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Cuando los Calvinistas ó Presbiterianos prevalecieron en Inglaterra, reinando el nieto de María Stuart, dieron un nuevo vigor al principio de la soberanía del pueblo, estinguieron el episcopado anglicano y la cámara de los pares, é hicieron decapitar al rey.

Los hombres hábiles que dirigieron la revolucion de 1688, removieron con el mayor cuidado este dogma funesto, Fingieron que tomaban la huida de Jaime II por una abdicacion; y declararon que el pueblo ingles no tenia derecho para elegir su rey: fueron llamados al trono las dos hijas de Jaime II, y sucesivamente el heredero mas inmediato en la línea protestante; la cámara de los pares y el episcopado anglicano conservaron todo su esplendor: el año mismo de la entronizacion de Guillelmo y de María, fue señalado con el luto religioso que se acostumbraba en los demas años el aniversario de la muerte de Carlos I, y se celebró tambien con las fiestas de estilo el aniversario de lá restauracion de Carlos II. Jorge I dio nuevas garantías á la autoridad real contra el dogma de la soberanía del pueblo, haciendo declarar á los parlamentos sieteañales, sin consultar siquiera á los electores de las ciudades y condados de Inglaterra, y no llamando á los empleos públicos sino á unos hombres enteramente adictos á su dinastía.

Durante el reinado de los dos primeros reyes de esta casa, no habian reclamado la soberanía del pueblo los Whigs mas que los Toris; y cuando en tiempo de Jorge III, las colonias inglesas de América tomaron las armas contra la metrópoli, no pretendieron combatir sino para conservar sus derechos positivos, y mantener la ejecucion de las antiguas cartas concedidas por los reyes al establecerse cada una de aquellas colonias y solo en el discurso de aquella guerra invocaron aquellos pueblos este pretendido principio que acababan de

proclamar los filósofos franceses, y que fue continuamente combatido por los ministros de Jorge III.

Un sofista, nacido en el seno del calvinismo, donde se habia perpetuado la doctrina funesta de Buchanan, Huberto Languet y Jurieu, fue quien la reprodujo en Francia, adornada con un estilo elegante, en el famoso libro del Contrato social. Los inmensos artículos de política de la Enciclopedia y todos los libros de los filósofos modernos, no fueron mas que la amplificacion de la obra del ciudadano de Ginebra, y no hubo provincia en Francia en que no se viesen los diputados de los estados generales de 1789, llevando consigo este mismo libro para regenerar la monarquía mas floreciente de los tiempos modernos.

Cuando la tiranía mas espantosa, hija de la soberanía del pueblo, hubo obligado á todos los Franceses á ser soldados, la Europa entera quedó sujeta al dominio de los ejércitos de la revolucion, hasta que una nacion enteramente cristiana se armó en defensa de la religion y del trono, y con su ejemplo y la fuerte diversion que obró, fue la causa principal de la restauracion de los demas pueblos.

M. de Chateaubriand concluye su grande obra, el Genio del cristianismo, examinando esta cuestion sobre la invasion de los bárbaros en el quinto siglo. ¿Cual fuera hoy dia el estado de la sociedad á no haberse manifestado el cristianismo sobre la tierra P..... «¿Que hubiera sido del mundo

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dice, si la grande arca del cristianismo no hubiese salvado » á los restos del género humano de este nuevo diluvio?.... ¿Que pontífice de Júpiter hubiera salido al encuentro de Atila para detenerle? ¿Que levita hubiera persuadido á » Alarico que retirara sus tropas de Roma ?..... ¿ Que » hubieran hecho los Godos idólatras?..... Y si en vez de

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» venerar á Jesucristo, hubieran empezado á adorar á Venus ⚫ y á Baco ¿que espantoso no hubiera salido el resultado de la religion sangrienta de Odino, mezclada con las fábulas ⚫ disolutas de la Grecia ?..... (38) »

Podríase examinar ahora esta otra cuestion. ¿Cual fuera el estado de la Europa, si los Españoles (en vez de haber conservado con todo su vigor aquel espíritu de cristianismo, qué hace que se tenga en nada el perder la vida, cuando se trata de conservar la religion), corrompidos y relajados por el epicurismo moderno, hubiesen quedado sujetos al dominio de Bonaparte, y le hubiesen entregado sus hijos para hacer la guerra á la Europa? La contestacion es bien sencilla; Bonaparte hubiera tenido para atacar á la Prusia, á la Austria y á la Rusia los seiscientos millones que gastó en la guerra de España, y otra cantidad á lo menos igual que hubiera impuesto á aquel reino, los seiscientos mil hombres que alli perecieron desde 1808 hasta 1814, y otros tantos á lo menos que hubiera podido sacar de la península en aquellos seis años. M. Bignon ha demostrado muy bien cuales fueron los resultados de la resistencia de España al nuevo Atila.

