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derrotadas. En uno de los encuentros murió el coronel patriota Girardot, à quien alcanzó una bala en la frente en el instante en que clavaba en la cumbre del Bárbula la bandera tricolor.

Monteverde fué herido en el segundo de esos encuentros.

Operaba en tanto Yáñez en la provincia de Barinas, y Boves en la de Caracas. Los seiscientos hombres que contra Boves había enviado Bolívar fueron derrotados en el Caño de Santa Catalina. Campo Elias, en Mosquitero, vengó este desastre derrotando á su vez à Boves y haciendo una verdadera carnicería en los llaneros que seguían al asturiano.

Por su parte, Yáñez se apoderó, sin resistencia, de la ciudad de Barinas, al mismo tiempo que Ceballos derrotaba á Valdés, replegado á Yaritagua, después de haber abandonado Barquisimeto. Alarmado Bolívar, acudió con Urdaneta á Barquisimeto, pero fué derrotado por Ceballos.

En Vigirima se desquitó Bolívar batiendo con las fuerzas que había logrado rehacer en Valencia, á donde se había retirado después de la derrota de Barquisimeto, á los 1,200 hombres que al mando de Salomón envió contra él Monteverde desde Puerto Cabello.

En Ararure alcanzó después Bolívar á Ceballos y le hizo más de 1,000 muertos. Seiscientos españoles más murieron aquella misma noche á manos de los patriotas. En su huída fueron por error á tropezar de nuevo con fuerzas revolucionarias.

Esta victoria hubiera podido ser decisiva si la discordia no hubiese dividido las fuerzas de los venezolanos. No, ciertamente, por culpa de Bolivar había surgido tal división. En Octubre de aquel año de 1813 había sido Bolívar en Caracas aclamado capitán general de las tropas venezolanas, con el título de Libertador. Bolívar se apresuró á hacer partícipes de la distinción á los que le habían ayudado en la empresa, y el 28 del mismo mes creó la orden de Libertadores. Cuando supo que Mariño se aclamaba jefe supremo de Oriente, se limitó á permanecer extraño á tal suceso, guardándose hábilmente de ningún acto que implicara reconocimiento. Pero Mariño estaba muy engreido con su papel y quería á toda costa que Bolívar le confirmara en sus honores, negándose entretanto á auxiliarle con sus tropas. ¡Mal consejera es la soberbia!

Consiguió, sin embargo, poco después Bolivar, resuelto á apretar el asedio de Puerto Cabello, que Mariño le enviase algunos buques. A las órdenes de Piar establecióse el bloqueo de la plaza por mar.

Además de Puerto Cabello y su comarca contaban, al finalizar el año 1813, los españoles Coro y toda la región del lago de Maracaibo y los llanos del Orinoco. A consecuencia de la derrota sufrida en el paso de San Marcos por el patriota Aldao, Calabozo cayó también en poder de los realistas. En la batalla de San Marcos, ganada por Boves, pereció Aldao y, con él, los 1,000 hombres que mandaba.

Si la situación de Monteverde en Puerto Cabello era apurada, la de Ceballos

en Coro no debía ser más envidiable, pues hubo de pedir urgentemente refuerzos al capitán general. Organizó para enviárselos Monteverde la salida del coronel Salomón. No anduvo acertado al señalar á la expedición el itinerario y á punto estuvo de resultar estéril el sacrificio. Este y otros errores de Monteverde hicieron causa de su destitución. Depuesto el 28 de Diciembre por los defensores de Puerto Cabello, se le obligó el 17 de Enero de 1814 á embarcarse para Curazao. Había sido ya, á este tiempo, nombrado por la metrópoli capitán general el brigadier don Juan Manuel de Cajigal.

A principios de 1814, tropas de Yáñez, al mando de Remigio Ramos y de Puy, se apoderaron de las ciudades de Nutrias y Barinas. Este triunfo de los realistas tuvo para los patriotas su compensación en Ospino, donde Urdaneta derrotó á Yáñez, que quedó muerto en el campo de batalla.

