlas á las llamas! ¡Infelices reliquias del linage humano, tristes despojos de la muerte, sombras respetables, que quizá habreis pasado á la otra vida en la inocencia, como víctimas de alguna calumnia, de algun encono ó venganza, perdonad las preocupaciones y la barbarie de los pasados siglos! Los mismos gentiles respetaron las cenizas de sus muertos, y solo estaba reservado á la Inquisicion ir á turbar vuestro reposo en las cavernas de la tierra: ¡Tanta ne animis cœlestibus ira! Yo no hablaré de las riquezas que se ha apropiado, dexando á innumerables familias enteras en los brazos de la indigencia con perjuicio notorio de las artes y del comercio. No hablaré de esas rotulatas vergonzosas con que se han tiznado las puertas de nuestros templos: monumentos eternos de infamia para millares de familias con que la Inquisicion quiso sin duda amedrentarlas; pero que solo han servido para dar á las futuras generaciones un testimonio auténtico de su encono, de su ira y de su crueldad. Ya D. Felipe Beltran, inquisidor general, mandó arrancarlas, como trofeos indignos de una ilustre nacion, y yo tengo mucha complacencia en hacer esta justicia á su filosofia y magnanimidad; mas el cuerpo de inquisidores se desentendió de esta acertada providencia. Siguen las rotulatas; pero llegó el tiempo en que la justicia y sabiduría de V. M. las mandará arrojar al fuego para que no denigren á los ciudadanos españoles. Tampoco hablaré de la astucia y política que ha empleado en todos tiempos para sostener su dignidad. ¿Quién ignora que en estos últimos años, olvidándose del fin para que fue establecido, sirvió de vil instrumento al poder absoluto del Gobierno? ¿Quién ignora que se prestó á los caprichos y venganza del mas infame y voluptuoso favorito de que habla nuestra historia? Este tribunal tan prepotente y tan terrible con los desvalidos no tuvo valor para hacer la causa á un malvado sin religion, á un monstruo compuesto de todos los vicios sin virtud ninguna, 7 permitió á la faz de la corte de un Rey católico, no solo hacer panegiricos de Godoy, sino colocar su imágen asquerosa sobre los altares al lado de la cruz de Jesucristo. ¿Es este su zelo por la religion y por la fe? ¡O santo Dios! ¿Y se ha podido llamar á este tribunal el Santo Oficio? Y hay todavía quien lo desee para honra y gloria de Dios y felicidad del estado?

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