• Si despues de la dilatada lucha que ha sostenido durante veinte años, el gobierno británico (dice este diputado *), ha quedado dueño del campo de batalla, ¿ á quien lo debe? ¿á su política, á sus tesoros, al continente entero? No; á un aliado solo, á la nacion española.

• La Prusia, despues de una empresa temeraria ( en 1806), fue aniquilada..... El palacio de Federico II podia ser aun por mucho tiempo un cuartel general frances. ¿Quien será pues que intercedirá por la Prusia? Una potencia que no negocia sino con la espada en la mano,

* Les cabinets et les peuples, p. 387 et suiv.

la

España, la España sola, obligando los Franceses á llevar 150 mil hombres á la otra parte del Pirineo. El territorio prusiano queda desocupado, Federico Guillelmo vuelve á su capital: ¿quien lo restitituyó á ella? La nacion española.

Cuando Napoleon, admirado de los pocos progresos de sus generales, trató de dar en persona un golpe decisivo á aquella nacion, cien veces vencida y siempre invencible, el gabinete austriaco (en 1809) calculó que se le ofrecia una ocasion favorable á sus designios. La division de las fuerzas de la Francia, multiplica las probabilidades de su buen éxito. Era ya una gran ventaja el sacar á Napoleon de España, y prolongar aquella guerra devoradora. Napoleon se separa rabioso de las orillas del Manzanares, y corre á las del Danubio; pelea y vence; está en Viena por segunda vez. Todos los obstáculos se allanan, prodígale la victoria sus laureles en los campos de Wagram; se detiene y negocia. Estando en su mano estender mas allá sus conquistas, solo anhela firmar la paz. ¿Cual es la fuerza superior que le inspira tan repentinamente esta moderacion inesperada ? ¿Quien salva á la Austria del enojo de un enemigo vivamente ofendido? El mismo auxiliar que salvó á la Prusia, la nacion española.

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« Una guerra vastísima conduce á Napoleon á Moscou; el vencedor de Smolensk y de la Moscowa vuelve fugitivo á Paris, como Xerjes á Persepolis... ત Donde estan pues aquellas huestes aguerridas, cuya presencia le volveria su dominacion pasada sobre la Alemania y la Polonia? ¿Quien las detiene, quien las ocupa, cual es el enemigo infatigable que batieron ayer y las desafia hoy á nuevos combates? ¿quien salva en fin á la Rusia, como á la Prusia y á la Austria? La nacion española.

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«La lucha que se ha empeñado en España, no ha sido contra un gabinete, pero contra una nacion; solo alli ha sido negado á nuestras armas un triunfo definitivo. Reinara Napoleon, todas las potencias del continente estarian aun á sus pies, y la Inglaterra hubiera sufrido por segunda vez la de Amiens, si, limitándose á unas guerras de gabinete contra gabinete y de ejército contra ejército, no la hubiese declarado al caracter moral de una nacion. »

paz

El caracter moral de la España, es, como lo hemos demostrado en todas las partes de este escrito, una adhesion invencible á la religion. Esta nacion se ha visto sorprendida otra vez en 1820 por un ejército revolucionario formado en gran parte de todos los foragidos de Europa, atrincherado en aquella inmensa península, y amenazando ó insultando desde alli á todas las monarquías. Si la religion no hubiese conservado su influjo en España, y que el pueblo hubiese obedecido á los revolucionarios, se hubieran necesitado las fuerzas de todas las potencias del continente para combatirlo, y con las inteligencias que tienen los liberales en todas partes, ¡ cuan difícil y sangrienta hubiera sido esta lucha, y á cuantos riesgos hubiera espuesto á la Europa!

La providencia parece haber permitido, para que no quepa duda de que la religion es el único movil de la resis

tencia de la España, que en las dos guerras contra la revo-
lucion, mandada por Bonaparte diez años atrás, y ahora
por las cortes, los grandes de aquel pais hayan como
renunciado á su derecho natural de ser los caudillos del
pueblo,
, y que el ejército de la verdadera España, no haya
podido titularse sino el Ejército de la Fe.

La España cristiana y realista os aguarda, dijo á S. A. R. el Duque de Angulema, el primer magistrado de una de

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