Boves, entretanto, emprendió desde Calabozo el camino hacia la villa de Cura. En Puerta halló al republicano Campo Elías. El encuentro fué adverso para los patriotas y Campo se refugió en la Cabrera. Este desastre obligó á Bolivar á pedir un cuerpo de tropas à Urdaneta. Trasladóse luego á Valencia.

El 11 de Febrero se apoderaba Rosette de Ocumare. El 12 atacaba Boves á Victoria, ocupada á la sazón por Ribas, al frente de 1,000 hombres. Después de empeñada lucha, un oportuno refuerzo, enviado por Elias, decidió la acción en favor de los patriotas, y Boves hubo de retirarse con no pocas pérdidas.

El mismo día 12 realizóse en la capital y en la Guaira una terrible matanza de españoles. Todos los prisioneros españoles que alli había fueron pasados por las armas, en cumplimiento de órdenes de Bolívar, dadas al coronel don Juan Bautista Arizmendi. A ochocientos ascendió el número de las víctimas. Sirvió de pretexto á tan espantosa carnicería la afirmación de que los prisioneros conspiraban, de acuerdo con los realistas refugiados en las islas próximas.

Exasperó, con razón, tan inicua conducta á los españoles y la guerra adquirió un carácter de ferocidad que aterra. Logró Ribas derrotar en Charallave à Rosette (20 de Febrero) y obligó á los españoles á evacuar Ocumare. Antes de hacerlo sacrificaron los realistas trescientos habitantes.

Al tiempo que Boves rehacía en la villa de Cura sus fuerzas, juntaba Bolivar en San Mateo (entre Victoria y el lago de Valencia) cerca de 2,000 hombres y algunas piezas de artillería. Emprendido por Boves el ataque contra Bolivar, sufrio éste en la acción del 28 de Febrero más de doscientas bajas. Murió en aquella acción Villalpol y sufrió Elías heridas de tal gravedad que no tardó en morir de ellas. También Boves resultó en la acción herido, debiendo retirarse á Cura. Repúsose pronto y, al mes escaso, pudo preparar contra las fuerzas de Bolívar una acometida que, sin el sacrificio heroico del capitán neogranadino don Antonio Ricaurte, hubiera podido costar muy cara á los patriotas. Mientras Boves, con el grueso de su ejército, atacaba de frente á los de Bolívar, debía una columna tomar por retaguardia los cerros en que se apoyaban los patriotas y apoderarse del depósito de municiones que custodiaba Ricaurte con cincuenta

hombres. Todo iba á gusto de Boves y el pánico se apoderaba de los venezolanos al ver ocupados los cerros y comprender la maniobra, cuando Ricaurte concibió su salvador sacrificio. Dejó entrar á los soldados de Boves en el depósito, haciendo antes salir de él á los suyos, y pegó después fuego al almacén de pólvora. Una formidable detonación llenó los aires. Los soldados de Boves, que pudieron escapar, corrieron á reunírsele, y la victoria se trocó en derrota para el caudillo realista, que, con pérdida de unos ochocientos hombres, se retiró á sus antiguas posiciones.

Por este mismo tiempo, había caido otra vez en poder de Rosette, Ocumare, y un cuerpo realista de 3,000 hombres caminaba hacia Caracas.

Acudía Mariño en auxilio de Bolivar con 3,500 patriotas, cuando Boves le salió al encuentro en Bocachica. La lucha, aunque larga y encarnizada, no llegó á decidir por ninguno el triunfo y Boves se retiró hacia Valencia y Mariño hacia la Victoria. En Valencia hallábase con trescientos hombres Urdaneta, recientemente desalojado de Barquisimeto por Ceballos. A Valencia acudió Ceballos, y se hubiera apoderado de la población sin la oportuna llegada de Bolívar, que decidió á Ceballos á levantar el campo (3 de Abril).

No cesaban, entretanto, las guerrillas realistas de molestar á los patriotas, y Reyes Vargas, Millet, Torralba, Vega, Blanco y otros, acreditaban, en más de una ocasión, su arrojo, y en más de una, también, su escaso amor à la justicia.

Había salido Bolívar de Valencia en dirección á Puerto Cabello, dejando á Mariño el encargo de perseguir á Ceballos que se retiraba á San Carlos. Un descalabro de Mariño, en Arao, decidió al Libertador á volver precipitadamente á Valencia. La extraordinaria penuria á que estaban reducidas las fuerzas patriotas, privadas ya de lo más necesario, decidió á Bolívar á intentar un desesperado esfuerzo. Reunió cuanta gente pudo y dispúsose á combatir á los realistas, ahora mandados por el propio Cajigal. El 28 de Mayo vinieron á las manos en Carabobo patriotas y realistas. A 6,000 hombres ascendían las fuerzas realistas; no pasaban mucho los patriotas de 5,000. Fué esta vez para los de Bolívar la victoria. Los de Cajigal hubieron de retirarse en desorden dejando en poder de sus enemigos toda la artillería, 4,000 caballos, ocho banderas, quinientos fusiles y municiones de toda clase y en no corta cantidad.

Sin Boves, hubiera podido la causa realista darse por definitivamente concluida con la derrota de Carabobo; pero Boves reorganizaba el ejército en Calabozo y llegaba á reunir hasta 8,000 combatientes. Aunque no era desconocida de Bolívar la actividad de Boves, no creyó que lograra conseguir en un breve plazo tan respetable núcleo. Envió Bolívar á Mariño á villa de Cura, con más de 2,000 hombres de toda clase de armas, en persecución de Boves; contra Cajigal mandó, con el resto del ejército á Urdaneta, y se consagró él á la tarea de allegar recursos con que sostener el ejército. La guerra lo había agotado todo y se hacía punto menos que imposible obtener auxilios de ningún género. El hambre era general. Vino á interrumpir á Bolívar en sus gestiones la necesidad de auxiliar á Mari

ño que, ante un movimiento de Boves, había avanzado hasta Puerta. La pericia de Bolívar no libró esta vez á los patriotas de una terrible derrota, en que perdieron más de 1,000 hombres (15 de Junio). Al día siguiente ocupó Boves Victoria. Envió desde allí á Ramón González con 1,500 hombres, contra Caracas, y se encaminó á Valencia. Defendíala el coronel Escalona, que hubo de entregarla, mediante capitulación (10 de Julio), à las fuerzas realistas que ahora formaban un solo núcleo, pues se habían unido á Boves, Cajigal, Ceballos y Calzada. Por aquellos días, Eluyar había levantado el sitio de Puerto Cabello y se había embarcado con su extenuada gente para la Guaira, y Ramón González había ocupado, sin resistencia, Caracas. Bolívar, seguido de casi toda la población, temerosa de las crueldades de Boves, se había retirado á Oriente, donde la miseria no era tan grande como en las provincias de Occidente. Aunque no se habían equivocado en sus temores los emigrantes de Caracas, pues, á instigación de Boves, don Juan Nepomuceno Quero, con quien fué relevado González, cometió todo género de atropellos; no consiguieron con su emigración gran ventaja sobre los que esperaron en la capital el enemigo. La miseria, las enfermedades y todo género de desdichas dieron, en poco espacio, buena cuenta de ellos.

Engreido Boves con sus triunfos se había hecho el amo. Los disgustos que esto ocasionó dieron por resultado la retirada de Cajigal á Puerto Cabello.

Urdaneta, perseguido por Calzada, se retiró con 1,000 hombres á Nueva Granada. Bolívar, con 2,000 hombres que había logrado reunir, se hallaba en Aragua, provincia de Barcelona. Mil hombres más, enviados al mando de Bermúdez desde Cumaná por Mariño, le reforzaron; pero nada impidió una nueva y tremenda derrota de los republicanos. Morales fué esta vez el afortunado. Baste para dar idea de la tremenda lucha sostenida en Aragua el 18 de Agosto de 1814, decir que las víctimas de uno y otro ejército alcanzaron la enorme cifra de 4,700 hombres. Los jefes revolucionarios fueron á refugiarse con Bolivar á Cumaná. De alli pasó á poco Bolivar con Mariño á la isla Margarita, en una escuadrilla mandada por un aventurero italiano, llamado Bianchi. Hasta este viaje fué para Bolivar desdichado, pues Bianchi se apoderó de la mayor parte del tesoro que el caudillo americano llevaba consigo. Constituían este tesoro todas las alhajas de las iglesias de Caracas entregadas á Bolívar por el alto clero. Para quitar sin duda á su acción, absoluto carácter de despojo, Bianchi cedió á Bolivar y Mariño un par de buques de la escuadrilla. No sólo con esto compensó Bianchi los perjuicios ocasionados á sus viajeros. Cuando, desembarcados éstos en Carúpano, gobernada por los patriotas Ribas y Piar, se amotinó contra Mariño y Bolivar la población, y se enteraron de que acusados de haber abandonado el ejército se había dictado contra ellos un decreto de proscripción, Bianchi los salvó de mayores peligros. Bolívar fué destituído de todo mando; Mariño reducido á prisión. Bianchi reclamó imperiosamente su libertad, y los dos ilustres jefes republicanos debieron á las amenazas del aventurero verse de nuevo en la mar con rumbo á Cartagena.

Pronto debieron arrepentirse de su conducta Ribas y Bermúdez. Prescindir de Bolívar fué en ellos vanidad y locura.

Una sola victoria pudieron ya, por mucho tiempo, contar los republicanos. Siguiéronla desastres sin fin.

Atacó el 12 de Septiembre el jefe realista Morales á Bermúdez, que defendía la ciudad de Maturin. Fué derrotado con pérdida, entre muertos y heridos, de cerca de 3,000 combatientes.

Bolivar hubiera sabido aprovechar esta victoria, porque su prestigio hubiese evitado, seguramente, las disensiones que à poco surgieron entre los jefes republicanos.

Cerca de 6,000 hombres llegaron Bermúdez y Ribas á contar en sus ejércitos. Piar inició las disidencias y los desastres. Situado en Cumaná con 2,000 hombres, desobedeció las órdenes que se le dieron de unirse á sus compañeros. Sorprendido por Boves en la Sabana del Salado el 16 de Octubre, el ejército de Piar fué pasado á cuchillo. El 9 de Diciembre batió el mismo Boves à Bermúdez, que había salido de Maturin y hubo de volver á refugiarse en la ciudad.

Pasó luego Boves á Urica donde, unido con Morales, se dedicó á reorganizar el ejército realista.

Entretanto, Bermúdez y Ribas reorganizaban el suyo y reunian hasta tres mil hombres. No sin oposición de Bermúdez, triunfó el parecer de Ribas de salir nuevamente al encuentro de Boves. En el valle de Urica halláronse, el 5 de Diciembre de 1814, los contrarios ejércitos. La batalla fué reñida, sangrienta. Los prodigios de valor, numerosos. La victoria se decidió por los realistas. No bastó á impedirla ni la muerte del propio Boves, atravesado por una lanza. La infantería republicana contó casi tantos muertos como combatientes. En Maturin volvieron á refugiarse Ribas y Bermúdez. A Maturin se dirigió prontamente Morales, nombrado sucesor de Boves. Después de heroicos esfuerzos en su defensa, cayó la ciudad en poder del realista. Con doscientos hombres, corrió Bermúdez á refugiarse á las montañas del Tigre, de las que pasó á la isla Margarita. Ribas fué menos afortunado. Quiso unirse á Urdaneta, á quien creía en Barquisimeto, y hacia este punto se encaminó; pero, descubierto por el enemigo, fué fusilado. La cabeza, cubierta del gorro frigio que acostumbraba llevar, fué colocada en una jaula de hierro en el camino de la Guaira.

Además de la isla Margarita, donde mandaba Arizmendi, sólo quedaron por los patriotas al terminar el año 1814 algunas partidas, mandadas por Cedeño, Barreto, Monagas y Zaraza, los dos últimos, acreditados en la batalla de Urica de hombres de valor extraordinario.

Como sucesor de Boves, continuaba Morales desligado de la autoridad de Cajigal. En Marzo de 1815 llegó una real orden del Gobierno de la metrópoli, reprobando la conducta de Boves. Comprendió Morales la indirecta y reconoció á Cajigal, que pasó entonces á Caracas.

Es probable que la sumisión de Morales no hubiera sido tanta, sin el anuncio de estar en camino una expedición española, compuesta de 11,000 hombres, al mando del teniente general don Pablo Morillo. Esta expedición zarpó de Cá

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